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EL ALEGRE PERO ENIGMÁTICO SÓTANO DE LA QUINTRALA

 

Uno de los primeros avisos impresos de La Quintrala en la prensa chilena, publicado en "La Nación" en marzo de 1943.

Un caso notable de la historia de Santiago -aunque también ya olvidado- fue el del espacio que hoy ocupa el Edificio La Quintrala y parte de la Galería Imperio, con los restaurantes que han existido allí, a pasos de la Iglesia de San Agustín. Ubicados en la esquina norponiente de Estado con Agustinas, la leyenda urbana dice que reutilizaron siniestros espacios del subsuelo que tuvo allí la antigua propiedad de doña Catalina de los Ríos Lisperguer, la temida y legendaria Quintrala.

Rica y controvertida descendiente de conquistadores españoles, bisnieta de la hija de un cacique de Talagante y además rodeada de leyendas de las que no se tienen totales certezas, en el seno familiar oscuro y polémico de la Quintrala se dieron casos de gran impacto asociados a prácticas de hechicería y ejercicio de magia negra, a inicios del siglo XVII. En 1622, además, habría asesinado a su propio padre envenenándolo mientras yacía enfermo y en cama, con un pollo contaminado con una sustancia mortal. A pesar de las denuncias de la hermana del muerto, sus influencias en la administración política y en el clero pudieron más que la justicia.

Un viejo solar de piedras, adobe y tejuelas quedó abandonado por largo tiempo en aquella esquina, acrecentando las leyendas y mitos sobre la misma mujer y en la que era llamada calle de la Muerte entre el pueblo temeroso de los rumores que se contaban sobre Catalina y sus furiosos cabellos rojos. Por fotografías antiguas y descripciones hechas por don Benjamín Vicuña Mackenna se sabe que hubo allí una construcción clásica que había servido, después, como local comercial, café y billar, justo por donde se levantaría más tarde el edificio con el apodo de la antigua dueña colonial y parte de las galerías comerciales que allí existen.

Sin embargo, antes de construido el actual Edificio La Quintrala que da forma a esa esquina, exactamente al lado y en donde estará el pasaje de acceso sur al Teatro Imperio, funcionó un local interior justo en los bajos de la inmediata dirección de Agustinas 867. El establecimiento ocupaba también parte del primitivo supuesto sótano de Catalina de los Ríos, tocando la consagración durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Llegó a tener gran prestigio en la bohemia de Santiago y, como era de esperar, llevaba el nombre de la ex patrona de toda esa esquina: la boîte La Quintrala, más popularmente llamada el Sótano de la Quintrala.

En efecto, la leyenda del sótano decía que el subterráneo correspondía a los mismos que originalmente se encontraban en la casona de la Quintrala, terrenos hoy divididos entre los locales de la Galería Imperio y el mencionado Edificio La Quintrala. Se agregaba que había más redes en el subsuelo a partir de él, conectando con la iglesia agustina por debajo de la calle, e incluso hacia el cerro Santa Lucía y otras de las famosas supuestas galerías coloniales del Santiago bajo tierra. Hay bastante mito en esta leyenda sobre las sorpresas del subsuelo, pero también algo de verdad, según parece.

Estando de moda aquel personaje histórico por varios libros, radioteatros y proyectos fílmicos anunciados en esos mismos años, también se decía que el subterráneo del local había sido el mismo sitio en donde doña Catalina torturaba y castigaba a sus esclavos indígenas y negros. Mas, a pesar de tantas creencias exageradas por el folclore oral y popular, la explicación de la vida bajo tierra de la boîte fue más sencilla, alegre y menos escalofriante: fue concebida como un centro de fiesta y ruido musical que duraba hasta el amanecer, por lo que requería de esta ubicación aislada y casi escondida.

Informa Oreste Plath en "El Santiago que se fue" que el sótano había sido fundado hacia finales de 1942 por don Pedro Fernández, como sala-restaurante y de espectáculos en donde “se come y se divierte”, según prometía. Sin embargo, fue propietada y atendida en su mejor época por el empresario Roberto Yazigi, aunque también es reseñado como Lorenzo Yazigi por algunos memorialistas. Se lo promocionaba como un lugar "aristocrático" y con grandes lujos, especialmente para la reunión nocturna, como era frecuente en la publicidad de aquellos años. Así se refería al lugar el diario "La Nación", del miércoles 13 de enero del año siguiente:

Esta elegante boite situada en pleno corazón de Santiago (galería del Teatro Imperio) se ve noche a noche con numeroso público.

