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ALGUNOS PIONEROS DE LA CINEMATOGRAFÍA EN CHILE

Escena del filme "Manuel Rodríguez", de Adolfo Urzúa Rosas, exhibida en septiembre de 1910 en el Teatro Unión Central y considerado la primera película argumental chilena.

Después de la histórica primera proyección de una película en Chile, sucedida en el Teatro Unión Central de calle Ahumada el 25 de agosto de 1896 con el corto “El Mar” de los hermanos Lumière, comenzaría a aparecer la generación pionera de biógrafos en Santiago, Valparaíso y otras ciudades del país. Esto fue abriendo el nuevo mercado e interés local para el rubro y, además, para los emprendedores que se aventuraron a probar con las producciones fílmicas pioneras en el país. Ese mismo año, además, la joven francesa Alice Guy había rodado ya la primera película de ficción de la historia, correspondiente al cortometraje "La Fée aux Choux", que marca el punto de inicio para el arte cinematográfico propiamente dicho.

Tan solo un año después del inicio de la historia del cinematógrafo en Chile, entonces, aparecía en las noticias el estreno del documental “Una cueca en Cavancha” rodado por Luis Oddó Osorio. Esta obra, posiblemente pionera e iniciadora del trabajo cinematográfico chileno, fue proyectada en el salón de la Filarmónica de Iquique el 20 de mayo de 1897... El primer paso había sido dado con esta película de solamente un minuto, en la que aparecían unos jóvenes bailando cueca y gracias a la que podría ser, además, la primera productora fílmica chilena: L. Oddó y Cía.

Para 1901, Valparaíso también contaba ya con algunos de los primeros salones chilenos de funciones regulares de biógrafo, expandiendo la moda. Otras urbes hacían sus proyecciones de biógrafo en teatros corrientes o bien en salas de reunión social. Y así, para mayo del año siguiente, se estrena en el Teatro Odeón del puerto otro corto titulado “Un ejercicio general del cuerpo de bomberos”, considerado por muchos también de los primeros filmes nacionales dignos de ser considerados tales. La obra tenía solo tres minutos de registro y fue rodada durante una exhibición de los voluntarios porteños en la Plaza Aníbal Pinto.

El Teatro de Novedades de Santiago, en tanto, a la sazón de la firma Alfredo Ansaldo y Cía. y presentándose como The Automatic Biograph, daba aviso en "El Mercurio" de Santiago, edición del 16 octubre 1902, de la exhibición de los filmes cortos pioneros del cine chileno: "Una cueca en el Parque Cousiño" y "Paseo de huasos a caballo".

La nueva tecnología tomará bríos propios especialmente en los alrededores del Centenario Nacional. Fue así como el mencionado Teatro Unión Central de Santiago se convirtió en otro importante centro de proyecciones de las primeras experiencias fílmicas nacionales al respecto. El 1 de octubre de 1909, por ejemplo, se exhibió en él un registro de las carreras del Club Hípico que habían sido realizadas el 20 de septiembre pasado, dividida en dos partes correspondientes a la llegada del público (apareciendo algunas figuras de alta sociedad, según la prensa) y luego el paddock, desconociéndose mucho más esta producción.

Posteriormente, en septiembre de 1910 y ua en pleno ambiente de las Fiestas del Centenario, se proyectó allí también el primer filme argumental chileno, con cuño de la Compañía Cinematográfica del Pacífico y 35 minutos de duración: "Manuel Rodríguez", del profesor de declamación Adolfo Urzúa Rozas con los actores Nicanor de la Sotta, Francisco Ramírez, Filomena Flores y Carlos Prats como protagonistas. Por supuesto, era la época en que el lenguaje fílmico aún se ofrecía en la sencilla modalidad del "teatro filmado", propia de los inicios del cine mudo y que permaneció vigente por algunos años más antes del desarrollo narrativo del séptimo arte.

No mucho después, se proyectaron al público que repletaba la misma sala en febrero de 1911, las dos partes de un documental registrando los funerales del presidente Pedro Montt en la Catedral de Santiago, el que había sido filmado un año antes por el señor Julio Chenevey, comerciante quien había tenido en sus manos también el famoso Teatro Politeama que fundó don Luis Bonzi a espaldas del Portal Edwards.

Antiguo aviso del Teatro Unión Central. En su sala se realizó la primera exhibición conocida de un filme en Chile, en agosto de 1896, además de estrenarse allí el primer filme argumental chileno: "Manuel Rodríguez".

Aviso del Teatro de Novedades en "El Mercurio" de Santiago, edición del 16 octubre 1902, con la exhibición de dos filmes cortos pioneros del cine chileno: "Una cueca en el Parque Cousiño" y "Paseo de huasos a caballo". Fuente imagen: Memoria Chilena.

Carpa del teatro-biógrafo del Parque Forestal de Santiago, en "Sucesos", octubre de 1904. Estas modalidades de biógrafo popular estaban sujetas a condiciones climáticas, muchas veces, por lo que eran más propias de las temporadas de bajas lluvias, siendo llamdas "teatros de verano".

