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MEMORIAL DE LA TABERNA CAPRI

 

Publicidad para la Taberna Capri y El Bodegón en el periódico "Las Noticias de Última Hora", en 1954, con las presentaciones la artista internacional Tula Montenegro como plato principal.

La festiva Taberna Capri nació como centro de eventos y restaurante del Hotel Capri de la dirección 537 y 541, entre Santo Domingo y Monjitas. Su restaurante ocupaba el zócalo y su boîte los bajos en el edificio que hoy conserva ese mismo nombre, a pesar de no estar ya en funciones el hotel homónimo. La doble casa de gastronomía y espectáculos había sido fundada en el período de 1942 a 1943 por los hermanos Alberto y Antonio Rementería, ambos hijos y alumnos del chef hispano-vasco Mariano Rementería, quien llegó a ser cocinero mayor del Palacio de Madrid heredando sus talentos culinarios en ellos.

De acuerdo a lo que informa Rubila Araya Ariztía en "Arrojos, dichas y nostalgias. Vascos en el Valparaíso del Siglo XX", los Rementería llegaron a Chile tras haber sido seleccionados para representar a España en una exposición gastronómica mundial realizada en Caracas, Venezuela, a propósito del aniversario 450° del Descubrimiento de América. Terminada la feria, continuaron su aventura viajando a Santiago, en donde decidieron abrir el restaurante y boîte Capri durante ese mismo año. Poco después, en 1945, ganaron también la concesión ofrecida en la inauguración del Hotel Miramar de Viña del Mar.

Con velocidad de vértigo, el establecimiento que ya era llamado la Taberna a la sazón y contaba con Alejandro Lira como animador y maestro de ceremonias, cosechó una enorme rentabilidad y fama. Esto lo hizo atractivo a personalidades públicas, artistas e intelectuales, aunque con cierto empeño publicitario en aparecer como una sala de peldaño aristocrático. Por las mismas razones, la nueva dirección artística de la emisora Radio Bulnes CB-89 comenzó a trasmitir un programa especial desde la sala del Capri a partir del jueves 8 de junio de 1944, comenzando con el exitoso dúo uruguayo de Rodolfo Martínez y Víctor Ledezma, en sociedad con el pianista Carlos García, todos ellos artistas exclusivos del restaurante, más números especiales, bailables y otras atracciones. El diario "La Nación" informaba al respecto, dos días antes de aquel lanzamiento radial:

Esta primera transmisión de Emisora Bulnes desde el "Capri", no dudamos que ha de despertar justificado interés, toda vez que se trata de uno de los más elegantes establecimientos de su género en la capital y por esa razón los números artísticos que animan sus programas están a la altura de la categoría de él mismo, por lo que Emisora Bulnes al obtener la exclusividad de estas transmisiones se ha anotado el primer éxito de la temporada.

El conjunto Martínez-Ledesma con el pianista Carlos García es un conjunto que ha triunfado plenamente en esta capital, al igual que en las diferentes metrópolis americanas en que le han cabido actuar, y desde el primer día de su debut ha absorbido la atención de los habitués del "Capri", cosechando aplausos y muchas atenciones.

En esa plena y rauda conquista de importancia en la actividad recreativa, los literatos y artistas pusieron sus ojos aventureros en aquel establecimiento. De este modo, en mayo de 1944 recibió allí un banquete en su honor el dramaturgo Álvaro Puga Fisher, por el éxito de su obra de comedias "Lodo y armiño" que tuvo una larga temporada en el Teatro Imperio.

Después, a fines de julio de 1948, Rosamel del Valle recibía su propio homenaje de amigos y colegas en la hora del almuerzo. Luego, en septiembre del mismo año, se celebraba otro almuerzo, esta vez para al escritor Eduardo Barrios y a propósito de la publicación de su novela "Gran señor y rajadiablos", de gran importancia en la historia de la literatura nacional. Tiempo más tarde, el compositor Nicanor Molinari era despedido por sus amigos en la Taberna Capri cuando iba a viajar a Francia, en septiembre de 1955, festejo organizado por su colega Donato Román Heitman y otros de sus amigos.