"El Sótano de la Quintrala" posee modernos aparatos de aire acondicionado, lo que da al ambiente un frescura agradable. Esta noche actuarán Lita Enhart, vedette máxima, muy aplaudida, Chola Bosch, cancionista de rumbas y boleros, "Olga", la bailarina española e internacional y el cantor Héctor Vargas. Secunda todos estos números la orquesta de Rafael y sus Marimbas.

Poco después, al iniciarse el mes de marzo, había entrado a formar parte del equipo artístico la destacada estrella nacional de cine Blanca Negri, quien debutó en el local cantando canciones españoles y otras populares hispanoamericanas. Fue, por largo tiempo, el plato principal de los shows ofrecidos en la cartelera de La Quintrala.

Otra cantante chilena llegada a la boîte en aquellos primeros meses de vida fue Emperatriz Carvajal, anunciada con gran promoción. Las presentaciones quedaban a cargo de la lady crooner Peggy Walsh, artista norteamericana con currículum de showoman. Por esos mismos días, la mexicana Lita Enhart había emigrado ya a la compañía del Teatro Balmaceda de calle Artesanos, junto a su compatriota Olga y la artista española Carmen Olmedo.

Izquierda: portada del famoso libro de Vicuña Mackenna sobre La Quintrala. Derecha: el sector en donde se ubicó la vieja casa de La Quintrala, justo donde ahora está el Edificio La Quintrala.

Izquierda: aviso publicado para la boîte La Quintrala, anunciando la presentación del grupo musical femenino Trío Moreno, en imagen tomada del blog Antigua Bohemia Santiaguina. Derecha: anuncio del homenaje al cómico Lucho Córdoba en La Quintrala, anunciado en el diario "La Nación" del lunes 21 de junio de 1943.

Imagen del maestro tanguero Armando Bonansco, año 1945, época en la que también se presentó en La Quintrala. Como era uno de los artistas oficiales del sello discográfico Victor, aparece acompañado con la hermosa imagen de marca de la misma casa.

Una presentación del ventrílocuo Agudiez y su muñeco Don Pánfilo. Fue otro de los artistas de La Quintrala, pudiendo ser aquél el escenario que se observa en la fotografía. Fuente imagen: Flickr de Pedro Encina "Santiago Nostálgico".

Avisos varios con la cartelera de estrellas de La Quintrala hacia los últimos meses de 1946. Imagen publicada en el diario "Las Noticias de Última Hora".

Para el mes de julio, el sótano era sede de un homenaje rendido al actor y comediante Lucho Córdoba por su propia compañía y otros artistas, organizados con la administración del establecimiento. A la sazón, Córdoba llevaba años actuando en el vecino Teatro Imperio. Asistieron al encuentro colegas como la actriz Olvido Leguía, una de las organizadoras y quien actuaba con el homenajeado en el Imperio, junto a la Orquesta de Jazz de Rafael Hermosila y los mexicanos del trío Guadalupe y sus Aztecos, entre varios otros participantes que formaban parte del plantel artístico del negocio.

En aquellos primero años, artistas habituales en los espectáculos de La Quintrala fueron también la Orquesta Típica de Carbone, el humorista Manolo González con sus rutinas inolvidables y el asombroso mago Richard Suey, ilusionista chileno con gran carrera e influencia en la escena de Puerto Rico, en donde viviría por largo tiempo. Durante toda su existencia, además, el sótano sirvió también como escuela y plataforma de despegue para muchos de los más importantes artistas de espectáculos, folclore y artes escénicas en genera de aquellos años.

