Bar Hipódromo Argentino en revista "Zig-Zag" de enero de 1913.
Echando cuentas por los calendarios y la revisión de prensa antigua, suponemos que esta historia debió comenzar en la avenida de la ex Cañadilla, hoy avenida Independencia, en la comuna del mismo nombre. Hasta diríamos que esto partió hacia Centenario o poco antes. Ubicado en la misma vía justo enfrente de calle Aníbal Pinto, entonces, en un edificio que ya lleva rato desaparecido, había por entonces una cantina regentada por todo un singular personaje olvidado de aquellas lejanas noches, querido por unos y odiado por otros: el comerciante Laureano León Pérez.
Se trataba de un hombre que siempre exaltó y explotó sus negocios mostrándose como un buen anfitrión ante sus comensales, a la vez que debió ser bastante rudo con los ebrios molestos o los revoltosos, ya que su carácter no era tan apacible. No cuesta suponer, además, que haya sido un gran admirador de las carreras hípicas, por razones que acá quedarán bastante visibles. Empero, esa personalidad tan fuerte y quizá desafiante lo puso en aprietos con autoridades y conciudadanos en más de una ocasión, de acuerdo a lo que arroja la búsqueda de su nombre en páginas de diarios antiguos y, particularmente, en la lista de citaciones judiciales en los tribunales de la época.
Es probable que la ubicación de aquel antiguo negocio de don Laureano, en el mismo sector en donde había estado el viejo Hipódromo de la Cañadilla (por allí cerca de donde llegó después el Teatro Independencia, además) haya influido en el curioso nombre que adoptó el boliche: Hipódromo Argentino. Sin embargo, en la prensa de la época puede verificarse que el mismo era llamado frecuentemente también como el Restaurant Argentino.
Cabe señalar que, ya entonces, el indómito cantinero parece haber estado en permanente disputa con los vecinos. De hecho, esto fue algo que se extendió durante todo el tiempo en que permaneció allí, quizá hasta que dejó sus negocios en otras manos.
Empero, sucedía también que un segundo (¿o primer?) establecimiento del mismo don Laureano existía ya en 1913 en la esquina de calles Brasil y Rosas, hacia el poniente de la ciudad de entonces: el bar Hipódromo Argentino, propiamente dicho. Es inevitable no asociar su nombre a la ubicación de la otra cantina del dueño, en avenida Independencia, aunque parece que esta de barrio Brasil era un poco más elegante. Como correspondía, el dueño aseguraba a su público que atendería personalmente allí.
Publicitado a página completa por revista "Zig-Zag" a principios del año mencionado, el bar Hipódromo Argentino de avenida Brasil viene a ser, junto a otros casos como el Casino Brasil (vecino al teatro homónimo), un antecedente de la intensa bohemia que ha existido en aquella arteria de la capital chilena, especialmente visible en nuestro tiempo. El bar prometía en su aviso estándares de primer orden, sólo con "licores importados por la casa" y disponiendo para el público de su "gran Piano-Orquesta único en Sud-América". La fotografía que acompañaba a esta publicidad confirma la elegancia de una barra tipo británica, con espejos a espaldas de quienes las atendían.
Sin embargo, pocos años después una carta del Comité Pro-Adelanto de la entonces llamada 5ª Comuna Cañadilla, situada históricamente entre los antecedentes de la futura Comuna de Independencia, fue publicada en el diario "La Nación" del martes 31 de julio de 1917 con una denuncia dirigida a la Intendencia de Santiago y en contra del Restaurante Argentino de Independencia, precisamente. En ella podemos ver un retrato no sólo del carácter del establecimiento de marras, sino también del que ostentaba su controvertido dueño: dice la minuta que el presidente del Comité, don José Dolores Gajardo Guzmán, había sido agredido y amenazado por don Laureano "en un lugar público del centro comercial" durante el día 14 del mismo mes, debido a las diferencias y disputas que ambos mantenían desde hacía tiempo.
