Aviso del Restaurant París en "La Nación" del 1 de enero de 1927.
Echando cuentas por los calendarios, suponemos que esta historia comenzó en la avenida de la Cañadilla de la Independencia, en la comuna del mismo nombre, y diríamos que hacia Centenario o poco antes. Ubicado en la misma vía justo enfrente de calle Aníbal Pinto, en un edificio ya desaparecido, había por entonces una cantina regentada por todo un personaje de aquellas lejanas noches, querido por unos y odiado por otros: el comerciante Laureano León Pérez.
Se trataba de un hombre que siempre exaltó sus negocios mostrándose como un buen anfitrión ante sus comensales, a la vez que debió ser bastante rudo con los ebrios molestos o los revoltosos, ya que su carácter no era tan apacible. No cuesta suponer, además, que haya sido un admirador de las carreras hípicas, por razones que acá quedarán bastante visibles. Empero, su personalidad tan fuerte y quizá desafiante lo puso en problemas con autoridades y conciudadanos en más de una ocasión, de acuerdo a lo que arroja la búsqueda de su nombre en páginas de diarios antiguos, particularmente en la lista de citaciones judiciales.
Es probable que la ubicación de aquel antiguo negocio suyo, en el mismo sector en donde había estado el viejo Hipódromo de la Cañadilla (por allí cerca de donde llegó después el Teatro Independencia) haya influido en el curioso nombre que adoptó el boliche de don Laureano: Hipódromo Argentino. Sin embargo, en la prensa de la época puede verificarse que el mismo era llamado el Restaurant Argentino.
Ya entonces, el indómito cantinero parece haber estado en permanente disputa con los vecinos, algo que se extendió durante todo el tiempo en que permaneció allí.
Empero, sucedía también que un segundo (¿o primer?) establecimiento del mismo don Laureano existía ya en 1913 en la esquina de calles Brasil y Rosas, hacia el poniente de la ciudad de entonces: el Bar Hipódromo Argentino, propiamente tal. Es inevitable no asociar su nombre a la ubicación de la otra cantina del dueño, en avenida Independencia, aunque parece que esta de barrio Brasil era un poco más elegante. Como correspondía, el dueño aseguraba a su público que atendería personalmente allí.
Bar Hipódromo Argentino en revista "Zig-Zag" de enero de 1913.
La misma fotografía de la publicidad del Bar Hipódromo Argentino, en 1913.
Publicidad para el Restaurant París de calle Bandera, en noviembre de 1926.
Publicitado a página completa por revista "Zig-Zag" a principios del año mencionado, el Bar Hipódromo Argentino de avenida Brasil viene a ser, junto a otros casos como el Casino Brasil (vecino al teatro homónimo), un antecedente de la intensa bohemia que ha existido en aquella arteria de la capital chilena, especialmente visible en nuestro tiempo. El bar prometía en su aviso estándares de primer orden, solo con "licores importados por la casa" y disponiendo para el público de su "gran Piano-Orquesta único en Sud-América". La fotografía que acompañaba a esta publicidad confirma la elegancia de una barra tipo británica, con espejos a espaldas de quienes las atendían.
Sin embargo, pocos años después una carta del Comité Pro-Adelanto de la entonces llamada 5ª Comuna Cañadilla, situada históricamente entre los antecedentes de la futura Comuna de Independencia, fue publicada en el diario "La Nación" del martes 31 de julio de 1917 con una denuncia dirigida a la Intendencia de Santiago y en contra del Restaurante Argentino de Independencia. En ella podemos ver un retrato no solo del carácter del establecimiento de marras, sino también del que ostentaba su controvertido dueño: dice la minuta que el presidente del Comité, don José Dolores Gajardo Guzmán, había sido agredido y amenazado por don Laureano "en un lugar público del centro comercial" durante el día 14 del mismo mes, debido a las diferencias y disputas que ambos mantenían desde hacía rato.
A punto seguido, la carta del Comité señalaba que el Restaurant Argentino era un "establecimiento contra el cual esta institución ha hecho reiteradas representaciones ante las autoridades locales, pidiendo su clausura por infringirse allí la ley de alcoholes y cometerse desórdenes que constituyen frecuentes escándalos para el vecindario". Más adelante, señalaba a la misma autoridad que "no es tolerable que un cantinero sin Dios ni Ley amenace la vida de un vecino que goza de toda nuestra confianza y consideración", exigiendo así tomar medidas al respecto.
