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CUANDO EL ROOF GARDEN SE ALZÓ SOBRE SANTIAGO

Vista aérea de la cumbre del cerro San Cristóbal, con el sector de las terrazas al sur, c. 1930. Junto a la Estación Cumbre del funicular, se extiende la terraza del Roof Garden, con el gran letrero "ROOF" al extremo y sobre la cantera. Fuente imagen: Amosantiago.cl.

El muy recreativo Roof Garden perteneció a la etapa final de los trabajos proyectados por el arquitecto Luciano Kulczewski en el cerro San Cristóbal. En este caso, con las obras de la terraza de la cara sur, abajo del Santuario de la Inmaculada Concepción y por encima de la Gran Cantera que desnuda las rocas hacia aquel costado. Ocupaba el espacio que se había asignado para la explotación comercial a la Sociedad Anónima Funicular San Cristóbal, al poniente del edificio de la Estación Cumbre, obra de Carlos de Landa y que también albergó -entre 1925 y 1930- a un selecto restaurante en el Salón Tudor (su segundo piso), sobre la Sala de Máquinas.

Respondiendo al encargo, Kulczewski diseñó el Roof Garden como una gran instalación de fantasía con posible influencia de los recargados pabellones de las ferias internacionales de esos años, con una hilera de arcadas de albañilería y madera por ambos costados, formando elegantes glorietas con mesas interiores y espacios que llevaban asignados nombres de mujeres. En su tesis dedicada al arquitecto, Ronald Harris Diez reconoce también en el diseño de los muebles (mesas y asientos) el estilo del movimiento inglés Arts & Crafts.

Sus líneas arquitectónicas y ornamentales combinaban elementos del neoclásico, art nouveau y art decó, mientras que el pretil sobre la cantera en las alturas del cerro se mantuvo en piedra canteada con almenas, acorde a la materialidad y diseño general del paseo del parque y sus pabellones. Se llegaba allí por un costado de la Sala de Máquinas en la Estación Cumbre, y por el lado opuesto de la terraza a través de la bajada desde el santuario de la cima.

La construcción de la exquisita y espaciosa quinta-terraza comenzó fuera de las etapas de otras obras anteriores del parque, sin embargo, como los cercanos Casino Cumbre y Casa de las Arañas, hoy en ruinas. Fue hacia 1925 que comenzó a aparecer allí, siendo inaugurado el 17 de diciembre del año siguiente con una orquesta de negros cubanos contratada para la ocasión y dirigida por Isidro Benítez, clarinetista “que desde ese año de 1926, fue el regalón de la ‘high life’ chilena”, diría el periodista de espectáculos Rakatán Muñoz. Llamado también la Terraza de Baile o la Terraza del San Cristóbal, este restaurante, boîte, heladería, salón de té, confitería y cafetería estaba conformado esencialmente por el gran patio de hemiciclo, con la mejor vista urbana que consiguiera cualquiera de los establecimientos comerciales que hubo en el cerro, en este caso hacia suroeste.

Según recuerdan autores y testigos como Fernando Riquelme en “La arquitectura de Luciano Kulczewski”, el acceso destacaba por sus vitrales artísticos con la imagen de un pavo real entre dos arcos, algo confirmado por las fotografías de época. Muchos lo conocieron como el Restaurante del Pavo Real, por este detalle ornamental en particular, y hasta se le dedicó un show llamado “Al pavo real” que era ofrecido allí en las temporadas de verano y otoño de 1927, por la elegante compañía Evers Preller compuesta por artistas europeos, lo que también atrajo a gran cantidad de público. La orquesta principal era denominada del mismo modo.

Por el ala derecha del pabellón y el patio estaba el buffet, y a la izquierda los comedores diseñados con  juegos de luces y aguas. Varias figuras ornamentales caricaturescas y jarrones decorativos hermoseaban el conjunto, algunos de ellos repetidos en otras obras del arquitecto, como las aves con apariencia de tucanes o pelícanos. La terraza tenía un embaldosado de damero blanco y negro, y al centro de su línea de arcadas sobre los comedores interiores, había otra terraza menor rectangular con torreones, un belvedere, cuyo nivel superior marcaba el punto más alto del establecimiento. Desde él se podía ver la ciudad y la cordillera.

Acercamiento a la imagen de vista aérea del complejo de la terraza ocupada por el Roof Garden. Se distinguen sus arcadas y el belvedere con los torreones.

Aviso del Roof Garden en el diario "La Nación", miércoles 19 de enero de 1927.

