♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣

JORGE FRANCO: EL FRANCO REY DE LA COMEDIA

 

Jorge Franco interpretando al personaje el Cartero, en Canal 13.

Se llamaba Jorge Silva Campos y nació el 17 de septiembre de 1946. Sin embargo, la inmortalidad de la vieja escuela del espectáculo nacional lo recordará por siempre con su pseudónimo artístico: Jorge Franco, merecedor en vida de apodos tales como el Maestro del Picaresque y luego el Rey de la Comedia entre su fiel público, ese que lo seguía desde los años de los históricos centros revisteriles santiaguinos por donde comenzó su carrera, como tantos otros colegas.

De alguna manera, los personajes de Franco siempre eran seres en estado lastimero y menesteroso, como un cartero agobiado por los trámites en el servicio público, un mendigo que pide dinero en un barrio hostil hacia los vagabundos o un náufrago hambriento que viene de un largo tiempo abandonado en una isla. La única excepción importante a esta característica quizá sea el millonario residente del ficticio condominio Los Pininos de La Dehesa, que competía y miraba peyorativamente la posición económica del animador del programa de televisión en donde realizó las que serían sus últimas representaciones televisivas.

El comediante se caracterizó siempre por su humor irreverente y pícaro, mezclado con las infaltables críticas sociales y políticas, en algunos casos muy sutiles y en otros más explícitos, pero adaptándose siempre al contexto temático de cada época. Como todos los actores cómicos de la revista chilena, tenía una gran capacidad de improvisar. Así, podía conectar astutamente en sus rutinas y libretos las apelaciones en doble sentido con referencias sobre cuestiones de contingencia y otras de las características de la sociedad chilena: frustraciones, temores, tabúes generacionales, etc.

Los inicios de Franco fueron en elencos de humor como el de los show y revistas del famoso Teatro Princesa o Picaresque de don Ernesto Sottolichio, en avenida Recoleta 345. Era un querido lugar en donde el humorista comenzó profesionalmente compartiendo escenarios con otros egregios como Canuto Valencia, Eduardo Thompson, Lily Olmedo, Daniel Vilches, Lucho Arenas, Videla Carvallo, Ernesto Ruiz, Mino Valdés, Jorge Cruz, Eduardo Aránguiz y varias figuras más de su misma y reluciente generación artística.

Desde temprano, además, se vio que sus principales personajes humorísticos se definían como típicos chilenos provenientes de los sectores más desposeídos o en apuros financieros: rotos, trabajadores necesitados y pordioseros que guardaban cierta semejanza con el talento multifacético adjudicado a figuras casi talismánicas en la historia del comic chileno, como son Juan Verdejo, Perejil o Condorito. Esas tipologías y caracterizaciones lo acompañarían toda en toda su vida profesional, de hecho.

En lo respectivo a su vida personal, el actor cómico había contraído matrimonio con doña Virginia Aracena, formando una bella familia de tres hijos. Se le recuerda en forma unánime entre sus amigos y seres queridos como un padre muy devoto de los suyos, además de ser muy apreciado y respetado por sus colegas, mucho más allá de los meros halagos de buena crianza o para el panegírico.

Carátula de "El cartero chifla dos veces", video humorístico también con Jorge Franco y Guillermo Bruce, acompañados por Patty Cofré.

Portada del video humorístico "Flor de Hotel", protagonizada por Jorge Franco (como el gazón) y Guillermo Bruce (en la cama).

Antes de la caída definitiva de las revista de humor donde hizo carrera, Franco se había aliado con el humorista Enri Williams para producir un irreverente y divertido cassette de inicios de los ochenta, titulado “La bruja tremebunda”, donde se satirizaba con el servicio de una astróloga y adivina que recibía una serie de clientes con problemas absurdos.

En aquella sencilla producción aparecía un personaje que se ha repetido varias veces en posteriores producciones de humor chileno: el Genio Vaca. Corresponde a un malvado espíritu que, tal como los señala la cultura popular sobre los genios, concedía sus deseos pero de manera tal que acaba embaucando y perjudicando a quien los solicita. En el caso del Genio Vaca, por ejemplo, uno de los clientes que suplicaba despertar algún día entre las piernas de la actriz símbolo sexual de la época, Bo Derek (la mujer perfecta del filme “10”), acaba convertido por él en toalla higiénica femenina; y a otro que pide tener un miembro viril que le llegue “hasta el suelo”, el genio le corta las piernas a la altura de los testículos. Este fatídico Genio Vaca, también proveniente de las clásicas rutinas de humor teatral y revisteril, reaparece en otras de caricatos posteriores como el dúo cómico y musical Los Indolatinos.

