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LA FIESTA DEL CENTENARIO DE LA PRIMERA BANDERA CHILENA

 

Fiesta de la Bandera en el Parque Cousiño. Imagen publicada por la revista "Zig-Zag". Momentos en que el Presidente de la República y el jefe de la Liga Patriótica Nacional llegan a las tribunas.

Las Fiestas del Centenario Nacional tuvieron un pequeño pero intenso "bis" menos de dos años después de realizadas, al seguir avanzando el calendario histórico de las efemérides que remontan la memoria de Chile hasta su propio proceso de Independencia. Fue un "Primer Centenario Chico", podríamos decir, correspondiente al siglo de la Primera Bandera Patria celebrado el 4 de julio de 1912.

Había sido mérito del general José Miguel Carrera la existencia de la primera bandera chilena que dejó atrás al emblema hispánico, aparecida en plena Patria Vieja. La tradición asegura que este pabellón fue bordado y cosido por su hermana, doña Javiera Carrera. El decreto carrerino correspondiente fue fechado el 15 de junio de 1812. Aunque en los archivos de la Biblioteca del Congreso Nacional aparece promulgado el 1 de enero del año siguiente, leemos en él:

Cuando la furia de los mandatarios europeos se ha exaltado hasta el extremo de que la impotente Regencia de Cádiz, decreta expediciones contra Chile, le declara la guerra y arma unos americanos contra otros, y el vil déspota del Perú remite ejércitos con el objeto de devastar estos países y que sólo han servido para manifestar al mundo la gloria y el valor de Arauco, nosotros no debemos usar en nuestros ejércitos los signos y banderas, con que se distinguen las tropas de los tiranos. En su consecuencia, en lugar de la bandera española que se ha usado hasta hoy, se substituirá la tricolor, en la forma del modelo que se ha puesto en la secretaria, que para los buques mercantes será sin escudo. El jueves 17 del corriente, día en que se acostumbra formar todas las tropas en celebridad de la festividad de Corpus, se hará tremolar en la Plaza Mayor esta bandera y todos los Regimientos se presentarán con ella; y este glorioso distintivo, instalado en honor del autor de la libertad, presagiará eternamente triunfos y glorias a la Patria.

Imprímase, y con esto, y con remitir a las Provincias el modelo se tendrá por circulado.-Francisco Antonio Pérez.- José Miguel Infante.- Agustín Eyzaguirre.- Mariano Egaña, secretario.

Su presentación e izamiento había tenido lugar a los pocos días del decreto, sin embargo: el 4 de julio, en un gran evento acompañado de una gran fiesta con banquete y sarao en los que tuvo un papel importante el cónsul norteamericano Joel Robert Poinsett, gran amigo de Carrera. Fue por esta razón que el debut del emblema se hizo coincidir con el aniversario de la Independencia de los Estados Unidos, justamente.

Como dato curioso, cabe señalar que hubo algunas polémicas en todo este tránsito: la distinguida fiesta realizada en el consulado se vio opacada por el exceso de copas de algunos de los norteamericanos presentes y sus comportamientos irrespetuosos hacia las damas, por ejemplo. Los incidentes hicieron que Poinsett los expulsara del recinto, provocándose en respuesta un enfrentamiento con la guardia que habría dejado varios heridos. El nuevo estandarte también fue duramente cuestionado por algunos simpatizantes del realismo como el obispo José Santiago Rodríguez y Zorrilla, quien atacó con ira la decisión de adoptar el emblema, atrincherado en la seguridad de la Catedral de Santiago.

Como se sabe, aquella bandera de la Patria Vieja era de tres franjas horizontales con los colores azul (cielo), blanco (cordillera nevada) y amarillo (trigo y maíz), dispuestos en ese orden desde arriba hacia abajo. Es la descripción repetida por autores como Diego Barros Arana, Miguel Luis Amunátegui y Vicente Pérez Rosales, entre otros. Y aunque hay algún grado de discusión o duda sobre el orden de los colores, principalmente porque la escarapela nacional habría tenido la secuencia blanco-azul-amarillo, también es cierto que tuvo más de una versión en su corta vida.

