♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣

MONEDA 973: UNA MISTERIOSA GALERÍA DE LOS BUENOS AÑOS RADIALES

 

El mismo famoso Auditorio, ya bajo el nombre de la Radio Minería, hacia 1950, en el entonces también célebre piso 3° del edificio, a un costado de la Galería Comercial. Fuente imagen: Discotecaotonal.blogspot.com.

Ya es casi una leyenda urbana en el sector de calle Matías Cousiño, en pleno centro de Santiago: una gran galería comercial ostentando un pasado relacionado estrechamente con la radiofonía nacional, escondida dentro de uno de los edificios que dan forma a este pasaje capitalino. Prácticamente, nada afuera del mismo hace sospechar de su existencia, por lo que su presencia se ha convertido en una suerte de secreto iniciático, para los buenos conocedores de la ciudad.

La galería está en el Edificio Comunidad Moneda-Agustinas, situado en la cuadra entre las calles Moneda, Agustinas y Matías Cousiño, ocupando la mayor parte de la misma manzana incluso hasta la esquina de Ahumada con Agustinas. El resto del rectángulo de la cuadra lo forman los edificios del lado de la peatonal Ahumada, incluyendo el que acogió en sus sótanos al clásico club Waldorf y luego a los entretenimientos Diana.

Aunque hay poca información publicada sobre el magnífico edificio, destaca la del trabajo “Santiago Centro. Un siglo de transformaciones” de la Ilustre Municipalidad de Santiago, y algunas líneas en la “Arquitectura y modernidad en Chile” de Humberto Eliash y Manuel Moreno. Destinado a oficinas y comercio, con varias escaleras de caracol, está sentado en un terreno de 4.010 metros cuadrados y su superficie edificada abarca 35.683 metros cuadrados, de acuerdo a la Ficha N° 685 de Inmuebles de Conservación Histórica de la Municipalidad de Santiago, pues está considerado en tal categoría por disposición del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Alcanza los diez pisos, contando el entrepiso, en 32 metros de altura rematados por las salas de máquinas de los elevadores, al final de las escaleras. Destinado desde sus orígenes a oficinas y establecimientos comerciales, sus accesos son por Agustinas, Cousiño y Moneda. A espaldas del mismo, separándolo de los demás edificios, hay gargantas de patios interiores. Tiene un pequeño casino en el entrepiso, además de algunos cuartos administrativos en sus primeros niveles.

La mole de líneas art decó se corresponde con el estilo desarrollado ya hacia rasgos monumentales en los años treinta de Santiago, imitando la escuela arquitectónica de Chicago con resultados de gran elegancia y belleza. Es muy simétrico en sus líneas, con grandes accesos de portales y vértices redondeados con observatorios en sus cúspides. Sólida obra de albañilería del prestigioso arquitecto Alberto Siegel e hijo, aunque ahora esté repartida entre varios particulares su primer dueño y solicitante del proyecto de construcción había sido el Banco de Chile, con su enorme y lujoso palacio en la vecina cuadra de Ahumada con Agustinas, también obra de Siegel. La empresa constructora fue Bade, Albertz y Cía. Ltda., cuyo socio Enrique Albertz sería el encargado de levantar después el conocido edificio de la tienda Los Gobelinos, en Merced con Ahumada.

Los locales de comercio dispuestos desde el inicio a régimen de renta en el zócalo, convivían también con el espacio que perteneció alguna vez al Cine Teatro Cervantes, cuya entrada estaba en Matías Cousiño 134. Puesta en servicios en 1940, en la sala hubo exhibiciones de películas y conciertos de música docta como los de la Sociedad de Música de Cámara y del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile. Era algo habitual que los concurrentes al Cervantes pasaran también al segundo cuartel que tuvo el restaurante Pinpilinpausha de don Mauricio Sanz, en la cuadra anterior de Matías Cousiño, recordado por autores como Roberto Merino. El exteatro está tan transformado hoy que cuesta reconocerlo, correspondiendo después con un centro de apuestas hípicas.

Interiormente, los pasillos del edificio pueden resultar un poco confusos al inicio, pero hay un diseño bastante intuitivo en las rutas de desplazamiento cuando se lo explora mejor. Algunos de los espacios usados por la administración realmente parecen recreaciones de cómo pudo haberse visto este lugar en sus primeros años, más allá del envejecimiento, conservándose hasta los muebles originales.