Aquellas fueron solo algunas de las varias manifestaciones que tenían lugar en el mismo restaurante y el salón de té desde sus inicios, las que incluyeron despedidas de solteros, reuniones de ex alumnos de la Universidad, de miembros del Centro Femenino Radical, y cantidades de recepciones que aparecían con insistencia en las páginas sociales de los diarios de esos años. 

Aunque el Hotel Capri tuvo algunos problemas financieros en sus inicios, dada la inestabilidad de clientes y las deudas de los inversionistas que tomaron grandes préstamos para ponerlo en marcha, el lugar también era lugar de frecuente actividad social y reuniones propias. Por esta razón, muchas veces sucedía que una parte de los participantes en ellas dentro del hotel terminaran la jornada en algunas de las mesas del establecimiento de su zócalo.

Publicidad para el Hotel Capri y su famoso restaurante-bar-taberna, en revista "En Viaje" de enero de 1948.

Hotel y Restaurante Capri en postal fotográfica de Enrique Mora Ferraz, c. 1940-1950. Fuente imagen: Cultura Digital UDP.

Dúo Martínez-Ledezma y el pianista García, artistas estables de la sala del Capri, anunciados en avisos sobre las transmisiones de Radio Bulnes en junio de 1944 y desde el mismo restaurante, en la prensa de la época.

Restaurante y Taberna Capri en publicidad para el evento de Año Nuevo 1947, publicado en "Las Noticias de Última Hora".

Despedida de soltero de don Julio Salas Urzúa en el restaurante Capri (suerte de anexo de la Taberna) por sus amigos y compañeros de la Contraloría General de la República, noviembre de 1950. Imagen publicada por el diario "La Nación".

Aviso publicitario de los años cincuenta para El Bodegón y la Taberna Capri, en el periódico "Las Noticias de Última Hora".

Aviso del Capri y El Bodegón en el diario "La Nación", septiembre de 1955.

Además del internacional dúo Martínez-Ledesma, otros artistas que se presentaron en los primeros años de actividad del Capri fueron el conjunto chileno Los Provincianos, la figura radial Mercedes Caraza y la bailarina de danza española Carmen Ruiz.

Después de un tiempo cerrada a fines de 1949, período en que fuera remodelado y mejorado, el establecimiento ofrecía en avisos de prensa del año siguiente sus dinner danzant todas las noches, con la Orquesta de Stefan Tertz y Jimmy. Sus cenas bailables y la cocina seguían siendo la gran propuesta, sin embargo: el almuerzo costaba 70 pesos en aquellos años, y los platos únicos "para empleados" 45 pesos. Estos últimos estaban distribuidos de la siguiente manera, en noviembre de aquel año:

Lunes: ESCALOPA TABERNA.
Martes: RAVIOLES ESPEC. A LA ITALIANA.
Miércoles: CONGRIO A LA MARINERA.
Jueves: PANCHO VILLA.
Viernes: CHATEAU CON PAPAS HILO.
Sábado: CHUPE DE LOCOS.
Domingo: ARROZ A LA VALENCIANA

Más, postre, café y un "lorito" blanco o tinto...

Ya en aquellos años, sin embargo, sonaban algunas críticas a sus shows subidos de tono o inapropiados para damas y caballeros conservadores. A veces, aparecían en la prensa observaciones a este detalle aunque, en honor a la verdad, gran parte del medio revisteril y de espectáculos nocturnos era objeto de la misma clase de denuncias. A pesar de esto, la dirección del establecimiento había ofrecido por su cuenta eventos de corte social tales como un banquete de homenaje a las jóvenes candidatas a Miss Chile en febrero de 1954, por ejemplo, el que también cubierto por reporteros de prensa.

Motejado en su publicidad como "El palacio de los banquetes" y "El redez vous de Santiago", el Capri estaba dividido en ese momento en su salón del restaurante y el salón de té, en el zócalo, y sala de espectáculos o taberna, en el subterráneo. El sector de los comedores del hotel, en 1951 y tras un período cerrado, habían pasado a ser dirigidos por Eduardo Navera y Georges Riviére, quienes lo convirtieron en el Teatro Capri.

