Algunos artistas y números del Casanova en la revista "Ecran", año 1947.
El Casanova llegó a Santiago en el clímax de las interminables galas de teatro picaresco y funciones de frivolidades; esas que en las noches eran alargadas hasta el alba con los bailables de chachachá, foxtrot, swing, jazz o mambo. Y ya no era extraño que, en esos momentos, se formaran nuevos barrios de jolgorio en torno a los principales locales que operaban como sedes de la entretención revisteril, cuyos personajes protagonistas fueron retratados por las cámaras de Alfredo Molina La Hitte, Julio Bustamante y David Rodríguez Peña, entre otros prodigios de la lente.
Precisamente eso fue lo que sucedió con el céntrico barrio del Teatro Ópera, en calle Huérfanos 835, corazón del llamado “Broadway Santiaguino”. Destacaron allí las más cotizadas figuras femeninas en las leyendas de las candilejas, haciendo época en distintos períodos de esta historia, como Iris del Valle, la multifacética Carmen Thalía, la vedette Eva González, la española Chechi March y las nacionales hermanas Ubilla. Se cuenta también de las varias femmes-fatales de este ambiente, cuya seducción habría sido la ruina para las vidas de muchos de los que cayeron embobados en el embrujo de esas miradas y caricias.
El más famoso de los shows de revistas, humor y chicas esculturales, máximo símbolo de la cultura del espectáculo nocturno chileno sin duda fue el Bim Bam Bum del Teatro Ópera, cuya sala estaba entre la actual Galería España y el edificio del ex Hotel Victoria, al centro de la cuadra de Estado hacia San Antonio. Sin embargo, esta historia tuvo un capítulo anterior bastante olvidado o acaso despreciado correspondiente al del Casanova, cuando el empresario y director musical Buddy Day hace surgir allí este primer centro recreativo y una experiencia que da inicio a toda una epopeya en el mismo lugar. En efecto, este club nocturno, boîte y music-hall fue el que cimentó la historia que sería después la propia del Ópera y de su inolvidable compañía de revistas y espectáculos.
Buddy Day era el alias artístico del destacado director de música y espectáculos de origen uruguayo Antonio Felis Peña, quien apareció alguna vez usando también los pseudónimos Félix Peña y Buddy Félix. Nacido en Montevideo en 1912 y devenido con el tiempo en empresario de espectáculos, el inolvidable prócer de la noche tuvo una divertida y venturosa vida muy relacionada con el ambiente bohemio del que supo vivir y amasar fortuna.
Había abandonado sus estudios en medicina y viajó a Europa en 1933, en lo que se suponía iban a ser solo unas breves vacaciones. Sin embargo, como sucedió a tantos otros vividores y ludópatas, en esta primera experiencia de viajes el aventurero se vio arruinado por malos negocios y por su poca austeridad de gastos, en especial ante las tentaciones de Montecarlo. Obligado a ponerse a prueba para subsistir, primero lo hizo como guía de turistas argentinos y uruguayos; luego, como director y arreglista de jazz, aprovechando sus conocimientos musicales y relación antigua con los instrumentos, pasión que cultivaba desde los tiernos ocho años.
En
ese último intento de conseguir el sustento, la fortuna comenzó a
sonreír a Felis Peña, asumiendo después el nombre de Buddy Day y
fundando su propia orquesta musical. Esta banda, integrada por muy
buenos artistas, llegó a ser comparada con la de Ray Ventura e incluso
considerada mejor entre algunos críticos, y por ahí hay quienes
sospechan que el nombre artístico del uruguayo se basaría en el mismo
jazzista francés.
Actualización: Vista de la fachada del edificio de Banco Hipotecario de Chile, antes de ser la boîte Casanova. Fuente imagen: Grupo FB Postales y Fotos Antiguas / Flickr Santiago Nostálgico.