Lo que más asombra, sin embargo, es la extensa y alguna vez esplendorosa galería comercial del tercer piso, de dos codos (en los extremos) y formando el trazado de un medio rectángulo, conectada a tres grupos de ascensores y redes de escaleras. Abarca todo este nivel entre Agustinas y Moneda, por lo que se trataría también de una de las galerías más grandes de su época. Fue llamada en el pasado Galería Comercial Agustinas, Galería Moneda 973 y, más exactamente, Galería Comercial Moneda-Agustinas.

Su diseño se ordena como una fila de voluminosas columnatas y vidrieras de los escaparates, cada espacio numerado a ambos lados del corredor con elementos muy acordes al art decó dominante y al período histórico.

El Edificio Comunidad Moneda-Agustinas, esquina de Agustinas con Ahumada, años ochenta. Imagen publicada en "Arquitectura y modernidad en Chile / 1925-1965. Una realidad múltiple", de Eliash y Moreno.

Agustinas vista desde las alturas, entre las calles Estado y Ahumada, por entonces abiertas al tránsito vehicular. Al centro, calle Matías Cousiño y el Edificio Comunidad Moneda-Agustinas haciendo la esquina derecha. Detalle de una fotografía de 1964, tomada por  Higinio González y el piloto Juan Pablo Avendaño. Donada al Archivo Visual de Santiago por Avendaño. Fuente imagen: Archivovisual.cl.

Otra fotografía de J. Alsina hacia 1970, con la calle Agustinas vista desde Estado hacia el poniente y el Edificio Comunidad Moneda-Agustinas justo en la esquina con Matías Cousiño, antes de llegar a Ahumada. Imagen de J. Alsina, Donación Teatro Municipal a los archivos del Museo Histórico Nacional.

El flamante Auditorium de la Radio Carrera, la primera en establecerse en el edificio, antes de pasar a ser la radio de la Sociedad Nacional de Minería. Era considerado, a la sazón, el más elegante que se había construido en Chile,  con muebles de lujo para el público asistente. Imagen publicada en la revista "Ecran" de agosto de 1941.

Sala de equipos de la Radio Carrera, considerados de la tecnología más moderna llegada a Chile en aquellos momentos. Imagen publicada en la revista "Ecran" de agosto de 1941.

Afiche de fiesta infantil de la Radio Minería, en ayuda de los niños hambrientos de Checoslovaquia, en 1945. Diseñado por Francisco Otta y recuperado por Alejandro Godoy en "Historia del afiche chileno". La fiesta tendría lugar en la sala de la radioemisora, en el mismo edificio.

 

En la gran galería hoy se pueden encontrar peluquerías, centros de belleza, barberías, locales de masajes de relajación, centros médicos, centros de fotocopiado, servicios de depilación, una oficina de ingeniería, un local de venta de minerales y hermosos cristales naturales, pequeños cafés con venta de  bocadillos y platillos de colaciones, confecciones de vestuario masculino, sastre, moda femenina, etc.

Hubo una época, sin embargo, en que este sitio escondido estuvo lleno de muchachos y colegialas esperando que asomara alguno de sus ídolos artísticos por allí, para arrojárseles encima con un abrazo o un beso… Época casi olvidada, por supuesto.

Sucede que parte de esta galería comercial y del resto del tercer piso estuvieron relacionados estrechamente con la edad dorada de la radiodifusión chilena: allí funcionó la Radio Carrera, luego convertida en Radio Minería, y hubo otro sector de dependencias que pertenecieron después a la Radio Agricultura.

Las emisiones de la Radio Emisora Carrera debutaron en aquel lugar el lluvioso lunes 21 de julio de 1941, con auditorio lleno y poniendo en marcha equipos de transmisión considerados los más modernos de ese momento en el país. Su lugar en el dial fue el CB 126, mismo que antes había pertenecido a Radio España, reemplazada por esta nueva emisora.

La dirección precisa de la radio era por la entrada de Moneda 973 en el nivel de la galería comercial en donde estaban su estudio y las oficinas administrativas, y los acceso a sus estudios del tercer piso eran por Matías Cousiño 150. El amplio auditorio que ocupaba allí la emisora era uno de los más lujosos del país, si no el principal, y por cuya elegancia Carrera fue llamada “La radio forrada en lamé”. Allí estuvo el astro mexicano Agustín Lara el lunes 22 y martes 23 de septiembre de 1941, por ejemplo.

Sin embargo, a pesar de las expectativas y de su dirección por exitosos empresarios, comunicadores y hombres de espectáculos, como Ricardo Moller, Mario Peccini y Carlos Cariola, Radio Carrera partió con problemas no bien fue inaugurada, siendo muy mal evaluada por la revista “Ecran”. Perduró la crítica por su enfoque poco ameno y por presentar incluso programas copiados de otras emisoras, según se dijo entonces.