Otra de las primeras estrellas de la boîte fue Buddy Day y su orquesta, tocando en la temporada de 1944 a 1945, según acota Álvaro Menanteau en la “Historia del jazz en Chile”. Por las noticias de espectáculos de la época se verifica su importancia en la cartelera y se ve que estuvo presente en la fiesta del segundo aniversario del establecimiento, celebrada allí el viernes 22 de diciembre de 1944. En aquella temporada participaron también los Carbone, los Hermanitos López, el humorista Alejandro Lira, la estilista folclórica chilena Aida Salas y el sensacional Trío Moreno, grupo femenino que estaba por partir a Lima a inicios del año siguiente, internacionalizando su exitosa carrera.

También pasaría por el local el director cubano Isidro Benítez, quien había llegado al país en 1939; sería despedido después con un gran concierto dado por varios músicos, tras seis años de residencia, trabajos y aportes en Chile, como maestro de los ritmos tropicales. En su “Historia social de la música popular en Chile. 1890-1950”, Juan Pablo González Rodríguez y Claudio Rolle aportan otros detalles sobre aquellos años del club:

El arraigo del tango argentino en Chile llegó a tal punto, que a comienzo de 1945 la boite La Quintrala ofrecía un espectáculo que intentaba historiar el desarrollo del tango, como ya lo hacía el cine argentino. Este intento historizador tiene la particularidad de surgir del propio mundo del espectáculo y de realizarse tempranamente en relación a las historizaciones que paulatinamente se realizarán de otros géneros populares. En La historia del tango de La Quintrala, se presentaban distintos hitos del desarrollo del género, buscando paralelamente su repercusión en Chile.

Paradójicamente, parecen haber destacado especialmente las mujeres en el boliche con nombre de una hembra salvaje y aterradora. La maestra de ceremonias pasó a ser Lucy Lanni, actriz de cine y teatro chileno de la misma generación de Anita Desideria González y quien aparecía en el elenco de “La dama de las camelias” (1947) y “Rosita de Cachapoal” (1952), entre otras obras fílmicas. Los mencionados programas de tango, en tanto, eran conducidos por la milonguera argentina Carmencita Idal, quien presentaba también en el Patio Andaluz enfrente de la Plaza de Armas.

Fueron memorables, además, las presentaciones de medianoche del Trío Moreno, y en el mismo escenario estuvieron la cantante, actriz e intérprete de piano Cora Santa Cruz, la artista Dina Soler, la tanquera Malena Bravo (Ana May), la cantante nortina Ángela Millares, la bailarina Giselle Chrys y la cotizada artista de escenarios Diana Reyes, entre muchísimas otras figuras.

La cantante y actriz hispano-argentina Choly Mur (Ana Fernández), hija única y rebelde de La Tania (Ana Luciano Divis), también actuaba regularmente allá en los cuarenta, antes de su terrible muerte antes a los sabidamente trágicos 27 años, como consecuencia de un accidente automovilístico. Durante su estadía en Chile, Choly había contraído un efímero matrimonio con el odontólogo yugoslavo Santiago Kegeritz, quien ostentaba títulos nobiliarios pero también el vicio del alcoholismo, lo que parece haber empeorado las adicciones de la artista. Irónicamente, el accidente y fallecimiento de Choly sucedieron en la temporada de Navidad, cuando intentaba restaurar su carrera en Buenos Aires.

Siendo muy jóvenes, las hermanas Von Schrebler,  el entonces muy joven dúo Sonia y Myriam (uno de los más exitosos de la historia musical chilena, aunque de no tan larga duración), también habrían pasado por La Quintrala, así como la estilista Delia Ramírez. El Trío Mastra, grupo argentino que toma el apellido de su compositor de origen uruguayo Alberto Mastra, debuta allí en marzo de 1945, llevando su música y canto de la América hispánica.

A partir de ese mismo año, se presentan en su pequeño escenario las "micro-revistas" de vodevil y folclore con actuación de estrellas como Kika, la Desideria, Eugenio Retes, Eva González, el grupo también folclórico de los hermanos Barrientos (Marina, Tito y Carlos, más el guitarrista Padula) y un equipo de chicas llamadas las Quintrala Girl's. Esl el período en que la boîte ya ha tocado el cielo, apareciendo insistentemente en secciones y revistas de espectáculos.