Detalle de una vieja postal fotográfica de Adolfo Conrads, hacia la década de 1920, con el sector del edificio blanco del Banco Germánico atrás hacia el centro de la calle (futuro Casanova y Teatro Ópera) junto a la gran tienda Gath & Chaves. Se alcanza a distinguir el hemiciclo de su fachada, con la entrada principal que aún conserva el Edificio Ópera.
Aviso del Banco Germánico de la América del Sud en 1929, entidad que ocupaba el edificio de Huérfanos, después convertido en el Casanova y, más tarde, en el Teatro Ópera. Hoy es el Edificio Ópera.
Buddy Day y sus músicos, en 1942. Fuente imagen: MemoriaChilena.
Buddy Day en la revista "En Viaje", 1966.
Tocando el éxito, entonces, había emigrado desde la romántica escena artística francesa hasta los Estados Unidos, estableciéndose en Hollywood. Allá comenzó a estudiar cinematografía pero sin dejar su encanto por los instrumentos. Su nueva aventura sería fundamental para el proyecto de espectáculos que traería poco después hasta Chile, aunque volvería a dejarlo corto de recursos y con urgencias económicas que enfrentar.
En tanto,en 1935 ya se encontraba en Chile su hermano Eduardo Felis Peña, trabajando para la firma Arquitectura Sanitaria S.A. de la que llegó a ser gerente. Parece haber sido alguna recomendación de él, según todo indica, lo que convenció o motivó a Day para mover sus binoculares hacia Chile y tomar la decisión de probar un nuevo destino en el país durante la década siguiente, en un medio recreativo en donde ya destacaban artistas emergentes y las primeras promesas de la misma escena artística en la que iba a encontrar un cálido abrigo.
Comenzaba, de esa manera, la etapa más exitosa en la vida del artista uruguayo, ahora como empresario y director en el mundo del espectáculo y de la entretención nocturna chilena, en la que dejaría una huella imperecedera.
Day llegó a Santiago prácticamente con lo puesto, tras agotar todo su dinero en Hollywood. Como criatura nocturna, sin embargo, no tardó en zambullirse por completo en los círculos bohemios como los del café Olympia y el cabaret Zeppelin, realizando presentaciones musicales también en la boîte África de calle Moneda (entre Morandé y Bandera), en parte suya y donde llegaría a ser su atracción principal a mediados de los años treinta. Aparecerá su nombre en escena, poco después, para los intermedios de películas en el Teatro Caupolicán con “la notable orquesta de 18 profesores”, más el Cuarteto Frederick Hall, entre otros. También comenzó a ser invitado a algunas estaciones de radio en aquel período.
Cuando se había estabilizado en el país, Day fundó el café Esplanade, gracias a “la ayuda de algunos amigos (y también buenas amigas)”, según anota con picardía Osvaldo Rakatán Muñoz. Este establecimiento duró algunos años en un segundo piso de Teatinos con la Alameda de las Delicias, antes de hacerse vapor. Además, Day se enamoraría en Chile de Marta Kaulen, hermana del cineasta Patricio Kaulen, contrayendo matrimonio y echando raíces en el país por muchos años más, pues acá nacerían sus hijos Manuela, Julio, Juan Antonio y Hugo Horacio.
Day parecía predestinado a relucir en esas áreas recreativas, en la que todavía se introducía en el país y a pesar de la experiencia que ya lo precedía. Entre sus grandes aportes y logros como empresario de espectáculos en Chile, por ejemplo, iba a estar después haber traído de vuelta a la danzarina nudista y de burlesque Josephine Baker, audaz mulata norteamericana nacionalizada francesa quien, años antes, había hecho presentaciones en la sala del Hotel Victoria, vecina al Teatro Ópera. Empero, el director no tuvo el mismo buen resultado al traer a la cara y exigente Marlene Dietrich, advirtiendo que su halo de veneración internacional no prendió tanto en el público chileno como se esperaba, aunque de todos modos fue un suceso para las noticias de espectáculos de esos años.