La actividad de las casas de creación cinematográfica se combinaba también con la de venta de tecnologías para la producción fílmica, en pleno desarrollo de la industria. Aviso de la Compañía Cinematográfica del Pacífico en revista "Sucesos", enero de 1912.

Don José Pioda, gerente de la Compañía Cinematográfica del Pacífico retratado en la revista "Sucesos", febrero de 1912.

Reapertura del Paraíso Biógrafo que estaba en el Cerro Santa Lucía, en noviembre de 1913. Imagen publicada por revista "Sucesos".

Aviso de Chile Film, de S. Giambastiani & Co., en páginas de revistas cinematográficas de 1915.

Los tres intérpretes de "Santiago antiguo" en portada de la revista "Cine Gaceta", octubre de 1915.

Con experiencia previa en Francia, el señor Chenevey grabó también los festejos del Centenario, figurando así como otro los pioneros del género y, posiblemente, siendo de los primeros en ocupar máquinas filmadoras en este suelo. Ahora, registraba los funerales persidenciales en Santiago y Valparaíso, figurando su producción con sello de la Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena. Mientras estos registros fueron exhibidos con éxito en el Teatro Unión Central, además, se hicieron intermedios con los filmes “Escultor rápido” y “El Ave María de Gounod”. La cantidad de gente que concurrió a ver la presentación fue considerada todo un récord por la prensa.

Cabe añadir que el inesperado fallecimiento del sucesor interino de Montt, el vicepresidente Elías Fernández Albano, también fue registrado en un documental a solo días de iniciarse las Fiestas del Centenario, pero no se tiene noticia de quién fue su director. Tampoco hay pistas sobre el autor del documental "Gran Paperchase de Quillota" que rodó el 28 de agosto de 1910 y que fue exhibido con gran éxito después en el Teatro Unión Central, durante el mes de septiembre siguiente. Son algunos de los misterios que quedaron flotando en los orígenes de la cinematografía chilena.

Ya en 1913, el comerciante francés radicado en Chile, monsieur Fédier Vallade, instaló un centro de filmaciones en calle San Isidro, valiéndose de las utilidades de su negocio de casimires. Habría sido el primer estudio cinematográfico del país y, si bien duró muy poco sin llegar a consumar producciones importantes, la compañía asumió desafíos tales como el intento de rodar “El violín de Inés”. Aunque esta película nunca pudo ser concluida, en ella actuó Alberto Díaz antes de ser el famoso tony Chalupa. Siendo muy joven, Jorge Coke Délano fue parte de aquella aventura, y explica de la siguiente manera lo sucedido en sus memorias:

Al estallar la guerra del 14, Monsieur Fédier envió a su único hijo al frente de batalla, creyendo que el conflicto iba a ser corto y que el muchacho tendría un lindo pretexto para hacer un viaje a Europa. Pero el joven Fédier cayó en su primera acción bélica y la infausta noticia trastornó a su padre. El estudio fue a remate y El boleto de lotería, mi primera experiencia cinematográfica, tan tristemente frustrada, se vendió al peso a un fabricante de celuloide. Había adoptado el nombre de René Blas porque si en mi casa o en el colegio hubieran sospechado que era artista de cine, sabe Dios qué medidas disciplinarias me hubieran aplicado.

Ese mismo año de 1913, a partir de noviembre, el Unión Central ofreció algunas funciones sonoras comentadas en la revista “Cinema” del mes siguiente. Esto fue posible gracias a la flamante tecnología del kinetófono, asociada a las industrias de Edison aunque en una creación compartida con el ingeniero William Kennedy Dickson. Este modelo sincronizaba la imagen del kinetoscopio con el sonido del fonógrafo, en lo que comenzaba a anticipar el advenimiento del cine sonoro que terminó por sepultar a los clásicos filmes mudos con los que la producción chilena aún probaba suerte.

De entre esos pioneros del cine mudo chileno, destacó también el director y camarógrafo de origen italiano Salvador Giambastiani, considerado precursor del auténtico formato cinematográfico tras instalar su estudio en calle Bandera 179. Tenía algunas experiencias fílmicas en su patria y luego en Buenos Aires, antes de comenzar a trabajar en Chile, profesionalizando mucho el quehacer de los equipos documentalistas.

Pocos años antes de su prematura muerte, Giambastiani se había encargado también de la parte referida a la dirección y el laboratorio del filme “Santiago antiguo”, obra de la compañía de don Manuel Domínguez compuesta de diversos cuadros originalmente teatrales, representando escenas de la clásica vida social capitalina. Rodados al alero de su empresa Chile Film (no confundir con Chilefilms, creada en los cuarenta) en el Club Hípico de Santiago y con la colaboración de doña Mercedes Correa de Echeñique, el proyecto de esta película de Giambastiani era saludado con aplausos por la revista "Cine Gaceta", en octubre de 1915:

La representación de esta simpática reconstitución de las hermosas costumbres de nuestros abuelos, constituyó un tan grande éxito artístico y social que fue opinión unánime que sería lástima que de tan lucida fiesta quedara tan solo el recuerdo borroso. Fue por esto que alguien insinuó y luego todo el mundo aceptó, repetir la pantomima al aire libre y reproducirla en una película que sería el vívido documento de tanto arte, de tanta hermosura y tanto entusiasmo.

