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EDIFICIO DEL TEATRO CAPITOL: UN CITÉ “CINEMATOGRÁFICO”

Las primeras proyecciones y presentaciones en el Teatro Capitol, en marzo de 1928. Aviso de la sección de espectáculos del diario "La Nación".

El Edificio Capitol de avenida Independencia es verdadera poesía hecha arquitectura: un monumento a la historia del teatro y el cine, de aquella época cuando el séptimo arte aún era joven pero lleno de rentables promesas para el mundo. Es otro de los grandes orgullos patrimoniales de la comuna de Independencia, además.

El Capitol corresponde a un conjunto residencial y comercial en la tercera cuadra de la avenida desde el Mapocho hacia el norte, la ex Cañadilla de La Chimba. Está en el número 224, enfrente de los murallones del templo y monasterio del Carmen de San Rafael, esa segunda obra más importante del corregidor Luis Manuel Zañartu después del desaparecido Puente de Cal y Canto. Ocupa más de 80 metros de la manzana entre las calles Prieto y Beltrán Mathieu, por ahí donde Zañartu tuvo también su quinta en tiempos coloniales tardíos y en después hubo otra propiedad carmelita, antes del complejo arquitectónico.

El simétrico edificio con pabellón residencial de esquina a esquina dando forma a la fachada, también es comercial sus niveles sobre el zócalo. Consta de tres pisos en su cuerpo longitudinal y cuatro en su bloque central, combinando influencias Tudor con toques de art decó en sus voluminosas líneas. Su estupendo portal de arco al centro se ha vuelto casi un símbolo de la mejor arquitectura histórica en el barrio y de la urbanidad en esta ribera, a la altura de otros casos cercanos como el ex Instituto de Higiene (dependencia de la Policía de Investigaciones, actualmente) o el hoy ruinoso edificio del Hotel Luna Park de calle Artesanos.

Tras el gran portal del arco se extiende su mayor secreto, sin embargo: uno de los más hermosos y suntuosos cités de Chile. Se trata de un pasaje ciego interior pasando el zaguán hacia el poniente, con dos pisos de línea de fachadas asociando gran elegancia y buen acabado con tendencias artísticas del hispano mediterráneo, neocolonial y también algo de Tudor.

Nota dando aviso de la inauguración del Teatro Capitol en "La Nación" del 9 de marzo de 1928.

Fachada del edificio cartelera del Teatro Capitol, en sus buenos años. Imagen publicada por el sitio Independencia Cultural.

El recientemente inaugurado Teatro Capitol entre las salas a cargo de Max Glücksmann, en "La Nación" del 5 de junio de 1928.

Aviso de Fiestas Patrias de 1928 para las exhibiciones en el Capitol, además de las salas Cousiño y República.

Nota publicitaria del Teatro Capitol en el diario "Las Últimas Noticias", cerca de la temporada de Fiestas Patrias de septiembre de 1940.

Accesos del conjunto Teatro Capitol, donde se observa el cartel del cine-teatro Capitol y el del Café Continental. Fotografía publicada por la revista “En Viaje” de 1961.

 

Caluga publicitaria anunciando la fiesta inaugural del Teatro Capitol, para el viernes 9 de marzo de 1928. Imagen: gentileza de H. Quiroga.

Aunque la relación de tan preciosa arquitectura popular con el mundo del teatro y el cine hoy pasa prácticamente inadvertida, las huellas de su pasado siguen a la vista haciendo tan singular este caso. Frente al gran acceso al pasaje interior del cité, de hecho, sobrevivía el esqueleto de un destartalado luminoso con el marco ya vacío, colgando sobre la calle Independencia. La época de luces de este artefacto pasó hace mucho, pero era un vestigio de cuando estuvo allí la sala del Cine y Teatro Capitol, que da nombre al conjunto y que, en tiempos ya olvidados, llenaba de público el lugar con rotativos y presentaciones en vivo, inolvidables para algunos chimberos las conocieron.