No
mucho tiempo después de probar con el Esplanade, entonces, Day se había
puesto a disposición del periodista chileno-español Bobby Deglané para
el proyecto de un nuevo pilar de su ingenio y emprendimiento: la boîte y music-hall
Casanova, sitio concebido como centro de espectáculos y recreación sin
parangón en la ciudad de entonces. Deglané era, a la sazón, dueño del
club Jai-Alai en el paseo Bulnes, y había roto relaciones recientemente
con su escudero en aquel lugar, el maestro musical Federico Ojeda, quien
abandonó el barco quedándose en el Tap Room.
Avisos del Casanova en el periódico "Las Noticias de Última Hora", últimos meses de 1946.
Trío de bailarines Tip-Tap-Toe en el Casanova, compuesto por Brother Ford, Raymond Winfield y Sammy Green. De la primera generación de números internacionales ofrecidos por el establecimiento, año 1946.
El grupo brasileño Quatro Ases e um Coringa, en el período de presentaciones de los inicios Casanova. Revista "Ecran".
Dúo musical de Federico Waelder y Tulio Aguayo, estables del Jai-Alai, presentándose ahora en el flamante Casanova, año 1946.
Según parece, el nombre escogido para el nuevo local fue asociado a un solicitado tema del repertorio de Day y su orquesta, justamente: el slow-fox “Bailando en el Casanova”, interpretado y grabado por él con sello de RCA Victor ese mismo año de 1946, cuando se completaba ya la apertura de la boîte. Había sido publicada con “Samba de los millonarios” en el lado B, y decía la letra que acompañaba en las versiones cantadas de esta pieza en foxtrot con estribillo:
Bailando en el Casanova
por primera vez te vi,
desde entonces, vida mía,
vivo por ti.
Las estrellas en el cielo
alumbraron nuestro amor,
y la luna celosa
su luz ocultó.
El tiempo fugaz, de ti me alejó, mi vida,
y mi corazón, día a día, por ti lloró.
Hoy nos acerca el destino,
de nuevo juntos los dos
bailando en el Casanova,
mi amor.
El lugar escogido para el club, confitería y centro de eventos era un curioso edificio de fachada cóncava en calle Huérfanos entre Estado y San Antonio, ocupado hasta hacía poco como sede en Santiago del Banco Alemán-Sudamericano, o conocido más exactamente como el Banco Germánico de la América del Sud. El bello inmueble de estilo neoclásico y neorrenacentista, levantado hacia los años del Centenario, había sido confiscado a la casa bancaria recientemente en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, a causa de la ruptura casi forzada de Chile con los países del Eje y respondiendo a las presiones de los países aliados para debilitar las operaciones alemanas en Sudamérica. Fue así como lo tomó el ambicioso proyecto para adaptarlo y albergar en él al Casanova.
Luego de ser modificado el interior del edificio con una gran remodelación, transformándolo con esto en un lugar apropiado para los eventos y espectáculos, se preparó la apertura del Casanova a mediados de 1946 y bajo mando directo de Deglané. En junio, anticipaba la revista “Ecran” lo que iba a encontrar el visitante:
Recorrer los interiores del local que será el Music-Hall “Casanova” deja en el ánimo una impresión de fastuosidad que no se había sentido antes en el interior de un centro de diversión de Santiago. Aún sin terminarse, mientras los pintores dan las últimas “manos de pintura” a los relieves y murallas y se terminan las instalaciones de espejos y appliqués, se puede apreciar la sorpresa que acogerá a los visitantes de este local cuando sea inaugurado. Un bar francés a la entrada, un primer piso donde estará la pista de baile, un enorme escenario y las mesas; un segundo piso, donde habrá un palco oficial, un espacio tenuemente iluminado, mesas, una pequeña pista de baile y un bar, también pequeño, para los que gustan de un mayor recogimiento. Grandes camarines, una cocina inmensa y unas modernas instalaciones para la conservación y fabricación de algunos alimentos y golosinas.
