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RESTAURANTE MARTINI: LA CASA REAL DE LAS OSTRAS

Anuncios del Martini en "La Nación". Izquierda: apertura de su salón de verano, en octubre de 1928. Derecha: su tradicional "semana de ostras" en julio de 1957.

Decía Oreste Plath en "El Santiago que se fue", que el restaurante Martini era visitado frecuentemente por artistas, escritores y periodistas durante sus famosas temporadas ofreciendo las sabrosas ostras chilotas, entre mayo y agosto de cada año. "Nos volvíamos enemigos de la ostra como el cangrejo, la jaiba y la estrella de mar que aventajan a todos los depredadores oceánicos", escribió el memorialista. Ya hemos hablado acá de esos célebres salones de ostras de la primera mitad del siglo XX, entre los que este establecimiento destacó como uno de los más conocidos de Santiago.

El Martini ocupaba la dirección de Bandera 560 y formó parte de un centro comercial que se situaba hacia mitad de la cuadra poniente, en un desaparecido edificio que flanqueaba lo que ahora es el pasaje Jorge Hunneus. Escasamente quedan algunos restos de lo que fueron aquellas manzanas, hoy en día, entre calles Santo Domingo y Catedral, así que no vale la pena intentar visitas de reconocimiento.

Vecino al Casino del Centro Democrático de Santiago, que estaba en los altos del 574, ambos restaurantes se encontraban a metros de Catedral de Santiago, el Congreso Nacional y la Plaza de Armas. El Martini se encontraba en el mismo espacio que había sido del restaurante Playa Ancha y en cuyo interior existió también restaurante El Tani, ambos en los años veinte, dos importantes centros culinarios con orquesta típica y buen menú de comidas. Posteriormente, el mismo centro comercial del 560 era compartido por el Martini con la casa de ventas El Turista, especializada en prendas y equipamientos deportivos.

El Martini llegó a aquel lugar ofreciendo su propia carta de comidas con acento marisquero y renovando poco después sus instalaciones de la cocina, con la incorporación de un nuevo gran horno para la demanda. Aunque su especialidad eran los productos marinos, en aquellas primeras décadas, ofrecía cocina en general y servía de sede para celebraciones de organizaciones sociales, también desde sus inicios. De este modo, sociedades como el Centro Cultural y Deportivo 30 de Julio, tras ser fundado en la fecha de su nombre del año 1927, celebraban algunos de sus sus aniversarios con un banquete nocturno en el lugar.

Llevando ya un tiempo en la misma dirección y habiendo contratado "niñas" para el rotisier y la fiambrería, según lo que ofreció en avisos de trabajo de ese año, el gran comedor de verano del Martini fue inaugurado el jueves 11 de octubre de 1928, con una gran fiesta y regia orquesta. Para la ocasión, ofrecía al público el siguiente menú publicado en el diario "La Nación" del día anterior:

ALMUERZO: $ 3.00

Huevos Archiduque
Cazuela de criadillas
Tallarines Especiales
Chuletas de chancho milanesa
Macedonia al Kirch
Café.

COMIDA: $ 3.00

Potaje Colombina
Corvina a la Escocesa
Tortilla de alcachofas
Ternera al horno con apio
Flan Imperial
Café.

Avisos publicitarios del restaurante El Tani, en "La Nación" de marzo de 1927, en la misma dirección comercial donde se instaló el Martini.

Restaurante Martini dando aviso del inicio de la temporada de sus solicitadas ostras, en 1943, en revista "En Viaje".

Ostras del restaurante Martini, otra vez en la revista "En Viaje", año 1944.

Avisos del Martini en "La Nación", en los meses de marzo y mayo de 1945.

Aviso del Martini también en la revista "En Viaje", año 1945.

El establecimiento fue, además, uno de los primeros restaurantes de Santiago en experimentar con la aceptación del beneficio del 10% del consumo para los gazones, a inicios de 1934. Aunque la petición había sido avalada por la sección hotelera de la Federación de Empleados de Chile y con la intención de eliminar la propina como principal apoyo extra al sueldo de tales trabajadores, dicho concepto del 10% ayudó a asociar tal fracción de la cuenta al monto de la propina misma, con el correr del tiempo. El Martini lo había incorporado junto a otros restaurantes de la época como el Splendid de calle Huérfanos, el Bar Jockey Club de Ahumada, el Club Militar de Los Leones, La Quiriquina de Monjitas y el Lido que lo tenía establecido en el horario del dinner.

A mediados de esos años treinta, la dirección del Martini implementó también la llamada "semana de la ostra", generalmente con ofertas para los clientes e invitando a la prensa para participar de aquellos encuentros. El diario "La Nación" del domingo 14 de julio de 1935 aseguraba sobre aquel evento:

...todos los comedores de aquel cómodo local, se vieron repletos de numeroso público y familias de la capital; y no era para menos ya que los dueños, como una deferencia hacia el numeroso público, que favorece el establecimiento, rebajaron a un peso veinte centavos el plato de una docena de ostras, con una buena ración de pan, mantequilla y limón.

