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LOS FANTASMAS DEL PHONE BOX PUB Y LA GALERÍA EL PATIO DE PROVIDENCIA

Fue conocida como la Galería Comercial El Patio aunque, más exactamente, se presentaba a sí misma como el Centro Artístico y Artesanal El Patio, o al menos eso se leía en un viejo y desprolijo cartel atrás de su entrada con pavimento de adoquines. Y aunque fue en su mejor época un núcleo de reunión para la artistas y juventud residente o visitante de aquellos barrios, en aquellos tiempos de apogeo con el mítico bar-restaurante Phone Box Pub en sus interiores, la agonía de este complejo comercial fue malvada.

Más de un largo año de incertidumbres agobiaron al El Patio, en su dirección de avenida Providencia 1670, cuando se anunció la inminencia de su destrucción. Ante locatarios y clientes de tan singular espacio desfilaron caravanas de fantasmas de recuerdos durante aquel período, acompañados por melancolías, esperas, angustias y falsas esperanzas engañando los ánimos. Los intentos por revertir la situación no rindieron frutos y, así, el resabio amargo de la resignación fue el último de los sentimientos que pudo despertar el caso en quienes conocieron aquel sitio, cuando las máquinas demoledoras ya comenzaron a calentar motores.

Pasaron al éter, entonces, cerca de 50 años de recuerdos que incluyeron a librerías, como la Chile Ilustrado, paraíso de libros antiguos; o el mismo bar y restaurante Phone Box Pub, de perfil turístico y con reconocimientos importantes que influyeron mucho en la posterior oferta recreativa de esta clase de establecimientos. Se desvanecieron también los años en que algunos buscaban refugio allí, en los setenta y ochenta, cuando extraños se volvían amigos y cómplices en los días de protestas populares, por ejemplo, o solo por compartir cervezas con amigotes tras visitas a las tiendas de música o instrumentos en el sector del Paseo Las Palmas o el Centro Comercial Pirámide del Sol.

Ubicado en la avenida Providencia entre Padre Mariano y Antonio Bellet, su acceso de pesadas rejas metálicas estaba flanqueado por dos caserones de estilo colonial e inglés. El verdor lo aportaban plantas trepadoras del porche y un alto árbol principal al frente, además de la ornamentación con plantitas que cercaban como matorrales los senderos interiores. Bancas y arbustos completaban este paisaje, destacando la gruesa flor de la pluma que cada año lucía más contorsionada y voluminosa adelante del primer patio, la que en sus temporadas de desnudez muchos confundían con un viejo parrón o una bugambilia dando sombra afuera del Phone Box Pub, La verdad es que producía una hermosas flores amoratadas, azuladas y a veces incluso rojizas, rara vez visibles en la flora urbana.

Algunas luces de neones anunciaban allí a los bares, antes de caída la tarde. Algunos avanzaban trepando por las horas de la noche, además, con sus respectivas propuestas. Y a pesar de cierta elegancia en la presentación general de la galería, dominaba en El Patio de Providencia cierto aspecto un tanto sombrío, parecido al de los pequeños parques o jardines con cenadores y celosías que ostentaron algunas casonas solariegas del pasado y las antiguas mansiones que había en este mismo sector de la ciudad, precisamente.

En el primer nivel de aquel pequeño laberinto lo primero que se encontraba y casi como tenantes heráldicos, eran la tienda de modas y sastrería Los Trapos y la sofisticada Relojería, a la izquierda y la derecha respectivamente. Luego, al transitar bajo las señaladas enredaderas, se accedía a un mundillo en donde se combinaba principalmente el aire de bohemia diurna con la intelectualidad alrededor del café, la jarra de schop o los libros usados. La tarde completa se podía hacer allí: literatura, cómic, gastronomía, diseño, coleccionismo, moda, arte, hemeroteca, fotografía, joyería, música, etc. Todo encontraba su rincón propio en este sitio que, veces parecía más bien una isla o un enclave instalado en medio de la vanguardia urbana en constante transformación de Providencia.