Inaugurado el 10 de junio siguiente, conservó del inmueble anterior parte de los salones y la fachada europeísta del ex banco, en donde se observa el hemiciclo frontal del acceso, aunque con el tiempo quedó un poco escondido tras la marquesina y los luminosos. Interiormente tenía un excelente palco, gradería, salones con mesas, pisos alfombrados y finas lámparas colgantes. Tanto llamó la atención que, ese mismo año, se rodaron escenas nocturnas del filme musical “Sueña, mi amor”, del director italiano Eugenio De Liguoro, con Leo Marini y Chela Bon y Lilianette.
Para Tito Mundt en “Las banderas olvidadas”, el elegante club simplemente “ha sido la boite más elegante que ha tenido Chile”. La alta sociedad proveía su más importante público, por lo mismo, así que los shows debían estar a la altura del valor de la entrada, con artistas como Meche Videla, Ester Soré (aparece como Esther, en ocasiones), Yolanda Fritz, Aida Salas, la rubia hermosura de la cantante melódica Alicia Duncan -quien ofició como maestra de ceremonias en los inicios-, el humorista Manolo González y el joven Hernán Pelayo, barítono revelación de 19 años.
El propio Day tocaba allí en el club con su grupo, los Rythm Maker, mientras que los programas musicales quedaron bajo dirección de Alberto Méndez. Destacaba también el dúo de jazz y melódico formado por Federico Waelder y Tulio Aguayo, en piano y batería, respectivamente, prestados desde el Jai-Alai para varias de aquellas primeras noches; y la Orquesta de Jack Linen, que musicalizó los bailables. Subieron al escenario otras figuras como el tanguero Alberto Lago, el gran Hugo del Carril y el grupo Los Bohemios; las interpretaciones actuadas -con mucha evocación francesa en los personajes humorísticos- quedaban a cargo de actores como Iris del Valle, Eugenio Retes, Gabriel Araya y Eduardo Gamboa.
Las hermanas Violeta e Hilda Parra también pasarían por el no hacía mucho tiempo inaugurado Casanova, durante la época en que tocaban tonadas populares y boleros para ganarse la vida con peregrinajes dando shows en Santiago. De hecho, contaban sus viejos clientes que Violeta también se hacía acompañar allí, en aquellos años, de su pequeña hija Isabel, para ser parte de presentaciones en vivo que realizó tras alejarse de una compañía española de variedades.
Para las Fiestas Patrias de aquel primer año, se trajeron al Club estrellas internacionales como los bailarines de danza española Dolores y Fernández, venidos desde La Habana. Poco después, llegaron al escenario los talentosos bailarines negros del trío Tip-Tap-Toe: Brother Ford, Raymond Winfield y Sammy Green, quienes había actuado incluso en películas con Alice Faye y con el dúo humorístico Abbott y Costello. También debutaron allí los artistas cariocas de Quatro Ases e um Coringa. Eran tantas buenas noticias en seguidilla que hasta se llegó a hablar de un inminente retorno de Ojeda al círculo de Deglané, haciendo las paces con él y dejando el Tap Room; o que la Orquesta de Lorenzo D’Acosta dejaba la boîte La Quintrala para irse ahora al Casanova, noticias que resultaron ser solo paparruchas del ambiente del espectáculo.
Festivales infantiles en el Casanova, año 1947. Imágenes publicadas por la revista "Ecran".
Reapertura del Casanova en 1947, tras algunos cambios administrativos. Imagen de la revista "Ecran". En la mesa están: Alfonso Reyes Messa, el patrón Bobby Deglané, Iris Donath y Domingo Durán.
Nota de la revista "Ecran" sobre el cierre del Casanova, en noviembre de 1949. Se ve la fachada del ex Banco Germánico con la marquesina y cartel luminoso del club.
La artista Ester Soré cuando aún oficiaba como anfitriona del Casanova, al momento de su reapertura de 1947.