El grupo arquitectónico del Capitol surge desde un proyecto empresarial de don Matías Marió, personaje ligado a las artes escénicas y espectáculos como informan los investigadores académicos, entre ellos don Alberto Gurovich Weisman de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, en un texto suyo para la “Guía de patrimonio y cultura del Barrio de la Chimba” de Ciudad Viva. El propósito del proyecto era levantar un gran conjunto residencial para arriendo y con el cine-teatro propio en su interior, obra que sería ejecutada con planos de dos arquitectos de la Universidad Católica, Manuel Parra Flores y Oscar Galleguillos R.

La fortaleza residencial fue bautizada Teatro Capitol, pues se lo diseñó intencionalmente con aspecto de edificio de cine-teatro, si se lo observa desde el exterior. El propósito de la obra era inmortalizar un gran homenaje de la familia Marió al rubro del cine y el teatro, según se ha dicho. Las obras fueron ejecutadas por la casa constructora de M. Lavín Albo, concluidas en 1927. Tanto por su ubicación como su estilo, realmente fueron una novedad de enorme gracia y admiración.

El cine propiamente tal se sitúa al costado derecho en el inicio del pasaje, en una pequeña pero cómoda sala que contaba con platea, bóveda acústica, pinturas interiores y lozas inclinadas de concreto. Todavía se reconocen sus mamparas de acceso, su alero y el espacio que debió corresponder a la boletería.

Llamado desde su inicio como el Teatro Capitol, fue dirigido en su primera vida por el prestigioso empresario austríaco Max Glücksmann, con varios otros cines y teatros puestos en sus manos en Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay.

Vista completa de la fachada del edificio.

Volumen central del edificio y portal con arco Tudor de acceso al cité.

Vista en otro ángulo del pabellón central y el acceso principal del conjunto.

El edificio del conjunto residencial, visto desde la esquina norte.

Visto ahora desde la esquina sur, con sus grandes volúmenes.

El Wonder Bar Restaurante, en el zócalo del edificio, hacia el año 2010.

La acera y parte del zócalo del edificio residencial y comercial, como lucía hace unos años.

Fachada del ex cine y teatro, al interior del pasaje en el cité.

Acceso al ex cine y teatro por el sector exterior y cuando ya era la fábrica de hielo, por calle Beltrán Mathieu.

La nueva sala de avenida Independencia se presentó como el “primer teatro moderno” de Chile, poseedor de “artefactos y maquinarias de proyección de último modelo”. Fue formalmente inaugurada el viernes 9 de marzo de 1928, con una concurrida jornada de fiesta que incluyó la presentación de músicos dirigidos por profesores de la Orquesta Sinfónica y de la Orquesta del Teatro Municipal, además del estreno de un filme titulado en el español “Algo más que amor”, de la mejor época de la célebre actriz estadounidense del cine mudo Clara Bow, proyectado simultáneamente con el Teatro Splendid. Calificado en la prensa como “un éxito completo”, el evento cerró con una presentación de humor a cargo del comediante Lucho Rojas Gallardo.

A mayor abundamiento, Rojas Gallardo fue célebre en la radiofonía clásica chilena. Además de sus frecuentes presentaciones en el teatro humorístico y de incursiones como director y actor de cine, fue popular por un divertido personaje suyo llamado Tristán Machuca, al que había hecho debutar en formato fílmico en 1926, aunque sin el éxito que había logrado antes con él en salas de teatro. Más tarde, lo llevó a formato novelado. Padre de Luis Monicaco Rojas Müller, el artista alcanzó a participar también en  el muy escuchado programa humorístico “Radiotanda”, hito de Radio Cooperativa Vitalicia y luego Radio Minería, entre cuyas principales voces tuvo a la actriz Anita Desideria González y los consagrados locutores Raúl Matas y Sergio Silva Acuña.