Posteriormente, el 17 de junio de 1813 año fray Camilo Henríquez celebraba con sus sencillos e ingenuos versos en "El Monitor Araucano" el izamiento de la misma bandera en la Plaza de Armas de Santiago, dando la siguiente interpretación a los colores en su diseño:

Los tres colores son los tres Poderes,
Majestad popular, la Ley, la Fuerza;
Reunión venturosa! a cuya vista
El León se postra, se confunde y tiembla.

Empero, después de la Batalla de El Roble del 17 de octubre de 1813, el botín que fuera capturado al enemigo permitió que los patriotas se apropiaran de una valiosa insignia de la Orden del Apóstol Santiago, santo patrono de las armas españolas. Como trofeo y amuleto, entonces, el símbolo fue incorporado a la parte blanca de la bandera, en su vértice superior izquierdo. A su vez, la  banda blanca intercambió posición con la azul, que ahora quedó al centro del conjunto. El cambio de diseño incluyó en la parte frontal, en medio de esa franja azul, un óvalo con el también primer Escudo Patrio, mismo que los Carrera habían presentado a la sociedad chilena a fines del pasado mes de septiembre.

La primera bandera chilena flameó así en los campos de batalla, excursiones militares y campamentos hasta la catastrófica jornada del 1 y 2 de octubre de 1814 en Rancagua, cuando la tozudez del general Bernardo O'Higgins y su insalvable rivalidad con Carrera (que ya había llegado al enfrentamiento militar fratricida en Tres Acequias) lo llevó a desoír las órdenes de esperar al enemigo en la Angostura de Paine, prefiriendo atrincherarse en la plaza de aquella ciudad poniéndose en una situación totalmente desventajosa. Tras este desastre seguido del escape de los patriotas hacia Mendoza, la última vez que que se usó la bandera de la Patria Vieja en el Chile durante de la Patria Vieja fue en la Batalla de los Papeles, en pleno paso cordillerano y con el general Carrera protegiendo la retaguardia de la caravana.

Aunque fue enarbolado otra vez en los buques que el héroe chileno trajo desde los Estados Unidos y que le fueron arrebatados en Buenos Aires en 1817, y más tarde durante las campañas rebeldes de las provincias que lideró con las fuerzas federales hasta su ejecución en 1821, aquel pabellón nunca volvió a ser usado oficialmente en su patria. Ya se empleaban, para entonces, las banderas de la transición después de la victoria patriota de Chacabuco, seguidas en la Patria Nueva por la misma que usamos hasta nuestros días. El que se considera primer juramento a la bandera chilena también había sido efectuado ya por el director supremo Bernardo O'Higgins el 12 de febrero de 1818 en Talca, como parte de los actos de proclamación de la Independencia y en el primer aniversario de la decisiva Batalla de Chacabuco.

Retrato de don José Miguel Carrera, por Miguel Venegas Cifuentes, 1950, en el Club de la Unión.

Las cuatro banderas nacionales, incluida la de la olvidada de estrella solitaria al centro, en detalle de lámina-dedicatoria del Instituto de Investigaciones Históricas General José Miguel Carrera para las celebraciones de la Virgen del Carmen de 1967, en los archivos del Sagrario del Arzobispado de Santiago.

Fiesta del Centenario de la Bandera en julio de 1912: discurso del cadete Sócrates Aguirre e izamiento de la bandera en la Plaza de La Moneda, enfrente del palacio presidencial. Publicada en revista "Sucesos".

Momento del discurso de Ángel C. Espejo y muchedumbre reunida enfrente del Palacio de La Moneda, durante el encuentro. Imágenes de revista "Sucesos".

Imágenes de revista "Zig-Zag" con la ceremonia de la Plaza de Armas y la Catedral Metropolitana. Se observa el grupo de ministros de Estado y las banderas izadas en las escaleras de bomberos. Abajo del grupo, el presidente del senado don Ricardo Matta Pérez junto al presidente de la Liga Patriótica Militar, Domingo de Toro Herrera.