A pesar del buen perfil del music-hall, Hernán Millas comenta en “La Sagrada Familia” de una ocasión, también en los inicios del club cuando la joven Adriana Cousiño, hija descarriada y permanente dolor de cabeza del copetudo Arturo Cousiño Lyon, el acaudalado heredero del magnate dueño de las minas de carbón de Lota, se subió a una de las mesas del establecimiento para comenzar a improvisar un streptease ante la asombrada concurrencia, aprovechando el ritmo del foxtrot que tocaba la orquesta.
Sin
embargo, la fastuosa inversión, la fama y la publicidad del Casanova no
resultaron ser fórmula suficientemente segura ni garantida para el
éxito. A los pocos meses de abierto ya corría el rumor de rupturas en su
administración y de la sombra de una quiebra. De hecho, se suspendieron
sus funciones y se cerró el club entre la Navidad de 1946 y marzo del
año siguiente, para reabrir ahora con Day como principal dueño. Aunque Deglané seguía presente en el club, participando incluso de la noche con banquete y programa de reapertura. Empero, con el tiempo se
alejó del negocio y después marchó definitivamente a España, en donde
llegaría a ser uno de los locutores más famosos de la generación de comunicadores en la era franquista.
Tras aquel período con los adminitrativos comentados y algunos ajustes extras, hacia fines del año inaugural, se iniciaron en el Casanova presentaciones de matiné infantil en el club, todos los miércoles, en las que destacó un niño artista de 11 años, cantante y bailarín, llamado Willy Paiva. También se había estado presentado el comediante Pepe Iglesias con el papel de El Zorro, quien en esos momentos incluía en su agenda laboral también a las presentaciones de los teatros Lux y Santiago. Eran los mismos días de las presentaciones de los hermanos Barrientos, la cantante argentina Chora Bosch, la bailarina Myriam Oliver y el artista Alejandro Lara.
Tras algunos ajustes, la boîte fue reabierta hacia mediados de diciembre de ese mismo año 1946, con las presentaciones de la Gran Orquesta de Évano de Jaime Camino, el quinteto Los Chicombos y la sensacional banda Los Diamantes Negros. Varios de ellos actuaban en otros conocidos centros bohemios del momento, como la Terraza del Teatro Coliseo. También habían llegado en esos días los rumberos Mercedes y Juan Aguilar, el trío de bailarines de swing y boggie boggie Los Colegiales, la Mulata Mercedes, el cantante Gran Israel y la esbelta bolerista Marión Randall.
El Casanova de Day también sirvió para teatro de cámara por entonces, montándose en él obras preparadas por Emilio Martínez y Fernando Cruz, entre las que estuvieron, hacia fines de los cuarenta, “La señorita Julia” de August Strindberg y “Se arrienda casa” de Gabriel d’Hervilliez. A veces se transmitían desde el club espacios musicales por las radios, como el anunciado en revista “Ecran” de septiembre de 1947 bajo el título “Hasta la hora de las brujas”, de 23:30 a medianoche, en Radio O’Higgins (CB 114) y con la orquesta del maestro en vivo. También se compartían artistas traídos a la casa con estaciones como la Radio Sociedad Nacional de Minería.
Poco después, durante ese mismo año al mando de Day, tuvo lugar la visita de la bailarina Baker al club, con un show en el que participaba el compositor francés Jo Bouillon y en el que se involucraba a gente del público.
Con Ester Soré como maestra de ceremonias, ahora el Casanova sí contaría con la orquesta del maestro Ojeda. Los excelentes contactos de Day permitieron la llegada a su escenario de los artistas de La Mexicanita y sus Chinacos, Mario Arancibia, Tamara y Orloff, la actriz y showoman Malú Gatica, el ritmo tropical de Margarita Lecuona, el crooner Glenn LeRoy, Mario Arancibia, el cubano José Fernández Valencia, el trío mexicano Los Rancheros, los cómicos Tito y Lalo, el cancionero español de Marujita Montés, el curioso show musical-pictórico de Rodríguez Nieto, la vedette española Lolita Torres y el imitador brasileño Vidreiras, sólo por nombrar algunos de los principales. Animó alguna vez también Yolanda Castelli.
