Durante los años alrededor del Primer Centenario, el Hotel y Gran Restaurante Milán era otro de los establecimientos más conocidos por la sociedad santiaguina, a la sazón situado en calle Agustinas 960-978. Esto era entre Estado y Ahumada, más o menos en el costado poniente de donde ahora está el inicio del pasaje Matías Cousiño, en la muy transformada manzana. Posteriormente, fue conocido simplemente como el Gran Hotel Milán, aunque sin dejar su servicio como restaurante.
Ciertos datos sugieren que el hotel había nacido en el último tercio
del XIX o cerca del mismo período, pero no hemos podido confirmar que sea el mismo Milán que se fundó para
el lado de la esquina con calle Estado en el entonces flamante Portal Fernández
Concha, inaugurado hacia 1871. Este hotel acabó destruido en un incendio, por cierto. Sí
aparece un Hotel Milán ofreciendo la dirección de Estado 9, en fuentes como la "Gran guía
estadística sud-americana" de 1896, por ejemplo. Después, su número corregido será el 130.
Posteriormente, el Hotel Milán de nuestra atención ocupaba todo el primer piso de un bello edificio neoclásico de dos niveles y mansarda, con frente a la señalada calle Agustinas y en la dirección señalada. Sus entradas y vanos en el zócalo eran de arcos de medio punto, con diseño de gran simetría. Interiormente, este suntuoso nivel tenía un salón principal llamado el Gran Comedor, con tres hileras de mesas y las cocinas adyacentes, además de contar salas laterales menores también con mesas, separadas de la mayor por puertas-mamparas de cristal.
En el segundo piso del Milán, en tanto, luciendo sus columnas y bellas molduras exteriores, se encontraba en plenitud el servicio hotelero de la casa, con elegante mobiliario de estilo ítalo-francés. Había algunos rasgos de art nouveau y Luis XV en todo el diseño interior, a juzgar de las imágenes que quedaron del mismo en algunos avisos publicitarios de la revista "Sucesos". La céntrica ubicación favorecía el interés y la popularidad del establecimiento, por supuesto.
El doble negocio era propiedad de un comerciante italiano llamado Mario Masini Piccini. Según el libro de "El progreso italiano en Chile" (1921), editado por Joaquín Blaya A., este señor era "un caballero que dedica su esfuerzo personal a la atención de los pasajeros", debiendo a su tenacidad todo el prestigio y buen funcionamiento del mismo sitio. Masini parece haber tenido bastante importancia y protagonismo en las actividades de la colonia itálica en Chile, por lo demás.
En 1915, la publicidad del restaurante y hotel decía, ya hacia fines de año: "Establecimiento de gran confort. Ampliado con el edificio del Banco Italiano", institución vecina cuya sede ocupaba la dirección de Agustinas 956. Seguramente, fue otro alero de importantes celebraciones de la época, como el banquete ofrecido en julio de ese año, en horas del almuerzo, a la delegación deportiva de la Liga de Fútbol de Valparaíso, tras llegar a la Estación Mapocho para enfrentar a los santiaguinos en la cancha del Club English, de calle Seminario. Se supone también que ya era uno de los más conocidos bares, comedores y hoteles de Santiago en aquellos momentos, aunque no iba a permanecer mucho tiempo más en aquellos cuarteles de calle Agustinas, curiosamente.
Antes de terminar la década, entonces, el Milán había trasladado todo su aparato de restaurante y hotel hasta el otro sitio cercano, en la dirección de Ahumada 319 esquina con calle Huérfanos, misma en donde había funcionado hasta hacía no mucho el también famoso Hotel Oddó que, a su vez, reaparecerá en Ahumada 327, justo al lado. El anterior espacio para el restaurante en Agustinas, en tanto, había pasado a ser la sede de encuentros y reuniones del Centro de Propaganda Liberal Democrático, grupo que celebró allí su sesión ordinaria tras constituirse en comité, en noviembre de 1917, invitando por la prensa a sus miembros para que concurrieran a la solemne sesión.