Tras aquella memorable fiesta inaugural, el histórico cine cobraría rápida y enorme importancia para el barrio, primero con proyecciones de vermut a las 18 horas y de noche a las 21:30 horas; luego, con sus rotativos diarios desde las 14 horas, siempre con gran cantidad de público a pesar de la existencia de otras salas en todo el lado chimbero. Entre quienes la conocieron, se recordaba a la pintoresca sala no solo como un activo lugar de proyecciones cinematográficas, sino también como cámara de los eventos en vivo y hasta encuentros políticos en aquellos años de mayor lustre. Por esta razón, el Capitol llegó a acoger reuniones socialistas hacia los años del Frente Popular y el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, junto con haber sido sede del Congreso Regional del Partido Comunista y reuniones ligadas al sindicalismo. El local era, además, lugar de encuentros regulares para los vecinos y de tomas de decisiones para la comunidad de residentes, cuando fue requerido.

En otro aspecto, pero siempre en sintonía con el ambiente de la diversión y las gradas, desde sus orígenes el conjunto del Teatro Capitol albergó importantes locales comerciales exteriores, por el primer nivel del edificio principal, como cafés y bares distribuidos en ambas alas, a los costados de su gran entrada en el pabellón que da a Independencia. De esta forma, el zócalo reuniría una buena cantidad de establecimientos frecuentados por los mismos asistentes a la sala, especialmente aquellos con ofertas para el esparcimiento. Varios fueron conocidos restaurantes y cafés en el pasado, lamentablemente extintos en su totalidad.

Vista del pasaje desde el acceso.

El mismo sector del ingreso y su arco Tudor, vistos desde el interior.

Las residencias al interior del hermoso cité.

Línea de fachadas del conjunto residencial.

Sector de residencias al fondo del pasaje, con su atractivo diseño y decoración.

El pasaje visto desde el interior hacia el acceso. La fachada de la izquierda, con mamparas y alero, era el antiguo cine y teatro.

Destacaba antaño en aquel grupo de negocios en los bajos, por ejemplo, el Bar Capitol, visitada fuente de soda y restaurante ubicado en la dirección de Independencia 232, justo por el lado norte de la entrada monumental hacia el cine y el cité. Es seguro que el teatro proporcionaba gran parte de la clientela a sus mesas, ofreciendo en su publicidad “tocadiscos de a $1”. Este antiguo local fue convertido después en un negocio de venta de cortinas y accesorios, rubro con bastante presencia en aquellas cuadras de la avenida Independencia.

Otro conocido centro recreativo en el primer nivel del edificio fue el Café-Bar Continental, en el ala opuesta al de Bar Capitol, hacia el sur de la manzana y también adyacente a la entrada al portal, en el número 216. El Continental sobrevivió muchos años allí, hasta cerca de nuestra época. En sus buenas décadas, tenía un vistoso letrero colgando en fachada e invitando a los paseantes a sus mesas. El antiguo espacio del Continental y sus adyacentes acabaron siendo ocupados después por establecimientos como el Wonder Restaurant (sucursal del reputado Wonder Bar, de la cercana calle General Mackenna), con carta de infaltables colaciones de mediodía y cotizados tragos terremotos a cualquier hora.

Cabe señalar que toda esa línea del primer nivel de locales comerciales del Capitol acabó dando un intenso carácter de mercadillo a la cuadra, con ofertas de cortinaje y tapicería, fábrica de empanadas y amasandería, casas de telas, alguna comercial e importadora y la llegada de kioscos o toldos de comercio minorista.

Al activo Cine Teatro Capitol, en tanto, se le empieza a perder la pista hacia inicios del sesenta, que parece ser ya sumido en su período decadente. Aparecerá por entonces una maderera en la dirección: Maderas Capitol Ltda. Su vida como cuartel cultural y artístico había concluido, y el acento “cinematográfico” del lugar había quedado en el pasado vaporoso. La sala ahora es ocupada después una empresa fabricadora de hielo, con acceso y oficinas por el lado de calle Mathieu, que también es parte del conjunto y que conserva el bello diseño españolado del mismo interior del pasaje residencial.

Si bien en el Edificio del Conjunto Capitol ya no funciona el teatro ni llega público a tan misterioso ex cine, totalmente escondido de la urbanidad y de los tiempos humanos, este lugar con categoría de Inmueble de Conservación Histórica sigue siendo famoso por su cautivante cité central, atracción de fotógrafos, paseantes e investigadores urbanos.

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