Nunca fue olvidada la trágica y romántica bandera de la Patria Vieja, sin embargo, sentando el precedente de la Independencia y dejando testimonio del sacrificio que debieron hacer los próceres para iniciar, sostener y concretar un proceso de emancipación de tales características, con todas las críticas que puedan o no hacerse al mismo desde nuestra época. Por esta razón, la aparición del primer estandarte chileno marca un hito importantísimo en el impulso formador de la República, del mismo modo que la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810 había sido el paso ambiguo pero de efectos decisivos hacia un camino sin retorno.

No fue de extrañar, entonces, que un siglo después las autoridades del gobierno de Ramón Barros Luco, quien había asumido justo al final del año del Centenario Nacional y normó el diseño de la actual bandera en enero de 1911, organizara también con la sociedad civil, militar y eclesiástica un gran encuentro destinado a celebrar los 100 años de esa primera bandera chilena. Destacó en el proyecto la influencia del llamado Círculo de Jefes y Oficiales Retirados y Liga Patriótica Militar.

Aunque el aniversario a conmemorar correspondía al del estandarte de Carrera en 1812, por curiosa coincidencia la fecha del Centenario había quedado a solo cinco días del 30° aniversario del Combate de La Concepción del 9-10 de julio de 1882, de modo que el festejo patriótico se extendió por algunos días. Dada la importancia que tuvo el emblema en uso durante aquel combate de la Guerra del Pacífico y homenajeando el sacrificio de sus vidas que hicieron los soldados chilenos con sus acompañantes por defender el pabellón en aquel pueblito de la sierra peruana, la fecha solía ser tomada como un día de homenaje al mismo pabellón, ya entonces. Y además, en otra significativa coincidencia, el capitán Ignacio Carrera Pinto al mando de los famosos 77 de La Concepción, era nieto de don José Miguel Carrera.

La llamada Fiesta de la Bandera, entonces, se celebró en varias ciudades de todo el país, partiendo el mismo jueves 4 de julio de 1912. Por supuesto, combinaron los consabidos elementos formales de programas diseñados por las autoridades, con otras expresiones más populares e improvisadas que asociaríamos más al período de Fiestas Patrias, pero de las que quedó menos registro.

En Santiago, la apertura de la agenda de celebración comenzó en el señalado día con multitudinarios desfiles por la Alameda de las Delicias y la plaza que separaba entonces al Palacio de la Moneda con el desaparecido Ministerio de Guerra y Marina, edificio que existía en donde ahora se extiende la Plaza de la Constitución. Allí se hizo un izamiento formal de la bandera de la Patria Vieja ante la emoción del abundante público que concurrió. La Liga Patriótica Militar, presidida por el veterano del 79 y hombre multifacético, don Domingo de Toro Herrera, también tuvo un importante papel en la organización general de aquellos eventos.

Las presentaciones habían sido acompañadas de discursos y conferencias patrióticas ante la muchedumbre, varios de ellos al pie de la estatua de Diego Portales, que estaba en esa ubicación de calle Moneda antes de retroceder hasta el borde con Agustinas. Entre quienes tomaron la palabra enfrente de La Moneda estuvieron el entonces cadete de la Escuela Militar, Sócrates Aguirre, y el hombre de letras Ángel Custodio Espejo.

El programa incluyó un Te Deum en la Catedral Metropolitana en horas de la mañana, cerca de las diez y anunciada por una salva de cañón desde el cerro Santa Lucía. La Plaza de Armas, aún motejada entonces Plaza de la Independencia, estaba colmada de asistentes portando banderas y escarapelas; todos los ojos contemplaban los dos pabellones que se enarbolaron en el lugar, correspondientes a la misma de la Patria Vieja y a la actual. Fueron izadas lentamente al son del himno patrio, interpretado por varias bandas musicales reunidas en la misma plaza. La revista "Sucesos" daba detalles de aquel solemne evento:

Desde mucho antes de la hora señalada, la Plaza de la Independencia se veía ocupada por una compacta muchedumbre deseosa de presenciar el acto de la elevación del pabellón con que nació a la vida independiente la República de Chile.