Cabe comentar que aquella era la época en que sonaban también las cintas de otros grandes humoristas que hicieron carrera con Franco, como Vilches y Los Académicos de la Lengua. Franco había trabajado con esa compañía hacia sus inicios, de hecho. Cuando caían los tiempos de la revista era común que aquellas cintas y luego los videos rescataran y adaptaran las clásicas rutinas que procedían desde los shows de las compañías como el Bim Bam Bum, el Picaresque y el Humoresque, continuando -de alguna manera- con esta verdadera escuela de humor desde allí en adelante. Franco sabía desempeñarse bien en tales desafíos y los que fueran presentándose en el cambio de medios o soportes, pues había pasado por todos estos históricos escenarios de la comedia en la capital chilena antes de echar raíces en las cintas magnetofónicas, en los videos y la televisión.

El humorista grabó otros cassettes que se hicieron muy populares y corrieron como verdadero contrabando entre los escolares y amigos de barrios en aquel entonces, extasiados con la procacidad de las mismas en una época de muchas represiones a la expresión deslenguada. En una de ellas, la voz de Franco representaba a la mucama de un controvertido hotel parejero y también a un ciudadano acosado por la burocracia de un abusivo funcionario público interpretado por el también comediante Eduardo Aránguiz, quien se resiste a concederle un “permiso para existir”. Eran los años de la recesión mundial y de enorme incertidumbre económica y social, por lo que interpelaba al abusador reclamando con frases tales como “¡Todo porque tenís trabajo!”.

Como también lo hicieran varios de sus colegas, entre ellos Helvecia Viera, Gilberto Guzmán, Ernesto Ruiz, Tato Cifuentes y Carlos Helo (por cumplir con la justicia de nombrar aunque sea a solo algunos), Franco fue emigrando hacia la televisión y se abrió espacio en algunos programas, como el entonces muy popular “Sábados Gigantes” de la estación de Canal 13, que lideraba la audiencia local todos los fines de semana en aquellos años.

Sus méritos no estaban solo en el ingenio con que amalgamó el humor popular chileno con la burla social, sino también por ser, técnicamente, uno de los pioneros de la producción de videos de comedia pícara en Chile, igualmente inspirados en las rutinas de la vieja bohemia y vodevil nacional. La irrupción comercial de las tecnologías del video, especialmente el VHS, y la popularización del mismo en los hogares permitieron ese nuevo y riesgoso paso. De este modo, entre 1988 y 1989 Franco grabó las que serían sus primeras dos cintas de video con tales rutinas, ambas realizadas con otro peso-pesado del humor nacional como era Bruce, además de aparecer en ellas la querida Paty Cofré, proveniente de las mismas luces revisteriles que sus colegas. La reunión y el formato permitieron volver a las temáticas y las divertidas insolencias de antaño, sin más temor a censores que, acaso, los de las circunstancias políticas de esos años… Circunstancias que, de todos modos, eran aprovechadas en los guiones de Franco.

Cabe añadir que ambas cintas fueron producidas por Video Humor, filial de Videomaster, y dirigidas por Rodolfo Tosto. Alcanzaron gran popularidad pese a ser de muy bajo presupuesto, y los libretos fueron obra creativa de Franco, esencialmente. En una de ellas, “Flor de hotel”, el comediante representó a un mendigo sin casa llamado Totó Alegría que, en su desesperación por conseguir ingresos, acepta trabajar como recepcionista de un “hotel de citas” con la condición de tener que hacerse pasar por un empleado gay. El principal cliente del hotel es representado por Bruce, apareciendo en el reparto, entre otros, el destacado y veterano actor Gabriel Maturana, la no menos consagrada Mireya Véliz, Thompson y la vedette Gina Timón, que en esos años aún estaba forjando su semblanza en el espectáculo nocturno chileno.

El lenguaje de aquellos videos hoy no sería de gran escándalo, pero sí las temáticas y contenidos de los chistes, dados los cambios que ha experimentado nuestra sociedad en décadas posteriores. Además, como 1989 era año de un contexto político sumamente efervescente y se realizaban las primeras campañas presidenciales y parlamentarias en casi dos décadas, Franco metió una cuña inolvidable en el video al hacerse aparecer a sí mismo mirando la propaganda electoral de la franja de los candidatos en un televisor de la recepción del hotel, mientras con su propia voz en off realizaba una de las imitaciones más celebradas y memorables que se recuerden del general Augusto Pinochet, a quien se escucha recomendando votar por su candidato favorito con un discurso de temerario doble sentido, de principio a fin.

