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EL SALÓN CENTENARIO DE LA GALERÍA BEECHE

El Salón Centenario fue un negocio de duración breve pero con cierta influencia sobre la configuración de la propuesta recreativa que adoptaría el Santiago de la primera mitad del XX, dejando atrás gran parte ya los aspectos más victorianos y románticos de la entretención. Se ubicaba en la alguna vez famosa Galería Beeche de calle Huérfanos con Estado, en donde está ahora la Galería España, y fue uno de los negocios iniciadores de la buena fama que llegó a tener aquel céntrico barrio como el "Broadway Santiaguino", por la cantidad de teatros y boîtes que reuniría en solo un par de cuadras.

Con dos pasillos principales en forma de T, la Galería Beeche llevaba este nombre alusivo a su dueño, el empresario Héctor Beéche. Las entradas estaban en su extremos, en ambas calles de Huérfanos y Estado. Don Héctor era propietario de aquel enorme edificio en la esquina, cuyos altos pasaron a ser ocupados por la entonces conocida tienda Gath y Chaves, poco después de inaugurados los pasajes que incluyeron sastrerías, casas comerciales, imprentas, boticas, peluquerías, mueblerías, mercerías y cigarrerías.

La galería tuvo también salas de espectáculos como la llamada Trianon Palace, que se identifica como el primer "teatro de bolsillo" nacional según Alfonso M. Escudero. El concepto se refiere a aquellos teatritos de pequeños y medianos espectáculos que formaban parte del recinto de bares, restaurantes o boîtes en esos años, parecidos al modelo de café-concert. El Palace se situó, además, en los inicios profesionales del dramaturgo nacional Aurelio Díaz Meza y del artista Manuel Díaz de la Haza, por lo que también fue antecedente del "Broadway Santiaguino".

Entre aquellos primeros negocios que llegaron a establecerse en aquel zócalo tan cercano a la Plaza de Armas estuvo el restaurante y café Salón Centenario, que además tuvo biógrafo, bar, restaurante y pastelería. Su nombre se debía al período histórico en que fue inaugurado casi con la galería misma: plenos tiempos del Primer Centenario Nacional. Estaba bajo el mando de la casa Parnall Sons & Co., firma creada en Londres.

Dotado de una enorme y lujosa barra de nivel internacional, con "licores finos de procedencia legítima" y ostentando una magnífica sala de espectáculos con columnatas y escenario de fondo, todo con alumbrado eléctrico, hacia fines de 1910 el Salón Centenario se presentaba en la publicidad como un "establecimiento de primer rango instalado con gran lujo", ofreciendo dinner-concerts para su público. Como el "rendez-vous de la alta sociedad", se autodefinía, usando un cliché frecuente de aquellos años.

Sus pulcros comedores, en tanto, estaban dotados de más bien mesas pequeñas procurando espacios un tanto íntimos entre sus clientes. Los platillos eran a la carta, además de almuerzos y comidas de menús, más su confitería y pastelería a las horas del té. La cocina francesa era su especialidad, prometiendo servicio esmerado a sus comensales, amenizado por la música de una orquesta estable y apropiada al ambiente que pretendía garantizar la casa.

Edificio de las tiendas Gath y Chaves, en cuyo zócalo estaba la Galería Beeche, con la dirección del Salón Centenario. Imagen publicada en las colecciones digitales de fotografía patrimonial de En Terreno.

Uno de los accesos a la Galería Beeche, con luminoso del teatro Trianon Palace sobre su arco. Fuente imagen: Flickr de Bilobicles.

Gran barra del Salón Centenario, en imagen usada por su publicidad.

La elegante sala de comedores y espectáculos del Salón Centenario.

Publicidad para el flamante Salón Centenario en la revista "Zig-Zag" de diciembre de 1910.

El salón al interior de la Galería Beeche siendo ocupado ya por el Club Santiago, en imagen publicada por la revista "Sucesos" en 1915.

En una página publicitaria de la revista "Sucesos", a finales de diciembre de 1910, leemos lo siguiente al referirse también a la granja avícola de los propietarios, dándonos algunas pistas sobre lo que debió ser su cocina:

El Salón Centenario es el establecimiento más moderno en su ramo, en toda América del Sur. Instalado en el interior de la galería Beeche es el local más central de Santiago. Las lujosísimas instalaciones hechas por la casa Aprnall Sons & Co, London, han costado una fortuna, y no tienen rival por su originalidad y exclusivo gusto.

El servicio es esmeradísimo; el menaje de gran lujo. La cocina que corre a cargo de un chef de cuisine de gran nombre, está a la altura de los restaurants parisienses de más fama.

Todo lo que se sirve es de primera calidad. Así que para el abastecimiento de aves y huevos, el Salón posee su propia Granja Avícola en el lugar más pintoresco de los alrededores de la capital, con abundante vegetación, aire fresco y aguas cristalinas. Ahí engordan aves de razas especiales para la producción de carne sabrosa y se obtiene los huevos siempre del día, que el establecimiento consume por millares.

Por supuesto, que la higiene y la alimentación científica de las aves corre a cargo de expertos competentes en la materia. Diariamente hay lista para el consumo gran cantidad de gallinas, pollos gordos, pulards y capones de alta calidad. Los pavos de raza mejicana de gran tamaño son una especialidad de la granja.

La sección "palomas" alberga grandes bandadas de pichones de raza grande, que en semilibertad se multiplican de un modo prodigioso.

Todos los productos de la granja están destinados únicamente a establecer la demanda siempre creciente del Salón Centenario.

Sin embargo, a pesar de las grandes expectativas con las que había iniciado operaciones y promoción, el Salón Centenario no consiguió alcanzar una vida muy larga, desapareciendo de la galería comercian unos años antes de que lo hiciera esta misma, tragada por el progreso.

Ya relevado, entonces, el hermoso salón de la Galería Beeche después fue ocupado sede del Centro Santiago, que pasó a ser el principal establecimiento de su tipo en la misma dejando atrás, así, la época del referido restaurante y del ex Teatro Trianon Palace. La revista "Sucesos" se refería al nuevo salón de espectáculos en 1915 asegurando que en él "una centena de socios, se divertirán, con buenos números de música y canciones".

Pero el Centro Santiago tampoco pudo tener una vida muy prolongada: la Galería Beeche desapareció no muchos años después desde aquella esquina nororiente en el cruce de vías, absorbida por la expansión local de Gath y Chaves que buscaba extender sus dependencias en ellas y que inauguró después su propio café y salón de té, además del centro artístico, en el cuarto piso del edificio. Así quedó convertida en un mero recuerdo volátil, justo al comenzar la década del veinte. ♣

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