Acceso "del pavo real" a la terraza de baile del Roof Garden, c. 1926. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Terraza y sector central del Roof Garden. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Vista de la terraza del Roof Garden hacia la Estación Cumbre del funicular, atrás. Fotografía tomada hacia 1926. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Vista de la terraza del Roof Garden hacia 1930, con la Virgen atrás. Se observan dos de los torreones: el del acceso (a la derecha) y el del belvedere a la izquierda. Fuente imagen: Amosantiago.cl.

Pérgolas y maceteros de la terraza de baile del Roof Garden. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Vista general de la terraza, con sus arcadas y el techo cupular del odeón, en su extremo poniente (al fondo). Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Odeón en la terraza del restaurante y café, con sus figuras decorativas. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Torreón del belvedere, visto desde la terraza. Se observa parte del odeón, a la derecha. Fuente imagen: Ronald Harris Diez, "Luciano Kulczewski, arquitecto: Eclecticismo y procesos modernizadores en el Chile de la primera mitad del siglo XX" (tomada del Archivo Kulzcewski).

Anuncio de las presentaciones de la compañía de variedades del Casino Buenos Aires en el Roof Garden, publicado en "La Nación" del lunes 17 de enero de 1927.

Tal como sucedía con el cercano Casino Cumbre, el Roof se volvería una importante atracción de música y baile para la alta sociedad en la segunda mitad de los años veinte. Estando a cargo la sociedad Cattani y Ruggeri, era atendido por ambos dueños, y sonaban en él los bailables con las orquestas de jazz y tropical, ubicadas generalmente en el odeón con techo de cúpula del lado poniente del patio.

Con su sugestión de alegría a cerca de 270 metros, la observación del atardecer desde sus mesas al aire libre debe haber sido espectacular en las célebres fiestas y reuniones sociales, cual versión criolla de los cafés al aire libre del Castillo de Sant'Angelo o del Montmartre. Y en el terreno del cerro al pie del torreón circular al poniente de la terraza, casi sobre el borde de la cantera, se colocaron grandes letras formando la palabra “ROOF”, visibles desde casi todo el Santiago de entonces.

Por ocho pesos, el visitante podía disfrutar de sabrosos banquetes con sopa, pescado, entremés, legumbres, asado, postre y café. La carta incluía comida tradicional y europea como surtidos con fondos de alcachofas en aceite, cazuela de ave, tallarines y ravioles especiales Cattani, corvina en salsa Maitre d’Hote, pastel de choclo con presas de ave, bifsteck, chuleta, ensaladas, frutas de la estación, salpicón de ave al crutón, corvina al horno con vino blanco, corderito a la parisiense con petit pois, espárragos a la crema, ternerita de leche al horno, pollo cacciatore, frito mixto Italia, supply a la romana, pollo al Spiedo, tortilla de verduras, gallina con grossitura, sándwiches, chocolates, helados, etc. Para los bailables, en cambio, la entrada al vermout danzant costaba cinco pesos, de 18 a 20 horas; al dinner concert era de 25 con todo cubierto, y comenzaba a las 21 horas; y el noctámbulo playhouse de social dance costaba diez pesos, comenzando a las 23 horas.

Entre muchos otros artistas célebres de la bohemia de los años locos chilenos, se presentaba allí la pareja de baile moderno Ivonne y Bill, la Jazz-Band de Negros, el conjunto artístico de Hortensia Arnaud, la showoman La Antonella y las hermanas Pérez Caro. Llegó a tener dos orquestas en sus mejores temporadas y, cuando debutó su mencionado espectáculo “Al pavo real”, la crítica del diario “La Nación” del miércoles 19 de enero de 1927 lo elogiaría con sobrados halagos:

Bajo todo punto de vista, fue un éxito completo el obtenido ayer por la compañía de variedades que debutó anoche en el Roof Garden.

El público, atraído por el novedoso y espléndido programa, llenó por completo la inmensa terraza que ha sido arreglada en forma especial que permite a todos los espectadores gozar cómodamente del magnífico espectáculo, que estuvo a cargo de un magnífico conjunto de artistas contratados especialmente en el Casino de Buenos Aires.

El público se interesó vivamente por el desarrollo del programa aplaudiendo insistentemente cada uno de sus números, entre los cuales recordamos los presentados por la clásica Antonella, verdadera maravilla de su género, el dueto cómico Ketty y Ruiz que proporcionó a la distinguida concurrencia agradables momentos de hilaridad, la bella Yolanda que con sus espléndidas dotes vocales y especiales condiciones de simpatía se conquistó completamente al público.