Day y su orquesta continuaron tocando en vivo en establecimiento, con arreglos y piezas que semejaban a las representaciones más refinadas de París o Hollywood, esas que él conoció bastante bien. Mundt agrega que su principal socio y colaborador en esta experiencia había sido Mao Rojas.
Ya entre 1948 y 1949, el Casanova se consolidó como lugar de importantes reuniones sociales de gremios artísticos y de periodismo de espectáculo, con varios eventos y programas relacionados también al rubro radial. La cantante uruguaya Mabel Ortiz, por ejemplo, vino a presentarse en Radio Cooperativa y el Casanova, por entonces, pues aún continuaba el gran intercambio de artistas con los medios. En muchas opiniones de esos años, definitivamente era el lugar más reputado y prestigioso de su tipo en todo Chile, por lo que muchas visitas célebres acudieron al mismo siguiendo la recomendación de natural de su buena fama. Su bar y restaurante atraían también a la bohemia diurna.
Sin embargo, por atrás de las luces estaba sucediendo que los efectos económicos y sociales de la post Segunda Guerra Mundial comenzaban a sentirse fuerte sobre una apuesta tan demandante y de alto mantenimiento como era el club. A pesar de los esfuerzos y esperanzas de Day, no pudieron ser contrarrestadas tales influencias entrópicas y empezaron a sentirse fuerte en las proyecciones del negocio durante aquellos meses, inevitablemente.
A lo anterior se sumó cierta irregularidad del público para con las funciones diarias de la boîte. Algunos conflictos sindicales con los artistas conspiraron también para el éxito de un establecimiento con presentaciones diarias de espectáculos, según se ha dicho... Era la tormenta perfecta.
Antes de alcanzar a cumplir un lustro de actividades, entonces, Day decidió suspender las actividades artísticas del club poniendo fin a la corta pero intensa vida del que se llegó a estimar como el más importante y prometedor centro social de la época. Apareció súbitamente cerrado y con un cartel informando de transformaciones, algo que la revista "Ecran" del 22 de novienbre de 1949, también sorprendida por la noticia, comentaba de la siguiente forma:
Un buen día el Casanova apareció cerrado y justamente cuando el público esperaba seguir escuchando a la extraordinaria cantante que es Rayen Quitral. Un letrero anunciaba: "Cerrado por transformación". Se dice que sus puertas volverán a abrirse para dejar paso a una sala de cine... ¡Esperemos!
Tratando de resignarse, entonces, al poco tiempo Day reinauguró el lugar como Teatro Rotativo Ópera, con inocentes proyecciones de películas… El lánguido negocio permaneció en esta triste situación por un par de años, hasta que lo cerró definitivamente en 1952, alegando quiebra y cese total de actividades. En pocos años, entonce, el Casanova se había inscrito en una parte de la mitología menos conocida de la semblanza bohemia chilena, a pesar del hito que marcó en la línea histórica de las noches de oro y que ahora llegaba a su ocaso.
Sin embargo, como Buddy Day no era hombre que levantara banderas blancas, tampoco tardó en demostrar que podía romper todas las maldiciones y conjurar hasta el peor de los destinos que no fuesen la muerte: el músico y empresario comenzó a trazar una idea todavía más ambiciosa; la más audaz que fue capaz de concebir para revivirlo, gestándose lo que iba a ser, poco después, su más grande acierto. Iba a nacer, así, la inolvidable y legendaria Compañía de Revistas Bim Bam Bum del Teatro Ópera.
Empezaba con ella el capítulo más esplendoroso y notable de las candilejas revisteriles y bataclánicas en la historia de Santiago, pero sepultando en el olvido al anterior intento del agotado Casanova que, sin embargo, había sido su hoy desdeñada matriz gestacional. ♣
Comentarios
Publicar un comentario