Otra acertada apuesta que hizo la dirección del Sótano de la Quintrala y que fue saludada por la prensa del medio artístico, como la clásica revista “Ecran”, fue incorporar desde sus inicios en el show a la joven cantante Alba Mery, quien había sido alumna de Francisco Fuentes Pumarino. Apodada la Voz Gris de la Radio, ofrecía un repertorio piezas tropicales y boleros acompañados de algo más melódico. Había sido descubierta por el pianista austríaco Federico Waelder y llevada por él hasta la Radio Prat (CB 97) y luego al sótano, en donde fue contratada prácticamente de inmediato, ni bien se presentó a un ensayo.

Dos importantes mujeres del equipo artístico de La Quintrala: Emperatriz Carvajal (izquierda) y Alba Mery (derecha). Imágenes publicadas por la revista "Ecran" en 1943.

El elenco de las "micro-revistas" de La Quintrala sobre su escenario, en 1945, en revista Ecran. Algunos integrantes del grupo eran Eugenio Retes y La Desidera González.

Artistas de La Quintrala hacia mediados de los años cuarenta: los Hermanos Barrientos (izquierda, arriba), el dúo humorístico Leandro y Celia actuando en el mismo club (izquierda, abajo), y el saxofonista Aquilino tocando entre las mesas del local (derecha). Imágenes publicadas por la revista "Ecran".

Aviso con la cartelera de La Quintrala hacia fines de 1946, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

Avisos publicitarios de la venta de locales y oficinas en el Edificio La Quintrala, publicada en "El Mercurio" durante noviembre de 1952. El club La Quintrala quedaba justo atrás de este edificio, en los bajos del inmueble más pequeño y antiguo que alcanza a verse en la ilustración, hacia su lado derecho.

Varias otras voces femeninas destacaron por entonces allí, aunque uno de los casos interesantes fue el de la artista Yma Súmac, cantante peruana cuyo primer paso a la internacionalización de su carrera había intentando en Argentina y luego en Chile, justamente, presentándose en La Quintrala en 1944. Irónicamente, una de las voces más maravillosas que haya producido Perú, en la misma generación de Delia Vallejos, Chabuca Granda, Carmencita Lara, Jesús Vásquez, Teresa Velásquez Velarde y Pastorita Huaracina, no había recibido pleno reconocimiento en su propia patria, por lo que decidió probar suerte en escenarios fuera del país.

A mayor abundamiento, Yma había nacido en el Callao en 1922 como Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo. A pesar de no tener estudios formales en canto lírico podía abarcar seis y media octavas con voz soprano y dar matices únicos en la historia del canto (abarcó tesitura de sopranino, soprano, mezzo-soprano, contralto, tenor, barítono y bajo, decían), encantando con sus interpretaciones. Antes de ser la vocalista peruana con más discos vendidos aprendió a cantar imitando el trino de los pájaros y logrando la triple coloratura, pero al disolverse la Compañía Peruana de Arte de la que era parte, partió a Nueva York en 1946 con su marido Moisés Vivanco (ex director de la misma agrupación artística) y de su prima Cholita Rivero, conformando el Trío Inca Taky. Las cosas fueron difíciles allá, incluyendo la llegada de su primer hijo en momentos menesterosos en que se dedicaba al comercio. Sin embargo, presentada como la Queen Exótica y la Princesa Inca (decía ser descendiente de Atahualpa) la disquera Capitol Records se interesó en ella y así pudo entrar al mercado, mudándose a la Costa Oeste. Explotó mucho su origen y la estética folclórica peruana con algunas apariciones en cine y actuaciones que asombraron al público, consagrándose en Broadway hacia mediados del siglo y llegando a figurar su nombre entre las estrellas del Salón de la Fama de Hollywood, en 1957.

También en 1944, durante el mes de octubre, el Trío Moreno se presentaba otra vez con artistas tales como el humorista Monicaco y la cantante y actriz Julita Pou, siendo anunciada aquella temporada por la contratación del humorista Roberto Blake, además. Los viernes parecen haber sido los días más atractivos a las funciones nocturnas por entonces, aunque nada superaba las fiestas de Año Nuevo en el establecimiento, con bailables musicales de las orquestas de Day y Carbone.