Otros errores cometidos por los directores de Carrera le valieron escaso afecto en la prensa de medios, a pesar de que, por su sala, ya pasaban excelentes artistas de la época, como Los Cuatro Huasos, Buddy Day y su Orquesta o el actor-poeta argentino Juan Carlos Cohare.

Cuando la situación de la radio se hizo insostenible y requería de una transformación profunda, fue adquirida por la Sociedad Nacional de Minería gracias a una iniciativa de Hernán Videla Lira, para darle voz y representación al organismo. De esta manera, el 22 de junio de 1943 fue convertida en la Radio Sociedad Nacional de Minería, al mando de Fernando Ortúzar. La mejor época de la galería comercial y radial había comenzado con este cambio.

Los primeros artistas que se presentaron allí, en días inaugurales, fueron el pianista polaco Witold Malcuzynski y el artista francés Daniel Ericour, además figuras provenientes del elenco artístico de la anterior Radio Carrera, como Sonia y Miriam, Cora Santa Cruz o Marta Petit. “El resto del conjunto artístico de la emisora de la Galería Comercial se está formando rápidamente bajo el ojo certero de su actual director, Ricardo Montenegro”, informaba “Ecran” con mejor y más optimista tono que antes. Su voz principal fue la de Carlos de la Sotta, durante aquel período de debut.

Más tarde, la estación de la Sociedad Nacional de Minería pasó a ser llamada Radio Minería a secas, rimando con su recordado eslogan “La radio de la mayoría” y las cortinas con el tema “Welcome”, del director musical Eric Ball.

En donde hoy sobreviven unas puertas metálicas al extremo de la galería, solía tener lugar la espera paciente y diaria de muchas chicas llamadas “calcetineras”, que aguardaban para arrancarle un autógrafo a ídolos del momento como Buddy Richard o José Alfredo Pollo Fuentes, según recuerdan aún los comerciantes de este sitio. Era cosa cotidiana, entonces, el que muchos jóvenes y mujeres estuvieran desplazándose por escaleras, pasillos y ascensores del edificio, asistiendo a las presentaciones en vivo o esperanzados en toparse con alguno de sus ídolos; en el peor de los casos y como premio de consuelo, conocer el rostro de alguno de los locutores.

Los programas especiales desde el auditorio de la radio eran anunciados también con afiches, especialmente cuando se trataba de eventos especiales o a beneficio. Tal fue el caso de una fiesta infantil de la radio organizada en ayuda de los niños hambrientos de Checoslovaquia, en 1945: diseñado por Francisco Otta y recuperado por Alejandro Godoy en “Historia del afiche chileno”, el respectivo póster decía que la fiesta tendría lugar en la sala de la radioemisora.

Desde los mismos estudios, además, fue transmitido el primer programa chileno de televisión artística, el 7 de enero de 1953, hito también celebrado por la revista “Ecran” a los pocos días. Dicha transmisión formó parte de un programa llamado “La Cadena de la Amistad” dirigido por Lucy Dunsmore, participando en él próceres de la radiofonía y las candilejas chilenas como Eleodoro Achondo, Raúl Matas, Sonia Vidal, Lucho Gatica, Pepe Carrera y Theo van Rees. Se pudo ejecutar a través de un circuito cerrado de transmisión dentro de los mismos estudios. Matas, además, condujo en la radio la primera etapa uno de los programas más longevos del país: “Discomanía”, que se transmitió desde 1946 hasta 1975.

Esquina del gran edificio de la galería, en Agustinas con Ahumada.

La galería comercial del tercer piso, vista de sur a norte. En alguna época estuvo atestada de fans de los artistas de la radio y de concurrentes a la célebre sala de espectáculos.

Codo sur de la galería comercial, en donde estaban los estudios de Radio Carrera y luego Radio Minería.

Espacio comercial Danielita y sus locatarias. Posiblemente, era la exsala de equipos de la Radio Minería.

Codo norte de la galería, hacia el lado de Agustinas.

Neones en la vidriera de un salón de belleza, hacia el centro de la galería.

Ventanas con diseño de vitrales, en las escaleras laterales del edificio, adyacentes a la galería.

Fue tan importante y determinante la presencia radial sostenida por Minería en el edificio que la Radio Sociedad Nacional de Agricultura, también a inicios de 1953, tomó la decisión de instalar en él su propia sala de grabaciones y auditorio de la mano de la compañía RCA Victor, aunque varios pisos más arriba.

