Mary Marcel y Ninón Rose, las vedettes estrellas de la Compañía Tro-lo-ló del Teatro Roma, destacadas en el diario "Las Noticias de Última Hora".
El cartel de lectura vertical del Teatro Roma ya es casi un elemento legendario en la arqueología urbana de calle San Diego y los restos vestigiales de toda la ciudad de Santiago. Llega a sorprender que aún esté empotrado en esa fachada y no vendido ya al kilo o deshuesado en un vertedero. Se ubica justo encima del célebre bar Las Tejas, mientras sobrevive hablando en silencio, susurrando desde el pasado y recordando a los observadores esas escenas de la función original que tuvo el salón de la popular cantina; su escenario y balcón de galerías, para grandes encuentros artísticos que han vuelto a celebrarse allí en el llamado “palacio del terremoto”.
El Teatro Roma nació de un segundo impulso que tuvo la calle San Diego con la llegada de proyectos de nuevas salas hasta la misma, como el vecino Teatro SATCH, rebautizado Teatro Cariola. Antes aun de concluido este último, la sala del Roma se estaba construyendo para la misma oferta de candilejas, por lo que tanto este como el Cariola iban a ser inaugurados en el mismo período. Esto sucedía, por supuesto, cuando la avenida era una boyante y luminosa concentración de actividad nocturna, bohemia, literaria y artística, aunque con todos los claroscuros que implicaba tal fama.
Así, en San Diego 236 exactamente al lado del mencionado otro teatro, en la cuadra entre
calles Tarapacá y Eleuterio Ramírez, el Roma surgió con el proyecto inmobiliario
del pequeño edificio del mismo nombre, de solo cuatro niveles, en cuyos bajos y zócalo llegó
a alojarse la sala, exactamente. Fue presentado al público como un teatro
elegantísimo y con todas las comodidades para un centro de este tipo en la
época, publicitándose incluso como “el único teatro de Chile que cuenta con una pasarela
de cristal iluminada, al estilo de los grandes teatro revisteriles del mundo”.
Aunque su nombre evocaba a los circos de muchedumbres de la Roma Imperial, su
orientación era desde el inicio hacia el espectáculo frívolo, de humor y las
compañías de revistas, pasando por su escenario importantes figuras de la época
dorada del vodevil popular chileno. Con aforo para hasta unas 2.000 personas en
su punto máximo,
sin embargo, los shows del Roma eran más recatados que en otras ofertas de la ciudad, elaborado
con un perfil más familiar y menos escandaloso que el disponible en ciertas carteleras de entonces, o al menos eso era lo que prometía. Su modernidad contrastaba mucho con otros viejos teatros del barrio, además, como la pequeña sala Mistral que existía por entonces justo enfrente, usada frecuentemente como uno de los últimos biógrafos de la capital.
La primera agrupación artística que se presentó en el Roma fue la Compañía de Revistas Tro-Lo-Ló, dirigida por el dramaturgo y escritor Gustavo Campaña y el empresario de espectáculos y director de orquestas Buddy Day, quien para entonces ya había puesto en marcha el Teatro Ópera y la histórica compañía humor Bim Bam Bum. Hacia fines de mayo de 1954, la revista cinematográfica "Ecran" daba aviso de la nueva sociedad artística y de las virtudes de su sala:
Buddy Day -el inquieto director del "Bim-Bam-Bum"-, y el escritor Gustavo Campaña formaron una sociedad para presentar espectáculos revisteriles en el nuevo Teatro "Roma". Esta sala queda en la tercera cuadra de la calle San Diego, inmediatamente al lado de los teatros de la SATCH. Consta con más de ochocientas butacas, repartidas en 2 localidades.
En su oficina del "Ópera" entrevistamos a Buddy Day, quien nos dijo:
- Vamos a hacer espectáculos a todo lujo, ya que el escenario del "Roma" nos permitirá realizar una serie de efectos muy vistosos. Desde luego, el teatro contará con una pasarela iluminada, lo que constituirá una novedad en Chile. Esta pasarela prolonga el escenario hasta las butacas de platea, y por allí desfilarán las muchachas del cuerpo de ballet. La compañía de revista se llamará "Tro-lo-ló" y estará formada por algunas de las mejores bailarinas de los escenarios de Buenos Aires; mientras el equipo de actores será íntegramente compuesto por cómicos chilenos. Probablemente debutaremos en los primeros días de julio, estrenando una obra de Gustavo Campaña, cuyo título aún no está decidido. Habrá tres funciones al día: a las 19 horas; a las 21.30, y a las 23.15 horas. Las revistas serán para todo espectador, cuidando especialmente de la plasticidad de los decorados, de la elegancia de los trajes y de la calidad de la obra. Todos los scketches tendrán un corte moderno -entretenido y fino-, con el objeto de llevar a un público de familia.
