Sapag y Pesce en el estudio. Fuente imagen: Twitter de Alejandro Alegría.
La dupla de los locutores Carlos Sapag Hagar y Mario Pesce debe estar entre las más exitosas de la radiodifusión en Chile, fundamentalmente por el programa que fue llamado “Radio Crónicas” y "Radiocrónica", hito de las comunicaciones nacionales. Fue todo un fenómeno radial y popular en los años ochenta, con un irreverente informativo que llegaba al dial cargado de humor negro, sarcasmos, burlas y ridiculizaciones de noticias reales.
En lo fundamental, “Radiocrónica” era una sección de noticias de la radio AM en donde toda la lectura de las noticias nacionales e internacionales de actualidad se hacía en tono jocoso por parte de ambos locutores, especialmente las relacionadas con política, crónica policial y tragedias, por siniestro que pueda sonar ahora. Prácticamente solo entre ambos conductores se lograba una enorme cantidad de personajes que aparecían en el noticiario: supuestos testigos, voces imitando a autoridades, reporteros despachando pretendidamente en terreno, declaraciones de protagonistas de hechos, etc. La cantidad de voces que eran capaces de fingir al micrófono, incluidas las de mujeres y niños, eran inagotables.
“Radiocrónica” comenzó en la histórica Radio Colo-Colo, en donde tuvo su mejor y más recordada época hasta el drástico y criticado cambio de administración que sufrió este medio en los años noventa. La idea había surgido desde un programa llamado “Show de Noticias” que había comenzado con Pesce y Sapag en Radio Santiago, a partir de 1967. Desde allí, el dúo emigró hasta Colo-Colo comenzando con la “Radiocrónica”, aunque no abandonaron jamás el concepto y apelativo del show de noticias, como definían su informativo.
El programa incluía efectos de sonidos coordinados con los contenidos de las noticias y la incontenible pasión de Pesce por imitar voces de personajes del mundo político, así como de inventar las de otros inexistentes pero que eran presentados en el relato siendo parte de la misma noticia. Partía como un noticiario matinal, y después en las tardes. Hubo muchas ocasiones en las que la narración se pasó de revoluciones causando polémica, especialmente por sus tintes de humor negro e irreverencia, pero al final el noticiario siempre salía airoso.
Sin embargo, pasando después por Radio Nacional, concluyó aquella primera época saliendo del aire por un largo período. Los referentes de humor y de quehacer en las estaciones radiales ya habían ido cambiando notoriamente, por lo que se creyó que "Radiocrónica" jamás volvería oírse.
Sin embargo, sucedió que tras haber sido invitados ambos locutores a un programa de televisión “Chile Tuday” a inicios del actual siglo, recreando uno de los noticiarios como aquellos del pasado, volvieron rápidamente al aire ante la gran cantidad de atención del público y un verdadero clamor popular pidiendo un retorno. Permanecieron así algunos años activos en Radio Amistad, saliendo al aire a partir de las 14 horas de cada día.
Las crónicas siempre se mofaban de todo, prácticamente sin límites. Partían muchas veces con un saludo falso mapuche, en donde Sapag mezclaba aleatoriamente palabras de localidades, instrumentos y términos en mapudungún. Otras veces, usaba expresiones mapudungún reales, como su cliché ngelay kullin, que significa “no hay plata”.
Ambos locutores en sus tiempos jóvenes. Fuente imagen: Canal Youtube de Oscar Godoy.
En los estudios, ya más maduros. Fuente imagen: Canal Youtube de Hermanos Temporales.
Retrato de ambas leyendas en el estudio. Fuente imagen: Canal Youtube de Hermanos Temporales.
“Radiocrónica” también fue, con el tiempo, uno de los primeros programas de radio en Chile que comenzó a meter ruidos incidentales relativos a las noticias que se leían, como parte de la misma transmisión y ajustándose a los contenidos: gritos, risas, aplausos, sirenas, gemidos, crujidos de bisagras, portazos, fragmentos de canciones, disparos, etc. Eran oportunos y no se hacían en la forma abusiva en que se hace en nuestros días, sin embargo, en donde gran parte de las limitaciones de los locutores más bien son rellenadas echando mano exageradamente a estos recursos.
En los señalados primeros tiempos, además, no se usaban palabras groseras explícitas en los relatos, pero sí intercalaban conceptos bastante picantes en la lectura informativa. Incluso imitaban las voces de Salvador Allende, Augusto Pinochet, al almirante José Toribio Merino y a otros personajes, si la oportunidad se daba, mezclándolos con aquellas licencias. Hacia el final, sin embargo, se fueron poniendo más audaces con pequeños toques de lenguaje procaz, con cuando la sociedad chilena ya estaba claramente más relajada con aquella posibilidad. Pesce siempre fue el más temerario, en ese aspecto.
No faltaba material para la risa a “Radiocrónica”, sin duda, incluso de las noticias más sosas: un borracho provocaba un accidente automovilístico, y el relato señalaba que estaba en la cárcel “pero sin problemas, porque el gendarme le lleva una sangría cada media hora”; un delincuente cae abatido en el asalto de una gasolinera, cae muerto, aplaudían la noticia en el estudio y decían que quedó tirado mirando un cartel que decía “400 pesos el litro”.