Pasaron por CB 126 del dial, además, figuras de la talla de Aurelio Rojas, José María Navasal, Sergio Livingstone, Raquel Correa, Alejandro Michel Talento, Julio Tapia, Julio Martínez, Roberto Romero o Juan Carlos Gil; y artistas como Pedro Mesías, Los Peregrinos con Raúl Shaw Moreno, Violeta Parra, Los de Las Condes, el Dúo Rey-Silva, Rayén Quitral, Tato Cifuentes, Margot Loyola, Jorge Romero Firulete, los Hermanos Lagos, el maestro Vicente Bianchi y el internacional Paul Anka. Todos ellos caminaron por la misma galería comercial hoy escondida en el edificio, de ida o de vuelta desde la radio, para presentarse en el auditorio o ser entrevistados en programas como el “Buzón de Radio Minería”, conducido por Humberto Cecchi.

Otro episodio de importancia histórica para los tiempos de Radio Minería en el edificio es que esta estación estuvo encargada de la transmisión radial de las primeras versiones del Festival de la Canción de Viña del Mar, a partir de 1960, encuentro por entonces muy precario y modesto. Información dispuesta por el Museo de la Prensa agrega que el primer animador del encuentro fue Ricardo García, locutor de la misma radio y muy popular a la sazón, con un show en el que participaban artistas conseguidos por el Casino de Viña del Mar, como el humorista Carlos Helo y el conjunto Los Huasos Quincheros, presentándose durante los cinco días seguidos que duró el festival.

Empero, dado aquel crecimiento que ya hacía poco el espacio disponible en el céntrico edificio, los estudios y oficinas de Minería se mudaron a Providencia 2640 y, posteriormente, a Miguel Claro 161, viviendo su época más boyante. Y con el tiempo, también su ocaso: tras 57 años de labor y siendo una de las emisoras más importantes del dial AM, la estación realizó su última transmisión el miércoles 31 de marzo de 1999, uno de los más tristes para la historia radial chilena.

El alejamiento de la radio también sentenció el futuro de la galería del tercer piso, al retirar público y prosperidad desde la misma. Ya no fue más un paseo de los asistentes a los estudios, ni una oportunidad de recreación de los concurrentes. Al menos se pueden ver dos de los locales de la misma que habían formado parte de las desaparecidas instalaciones radiales, según recuerdan allí: uno es, ahora, el café y expendio de comidas llamado Danielita, cuyas locatarias están enteradas de que el espacio que ocupan su cocina y barras fue la antigua sala de equipos de transmisión de Minería. El otro local sería el vecino, estudio menor convertido en una oficina bancaria.

Las que antaño fueron salas y estudios radiales, en tanto, están perdidos atrás del pasaje comercial, llegando por la vuelta de la misma galería en donde hoy se ven las señaladas puertas que, en aquel entonces, eran el acceso esas dependencias ya inexistentes.

Como es de esperar con un lugar tan recóndito y olvidado dentro de la arquitectura céntrica de Santiago, el público que llega hoy allí es muy específico, por razones funcionales y, por lo tanto, mucho más escaso que en las galerías comerciales de zócalos que abundan en el centro de Santiago. A pesar de esta situación, es un buen ejemplo de lo bien conservada que está la fábrica original del edificio: mantiene prácticamente la totalidad de sus piezas originales, ventanales con vitrales de las escaleras, las de sistema de cierre tipo guillotina, rejas plegables en algunos intermedios entre escalas, pasamanos de bronce, baldosas geométricas y las puertas de estilo Broadway de varios locales y pasillos, con mucho uso de espejos, vidriería, bronces y placas de color azabache.

Sumado todo aquello a su pasado relacionado con radios y espectáculos en vivo, claramente este lugar es uno de los sitios modernos de mayor valor patrimonial en el centro de la capital, para lo que fue la historia de las comunicaciones chilenas y sus candilejas. De hecho, es tanta la intriga y, a la vez, el encanto que genera la galería como lugar casi secreto de la ciudad, que ha sido visitado por equipos de algunos programas culturales y estudiosos de la arquitectura, sin dejar de causar asombro a quienes descubren su existencia.

No obstante, siendo un ejemplo escaso en la arquitectura chilena, la contrastante cantidad de locales cerrados en la misma galería , a causa de una decadencia que arrastra -cuanto menos- desde fines de los ochenta y con los últimos golpes arrojados por el devenir, pone en urgencia la necesidad de un esfuerzo por recuperar este sitio y evaluar posibilidades viables para devolverle una parte siquiera del público que tuvo antaño, por supuesto que evitando trazar solo quimeras. ♣

Comentarios

♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