En otro video, “El cartero chifla dos veces” (llamado así parodiando la película de Jack Nicholson y Jessica Lange, titulada “El cartero llama dos veces”), Franco representará esta vez a un cartero acosado por alucinaciones en las que se le aparecen mujeres muy ligeras de ropa intentando seducirlo, viéndose obligado a iniciar trámites para poder visitar a un psiquiatra encarnado por la actuación de Bruce, un “bandejero” por excelencia en las rutinas cómicas chilenas. Cuando este le recomienda contar ovejas para conciliar el sueño, el cartero responde diciendo no poder hacerlo “porque se me cagaban en la cama”; y cuando hablan en un minuto sobre los bebés in vitro (otro tema de debate moral en la época), este acota que son niños que se queman más fácilmente que otros, “¿no ve que son de paja?”.

Jorge Franco, Guillermo Bruce y Paty Cofré en "El cartero chifla dos veces".

Jorge Franco junto a dos de las vedettes que actuaban en el electo del video de comedia pícara "Flor de Hotel".

Chicho Azúa y Jorge Franco, en una rutina humorística televisiva de Canal 13.

Jorge Franco interpretando al Náufrago, junto a la actriz y comediante Helvecia Viera, en el programa "Motín a Bordo", de TVN.

En el mismo video, Franco restaura y actualiza su muy anterior rutina sobre el pobre ciudadano abusado por la inoperancia de un empleado público que le insiste en hacerle volver al día siguiente, pero en esta ocasión correspondiendo a un agente de una financiera que se niega a concederle un préstamo. Esta secuencia se convirtió en casi un tema de antología en el humor chileno, contando con la participación de Bruce en el papel del agente que, para zafarse de la insistencia del cartero, llega también al disparate de exigirle presentar un certificado de defunción. Franco aparece con un maletín y sofocado por papeles y documentos que le serán exigidos, los que acomoda en todas las partes donde su vestimenta se lo permite.

La penosa debacle de los espectáculos revisteriles consumada en esos mismos años ochenta, ya habían terminado de trasladar totalmente hasta la televisión a los más grandes exponentes del género que sobrevivieron al masivo exterminio de luces, instalando las rutinas y los sketches en los programas familiares y nocturnos, debidamente “blanqueados” para el público abierto. Jorge Franco no fue la excepción, saltando así desde las tablas del espectáculo santiaguino a los sets de los principales canales y productoras.

Por las descritas razones, en Canal 13 había pasado a formar parte de la planta de humor del programa “Éxito”, conducido por José Alfredo Fuentes. Pudiéndose jactar ya de ser uno de los más conocidos humoristas nacionales ante las cámaras y de entre los que sobrevivieron a la transición del rubro desde los teatros, allá compartió sketches en horario familiar con Thompson, Bruce, Adriano Castillo y la consagrada vedette argentina Beatriz Alegret. El contenido de algunos de los mismos, sin embargo, también debió ser concebido o adaptado radicalmente al público diurno, aunque sin perder ese rasgo revisteril originario.

Uno de sus personajes del humorista en “Éxito”, también inspirado en los de tiempos del Picaresque y el Humoresque, era el tímido e inocente cabo Zapiola, un gendarme que debía lidiar con la violencia y brutalidad del delincuente apodado el Choro, interpretado por Thompson. Un personaje este último que, dicho sea de paso, adelantó por mucho a ciertas características que después identificarían exitosamente al Malo, encarnado por el actor Daniel Muñoz en otros programas de la misma estación, unos años más tarde. Y al concluir las transmisiones de “Éxito”, Franco apareció los domingos en el programa “Venga Conmigo” de la misma casa televisiva, también conducido por Fuentes. Con Bruce y Thompson, además, presentaban el exitoso espectáculo "Curvas-Viña-Risas" hacia 1988, aunque la temporada de la revista se vio enlutada al fallecer el comediante Mino Valdés ese mismo año, maestro de muchos en el ambiente y quien dejó a todo el gremio de duelo.