A punto seguido, la carta del Comité denunciaba también que el Restaurant Hipódromo Argentino era un "establecimiento contra el cual esta institución ha hecho reiteradas representaciones ante las autoridades locales, pidiendo su clausura por infringirse allí la ley de alcoholes y cometerse desórdenes que constituyen frecuentes escándalos para el vecindario". Más adelante, señalaba a la misma autoridad que "no es tolerable que un cantinero sin Dios ni Ley amenace la vida de un vecino que goza de toda nuestra confianza y consideración", exigiendo así tomar medidas al respecto.
La fotografía en la publicidad del bar Hipódromo Argentino, en 1913... ¿Será don Laureano el principal señor de la barra?
Publicidad para el restaurante París de calle Bandera, en noviembre de 1926.
Caluga publicitaria del restaurante París en noviembre de 1926, diario "La Nación". Se advierte que era bastante económica su oferta.
Aun fiándonos de la veracidad total de lo que señalaba el Comité contra don Laureano, la honestidad exige recordar que aquella clase de denuncias por escándalos y violaciones de patentes comerciales eran algo bastante común en los antiguos negocios de La Chimba, más todavía entre aquellos ubicados en las cuadras cercanas al Mercado de La Vega Central. Quedará en la discusión entonces, si la violencia que llegó a compartir su propietario en el descrito incidente, era tan grave como se relaciona, y si acaso tuvimos tempranamente en Chile un anticipo del cuestionable modelo hoy representado por el personaje Moe Szyslak, de la serie animada "Los Simpsons".
Todavía cerca de Fiestas Patrias de ese año el Comité seguía haciendo públicas sus denuncias contra el establecimiento: que se mantenía abierto toda la noche, que era un peligro para la vecindad, que el comisario de la 10ª Comisaría ya tenía acumulados un centenar de partes contra el mismo, etc. También alertaba "que un inspector de dicha comisaría, por el hecho de haber pasado diversos partes contra la mencionada cantina, se ha visto envuelto en una querella criminal, que su regente iniciara", lo que significó una orden de traslado del mismo inspector. Incluso aseguraba que el presidente del Comité había continuado recibiendo amenazas del dueño, además de uno de los directores.
Ya sin poder postergar más la clausura, entonces, esta se ejecutó en la tarde del jueves 22 de noviembre de 1917, por el inspector municipal Augusto Mourgues y funcionarios del mismo departamento. Un pésimo día para su polémico dueño, sin duda, pero motivo de celebración entre los vecinos de ese sector de Independencia.
Tiempo después, sin embargo, hacia 1923, don Laureano ya estaba al timón de otro restaurante al que también atendía personalmente, ahora prometiendo ambiente de almuerzos y cenas familiares y a precios módicos. Se trataba del París, en la céntrica ubicación de Bandera 331, junto al lugar que actualmente ocupa el Pasaje Comercial Agustín Edwards y cerca del cruce con calle Huérfanos. Una fotografía del archivo Chilectra muestra parte del mismo aquel año. Este negocio emigraría después a calle General Mackenna y a Monjitas, sin embargo.
En otro aspecto, parece que el rasgo "hípico" era algo irrenunciable para don Laureano que, también en enero y febrero de 1927, una pequeña caluga publicitaria del establecimiento publicada en varias ediciones del diario "La Nación" prometía a los clientes del París estar sus comedores "abiertos los domingos con almuerzos y comidas hípicas". Como se recordará, el domingo era por excelencia el día de los fanáticos de las carreras de caballos, llenándose los centros de apuestas y de reunión en el centro de Santiago, con entusiastas alrededor de un parlante radial, como recordaba Daniel de la Vega. "Los domingos por la tarde, para poder andar con decencia por el centro, era indispensable poseer algunos conocimientos hípicos", comentaría el escritor.
A pesar de su acento en actividades de bares y restaurantes durante el pasado período, los quehaceres comerciales de don Laureano siempre lograron ser varios, no sólo en su pasión por la hípica: se asoma su nombre en una propuesta aceptada en 1934 para obras viales, por ejemplo, en su caso con movimientos de tierra en la Variante El Monte del camino entre Santiago y Melipilla... Otro misterio para sumar a lo poco que ha quedado de tan intrigante y curioso personaje de la clásica bohemia capitalina. ♣
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