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LOS DESTELLOS DEL PALACE HOTEL EN EL BARRIO DE LA ESTACIÓN CENTRAL

 

El Palace Hotel de Alameda 2860, en los años treinta.

Todo indica que, si hubo hoteles realmente entretenidos en Santiago, una gran parte de ellos estaban específicamente en el barrio de la Estación Central o en los límites de esa actual comuna con la de Santiago, hacia el poniente de la ciudad en aquellos años locos. El caso del Palace Hotel pertenece a esta categoría de refugios que, además de alojamiento, eran importantes bares, restaurantes y boîtes con espectáculos propios.

Hoy sería un ejercicio casi de Perogrullo el hacer notar la cantidad de hoteles, pensiones y residenciales que, como el Palace, crecieron en torno a sus principales dos grandes estaciones ferroviarias de Santiago incluida también la de Mapocho. Desde mucho antes, sin embargo, destacó en aquel rubro bohemio la Estación Central de Alameda de las Delicias y sus vecindarios inmediatos, teniendo justo enfrente, además, a la Plaza Argentina que era el centro de alto movimiento para los tranvías de la ciudad, por entonces. Había de todo lo imaginable en esas cuadras, en consecuencia: cantinas, tabernas, teatros, bodegas, clubes de caballeros, filarmónicas, dancings, restaurantes de mejor pelo, prostíbulos, cafés, cabarets y un hervidero de comercio recreativo en diferentes tonos.

Célebres hoteles complacían la necesidad de alojamiento de los viajeros de la Estación Central en la misma generación del Palace: desde el romántico Hotel Alameda, convertido hoy en un salón de pool a la entrada de avenida Exposición, hasta el fastuoso Royal Hotel del antiguo Portal Edwards. Los más connotados estaban en grandes edificios neoclásicos de pretensiones francesas y palaciegas. La hotelería más modesta, en tanto, se ubicaba a veces en refugios lúgubres y deprimentes, incluso para el más agotado viajero.

El Palace Hotel estaba en la dirección de Alameda 2860, esquina oriente con calle San Alfonso. Ocupaba un edificio del período del Centenario que había pertenecido antes al Hotel Unión de don Luis Allemand, en gran parte destruido en un incendio sucedido hacia inicios de noviembre de 1909, trágico suceso en el que murieron dos personas. Reconstruido poco después con un piso más sobre los dos anteriores, durante el verano de 1911 había sido ocupado por oficinas de la Dirección General de Contabilidad de los Ferrocarriles de Chile, pues el lugar de estas dependencias estatales también fue destruido por otro siniestro que redujo a cenizas un amplio sector adyacente a la Estación Central, ese mismo año.

La ubicación del Palace, llegado pocos años después al lugar. En esos primeros años compartió espacio en el edificio con el nuevo Hotel Unión, con entrada por San Alfonso 16 todavía en los años veinte, aunque acabó asimilándolo. Estaba a solo una cuadra de la estación y donde hoy se alza altivo y categórico el Hotel Imperio reemplazando al bello edificio remontado a la misma primera generación de hoteles modernos en torno a los ferrocarriles. Fue especialmente conocido en los años veinte y treinta, en el apogeo de estos servicios ferroviarios y con los tranvías repletando esas dinámicas cuadras, además de muy frecuentado por los funcionarios del mismo sistema.

Alameda de las Delicias y Plaza Argentina, muy cerca de Estación Central, en imagen de Odber Heffer Bissett, años veinte. El edificio del Palace Hotel está al centro, detrás del poste eléctrico. Imagen publicada por Pedro Encina en sus colecciones de Flickr Santiago Nostálgico.

Aviso del Palace Hotel en el diario "La Nación", año 1928.

Otro aviso del Palace Hotel en la prensa, esta vez en 1929.

Aviso del Palace Hotel en "La Nación", en diciembre de 1930.

 

Aviso del Palace Hotel en los años treinta, en la revista "En Viaje".

El edificio del hotel destacaba por su estructura con torreón central y, en lo alto de ella, su terraza circular con decoración de balaustras y jarrones artísticos tipo ánforas, Este torreón estaba justo en el vértice, desde donde se extendían los pabellones por ambas calles ocupando casi media cuadra. Su estilo de ornamentación semejaban bastante a otros casos de la época, particularmente en la Alameda.

El inmueble tenía tres pisos más el subterráneo y la mencionada azotea que venía a funcionar algo así como un roof garden. Sobre sus contornos se leían dos grandes letreros luminosos con el nombre del hotel en colores, al igual que sobre los arcos de acceso al mismo edificio. El zócalo estaba consagrado especialmente al comercio, extendiéndose techos o aleros de toldillos hacia la vereda, como era costumbre en aquellos años. Allí se instalaron varias tiendas populares como sombrererías, mercerías, cigarrerías y cafés.

La "Guía comercial e industrial de Chile" de Guillermo B. Henrici, dice en 1915  que el elegante Palace Hotel era por entonces un "establecimiento de primer orden y confort moderno", ofreciendo facilidades a viajeros de provincias. Se sabe que contaba también con baños fríos y tibios. Poco después, la "Guía General de Santiago" de 1918 señala que era propietado a la sazón por la sociedad Urigüén y San Román, con pensiones de 8 a 13 pesos diarios y ofreciendo comidas por 2,50 pesos, fueran almuerzos o cenas. Los almuerzos se servían de 11:30 a 13:30 horas, mientras que las comidas iban de 18:30 a 20:30, aunque contando con "lunch permanente". Este cómodo restaurante interior, con amplios salones, funcionaba también como de centro eventos y de seguro hubo en él memorables banquetes y veladas bailables. Ostentaban un gran bar para el público, vendiendo uno de los cola de mono más apreciados de la capital y que, según su publicidad, era el mejor de todos los disponibles.