La Galería El Patio ocupaba cerca de 1.200 metros cuadrados en uno de los más valiosos suelos de la ciudad de Santiago, además... He ahí el germen de su desaparición, por cierto. Había nacido de una donación hereditaria realizada por el pintor y Premio Nacional de Arte, don Pablo Burchard Eggeling, pasando a manos de la casa de beneficencia social del Hogar de Cristo. Sin embargo, el sector de la casona azul al costado oriente del conjunto interior, pertenecía entonces al pintor y arquitecto Pablo Burchard Aguayo, hijo de Burchard Eggeling. El caserón vecino, en tanto, pertenecía al constructor Arsenio Alcalde Cruchaga, futuro presidente de la Cámara Chilena de la Construcción, con quien Burchard hijo planificó la creación de una galería de arte abierta dentro del recinto.

El complejo fue inaugurado en 1967 con exposiciones de las obras del propio Burchard y otros autores, aunque hay referencias en la literatura que permiten dar por hecho que este espacio venia siendo usado como centro de exhibición artística a principios de los sesenta: en 1965, por ejemplo, se expuso allí mismo una muestra retrospectiva de Burchard, recientemente fallecido por entonces, titulada "Setenta Años de Dibujo y Acuarela", como puede observarse en el "Boletín de Artes Visuales" N° 13 de la Unión Panamericana. Llama la atención, además, que el recinto ya era llamado entonces como Galería El Patio.

Tras la reinauguración de la galería y con nueva administración, una de las primeras figuras en exponer en mayo de ese año de 1967 fue Consuelo Orb Castellano con sus pinturas, y también la artista germana radicada en Chile, Inge Dusi, con sedas y tapices de batik. Hubo una presentación póstuma de los telares de Violeta Parra, en 1969. Por la misma época, se exhibió la obra del pintor alemán Otto Quirin, quien se hallaba residiendo de paso en Chile. Es claro el perfil de valor artístico que buscaba imprimirse en las funciones de la galería, como se aprecia.

Imagen con el acceso a la Galería El Patio, en Providencia 1670.

Acceso vitrinas de la Galería El Patio. A un costado, parte del Phone Box.

Tienda llamada Taller Puangue y los accesos a las salas del segundo piso de El Patio.

La gruesa y retorcida enredadera de la flor de la pluma, con el acceso desde avenida Providencia atrás.

La misma enredadera de flor de la pluma, en el porche parronero ubicado hacia el acceso. Bajo la misma circularon los visitantes por unos 50 años.

El lugar se convirtió también en un centro de debates, reuniones y encuentros musicales, figurando en guías turísticas internacionales de América y Europa. Destacaba ya entonces por su elegancia, iluminación y buena capacidad de acogida al público, ganando un interesante premio otorgado por la "Revista Providencia" con patrocinio de la Ilustre Municipalidad de Providencia, el Servicio Nacional de Turismo y el auspicio de Shell-Chile, el 20 de julio de 1979. Se trataba del llamado Primer Concurso de Decoración "Vitrinas y Locales de Providencia".

Ya a principios de los años ochenta, sin embargo, el pasaje pasó por un curioso período de olvido y desolación, muy probablemente como consecuencia de la crisis económica y del estado social del momento. Aunque al interior destacaban las librerías Australis,  Books Second Hand y Lila, especializadas respectivamente en literatura turística, en idioma anglo y en libros de género, la falta de público tenía en virtual peligro al pasaje, obligando a tomar medidas urgentes. Se realizaban, así, pequeñas ferias interiores, liquidaciones de mercancías y remates para atraer público, pero el relativamente pobre resultado y problemas con fiscalizadores de impuestos obligaron a echar pie atrás.

Sin embargo, la segunda mitad de aquel decenio iba a resultar bastante más generosa que para la galería, dejando atrás aquellos días de carestías y crisis internacionales. En parte, la salvación vino con la medida de abrirse a opciones más populares de comercio y recreación en ella. La llegada de las tocatas musicales a sus dependencias también sería un impulso interesante, durante aquel período. Recuperando importancia, entonces, se volvería atracción de estudiantes secundarios y universitarios, profesionales, coleccionistas, pintores, periodistas, buscadores de libros e incluso algunos elementos de filiaciones contraculturales.