El espectáculo contaba en esos años con la dirección artística del maestro Emiliani, y su cartelera incluía a María Luisa Buchino con el trío Los Llameros, Magda Ruiz, las Mellizas del Campo, Karina, Carmen Pasco, el dúo Doris y Rossie, Celeste Grijo, Margarita Alarcón, Mario Clavell, el dúo Las Morenitas (Chabelita Fuentes y Laura Yentzen), la folclorista Lucy Hinojosa y el humorista Manolo González, este último de prolongada actividad en el club pero tan copado de agenda que, en los avisos, se advertía al lector que "actuará siempre que venga". También llegaron las risas con su colega Jorge Romero Firulete, de larga trayectoria en escenarios y radioteatros.

Ese mismo año, el Capri comenzó a promocionar sus "onces bailables" e inauguró una sección especial para despedidas de solteros y cocktails, sorteando un pasaje ida y vuelta a Buenos Aires entre las primeras solicitudes del mismo servicio. Eran días de gran prosperidad e innovaciones en sus propuestas, no haciéndose claro siempre los quehaceres del área de restaurante y la del espectáculo.

El nivel internacional que ya había conseguido el establecimiento permitió también que varios pesos-pesados de la escena llegaran a su sala, como el grupo ibérico Los Bocheros en 1944, también presentándose simultáneamente en en la Radio Sociedad Nacional de Minería. La cantante brasileña Dalma de Oliveira llegará después en gloria y majestad al local, a inicios del cincuenta. La escultural y talentosa Tula Montengro y sus Bongoceros debutan allí en 1954 con su música cubana, volviéndose la sensación de los números ofrecidos por la boîte durante esa temporada. Posteriormente, lo haría la respetada vedette, actriz y coreógrafa argentina Egle Martin, por entonces muy joven, recibiendo una gran despedida de sus admiradores antes de volver a Argentina en febrero de 1959, al firmar contrato con la boîte Maipo de Buenos Aires. Egle había llegado a Chile llamada por el director de cine José Bohr.

En "Silvia Infantas. Voz y melodía de Chile", David Ponce señala que también los espectáculos del Capri anunciaban a "la artista del teatro y la radio Kika, Ricardo Arancibia, Los Mosaicos de América y las chicas del Ballet Capri, con coreografía de Katty Dupré, junto a Diana Montes como maestra de ceremonias".  Otras estrellas que pasaron por el escenario fueron La Orquesta Huambaly, el maestro Luisín Landáez, y el tanguero argentino Alberto Echagüe, voz de la Orquesta Típica de Juan D’Arienzo. Cierta información al respecto se puede hallar en la memoria titulada "Localización y percepción espacial de la bohemia santiaguina 1950-1970", de Pedro Antonio Pino Troncoso (Universidad del Bío Bío,  Facultad de Educación y Humanidades,  Departamento de Ciencias Sociales Pedagogía en Historia y Geografía, año 2016).

Durante aquellos años cincuenta, además, era frecuente la publicidad para el Capri acompañada por la de El Bodegón (Bodegón Capri, en sus inicios), otro boliche timoneado por los mismos comandantes de la taberna y que estaba en Moneda 1145, en donde se ubicó desde 1985 el restaurante de parrilladas El Novillero, tras tener que emigrar desde el barrio cercano a calle Esmeralda y el Parque Forestal. Para septiembre de 1955, ambos centros de comidas y bailables compartían artistas como Magaly Busquett, Eduardo Farrei, Tala Román, Carmencita Rey, Eduardo Gamboa, la diva Sussy Montrey y la consagrada actriz Iris del Valle.

Seguía transitándose entonces por la mejor época de la taberna, boîte y restaurante propiedad del empresario Elías Bravo, al punto de que el cierre del Hotel Capri no la dejaría a la deriva, pudiendo avanzar independientemente para continuar enfrentando al progreso y la transformación de la sociedad de entonces. Esto, a pesar de los cambios de mando que experimentaba y que dejaron al negocio en manos de Teodoro Antolín, "hombre muy querido en el ambiente y amigo de sus amigos, cara visible de la sociedad", según anotó Oreste Plath.