La Tro-Lo-Ló fue, de este modo, el elenco matriz de la mayoría de los espectáculos estables del Teatro Roma, al menos durante sus buenos días ofreciendo aquella clase de espectáculos. Su actividad cobrará un vértigo sorprendentemente intenso desde esos primeros meses tras la apertura del teatro, como se confirma en las páginas de espectáculos de la prensa. Muchos artistas de nivel internacional y estrellas hispanoamericanas del cine iban a pasar también por la compañía.
Cartel del Teatro Roma en calle San Diego, en imagen tomada desde la altura del vecino Teatro Cariola hacia los años setenta. Fotografía de los Archivos del Comité de Desarrollo Barrio Arturo Prat - San Diego. Se observan, enfrente y entre muchas otras cosas, las instalaciones de las tiendas de moda Enrique Guendelman, ya desaparecidas.
Anuncio de la inauguración del teatro con el show "Huracán de Churros" de la Compañía Tro-lo-ló, en "Las Noticias de Última Hora", 6 de agosto de 1954.
Las modelos de los Champs Elysees, de la Compañía Tro-lo-ló, durante sus primeras presentaciones en el Teatro Roma. Nota publicitaria aparecida en medios como "Las Noticias de Última Hora" y "La Nación", en agosto de 1954.
Anuncio de la Compañía Tró-Lo-Ló en "La Nación", septiembre de 1954, con las presentaciones de la revista "Escándalos Romanos" de Gustavo Campaña y la artista cubana Cuquita Carballo como número principal.
El esperado día inaugural del Roma y de sus revistas fue, finalmente, el sábado 7 de agosto de 1954, cuando la Tro-Lo-Ló presentó la obra debut “Huracán de churros”, de Campaña y Day. Como había prometido este último, se realizaban tres funciones al hilo: a las 19 horas, 21:30 horas y 23:25 horas. En el show de la compañía estuvieron los siguientes artistas de primera generación en la misma, anunciados por una nota publicitaria difundida en la prensa de entonces, ya en la víspera de la inauguración:
...un súper elenco de atracciones de fama mundial, como BRUNO EL FANTÁSTICO, astro del casino de París, una de las más formidables atracciones jamás llegadas a Chile. LAS 5 MODELOS DE CHAMPS ELYSEES, las más hermosas mujeres de América, que presentarán los trajes más hermosos de París para la próxima Temporada de Primavera y Verano; el TRÍO ALONSO, astros del baile y la canción españolas, procedentes del COPACABANA de Río de Janeiro, lo mismo que la vedette CARMEN RODRÍGUEZ, rutilante estrella del Brasil, de una hermosura sin igual. Junto a ellos actuará el FAMOSO BALLET DE MARTA RIVET, con 16 bailarines seleccionadas de Bs. Aires. El primer bailarín Yara Gradin, las vedettes argentinas Mary Marcel, Ninón Rose y Esther D'Arnot, y formidable cuerpo de cómicos encabezados por MANOLO GONZÁLEZ, que hace su debut como primer actor cómico; ORLANDO CASTILLO, ROLANDO CAICEDO y la graciosísima YOYA MARTÍNEZ. La revista será presentada a todo lujo, en un espectáculo altamente elegante y moral, que será un nuevo punto de atracción para las familias de Chile, y para el turismo internacional.
El arranque de la Tro-Lo-Ló en la sala fue con éxito total desde aquella misma noche, a teatro lleno y con ovación general según consignaron las páginas de la prensa de espectáculos. De acuerdo a otra pequeña nota aparecida en “Las Noticias de Última Hora” del día siguiente, por ejemplo, los humoristas tuvieron un magnífico trabajo siendo “oportunísimos, en cuadros de gran actualidad nacional”. El mismo texto concluía su evaluación comentando: “La revista fue presentada con una elegancia y vistosidad insuperable, bajo la dirección dinámica de Buddy Day”.