Por el año 1985, llegó también a El Patio la librería El Kiosco, de don Francisco García-Huidobro, dedicada principalmente a material ecológico. Su dueño sería el mismo fundador del café y restaurante El Patio, hacia 1989, espacio que se convirtió en escenario y mesa para variopintos personajes del ambiente musical, como el grupo Los Tres, Joe Vasconcellos, Lalo Parra y Gato Alquinta. Sus especialidades culinarias iban orientadas a quienes rechazan la carne en el plato, principalmente: el tofu con ensalada y arroz integral, el seitán, las verduras salteadas o al vapor en algo llamado el canasto chino. Sin duda, la irrupción del señor García-Huidobro fue un gran un gran soplo de vitalidad e interés del público en el complejo comercial de la galería.

Otra parte de la recuperación de El Patio se debió también a la fundación del nombrado Phone Box Pub, por parte del comerciante británico Thomas Drove. Para muchos, este fue el más importante o novedoso de los centros de recreación que tuvo la galería, de hecho, ubicada en su pasillo principal de ingreso.

Aunque el Phone Box apareció allí en 1984, su popularidad se vuelve especialmente intensa en los años posteriores, tanto por la calidad de su oferta como por lo novedoso y pintoresco que resultaba el lugar al segmento de público que lo prefería. Incluso se recuerda a este sitio por ser uno de los primeros pubs que se conocieron en Santiago y probablemente en todo Chile, convirtiéndose con rapidez en centro de eventos, guarida de tocatas de rock, blues o jazz y un expendio de variados tipos de schops. También sirvió como otro importante centro de exposiciones hasta sus últimos años, como fue con una muestra de caricatura humorística realizada en 2005 con publicaciones de Guillo Bastías. El local era inconfundible la famosa caseta roja de teléfonos estilo inglesa, parecida a la del personaje Doctor Who, en el sector del acceso al pub.

Hacia fines de aquella década, además, había pintores que lucían sus obras en atriles dentro de El Patio, más uno que otro artesano con sus artículos de orfebrería. Quizá eran legajos de los primeros años del pasaje como centro de encuentros y con ofertas más bien artísticas. Estas características lo hacían uno de los pocos centros comerciales que amalgamaban lo popular con lo turístico, lo artístico y lo refinado en plena Providencia, con muchas conveniencias y comodidades para el visitante.

Contaba una leyenda urbana que hasta el general Augusto Pinochet se habría aparecido algunas veces por El Patio, interesado principalmente en libros para sus colecciones. Al menos, eso es lo que decía uno de los mitos populares sobre la galería, si bien otros aseguraban que en realidad se habría tratado de sus asesores, quienes iban a comprar para él los libros por encargo. Sería toda una curiosidad en ambos casos, sin embargo, considerando el rasgo que ya había adoptado entonces la galería, en gran parte como bastión más bien opositor: hacia los mismos días del Plebiscito de 1988, por ejemplo, acogía en ella a oficinas tales como la sede del Centro de Informaciones para la Nueva Era, bastante cargado a cuestiones de contracultura y rebeldía política.

Fue por aquellos años cuando entró a trabajar al lugar don Patricio, el sempiterno guardián y en parte administrador de la galería; hombre de bajo perfil y quitado de bulla, quien acumuló 25 años de servicios y sacrificios allí, a pesar de no agradarle mucho la exposición pública. Posteriormente, en 1991, falleció Burchard Aguayo, dejando sembradas las primeras incertidumbres sobre el futuro de El Patio. Solo nueve años después, le tocó la hora final a Alcalde Cruchaga.

Don Patricio y los locatarios recordaban muchas otras visitas ilustres a la galería, especialmente después del retorno de la democracia. En un artículo de "La Tercera" ("El largo adiós de la Galería El Patio, un clásico que lucha por sobrevivir", 13 de mayo de 2012), podemos encontrar interesantes referencias confirmándome estos testimonios

Era solo un pasillo al final del patio, pero con el tiempo fue creciendo junto al número de visitantes y nombres ligados a la vanguardia de los primeros años de la democracia. Fue el lugar donde debutó Álvaro Henríquez en la capital, en una performance de Germán Bobe, donde Alejandro Jodorowsky hizo sus multitudinarias lecturas de tarot. También, donde llegaban visitantes ilustres como los integrantes del Cirque du Soleil, el cantante Manu Chao o el pintor Oswaldo Guayasamín, quien bebía siempre cognac Courvoisier. "Roberto y Lalo Parra siempre me decían que este era el único lugar de Plaza Italia para arriba al que venían", recuerda García-Huidobro, quien asegura que volverá a abrir su café en alguna otra ubicación.