Cerca de las 9 ½ llegaron a tomar sus puestos los diversos cuerpos de la guarnición. Frente a la Catedral y al Sagrario se situó la Escuela Militar; frente al Correo, el regimiento Buin; a la Municipalidad, el Pudeto; el Portal Fernández Concha, los Cazadores General Baquedano y al Portal Mac-Clure, la artillería General Maturana.

En el recinto del paseo y frente a la Catedral se situaron las siguientes escuelas superiores de niñas, dirigidas por sus respectivas preceptoras y acompañadas de sus estandartes: Manuela Rozas, Manuel de Salas, Benjamín Vicuña Mackenna, Luisa Recabarren, Mercedes Marín del Solar, Mariano Egaña, María C. Olivares, Carlos Spano, Juan A. Ovalle, Rosario Rosales y Paula Jaraquemada. Cerca de las alumnas de estos establecimientos de institución se colocaron delegaciones de las sociedades obreras que se indican, con sus estandartes: Gremio de Panaderos José Miguel Carrera, Centro Ejército Libertador de la Unión Nacional, Liga del Trabajo, Sociedad Protectora de Ambos Sexos, Sociedad de Socorros Mutuos 1910, Escuela Nocturna Marcos Macuada, Centro Cómico-Dramático, Despertar de la Juventud, Unión Ciclista de Chile, Boy-scouts, Patronato de San Isidro Dios y Patria, Club de Tiro al Blanco Héroes de La Concepción, Sociedad Defensores de Chile en 1879, Sociedad Arte Culinario, Club Nacional de Tiro al Blanco.

En sitio preferente, frente al templo, aguardaron la llegada de los Ministros de Estado, los miembros de la Liga Patriótica Militar, y al centro de los jardines se armó una escala de la sexta compañía de bomberos, que debía servir de mástil para enarbolar la bandera.

Después del izamiento de la bandera y la Canción Nacional, las niñas de las escuelas cantaron a coro el mismo himno, acompañadas por los músicos del Orfeón de Policía. También se hizo una romería con ofrendas florales para las tumbas de los hermanos Carrera y a los héroes de La Concepción, cuyo altar de mármol con los corazones de sus cuatro oficiales (Ignacio Carrera Pinto, Julio Montt Salamanca, Arturo Pérez Canto y Luis Cruz Martínez) había sido instalado dentro del templo durante el año anterior.

Por la tarde, se realizo una gran revista militar y cívica en la elipse del Parque Cousiño, actual Parque O'Higgins, hacia las 14 horas. También se incluyó el izamiento de la bandera y el canto de la Canción Nacional en la ocasión, con presencia de los cuerpos y delegaciones del Ejército, establecimientos educacionales, sociedades obreras e instituciones deportivas. La Liga Patriótica Nacional desfiló ante la muy decorada tribuna oficial y realizó un acto de juramento de la bandera en el lugar, con un mensaje leído por su presidente.

Delegaciones militares llevando coronas florales a las tumbas de los héroes y momento de izar de las banderas. Imágenes publicadas por la revista "Zig-Zag".

Celebración del acto solemne y Te Deum en la Catedral de Santiago, con presencia de militares y civiles. Imágenes publicadas por la revista "Zig-Zag".

Imágenes del Juramento a la Bandera leído por Domingo de Toro Herrera, con presencia de la Liga Patriótica Militar que, a continuación, desfila ante la tribunas del Parque Cousiño. Publicadas por revista "Zig-Zag".

"La fiesta que acabamos de presenciar es la mayor prueba de que los chilenos de hoy en nada desmerecen a los chilenos de ayer, de que el patriotismo del pueblo no ha muerto", decía el redactor de "Sucesos". A similares conclusiones llegaba la revista "Zig-Zag", dos días después de aquel encuentro:

Las diversas fiestas y ceremonias con que últimamente se ha celebrado el centenario de la Bandera de Chile, han demostrado claramente que los sentimientos patrióticos están siempre vivos para recordar en una forma cumplida los hechos gloriosos de nuestra historia patria.