Publicidad de las Fiestas Patrias de 1948, en "La Nación", en donde se pueden ver las diferenciaciones que hacía el Capri sobre sus espacios sociales: el restaurante, el salón de té y la taberna.

Publicidad para el restaurante Capri en "La Nación", noviembre de 1950.

Otro aviso de prensa con la exitosa temporada de Tula Montenegro en el Capri, hacia mediados de los años cincuenta.

Publicidad con las "onces bailables" de la Taberna Capri, también en los años cincuenta.

Anuncio de la Taberna Capri en "La Nación", agosto de 1954.

Acceso de la Taberna Capri en una fotonovela de los años sesenta. Imagen tomada del sitio Fotonovela Chilena para el trabajo "Localización y percepción espacial de la bohemia santiaguina 1950-1970", de Pedro Antonio Pino Troncoso.

Aviso antiguo del Capri en publicidad impresa de 1963. Fuente imagen: sitio Símbolos Patrios Chile.

Capturas de la publicidad televisiva de la Taberna Capri a mediados de los años ochenta.

La taberna propiamente dicha, en el 541 de la calle,  a principios de 1960 ofrecía sus shows musicales con Eddie Pequenino, líder de una orquesta de rock que hacía presentaciones en el mismo escenario. También seguían reclutados Silvia Infantas y Los Baqueanos, Iris del Valle, el Ballet de Lobato, los Mosaicos de América y la hermosa vedette Nélida Lobato.

Muchos llegaban a la taberna después de funciones revisteriles o de teatro cómico en salas cercanas, como sucedería con parte del público del Bim Bam Bum en el Teatro Ópera. Importantes figuras de los medios continuaban siendo leales a sus comedores y al sótano de espectáculos, como fue el caso del comentarista deportivo Julio Martínez y del locutor radial Mario Pesce. También acudieron a sus funciones los más importantes artistas del momento en el país, continuando con la política que el empresario del Capri había iniciado hacía tiempo. En 1963, por ejemplo, el cantante Buddy Richard completó una marca de dos meses de actuaciones ininterrumpidas en el establecimiento, algo que fue anunciado como un gran logro en septiembre.

También se realizaban, a la sazón, cenas con carnavales nocturnos "de estilo carioca", según los anuncios. Se sabe, además, que la vedette nacional Maggy Lay fue un descubrimiento del propio dueño del local, en una ocasión cuando ella asistió como clienta junto a su madre y siendo muy joven, según confesaba la artista tiempo después.

Otro músico destacado en la casa había sido Marty Palacios, fundador de la Sonora Palacios, orquesta que también fue llevaba hasta allá para su salto a la fama hacia 1962. De hecho, una leyenda adjudica al propio dueño del Capri el nombre que tomó de manera definitiva la banda de cumbias. Representantes de la Nueva Ola y de la canción popular pasaron también por el escenario: Cecilia, Turín Gatica, María Teresa, Patricio Renán y Marcelo, mencionados por Juan Pablo González Rodríguez, Oscar Ohlsen Vásquez y Claudio Rolle Cruz en "Historia social de la música popular en Chile. 1950- 1970".

Cuando se deslizaba ya la historia por la década del setenta, llegaron todas las dificultades ambientales que experimentaría el funcionamiento de esta clase de negocios, en lo que sería el colapso final de la ya muy averiada clásica bohemia nacional. El 541 fue, de hecho, ocupado por algún tiempo por la discoteca Macabro. A pesar de todo, el Capri logró retornar presentando sus sesiones de jazz, swing y tango por parte de músicos emergentes y consagrados. Uno de ellos fue el versátil instrumentista múltiple Roberto Lecaros, según se informa en el catálogo de Música Popular Chilena. Después estuvo allí Willy Cavada, recordado por ser baterista del grupo Aguaturbia.