Persistió por largo tiempo aquel ambiente de estilo alternativo bastante particular en parte de El Patio, hacia aquellos años. A veces, podían verse allí pelos parados y de colores, chaquetas con tachas o camisetas estampadas, aunque con público un poco diferente al que podía hallarse entre los parroquianos de otros varios refugios de aquellos movimientos en la capital de entonces. El Patio también era sede de la Feria del Vinilo, encuentro en donde se ofertaban discos antiguos, organizada por la Cooperativa del Vinilo. La Sala Nodo en los altos de la galería, en tanto, había servido igualmente a la música como al discurso político, mientras que otra parte del ambiente de aquel público provenía del bar y restaurante Dalí o del Café La Clave.

Pasado el cambio de milenio, El Patio de Providencia aún no perdía su importancia y atractivo. Había llegado la tienda de ornamentación y decoración Divina Providencia, por ejemplo, y ya hacia el 2002 se instaló en el segundo piso del pasaje un centro de biodanza de Sergio Rivera y Cecilia Vera. Uno de los últimos locales fundados al interior del pasaje fue el Café Comics, hacia el 2011, aunque después emigró a otro sitio por avenida Manuel Montt.

El pasillo principal y el pasaje bajo el parronero, visto desde enfrente del Phone Box.

El espacio interior del patio, con la librería Chile Ilustrado y el Café La Clave, atrás.

Interior de la Galería El Patio todavía en sus buenos años. 

El café y restaurante El Patio, al final de la galería homónima.

La alguna famosa caseta roja del Phone Box, en la entrada del pub, bar y restaurante.

 

Un reconocimiento para la Galería el Patio, que la administración lucía con orgullo.

Es verdad que las casonas y jardines de este paseo adoquinado se habían deteriorado un poco en sus últimas dos décadas de existencia, pero la decisión de destruir el complejo iba a ser de naturaleza exclusivamente  comercial. Sucedió que el Hogar de Cristo, en sociedad con la familia Alcalde Ochagavía heredera de gran parte de la propiedad, vendieron la Galería El Patio a la Inmobiliaria Las Pataguas y la Constructora Santolaya, que tenían trazado un ambicioso proyecto sobre el mismo terreno estratégicamente bien ubicado.

A mayor abundamiento, se sabe que el Hogar de Cristo venía recibiendo varias ofertas de compra del terreno desde hacía tiempo, pero todo quedó listo para un final convenido cuando la familia Alcalde tomó una de estas propuestas y decidió vender, informando a los locatarios del inminente final de El Patio y conminándolos a desalojarlo. Esto habría sido una presión para la fundación caritativa para desprenderse de su parte en la propiedad y venderla también, según se interpretó.

Sin embargo, según consigna el señalado artículo de "La Tercera" en 2012, don Luis Alberto Alcalde había comunicado por entonces que ya existía un acuerdo concreto con el Hogar de Cristo para vender, y que tenía a la sazón cuatro años de existencia. Mucho de lo que conocieron locatarios y clientes, entonces, pudo haber estado en parcial reserva y así el Hogar de Cristo habría tenido un papel más protagónico del que se ha creído en la venta de la propiedad.

Como sea, la decisión de demoler el lugar fue anunciada a principios del año 2013, aunque ya se venía comentado como algo obvio desde el año anterior. Fueron notificados todos los locatarios del sector oriente de la galería quienes pagaban su arriendo a los Alcalde, mientras que los del otro sector lo hacían al Hogar de Cristo. Los asuntos controversiales de esta decisión quedaron en manos de la oficina de abogados Iruarrizaga, Arnaiz y Cía., la misma encargada de todos los temas inmobiliarios del Hogar de Cristo. Las campañas no lograron más que aplazar brevemente el decreto de muerte del lugar.