Por aquellos años, se aparecía con frecuencia en el restaurante el periodista y escritor Raúl Morales Álvarez, "siempre rodeado de conocidos y desconocidos hablando con su voz ronca", dejó anotado Plath. Agrega que, en 1937, el cronista había celebrado su almuerzo de bodas acompañado por el ilustrador y pintor Pedro Olmos, quien era su testigo. "Nos dábamos cita con el poeta Jacobo Danke, la traductora Luz Arrau y la escritora Pepita Turina", remata Plath, quien contrajo matrimonio con esta última.

En general, puede decirse que el Martini siempre tuvo un perfil de restaurante de buena categoría pero con precios económicos, contando con comedores reservados y ambiente seguro. Era dirigido por don Gisleno Cecchi, capitán de la sociedad propietaria Cecchi, Galli y Cía. El italiano fue también un dirigente destacado de la Asociación de Propietarios de Hoteles, Restaurants, Bares y Similares de Chile, con importantes colaboraciones en la beneficencia pública como fue su participación protagónica en campañas de erogación para las víctimas del terremoto de Chillán, en enero de 1939.

Hacia fines de 1944, se habían reinaugurado los comedores de verano. Era la década en que el Martini prometía al público las mejores ostras de todos los salones disponibles en Santiago. Su abastecedor del producto era la familia Solminihac, con criaderos en la localidad de Quetalmahue en Ancud, Isla Grande de Chiloé, cuyas ostras también estaban en los platos de otros importantes restaurantes y marisquerías de la capital. En aquella época, sin embargo, el restaurante ya figura dirigido también por Steffano Cecchi D.

Aviso de prensa del restaurante y boîte en las Fiestas Patrias de 1947.

 

Aviso del Martini en la Navidad de 1947. Publicado en "La Nación".

Publicidad del Martini en las Fiestas Patrias de 1948, diario "La Nación".

El Martini publicitado en el diario "La Nación": izquierda, diciembre de 1949, para la noche de Año Nuevo; derecha, en octubre de 1956, cuando iba a adoptar también características de centro de espectáculos.

Aunque solía publicar saludos para su clientela en períodos de celebraciones como la Pascua de Navidad y Fiestas Patrias, el Martini tenía especial atención en la Semana Santa, cuando aprovechaba las restricciones religiosas al consumo de carne en la conservadora sociedad de entonces para ofrecer sus reputados mariscos de toda clase, según señalaba la publicidad de esos años. Las langostas eran una de las ofertas más importantes y anunciadas del mismo. Como consecuencia de esto, en sus “Relatos del Santiago de entonces”, Juan Luis Espejo se refería a un cartel luminoso de gran tamaño que alguna vez existió un poco más al norte de la ciudad, enfrente a la Estación Mapocho, publicitando al Martini. Estuvo ubicado encima de la Garita Mapocho del tranvía, que allí existió:

…a la izquierda, la baranda del río Mapocho aislaba en sombras el barrio de La Cañadilla y, sobre la garita de los tranvías, aureolando los raquíticos árboles que la circundan, la enorme langosta luminosa del Restaurant Martini lucía en rojo, sobre el cielo negro, como un símbolo de horóscopo siniestro.

Para el Año Nuevo, en tanto, a fines de la década del cuarenta el establecimiento preparaba una gran comida especial, solicitando reservar mesas a los concurrentes.

Los shows artísticos fueron incorporados ya en los cincuenta, cuando cambió de dueños hacia mediados de década y adquirió más características de restaurante con boîte, dejando en el pasado su identidad más asociada a los antiguos salones de ostras. No obstante, estos moluscos no abandonaron el establecimiento: continuaron siendo ofrecidas las "semanas de ostras", como se publicitaban en la prensa. Eran servidas al público en su concha y a modo de entrada, durante las cenas con espectáculos. "Quien dice ostras, dice Martini", proclamaban sus anuncios impresos en 1956, preservando así su tradicional relación con el molusco.

Durante aquella nueva vida del negocio con servicio a la carta y órdenes para banquetes, tenían lugar también las "comidas musicales" con la actuación de importantes vedettes del momento y la presentación del mítico conjunto musical Los Peniques todas las noches, según se anunciaba en julio de 1957. Además, estaban en la cartelera del momento el Trío Martini, artistas de la casa, con la lady-crooner Mary Martin.

Apostar al perfil de boîte fue un impulso importante para la continuidad del negocio, pero también tuvo sus riesgos manifiestos: al comenzar a decaer la antigua bohemia nacional y la escena revisteril clásica, el deslizamiento de suelo iría llevándose también la prosperidad de estos negocios, sumada a la transformación imparable de una ciudad adaptada a los terremotos y al progreso meramente utilitario.

"Han pasado los años y queda el recuerdo de un restaurante que hasta su cierre definitivo atendió finamente", recordará años después Plath. ♣

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