 

Sesión de biógrafo en el publicidad para una casa comercial de aparatos tecnológicos relacionados con cinematografía. Publicada en la revista "Zig-Zag" en 1914.

Chiste político de Maxx (Manuel Guerra Urquieta) en un biógrafo. Viñeta publicada en la revista "Zig-Zag" en 1915.

Escenas del filme "Alma chilena" de 1917, en la revista "Cine Gaceta".

Otro para de Chile Film de la compañía S. Giambastiani y Ca., en revistas cinematográficas de 1917.

S. Gambiastini en aviso de la revista "El Film", año 1918.

Escenas de "Todo por la Patria" en la revista "La Semana Cinematográfica", mayo de 1918.

"Todo por la Patria" en anuncio de "La Semana Cinematográfica", mayo de 1918.

Publicidad para la Paramount Pictures en "La Semana Cinematográfica", octubre de 1918.

Lllegando ya a los márgenes de tiempo del período acá tratado, vale comentar que la referida cinta fue estrenada también en el Teatro Unión Central, el 15 de octubre de 1915, y después en el Cine Dieciocho, de la calle Dieciocho con Alameda. Posteriormente, Giambastiani rodaría "La baraja de la muerte", estrenado en 1916 y considerado el primer largometraje argumental de Chile al estar basado en un crimen de calle Lord Cochrane, con guión de Claudio de Alas y la actuación de Palmira Fernández, Mario Carrasco y Alfredo Torricelli. Pero, por su contenido crudo y no documental al que estaban acostumbrados entonces los críticos y el público, este filme acabó siendo bajado de proyecciones en la capital, razón por la que ciertas opiniones lo consideran también la primera obra cinematográfica censurada en el país, aunque de todos modos se exhibió en algunas salas de Valparaíso.

Otra obra de Giambastiani fue rodada durante el año siguiente: “La fiesta de los estudiantes”. Y su esposa Gabriela von Bussenius rodó con él “La agonía de Arauco”, en 1917, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres directoras de cine mundial y en la pionera de esta categoría en la historia de Chile, no obstante que su film fuera muy criticado. De hecho, Carlos Ossa Coo, en “Historia del cine chileno”, calificará tiempo después aquel intento como “una obrita de aficionada que no sobrepasaba esa aleve circunstancia”.

Parecido al espíritu inspirador de "Santiago antiguo" había sido el móvil de "Alma chilena", filme dirigido en 1917 por Arturo Marió y con María Padín como protagonista. Salida de los talleres de la compañía Hans Frey, el argumento de esta nueva propuesta para los biógrafos giraba en torno a fiestas típicas y costumbres del pueblo chileno, con algún sentido de promoción turística, además.

En el área del documentalismo, en tanto, un hecho significativo tendrá lugar en 1920 con las valiosas filmaciones del sacerdote Alberto Agostini. El salesiano italiano residente en el territorio magallánico dejó los únicos registros de tal tipo que se conservan de tribus canoeras y onas.

Introducida de lleno la novedosa tecnología y habiendo aparecido las primeras revistas de cine hacia los mismos días de labores de Giambastiani y otros directores, una gran producción fílmica había comenzado en Chile con aquella década del veinte, desplazando las películas extranjeras que eran prácticamente lo único que podía verse en las carteleras de los pocos biógrafos hasta entonces. Puede decirse que había comenzado la cinematografía nacional como industria, entonces, aunque mucho de ella seguía siendo experimental. De esa manera, Pedro Sienna dirige "Los payasos se van", su primera película en 1921, mientras que Alfredo Serey produce los primeros dibujos animados chilenos durante ese mismo año: "La transmisión del mando presidencial". Más de 50 cintas se rodaron entre 1923 y 1927, de hecho, destacando en el período otras obras del inmortal Siena como “Un grito en el mar” y “El húsar de la muerte”, esta última sensación del año 1925.

En el mismo período, ciudades como Antofagasta se suman a la tendencia de la floreciente industria y así Alberto Santana realiza varias películas propias en 1927, destacando las tituladas "Bajo dos banderas", "Madres solteras", "Los cascabeles de Arlequín" y "Cocaína".

Olfateando buenos prospectos en el mercado chileno, sin embargo, muchas compañías internacionales habían llegado en aquel período, como la Paramount Pictures. Algunas arribarán especialmente hacia el final de los años veinte, lo que representó una durísima competencia para la floreciente industria local y para los teatros que habían apostado buena parte de su agenda al biógrafo.

La desigual competencia con aquellas grandes compañías, sumada a la crisis económica post caída de la Bolsa de 1929 y seguida del auge revolucionario del cine sonoro, llevaron a aquella etapa inicial del cine chileno a la rápida debacle, agotando por completo el primer soplo de vida de la industria.

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