Aun fiándonos de la veracidad total de lo que señalaba el Comité contra don Laureano, la honestidad exige recordar que aquella clase de denuncias por escándalos y violaciones de patentes comerciales eran algo bastante común en los antiguos negocios de La Chimba, más todavía entre aquellos ubicados en las cuadras cercanas al Mercado de La Vega Central. Quedará en la discusión, entonces, si la violencia que llegó a compartir su propietario en aquel incidente, era tan grave como se describe, y si acaso tuvimos tempranamente en Chile un anticipo del cuestionable modelo hoy representado por el personaje Moe Szyslak, de la serie animada "Los Simpsons".
Tiempo después, hacia 1926, don Laureano ya estaba al timón de otro restaurante al que también atendía personalmente, ahora prometiendo ambiente de almuerzos y cenas familiares y a precios módicos. Se trataba del Restaurant París, en la céntrica ubicación de Bandera 331, junto al lugar que actualmente ocupa el Pasaje Comercial Agustín Edwards y cerca del cruce con calle Huérfanos.
Caluga publicitaria del Restaurant París en noviembre de 1926, diario "La Nación". Se advierte que era bastante económica su oferta.
Más publicidad para el novedoso Restaurant París en "La Nación", en diciembre de 1926.
Publicidad para el Restaurant París en enero de 1927.
Para el primer día del año 1927, el París anunciaba que "amenizará sus almuerzos y comidas con la mejor orquesta de Santiago, dirigida únicamente por profesoras señoritas". Esta interesante banda musical era la llamada Orquesta Barnett, probable eco de la moda iniciada por la Orquesta de Damas Vienesas y que tenía cierta relevancia desde la década anterior. Además, el local disponía de un gran salón de banquetes y "diariamente más de treinta exquisitos guisos, que por su preparación tan sana y alimenticia, hacen agradable al paladar", con una lista que solía ser publicada en periódicos como "Los Tiempos". Sus especialidades más populares incluían entradas de alcachofas, cazuela de ave, espinacas a la crema, asado de cordero con puré y postres de flan, además de té, café y pastelería.
En otro aspecto, parece que el rasgo "hípico" era algo irrenunciable para don Laureano ya que, también en enero y febrero de 1927, una pequeña caluga publicitaria del establecimiento publicada en varias ediciones del diario "La Nación" prometía a los clientes del París estar sus comedores "abiertos los domingos con almuerzos y comidas hípicas". Como se recordará, el domingo era por excelencia el día de los fanáticos de las carreras de caballos, llenándose los centros de apuestas y de reunión en el centro de Santiago, con entusiastas alrededor de un parlante radial, como recordaba Daniel de la Vega. "Los domingos por la tarde, para poder andar con decencia por el centro, era indispensable poseer algunos conocimientos hípicos", comentaría el escritor.
Como era tan común en aquellos años, además, el restaurante de Bandera fue utilizado también para banquetes y veladas de homenajes. Fue el caso de la manifestación realizada allí en la noche del viernes 26 de agosto de 1927 para el mayor Gabriel Cristi Labra, celebrado su designación como jefe de guarnición del Regimiento Tacna de Carabineros. El encuentro había sido organizado por amigos y compañeros de armas, y fue invitado al mismo el intendente de Tacna (a la sazón, aún bajo dominio chileno), don Francisco de la Cuadra. Infelizmente, el destino tenía preparada una sorpresa para el mayor Cristi en aquella aventura y ciudad: la muerte de su amada esposa solo unos meses después, doña Noemí Maza, fallecida hacia inicios del año siguiente.
Sin embargo, durante el mes siguiente la dirección del Restaurant París aparece en los avisos clasificados ofreciendo en arriendo "local para cigarrería, con instalación, muy central". No sabemos si el espacio ofrecido era del mismo restaurante u otro relacionado con él pero en otra ubicación, ya que en el mismo período aparece ofreciendo un empleo para copero. Como sea, el inmueble que había ocupado hasta entonces desapareció con la construcción del actual edificio de la Galería Edwards abarcando prácticamente toda esa manzana, obra de los arquitectos Jorge Arteaga y Sergio Larraín de 1948.
Al parecer, y a pesar de su acento en actividades de bares y restaurantes durante el pasado período, los quehaceres comerciales de don Laureano siempre pudieron ser varios, ya que asoma en una propuesta aceptada en 1934 para obras viales, en su caso con movimientos de tierra en la Variante El Monte del camino entre Santiago y Melipilla... Otro misterio para sumar a lo poco que ha quedado de tan intrigante y curioso personaje de la clásica bohemia capitalina. ♣
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