Si la noticia era de corte político, se referían al Partido Nacional por sus iniciales, el Pe-Ene, y cuando hacía noticia el grupo subversivo MIR, llamaban a los miristas como miricones. Sapag era menos entusiasta con temas politicastros, pero Pesce no perdía ocasión de reírse. Los falsos corresponsales de la radio tenían nombres igualmente chocarreros: los de Temuco, por ejemplo, eran Guacolda Güenculeo y Luis Pichulaf. Había otros personajes recurridos durante los diálogos, como Magaña el Bombero, el Satanás del Carajo, El Pichilo, la Vieja Juliá y un tal Manolo Concha Subiabre, estos últimos dos aparecidos en el nombre de canciones grabadas por grupos humorísticos como Hirohito y su Conjunto y Los Hijos de Putre, respectivamente.
En la sección de índices económicos, en tanto, se informaban absurdos como que "subió el precio del manganeso o del cobalto", en tono de preocupación, y hablaban de un imaginario Guatón Bravo (dice que tal vez inspirado en un empleado de la radio) quien había encontrado el sánguche de potito a 300 o 400 pesos según el indicador de cada semana. Ambos locutores también simulaban un ataque de risa cuando se anunciaba el “IPC negativo” o “baja de la canasta familiar” desde la información dada por el Instituto Nacional de Estadísticas, o más exactamente, por “el tony Chicharrita del INE”. También se ponían a nombrar las “bajas de precio” de productos clásicos del mercado chileno ya desaparecidos o de servicios, como el tranvía.
A la hora del pronóstico general de tiempo, además, anunciaban que “el Norte Grande soleado y el Chico despejado”; y en la cordillera central “todos los picos al frente nuestro están despejados”; y si no se anticipaba “la caída de churrascos” en lugar de chubascos, estaría “como mis bolsillos: despejado”, decía e incorregible Pesce. Dicha sección climatológica era una de las más esperadas por algunos de los fieles devotos del programa.
Por si fuera poco con lo que lograban deformando y ridiculizando las noticias, Sapag y Pesce intercalaban falsas publicidades entre un segmento y otro, como “la longaniza que cuelga” de Chillán, las sopaipillas de Mapocho “fritas en aceite Castrol”, o el fogón del “hoyo caliente de la señora Pacarati” en Isla de Pascua. Agregaban a la receta algunos clichés que nunca aburrieron como el “¡Lech’e burra!” de Sapag.
Las voces de ambos locutores eran muy características e inconfundibles, al igual que la música del tema instrumental “Fiesta linda” de Tito Lederman y su Orquesta. Esta era una reminiscencia de los años de la revista, las celebraciones y los bailables en Chile, al igual que sucedía con mucho del humor usado por la famosa dupla radial.
Pesce, quien trabajaba en radio y radioteatro desde 1959 tras llegar a Agricultura y había hecho su primera locución a los diez años (para un aviso de la Maletería Santa Lucía), prendía con el ambiente de diversión que dominaba al extraño informativo noticioso, a pesar de haber sido siempre un hombre serio, indisimuladamente de la vieja derecha chilena y bastante malgenio, al punto de renunciar en una ocasión cuando se le exigió ir a la radio con corbata, según contaba él. Gritón y mentalmente muy ágil para sacar tallas al paso, había comenzado su vida profesional en los años sesenta, siendo un bohemio más de aquellos años.
Don Carlos, en tanto, siempre seguiría siendo un bufón detrás de la imagen de correcto señor. Su salto a la fama había sido con un programa llamado “Parando la olla”, en donde saludaba al público de Colo-Colo como “las potocas y las potoquinas” tocando sobre su mesa un xilófono, a modo de cortina radial. El humorista Oscar Olavarría lo parodió por largos años en el programa televisivo “El Jappening con Ja”, con un personaje llamado Cesáreo Zapata, de mediados de los ochenta. Curiosamente, el hombre cuya voz escuchaban miles y miles de oídos cada día, carecía de su oreja izquierda, por una malformación congénita que no todos advertían, pues sus notorios rasgos árabes eran más inspiradores para las burlas de su colega y compañero de estudio.
Sapag mantuvo una extraña fijación por imitar divertidas voces de ancianas, algo que explotó bastante durante todo el tiempo que duró al aire “Radiocrónica”. Ofrecía otra muletilla final, además, al cerrar cada programa: "Y ahora nos retiramos a tomar embriagadores licores".
Tras su aventura en la “Radiocrónica”, Sapag se dedicó a la locución esporádica y trabajó una hora semanal en un programa médico, según informaba un reportaje del diario “La Cuarta” (“Fanaticada pide a gritos que vuelva dupla de cracks radiales” de Ronald Henríquez, del lunes 15 de noviembre de 2010), trabajando después en la señal AM de Radio Portales, con programas dirigidos a auditores principalmente de la tercera edad. Pesce, por su lado, siguió ligado al gremio con la locución de mensajes publicitarios en la sección de deportes de Radio ADN. Después de más de 60 años dedicados al oficio del micrófono, anunció su retiro definitivo concretado a inicios de 2021, a los 83 años de edad.
A pesar de que hubo varias campañas para traer de vuelta “Radiocrónica” en los años alrededor del Bicentenario Nacional y hasta poco después, los profundos cambios que había experimentado el medio radial y los intereses del público hicieron imposible reunir a la exitosa dupla Sapag y Pesce bajo un formato parecido, dejando en la ilusión aquellos noticiarios políticamente tan incorrectos para nuestro tiempo, iniciados hace tantos años en Radio Colo-Colo. ♣
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