Entre los números del programa confeccionado para la celebración del centenario de la Bandera llamaron la atención el solemne Te Deum llevado a efecto en el Templo Metropolitano y el hermoso acto de la jura de la Bandera verificado en la elipse del Parque Cousiño.

El Te Deum fue solemnizado con la asistencia de los Ministros de Estado, miembros del Cuerpo Diplomático y representantes del Congreso Nacional.

Fue esta una hermosa y solemne ceremonia.

Así mismo el acto de la jura de la Bandera, verificado en el Parque Cousiño, al cual asistió S. E. el Presidente de la República, Ministros de Estado, Cuerpo Diplomático y un público numerosísimo, resultó una fiesta interesantísima, de la que damos las presentes fotografías.

La misma celebración se realizó en Valparaíso, con desfiles enfrente de la Intendencia, en donde participaron miembros de la Escuela Naval, boy-scouts, veteranos del 79, alumnos de escuelas e integrantes de los regimientos Maipú y Artillería de Costa, entre muchos otros. Ya en horas de la noche, se realizó una velada en el Teatro Apolo a propósito de la misma celebración. Organizada por la misma empresa a cargo de la sala, varios artistas chilenos participaron de aquel espectáculo alegórico y artístico, agrupados en la troupe dirigida por la andaluza La Bella Carmela. Como era previsible, en el encuentro se cantó el Himno Nacional y una representación de las banderas chilenas históricas.

Lo propio sucedió en Iquique, con desfiles enfrente del Teatro Municipal y la Plaza Prat, en donde estuvieron las compañías de bomberos, el Regimiento Carampangue, el Escuadrón Granaderos, veteranos del 79 y discursos a cargo del alcalde y otras autoridades. En Puerto Montt, en tanto, las alumnas del Liceo de Niñas tuvieron un papel primario en los pasacalles, como las encargadas de cantar la canción nacional y elevar la bandera entre los tres escudos de la historia de Chile.

Continuando con los festejos de Santiago en los días siguientes, para el domingo 7 de julio tendría lugar una fiesta popular organizada por las autoridades para los ciudadanos y que cerraron el programa de celebraciones. La sociedad chilena había revivido por unos días, entonces, algo del mismo entusiasmo y esa colorida fiebre patriótica que se había experimentado en 1910, con las masivas fiestas del Primer Centenario. El final del período de festejos y homenajes lo puso el aniversario de la Batalla de La Concepción, que cerró la semana.

Parece una interesante coincidencia el que la fecha se halle muy cerca del tradicional Juramento a la Bandera, en el aniversario del Combate de la Concepción del 9 y 10 de julio de 1882, pero incluso hay más que eso. La Ordenanza General del Ejército de 1839 había establecido a las tropas la obligatoriedad del mismo juramento y un decreto del Ministerio de Guerra desde 1898 exigía a los oficiales que ingresaran al Ejército el mismo protocolo ante el estandarte de su respectiva unidad. Como estos actos se realizaban por entonces en las fechas simbólicas o históricas de cada regimiento, no sabríamos asegurar o o negar que el gran juramento de 1912 al primer estandarte patrio haya influido en la institución de la ceremonia militar general, establecida en la misma fecha del sacrificio de los chilenos en la sierra peruana por decreto N° 1.488 del 4 de junio de 1914, en el gobierno de don Ramón Barros Luco: era la ocasión formal de todos los regimientos para jurar lealtad  a la bandera, cada 10 de julio. Posteriormente, en 1939 durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, la ceremonia se estableció definitivamente para el día 9 de julio.

Aunque, como vemos, la fecha ya estaba asociada desde hacía tiempo al pabellón patrio y el juramento militar, recién por Decreto Supremo N° 1.100 a inicios de julio de 1974 se estableció que el 9 de ese mes se celebraría también el Día de la Bandera Nacional, ya no sólo en el marco de las ceremonias militares o conmemorativas. Así pues, si mayo es considerado por el calendario nacional el mes del mar como eco del Combate Naval de Iquique de 1879 y septiembre es nuestro mes de la Independencia gracias al aniversario de la Junta de 1810, julio podría ser el mes de la bandera chilena, por todas las descritas razones históricas. ♣

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