La resistencia de la Taberna Capri a la decadencia del medio y a las restricciones dio pábulo a algunas leyendas negras que circularon sobre el local en esos años, de las que nadie puede dar demostración en estos tiempos. A mediados de los ochenta presentaba sus fiestas de carnaval brasileño, contando con estrellas como Luis Dimas, Lily do Santos, la cantante Ximena, Tato Cifuentes con su muñeco Tatín y los tangos de Carlos Vásquez. Su publicidad televisiva de la temporada estival se acompañaba, por entonces, con una canción corporativa en ritmo de samba que decía: "Si no sale a veranear, venga al Capri a celebrar". Pasados ya los toque de queda, además, el Capri ofrecía celebraciones de amanecida de lunes a sábado, durante toda la noche.

Los comerciales del Capri incluyeron al artista folclórico Mario Huaso González por entonces, quien invitaba a los clientes al lugar vestido a la usanza de campesino elegante y echando una rima como mensaje: "Venga aquí, a la Taberna Caprí". No mucho después, sin embargo, González debió bajarse de las carteleras de números tras un grave accidente automovilístico que lo dejó tetrapléjico en 1990, cerca de la localidad de Balmaceda.

También fue protagonista de la publicidad televisiva el humorista nacional Sergio Feito, quien vino desde España para instalarse en los shows de la misma taberna a fines de los ochenta. "No ajuste la tele, señor, soy Feito de fábrica" decía de cara a la cámara en esos comerciales, cuando ofrecía una revista de humor con Gaby Cousin, veterana show woman y ex figura de fotonovelas quien ahora interpretaba a un personaje parodia de Cicciolina (Ilona Staller), actriz de cine pornográfico y a la sazón diputada del parlamento italiano. Se presentaba también el dúo Los Caporales tras una temporada en Puerto Rico, y las cantantes Selva, intérprete de "Saca la mano Antonio", y Maité, quien trabajaba allí todas las noches. Por entonces, Feito presentaba en el lugar a su personaje El Hombre, con una peluca rubia y lisa que imitaba al ex ministro y candidato presidencial Hernán Büchi Buc, cuyo lema de campaña fue "Büchi es el hombre". Sin embargo, a pesar del éxito en la Taberna Capri, cuando llevó esta caracterización y parte de la rutina al Festival de la Canción de Viña del Mar con su hijo, en el verano de 1990, esto resultó en un monumental desastre y una descomunal pifiadera, desliz que lesionó mucho emocional y profesionalmente al comediante.

Peor que el destino del accidentado Huaso González o que el criticado Feito tuvo el humorista revisteril Platón Humor, llamado en realidad Eugenio Pozo Silva, quien también había hecho parte de su carrera en clubes como el Capri, por aquellos años ochenta. Acabó sus días superado por el demonio del alcoholismo que tantas veces trató de enfrentar, incluso con una campaña iniciada y apoyada desde el programa "Sábados Gigantes" de Canal 13. El mismo hombre que desde escenarios como aquel había saltado a la televisión y, en 1992, al mismísimo Festival de Viña del Mar aunque con tenues resultados, después fue encontrado muerto en la calle.

Aquel período ya estaba a las puertas del decaimiento final de la Taberna Capri, sin embargo. La boîte no logró superar la  comentada caída de la vieja bohemia nacional o los espectáculos revisteriles, y se fue arrastrada con aquella época de noches de oro que la viera nacer y tocar el cielo. Sus últimos años fueron, principalmente, funcionando como restaurante de parrilladas y medianamente solicitado a inicios de los noventa. Una de sus temporadas finales de eventos con espectáculos interesantes incluyó una presentación de la banda Profetas y Frenéticos, liderada por Claudio Narea, la que fue transmitida en la pantalla chica por Televisión Nacional de Chile.

El luminoso con el nombre del local en letras góticas rojas se apagó poco después y la dirección que ocupaba su salón de espectáculos, con sus escaleras descendentes y vibrantes destellos de farándula, fue ocupado por un club llamado Sirena, seguido del cabaret con bailables del Rancho El Rodeo al dejar su anterior cuartel destruido por un incendio en Rosas llegando a Morandé. El subterráneo, vecino a un pequeño café topless también ya desaparecido, pasaría a ser también una salsoteca; luego, una deslucida discoteca peruana y un casino de máquinas de juego, todos de no mucha duración. Ha estado así en un perpetuo crepúsculo y con su cortina siempre cerrada, aún sin poder alojar establemente otra vez a ningún negocio. ♣

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