La experiencia positiva para “Huracán de churros” se repitió en todas las jornadas que siguieron, llamando la atención del respetable especialmente las mencionadas artistas Mary Marcel y Ninón Rose, las estrellas más despampanantes y talentosas reclutadas en la flamante Tro-Lo-Ló. Ciertos personajes de sus shows hasta se quedaron viviendo después en el barrio del entorno, según se contaba, como algunos funcionarios del teatro e incluso una de sus vedettes bailarinas que permaneció residiendo en un departamento sobre el teatro, hasta nuestra época (ver reportaje noticioso de canal Mega, “Lo que ofrece San Diego”, 2012).
Poco después, en septiembre, Campaña estrenaba allí su revista "Escándalos Romanos", con la espectacular cubana Cuquita Carballo, la llamada "Mujer de Fuego" quien se desempañaba como actriz, cantante y bailarina principal. Estuvieron en aquella temporada la notable Orquesta Espectáculo Capricho Español, por entonces astros del Waldorf Astoria de Nueva York, y el conjunto Los Cuatro Hermanos Silva que fueron traídos desde Argentina; también destacó el dúo de bailarines Alma y Malambo, las vedettes ya mencionadas más Margarita Tupin, el Ballet Tro-Lo-Ló, el regreso del bailarín Gradin y el humoristas González, la de nuevo comediante Yoya Martínez y el dúo también humorístico de Caicedo y Castillo. La exitosa revista estuvo en cartelera hasta principios de octubre, siendo despedida con gran aplauso.
Solo unos días después, llega también al teatro la
prestigiosa vedette brasileña de burlesque Naja Karamuru, realizando allí sus
performances con impresionantes boas amazónicas, cual antecedente de la imagen e icono erótico del cine hollywoodense después representado por el famoso baile de Salma Hayek en el filme "From dusk till dawn" (1996). Naja vino especialmente para participar de la
revista de Campaña titulada "Crimen en el Tro-Lo-Ló", también en ese activo mes de octubre de
1954. Allí compartió escenario con otras 45 figuras entre las que estaban Roberta Simoes, Maritza Márquez y la infaltable Mary Marcel. Algunas de las legendarias hermanas Ubilla también llevaron sus talentos de vedettes a este escenario.
Sin embargo, sobre la Compañía Tro-Lo-Ló había comenzando a rumorearse ya entonces sobre una inminente salida de Day de la sociedad, como comentaba la revista "Ecran" ese mes. A pesar de esto, al poco tiempo se anunciaban desde la dirección que ya estaban programadas para el Roma la presencia de artistas de nivel mundial, como la vedette y actriz cubanomexicana Amalia Aguilar, la extraordinaria bailarina méxico-estadounidense Tongolele, el pianista escocés Roberto Inglez, la cantante brasileña Dalva de Oliveira y comediantes como Chito Morales, Orlando Castillo, Kika, María Godoy y Pancho Huerta.
También arribaron a la sala, por entonces, las infaltables proyecciones de películas , propuesta que estuvo allí prácticamente desde sus inicios. Había sesiones de rotativos en ciertos días de la semana, algunas con filmes policiales. Estas sesiones eran relativamente populares en el barrio de San Diego todavía en los años setenta y ochenta, cuando las atracciones familiares e infantiles estaban lideradas por los antiguos cines de esta avenida, todos ellos ya desaparecidos o bien transformados dramáticamente.
La entrada central que se ve en la imagen, al centro, era la principal del teatro en sus años de actividad. El bar Las Tejas era una entrada lateral de edificio. Más atrás, está el desaparecido café Roma.
Acceso la bar Las Tejas. Pasillo directo hacia la sala
principal del ex Teatro Roma.
Interior del exteatro. Se observa el escenario actual de Las Tejas, al fondo.
Antigua sala del Teatro Roma, ya convertida en el bar Las Tejas. Arriba está el balcón o palco superior del exteatro. Fuente imagen: Vivesandiego.cl.
En aquella mejor época para las luces y escenarios, además, el tráfico de la avenida San Diego era inverso al actual; es decir, hacia el sur. La cuadra del Teatro Roma y del Teatro Cariola solía estar colmada de vehículos estacionados a ambos costados durante los fines de semana, en los que llegaba el numeroso público de estas salas, como se ve un el capítulo entero que dedica Osvaldo Salas al mismo en su obra “El mimeógrafo”:
El teatro Roma era uno de estos domiciliados en la calle San Diego, creo estar seguro que era el más pequeño de todos los teatros de la mencionada calle, además, era el menos pomposo. También era evidente que su mantenimiento no era el más adecuado, sin embargo, compartía la característica de los otros teatros de esa calle, pues contaba con dos pisos. El primer piso era platea y el segundo piso balcón. Cuando funcionaba como cine, el balcón era más barato.