Poco después de aquel período, Franco inventó un personaje nuevo que le dio grandes retribuciones desde allí en adelante: el Náufrago, un desgraciado tipo que había sobrevivido en miserables condiciones a una tragedia naviera y vestía siempre en ropas harapientas. Hace su debut en 1995, en el programa “Motín a Bordo” de TVN, conducido por Felipe Camiroaga. Fue notable, otra vez, su forma de adaptar la picardía de las rutinas originales al contexto de un programa de televisión abierta, al punto de volverse un representante de humor más bien blanco desde allí en adelante, reduciendo su irreverencia fundamentalmente a la sorna y solo a algunas pocas malas palabras que intercambiaba con los actores o animadores que le acompañaban en las rutinas.

La presencia de Franco fue uno de los fuertes del programa de marras, que debía otra de sus fortalezas a la aparición de viejos soldados de las candilejas santiaguinas como Helvecia Viera y Los Hermanos Pinzón, adaptación para el espacio que hacían del trío humorístico Pinto, Paredes y Angulo con los comediantes Bruce, Thompson y Guzmán. Así las cosas, con el Náufrago alcanzando popularidad, Franco fue contratado por la producción del Festival de la Canción de Viña del Mar para aparecer en su versión de 1996, ocasión en la que realizó una presentación que registraría 19.9 puntos de rating, bastante alta para aquellos años, lo que le confirmó definitivamente en un buen momento de su vida profesional.

No todo fue prosperidad, sin embargo: al igual que en su momento lo intentó Jorge Chino Pedreros, el humorista de pelo blanco y risa en los ojos había proyectado intentos por revivir el género del espectáculo de revista en Chile a la que tanto sentía deberse, pero no siempre sería una experiencia con buenos resultados para él o para las esperanzas del gremio, infelizmente, sino más bien una causa utópica. A pesar de todo, nunca dejó de hacer presentaciones particulares, al menos mientras la impredecible salud se lo permitió.

Franco seguiría explotando al personaje del Náufrago casi como su alter ego, pese a los muchos otros iconos que ya había inventado a esa altura de su carrera de más de 30 años. Llegó con estas credenciales “Morandé con Compañía” en Megavisión, en 2003, período en que dicho programa se había caracterizado por reponer en pantalla a los grandes representantes de la pasada bohemia y candilejas de humor. Él lo hizo insistiendo con el Náufrago pero dándole nuevos bríos al personaje y poniéndolo en libretos donde se jugaba a crear permanentes conflictos con el temperamento del conductor del espacio, Kike Morandé. Su experiencia en las tablas le permitía una gran comunicación con el público, tanto en el estudio como en la audiencia televisiva.

En una acertada pero arrojada decisión, además, dio un giro al Náufrago y procedió a convertirlo -de un momento a otro- en un millonario, un “nuevo rico” que obtiene fastuosas sumas de dinero en un golpe de azar y que inmediatamente intenta adoptar formas de vida altaneras y derrochadoras. En este período también comenzó a desprenderse de la rigidez de los textos y a trabajar confiando en sus comentadas posibilidades de improvisación, conforme el desarrollo de las rutinas o las situaciones fuera de libreto se lo permitían.

Guillermo Bruce, Eduardo Thompson y Jorge Franco con una vedette del espectáculo "Curvas-Viña-Risas", en noviembre de 1988, diario "La Tercera". Curiosamente, a los pocos días de publicada esta foto, el ambiente del humorismo chileno fue golpeado por la inesperada muerte de otro crack de este club: el comediante Mino Valdés.

Usando ya un peluquín blanco que escondía su creciente calvicie, Franco pudo reflotar en televisión su histórica rutina revisteril del ciudadano lleno de papeles que era abusado por un burócrata, representado este último ahora por el propio Morandé, quien siempre insistía en pedirle un certificado de defunción como en la rutina original de las revistas llevadas luego a su cassette de audio y, a continuación, al mencionado video. Fueron célebres en sus libretos las marcaciones "no te deseo mal, pero ojalá que...".

Franco se integró también como otro de los alumnos del espacio titulado “La Escuelita”, refrito de una de las más antiguas rutinas sobrevivientes del teatro cómico en Chile y donde él, Thompson, Vilches, Azúa y otros hacían papeles de problemáticos educandos en un curso al mando de una malhumorada profesora interpretada por Paty Cofré. Esta rutina es muy antigua y con aparentes antecedentes en el radioteatro, aunque han existido muchos cuadros humorísticos parecidos en otras partes del mundo, como es el caso de la sala de clases de “El Chavo del 8”, del comediante Chespirito (Roberto Gómez Bolaños) en México, o la “Escolinha del Profesor Raimundo” del actor Chico Anysio en Brasil, que se remontaba a los años cincuenta.