A pesar de las descripciones, se trataba de un hotel cercano a lo medianamente económico, a juzgar de los expuestos precios. Empero, diez años después los precios habían subido a cuatro pesos la cobertura completa del almuerzo "de primer orden" y a 3,50 pesos la comida, aunque ofreciendo rebajas para familias que llegaran a sus comedores.

Pasando después a manos de la sociedad Tohá, Torm y Cía., el Palace se jactaba ahora de varias virtudes en su publicidad de 1933, aparecida en la revista "En Viaje" de la Empresa de Ferrocarriles del Estado. También enfatizaba su cercanía a la Estación Central:

El Palace Hotel es el más recomendado para Familias y Viajeros, por su seriedad y limpieza. Comidas sanas y abundantes.

Sus dueños recomiendan hacer presente cualquier desatención y serán atendidos con el mayor agrado.

En aquella década y desde fines de la anterior cuanto menos, el Palace era reconocido por algunas características que lo destacaron en el barrio ferroviario y en la publicidad que aparecía del mismo en medios impresos: además de su mencionado trago cola de mono, había por entonces una Orquesta de Señoritas que tocaba en vivo para el público durante las veladas y reuniones de su salón, de 18 a 23:30 horas. No mucho después, esas presentaciones artísticas se extendían hasta las cero horas. No sabemos si dicha orquesta femenina sería una reminiscencia de las memorables presentaciones de la Orquesta de Damas Vienesas en el Casino del Portal Edwards, tan cercano al hotel.

Palace Hotel promocionando sus colas de mono y su Orquesta de Señoritas, en diciembre de 1930.

Aviso del Palace Hotel en la revista "En Viaje", en diciembre de 1942 y cuando su popularidad ya iba en retirada.

Hotel Real, hoy Imperio, en donde estuvo antes el castillo del Hotel Palace. Aviso publicado en el diario "La Nación" a fines de agosto de 1954.

Vista actual del Hotel Imperio, en el sector que antaño ocupaba el edificio del Palace.

Imagen por el lado de calle San Alfonso. A la izquierda se observa parte del actual edificio del Hotel Imperio, y a la derecha un edificio bancario que ocupaba los últimos establecimientos que tuvo el Palace Hotel, según testimonios de algunos antiguos comerciantes del barrio.

Aunque la orquesta apagara sus instrumentos a medianoche, por aquellos días el restaurante del Palace permanecía abierto todos los días hasta las cuatro de la mañana, por lo que su actividad sobrepasaba las horas favoritas de la más intensa bohemia santiaguina. Se jactaba también de poseer entretenidas canchas de palitroques y salones con mesas de billar, para completar todas las formas de entretención posibles a la clientela.

De acuerdo a la misma publicidad que aparecía en aquellos años, los precios parecían ser bastante razonables aún: alojamientos simples por montos que iban desde 6 a 10 pesos diarios, y alojamientos con pensión por 12, 14, 15, 16 y 18 pesos diarios, en algunas de sus 80 piezas amobladas.

Sin embargo, al Palace comienza a perdérsele la pista en la publicidad durante la siguiente década, quizá sin salir de los efectos de la Gran Depresión y por los cambios severos que comenzaban a experimentar todos los barrios alrededor de la estación de ferrocarriles. Coincidentemente, en 1951 aparece en la misma esquina de Alameda y San Alfonso un nuevo edificio hotelero ya con cierta influencia bauhaus y funcionalista, obra ejecutada por Miguel Sancho B. con los planos del arquitecto Luis Vergara. Este edificio fue ocupado primero por el Hotel Real, y después por el mismo Hotel Imperio, que aún existe allí.

Testimonios orales de algunos trabajadores del Hotel Imperio y de antiguos comerciantes del barrio, aseguraban que el alegre Palace Hotel terminó sus días por obsolescencia, deterioro o algún siniestro, reducido a solo un espacio más pequeño y vecino, ubicado por el lado en la calle San Alfonso, donde ahora se encuentra una sede bancaria que se llevó los restos de la vieja construcción hotelera y en donde habría funcionado ya en el ocaso; en su decadencia. Era el sector en donde había estado años antes el Hotel Unión además (San Alfonso 16), consumido por un incendio en noviembre de 1909.

El Palace terminó sin la gloria del pasado y muy distante de aquellos días luminosos que lo hicieron tan solicitado, entonces. Su edificio fue reemplazado después por el Hotel Imperio. Como en tantos otros casos de la historia urbana de Santiago, solo vive en unos cuantos avisos de revistas sepias y recuerdos vagos prestados desde los escasos sobrevivientes, si acaso aún los hubiese.

En el sector que ocupaba el antiguo hotel, sin embargo, sobrevivió al menos un topónimo relacionado con el mismo, por varios años: el Bar-Restaurante Palace, de Alameda 2874, al pie del Hotel Imperio y después relevado por la Fuente de Soda Ibérica. ♣

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