Los actos políticos y las proclamas se asentaron también en el Roma, como observa Salas. Se saben por ejemplo, que el famoso dirigente sindical Clotario Blest estuvo presente allí en un acto de conmemoración de la nacionalización de las minas de Bolivia, en noviembre de 1955. Don Clota tomó la palabra después de hacerlo también don Luis Zenteno, presidente del Centro Chileno-Boliviano de Cultura. Además, llegaron buscando refugio a la sala muchos de los revoltosos de la famosa “Batalla de Santiago”, que estallara a inicios de abril de 1957 como reacción por la ola de alzas decretadas por el gobierno.
También se recuerda la realización en el Teatro Roma de un gran acto de apoyo para la penúltima candidatura de Salvador Allende, en su intento presidencial apoyado por el Frente de Acción Popular. Esto sucedió el viernes 3 de julio de 1964, aunque el candidato socialista no logró derrotar al demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva en las votaciones del 4 de septiembre. Curiosamente, aún existen algunos rayados murales con el sello gráfico del “Viva Allende” (formando una X) en los subterráneos de algunas imprentas y restaurantes de estas cuadras, pues parece que el barrio tuvo sedes de su comando o bien ciertas simpatías hacia su candidatura. En el sótano de la popular fuente de soda y restaurante llamado Café Roma, ubicado en el mismo edificio a un costado del acceso al teatro, podían observarse algunas de estas misteriosas y antiguas inscripciones.
Sin embargo, ya durante el gobierno de la Unidad Popular a inicios de los setenta, el Teatro Roma se abriría a ser escenario también de oposición a Allende: en él se oyeron las protestas de unas 2.000 personas afectadas por la medida del Estanco Automotriz de 1972, administrado por la Empresa de Comercio Agrícola (ECA). Llegaron a la sala a organizar un mitin exigiendo la entrega de los vehículos que habían alcanzado a pagar al contado y por los que la estatal obligaba a poner la diferencia entre el valor ya cancelado y el oficial reajustado, aumentado por la inflación.
Ya en sus últimos años como centro artístico, resistiendo las restricciones a la vida recreativa y a la reunión que llegaron después de 1973, el Roma adquirió cierta atracción simbólica para los opositores del período. Además de acoger las presentaciones del movimiento de la Nueva Canción Chilena en su escenario, a partir del año siguiente, sucedía que el Movimiento de Izquierda Revolucionara (MIR) ya realizaba en él al menos dos actividades anuales: el aniversario de su fundación, cada 15 de agosto, y una ceremonia del 9 de octubre o días de alrededor de aquel, recordando al Che Ernesto Guevara tras su caída y ejecución en 1967.
A mayor abundamiento, ambas muestras se hacían con exposiciones de muy maltratado y roñoso material fílmico (Salas recuerda un documental sobre la Guerra de Vietnam con una victoria sobre la aviación estadounidense, y otro sobre la Guerrilla de la Sierra Maestra en Cuba), un discurso revolucionario correspondiente y una presentación musical, generalmente a cargo del grupo Karaxú!, del que fueron parte Patricio Manns y Mariana Montalvo, con canciones de protesta y contenido político. De acuerdo al mismo Salas, entonces, “servía este evento para preguntar por las personas de las que uno necesitaba noticias”, por lo que ambos encuentros hicieron del Roma un teatro que tenía, “además de una función social, una función informativa”. Y concluye el autor, reflexionando al respecto:
En resumen, el teatro Roma fue testigo de actos políticos que se llevaban a cabo un par de veces al año. Allí descargábamos toda nuestra energía, la cual creíamos que impactaba en la sociedad, pero lo cierto es que la sociedad no se enteraba de nosotros. Seguramente lo importante era sentir y convencerse de que esta actividad contribuía al cambio social. Obviamente, no era así. Recordando esos tiempos, el teatro Roma fue escenario, durante un corto tiempo, de eventos bastante similares. En aras de la verdad, no eran similares, en realidad, eran exactamente iguales. Cada vez se repetía la rutina matemáticamente, era copia de la copia; además acontecía siempre en el mismo lugar, en el teatro Roma. Por cierto, es asombroso que allí se reuniera en cada oportunidad la misma cantidad de personas. Pero no solo eso, sino que además la misma gente, con la misma ropa, con la misma energía, con el mismo lenguaje, con los mismos ideales, una vez tras otra. El éxtasis mayor se producía rigurosamente en ciertos pasajes del acto, por ejemplo, cuando se derribaba el avión americano y con la presencia del Che Guevara. Sí, ciertamente actuábamos aislados del resto de la sociedad, también es cierto que nuestro derroche de energía y entusiasmo quedaba entre las paredes del teatro Roma. Quizás por fortuna nunca reflexionamos sobre el grado de marginalidad que en realidad nuestros actos políticos tenían. Cuando con mis amigos de aquella época recordamos el teatro Roma, coincidimos que en ese momento al menos fuimos muy felices y todos coinciden plenamente (me incluyo) de que fue una época hermosa.