En noviembre de 2005, con su carrera pareciendo ya consolidada en la madurez de la vida y contando con una actividad estable en la televisión, Jorge Franco comenzó a sufrir de manera súbita e inesperada graves malestares físicos: como pudo verificarlo poco después, eran los síntomas de un problema hepático que puso a todos sus familiares, amigos y colegas fundadamente en alerta. En el Hospital Clínico de la Universidad de Chile se le descubrió un avanzado cáncer al hígado, que lo hizo caer en coma a los pocos días y por más de un tenso mes. Consiguió salir de su estado crítico de una forma que se declaró entonces “milagrosa”, pero permaneció con complicaciones durante todo el año 2006. Como su personaje el Cartero lo había hecho al final del video de 1989, logró arrancarle una “prórroga de vida” al acoso de la muerte.

Pese a su delicada situación, Franco se reincorporó al programa televisivo permitiendo que se burlaran incluso de la delgadez tras la convalecencia (y que le hizo merecedor del apodo del Ánima) y del tono un tanto ahogado que le dejaron permanentemente a su particular voz las intubaciones, durante su hospitalización. La producción se encargó de intentar aliviar el oneroso costo de haber salvado la vida del humorista y continuar sus tratamientos, a través de convenios especiales con el Hospital Clínico. Con dignidad y decencia proverbiales, él jamás se echó a morir ni explotó su enfermedad para generar sobre sí algo distinto de la risa y la alegría que siempre fueron los frutos de su obra.

Las señales de recuperación de Franco fueron celebradas por su público y por todo el ambiente artístico. Reaparecía así con Thompson, otro infortunado de la salud, en la sección de “La Escuelita”, complaciendo a los admiradores de ambos. Muchos creyeron -o quisieron creer- que lo peor había pasado y que el humorista que tantas simpatías despertaba en el público sería capaz de salir adelante, a pesar del gran fragmento de hígado enfermo que había debido removérsele. Pero el destino, de apariencia tan cruel, otra vez había decidido enganchar buenos humoristas en su convoy para alegrar la vida a los jardines del Cielo. Poco antes se había llevado a Carlos Helo… Poco después, haría lo propio con Thompson.

El cáncer persistió en su organismo como una cuenta regresiva y, en enero de 2007, Franco sufrió una nueva y peor crisis hepática, justo en momentos en que planificaba un proyecto humorístico llamado Dúo Charqui y Can, con su colega de otra generación, Juan Carlos Palta Meléndez, un gran benefactor y colaborador de antiguos cofrades artistas caídos en desgracias. En la madrugada del 26 de febrero de ese año, entonces, Chile perdía a uno de sus más populares símbolos del humor y de la tristemente desaparecida generación de la bohemia nictófila santiaguina. Tenía 60 años de edad.

Sus restos fueron velados en la Capilla de Nuestra Señora del Pilar, siendo trasladados hasta su última morada en el Cementerio Parque El Prado, en La Florida. En el cortejo se encontraban sus colegas y alumnos de oficio y de vida: Dino Gordillo, Palta Meléndez, Charola Pizarro, Óscar Gangas, Chicho Azúa, Paty Cofré y Tatiana Merino, entre muchos otros. A pesar de que su deceso se produjo en un momento en que muchos santiaguinos aún se hallaban fuera de la ciudad por la temporada de vacaciones, de todos modos su velorio y su cortejo fueron acompañados por cientos de personas que lo ovacionaron en su partida, en la única de sus presentaciones que resultara triste. Cascadas de pétalos de rosas le llovieron en su paso por entre los trabajadores de la pérgola de La Florida.

Al llegar al cementerio, uno de los asistentes gritó emocionado: “¡Háganos reír en el cielo, don Jorge!”, y su ataúd descendió al silencio de la tierra profunda, cortado por el son de la canción “Si tú no estás aquí”.

Terminaba, así, la última rutina de Jorge Franco; el franco Rey de la Comedia. ♣

Comentarios

  1. Muchas gracias por contarnos sobre este gran comediante nuestro, siempre con tu extraordinaria redacción que nos lleva a leer hasta la última línea rememorando magistralmente esos tiempos idos de nuestro amado Santiago que jamás volverán.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣ ♣