Reconocido aún como uno de los mejores hoteles de Santiago y a solo pasos de la Plaza de Armas, en la "Guía general de Santiago de Chile" de 1918 las nuevas dependencias del Milán son descritas como de departamentos amoblados y con restaurante a la carta, con "instalación completa de baños". La pensión era de 12 a 15 pesos diarios en esos días, mientras que el almuerzo o comida se cubría con la razonable suma de tres pesos, aunque había disponible también una tarjeta de abono de 24 pesos para diez servicios de mesa. Los horarios de almuerzo eran de 11:30 a 13:30 horas, con lunch permanente; los de comida iban de 19 a 21 horas. Tenía horario de diner para bohemia diurna, además, con orquesta permanente y prometiendo siempre "comida de primer orden".
Publicidad del Milán en la revista "Sucesos", diciembre de 1915.
Aviso en "La Nación" con el traslado del hotel y restaurante hasta su dirección de calle Ahumada, mayo de 1917.
Aviso impreso en la prensa en junio de 1918, en la dirección de Ahumada.
Algunas imágenes del Gran Hotel Milán en "El progreso italiano en Chile", de 1921.
Por las imágenes que quedaron de aquella nueva y refaccionada sede, se ve que sus servicios siguieron conservando la elegancia proverbial que le imprimía el señor Masini. "El Hotel Milán cuenta con lujosos comedores y salones de recreo, todos mantenidos en el más riguroso orden de aseo, y que agradan por su estética a los que se hospedan en él", decía al respecto "El progreso italiano en Chile". Tenía alguna clase de relación estratégica con el Hotel Papudo del balneario del mismo nombre, además, ya que afines de 1921 la dueña de aquel famoso centro vacacional, doña Zenaida U. de Zamora, atendía personalmente en el Milán las propuestas para contratos de la temporada de verano siguiente.
Sin embargo, en 1925 la situación financiera del hotel se hizo insostenible y debió declararse la quiebra, asignándose un síndico para resolver su incierto destino. La junta de acreedores decidió venderlo, llamando a los interesados durante el mes de septiembre. Así, cambió la propiedad del hotel y quedó ahora en manos de la sociedad José A. Gutiérrez y Cía., ex dueño del Hotel Talca. No sabemos si como otra consecuencia de los problemas por los que ya atravesaba o bien como agravantes de los mismos, coincide que el cambio de dirección se da en el ocaso de la época próspera del mismo, a pesar del optimismo con el que un anuncio publicado en el diario "La Nación", en los primeros días de noviembre de ese año, avisaba de la llegada renovados bríos
Desde esta fecha los nuevos propietarios atenderán personalmente este establecimiento, que cuenta con todas las comodidades necesarias, a los viajeros y familias. Departamentos especiales. Comida de primera calidad. Servicio de informaciones, etc. Precios módicos.
No duró mucho tiempo con ese nombre, sin embargo, iniciando la triste marcha crepuscular que se ha repetido en otros casos de la hotelería histórica. Solo un año después, la dirección de Ahumada 319 era ocupada ya por el Hotel Astoria, también de don José A. Gutiérrez y su socio Oscar Rodríguez R. Entre otras atractivas novedades, este establecimiento publicitaba el disponer de un ascensor eléctrico, manteniendo el restaurante y la orquesta en vivo que habían sido parte de la propuesta anterior del Milán.
Años más tarde, un Hotel Milán aparecía vivo ahora en la dirección de Alameda de las Delicias con calle Libertad, pero sumido en los vahos de la decadencia. Fue más bien un eco sordo de aquel gran hotel homónimo, por decirlo de alguna manera. Hizo noticia en febrero de 1943, además, cuando un conocido estafador de esos años llamado Bernardo Rojas Manteola, se suicidó en una de sus habitaciones por envenenamiento, en momentos cuando agentes de la policía llegaron a interrogarlo y apresarlo por sus fechorías.
El antiguo sitio que había ocupado el restaurante y hotel Milán en calle Ahumada sería subdividido y, no mucho después, nuevos proyectos transformaron dramáticamente la manzana. Su antigua dirección, en el 960 de calle Agustinas, pasó a ser de unos almacenes y de la Casa Telly, con venta de vestuario y prendas de temporadas. El enorme Edificio Comunidad Moneda-Agustinas, con su zócalo comercial y sus galerías ocultas en el tercer piso, reemplaza aún en la cuadra a todas aquellos desaparecidos inmuebles, más o menos desde fines de los años treinta.
Los propio sucedió en el lugar de su última dirección del hotel en manos de Masini, en el paseo Ahumada, con el edificio que actualmente está allí haciendo esquina con Huérfanos, armado de algunas tiendas, casas comerciales y farmacias. ♣
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