Para el mes de abril de 2013, don Patricio y varios locatarios daban aviso a los visitantes de que el cierre definitivo se venía en junio. En los negocios del pasaje informaban también que intentarían cambiarse en el barrio y alguno ellos al barrio bohemio de calle Lastarria. Pero, en cuanto al Phone Box Pub, su desaparición ya estaba anunciada desde antes, pues cesaría actividades de manera definitiva dadas las circunstancias. Ni siquiera el haber ganado una mención en 1996 como uno de los Mejores Bares del Mundo por la prestigiosa revista "Newsweek International", que celebraba con un elegante diploma colocado en un marco afuera del local, ni haber contado con un acuerdo de arriendo donde que el Hogar de Cristo se comprometía a mantener alquilado el espacio hasta el 2014, salvó al Phone Box de la severa pena capital.

Las noticias posteriores confirmaron todas las malas nuevas: ceremonias de despedida programadas para el cierre definitivo de varios locales de El Patio, incluido el Phone Box Pub. Así, se marchaban para siempre las fiestas de música en vivo, los recitales, la cerveza alemana a destajo bajo la enredadera de la flor de la pluma, las parras, los platillos de lomo a lo pobre, filete a la plancha, carne mechada, pastel de choclo, salmón y congrio frito, cremas de choclos, cazuelas, etc. Partía también el recuerdo de esos guisos de pastel de carne con salsa de riñones que dieron debut a aquel local en los ochenta.

Consumados los hechos, el primer negocio en partir parece haber sido la adorable librería Chile Ilustrado, bajando sus inscripciones exteriores que anunciaban la venta de literatura humanista de "Historia-Folclore-Arqueología-Antropología", siendo ocupada después y brevemente por una oficina de atenciones. Hasta entonces, había sido uno de los negocios favoritos de gremios como los periodistas, apareciendo en él algunos hombres de medios como Nibaldo Mosciatti. Le siguió en la fila la librería y taller de diseño Books Second Hand, cerrando hacia la quincena de junio de 2013, al igual que el café-bar Desmadre con una fiesta de despedida. El Café La Clave, con su lema "sabores y sonidos del mundo", hizo lo propio a fines el jueves 27 de junio.

Durante el viernes siguiente, también cerró al final del pasaje el famoso Restaurant-Bar El Patio, otra de las principales las atracciones en la misma galería por casi 25 años, trasladando sus cuarteles a un nuevo local en la cercana calle Cirujano Guzmán para continuar allí con sus ceviches, los reputados platos vegetarianos y la alguna vez novedosa "barra internet" que ofrecía a sus comensales, rindiendo lealtad a esa publicidad que, en 1998, rezaba sobre sí:  "Un ambiente íntimo en plena galería El Patio. A toda hora se pueden saborear platos vegetarianos, acompañados de jugos naturales, tragos o cervezas".

Los cerca de 15  locales que quedaron irían bajado cortinas durante el último fin de semana de aquel mes y a principios del siguiente, algunos con otros sentidos ritos propios de adiós. Fueron los casos de la Librería Australis de doña Cecilia Pizarro, situada al lado del café y restaurante El Patio y siendo quizá el más antiguo de los negocios que allí quedaban, cotizado por sus mapas, libros y guías turísticas. Lo mismo sucedió con la vecina tienda de diseño Cualquier Mano, y a su lado el Taller Puangue de Becky Herrera, con prendas y estampados. El final tocó también al local de artesanías y artículos esotéricos Por Arte de Magia, con sus conocidos e intrigantes muñequitos congelados en extrañas acrobacias en las vitrinas.

Tras media centuria de historia recreativa y comercial Santiago, entonces, la Galería El Patio desaparecía como espuma en la playa, llevándose sus refugios y enredaderas; casi como si nunca hubiesen existido. Una torre de 21 pisos con cristales ocupa ahora esos terrenos, en el numero 1650 de Providencia, escoltada por un soso supermercado a sus pies. Un caso más de cambios radicales en todo este sector de Providencia, sin embargo, como ocurrió al desaparecer también célebre Teatro Circus OK y el restaurante El Parrón, con el que convivía. La ola casi se llevó también a la Plaza Juan XXIII, frente al ex Mercado Modelo, con un proyecto de traslado que ponía en riesgo a sus altas palmeras.

Como símbolo cruel de ese crepúsculo forzado, el Phone Box Pub había sido el ultimo negocio que quedaba en actividad dentro de la galería; el puesto final en la lista de sacrificios. Cesó su vida el sábado 10 de julio de 2013, cerrando para siempre con la respectiva despedida de su público, seguida de la destrucción definitiva de la Galería El Patio. ♣

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