Edificio del Teatro Roma, con su zócalo comercial y altos residenciales.
El famoso cartel de la fachada del Teatro Roma, alguna vez pulcramente iluminado en las noches de funciones.
Alero en donde estaba la marquesina del Teatro Roma, hoy muy deteriorado. Se observa el Café Giuliano o Roma, remontado a los años en que funcionaba el teatro del mismo nombre.
El desaparecido Café Roma, que por años fuera un complemento ideal para el Teatro Roma y el Teatro Cariola, en las horas de espera o en fila para entrar a sus espectáculos.
En sus “Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990”, en tanto, Juan Pablo González informa que el Roma había sido el lugar de celebración de los cinco meses de existencia de la peña Doña Javiera, apodada la Casa Folclórica, que Nano Acevedo fundó a mediados de 1975 en los altos del club de tango Cambalache también en calle San Diego y que duró una década en funciones.
La fiesta con recital, realizada durante aquel encuentro, contó también con el propio Acevedo en el escenario y los artistas Magot Loyola, Tito Fernández, Jorge Yáñez y Los Moros, Los Curacas, Ortiga, Capri, Ana González, Patty Chávez, el Coro Santa María y los ballets folclóricos Antupay y Semilla. La jornada estuvo animada por Ricardo García y Freddy Hube. “Ese era todo el espectro artístico que podía actuar en la primera peña abierta en Santiago después del golpe de Estado”, reflexiona González.
El
Teatro Roma, ya reducido a ocasional cine y centro de eventos disponible en
arriendo, cesó sus funciones en los ochenta, pero tras lo que
parece haber sido una larga agonía. Parte del edificio residencial fue ocupada
también por oficinas de partidos políticos (socialista, comunista y demócrata
cristiano), pero nada conseguía revitalizar su sala hasta que una nueva camada de aventureros llegó con jarras, cañas y pipas; perniles, parrilladas
y terremotos, gracias al bar Las Tejas.
Hoy, solo ese cartel vetusto y la cornisa de lo que fue la marquesina quedan a la vista en la fachada del Edificio Roma, como registro de la presencia del teatro homónimo. Más vida tuvo el mencionado Café Roma de la dirección San Diego 240, popular restaurante y schopería que fuera una “previa” típica de los concurrentes del cine y de las presentaciones en esas salas y su isotipo fue la figura de un bailarín, precisamente. En el pasado, algunas galerías conectaban este espacio con el interior del teatro, incluso por el sector de los camerinos, a través de un sótano del edificio al que se accede por una bajada al costado del escenario.
Rebautizado como el Giuliano a partir de algún momento en su última etapa de vida (por su dueño, don Giuliano de Luca) el Café Roma, verdadero vestigio y bastión del tiempo que sobrevivía al pie del mismo edificio por cerca de 30 años, culminó sus días el martes 9 de agosto de 2022, cuando cerró sus puertas y comenzó a ser desmantelado por completo el interior del local. Muchos fueron sorprendidos con la noticia, tras creer engañosamente que el café estaba en buen pie a pesar de los duros últimos años que había sufrido el comercio capitalizó. Un cambio de propiedad en el inmueble fue la causa de su desalojo.
Hasta el interior del ex teatro, en tanto, el bar Las Tejas ha mantenido nuevas formas de espectáculos y entretenciones, permitiendo que la alegría y la recreación no hayan abandonado tan venerable sitio de la historia de las candilejas de Santiago. Sin embargo, el lugar también está bajo inminente amenaza: solo el gran emperador de los tiempos decidirá por cuánto más seguirán teniendo alojo allí esos bríos, en la ex sala "romana" de calle San Diego, ya a punto de desaparecer ante nuevos proyectos inmobiliarios. ♣
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