Para el año siguiente, llegará en noviembre a La Quintrala el cantante mexicano Alfonso Ortiz Tirado, con sus aplaudidos boleros en la hora del té y durante el mismo período en que actuaron su colega Lily Marbel, la Orquesta Típica de Roberto Díaz y el saxofonista Aquilino, quien paseaba tocando entre las mesas del local, deleitando al público antes de su retorno a la intensa bohemia de Buenos Aires.

En tanto, sucedió que Radio Prat había elegido a La Quintrala como salón auditorio, realizando audiciones en ella y programas con una presentación que llegó a ser de clásica entre sus locutores: “CB 97, Radio Prat, transmitiendo directamente desde su sala auditórium en la boîte de lujo La Quintrala”. A la sazón, sus artistas eran Rafael Hermosilla con sus swings, el talentoso ventrílocuo Agudiez y su marioneta Don Pánfilo, la cantante afro Ligia Morán, el dúo humorístico Leandro y Celia, la mexicana Lupe Cortez, el showman argentino Leo Marini, bailarinas como Susana Duc y la Orquesta de Danilo Mora con la voz de Tino Ortiz al micrófono.

La lista de promesas y consagrados que pasaron en esos años por La Quintrala siguió aumentando, de hecho. En su "¡Buenas noches, Santigo!", por ejmplo, el periodista de espectáculos y entrenteciones Osvaldo Rakatán Muñoz dedica también un texto a los recuerdos del maestro Lorenzo da Costa, quien tocaba con su orquesta en la boîte:

Es hijo del músico Manuel Da Costa que compuso la mayoría de los Himnos de las Fuerzas Armadas de Chile.

De la boite “La Quintrala” tiene un simpático y grato recuerdo. Eran las noches bohemias de 1948. Tocaba con su orquesta en este local que pertenecía entonces a Roberto de Yazigi y donde era asiduo visitante el recordado “Pelado” Escanilla. Le acompañaban en su conjunto: Raúl Díaz Oscar Cid, el “Canario” Reyes, un músico al cual le decían “El Gueñe”; Raúl Salas, el “Puntete” Jorge Barahona en la batería. Enrique Sanchiz y Tato Miranda.

Una noche recuerda Lorenzo, el abogado Robinson Figueroa que había pasado allí una noche inolvidable, antes de irse, feliz nos dio una regia propina. Nosotros decidimos invertirla comprando un entero de la Lotería. Era el número 18923… ¡Nunca lo he olvidado! Bueno, nos sacamos el gordo y cuando supimos la noticia salimos esa noche a la calle Estado tocando nuestros instrumentos y haciendo una “cola” que recorrió toda la cuadra. Al volver, hicimos cerrar el negocio y nos quedamos todos adentro, con nuestros amigos, festejando.

La descrita historia también está disponible en la revista “Ecran” del 29 de julio de 1947, y continúa informando que los ahora acaudalados Da Costa y sus músicos llegaron a pensar en comprarle el local a Yazigi, poniendo cada uno parte de los $66.600 que habían ganado por cabeza con aquel premio. Y aunque la intención falló, los afortunados organizaron una gran comida de celebración dos días después en el Club Musical, que estaba en la calle Huérfanos con San Antonio, invitando a todos sus amigos incluidos varios periodistas y compositores como Pancho Flores del Campo, Jorge Escobar Guzmán, Lucho Fuenzalida, Guillermo Zurita y el recordado maestro Armando Bonansco.

Como muchos boliches célebres del Santiago de las noches eternas, sin embargo, el Sótano de La Quintrala no pudo enfrentar los vaivenes de su tiempo ni problemas intestinos, cerrando en 1949. En solo siete años de existencia, dejó tras de sí una constelación de estrellas para iluminar los cielos de la bohemia y espectáculo nacionales.

Y si bien pasó la época de leche y miel de la boîte con nombre de la temida pelirroja del siglo XVII, la fiesta no se acabó en el misterioso sótano... Procedió a ser ocupado ahora por una nueva leyenda de la diversión y las candilejas santiaguinas: El Pollo Dorado, famoso centro recreativo que, unos años después, se mudo también al vecino subterráneo del flamante Edificio La Quintrala.

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