Finalmente, los bailes de Rosita Moreno entusiasmaron a la concurrencia en forma extraordinaria. Como se recordará, Rosita Moreno ha sido calificada por Mack Sennett como la mujer de más hermosas piernas del mundo. ¿Qué más se puede pedir?

El Roof Garden también era lugar de frecuentes eventos, actos de las Fiestas de la Primavera, las llamadas veladas populares, Pascuas de los Negros, festivales “a cargo y honor de la orquesta” y un carnaval con batallas de flores (chayas, en versión más aristocrática) con concursos de disfraces; otras eran con invitaciones y organizadas por don Santiago Serra, relacionado también con la casa. En sus fiestas de Año Nuevo, además, se representaba al año viejo con un pajarraco desplumado, y al naciente con un esplendoroso pavo real. Así, hubo períodos en que el funicular no tenía descanso, subiendo y bajando visitantes del concurrido centro recreativo.

Reconocido ya como el establecimiento más lujoso de Santiago, para octubre de aquel año 1927 la administración había anunciado un completo programa de fiestas, veladas, reuniones y dinner-dansants para la apertura de la temporada de la primavera. Sin embargo, el invierno resistió irse ese año y las lluvias del período obligaron a postergar aquellos encuentros. A pesar de todo, continuaron realizándose los vermouth-dansants de perfil más familiar, durante las tardes.

El alborozado ambiente fue descrito fugazmente por Rakatán, poniéndolo a la altura de otros célebres centros de atracción de la alta sociedad criolla como el Stad Francais, el Lido, el tea room de Gath & Chaves, el Luna Park, el Llano Subercaseaux y el Esplanade. “Los parroquianos llegaban a él en sus flamantes automóviles Ford o Studebaker allá por la década de los años 20 al 30”, agregaba. De hecho, el camino de los vehículos debió ser iluminado en aquellos años para la llegada del público a las veladas.

Un breve pero vívido testimonio redactado por una comensal de la terraza del cerro en carta a su hijo, reproducida en una exposición del Salón Tudor de la misma estación del funicular, aporta algo más para a la comprensión del lugar:

Querido Ramoncito: este es el famoso Roof Garden, cabaret lujosísimo, que ha hecho cacarear a algunas beatas por estar a los pies de la Virgen. Va gente de lo mejor, se baila y hay variedades, pero nada inmoral. Tú podrás conseguir ante el Vaticano que la Virgen vuelva la “testa” para el otro lado y se haga la lesa. Te abraza tu madre Elisa J.

En aquel período, casi no había visita ilustre en Santiago que no fuese llevada al Roof, casi como un trámite obligatorio. Cuando estuvo en Chile el campeón mundial de ajedrez ruso-francés Alexander Alekhine, por ejemplo, alrededor de los días de la Navidad de 1927, el distinguido personaje y su esposa fueron invitados a comidas en su honor realizadas allí, tras los saludos oficiales de las autoridades. También hizo gala de su talento en el tablero con demostraciones de partidas múltiples en el Luna Park.

Poca vida tuvo el extraordinario centro recreativo, sin embargo. Problemas estructurales, deterioro de los materiales más ligeros a la intemperie y posibles temas administrativos precipitaron su cierre. Las fuentes son contradictorias sobre el cuándo sucedió esto: en 1929, asegura la mayoría, incluyendo a Aguirre González en la revista “Arquitectura”. Su demolición se habría ejecutado en 1931, según el autor, pero hay testimonios que, de ser correctos, hacen concluir algo diferente, como el de Riquelme, quien lo conoció en su infancia y asegura haber vuelto después de finalizar los años treinta, aunque a inicios de la década siguiente el nombre del Roof Garden ya estaba asociado al restaurante homónimo de la terraza del Hotel Carrera.

Por su parte, Plath asegura en “El Santiago que se fue” que en el Roof Garden se hizo una manifestación en homenaje al poeta peruano residente en Chile don José Santos Chocano, el 18 de noviembre de 1934, reunión con discursos y aplausos celebrada “en un comedor espacioso con una mesa de honor donde se encontraba el festejado, diplomáticos, el Ministro de Educación y representantes de la Sociedad de Escritores”, rodeados por mesas de diez personas. Poco después, sin embargo, Santos Chocano moriría asesinado en un tranvía, por un desquiciado que quería arrebatarle el supuesto mapa de un tesoro escondido.

Tras cerrar y ser desmantelado, el gracioso y festivo patio de las alturas de Santiago fue despejado y convertido en un amplio mirador para el público, correspondiendo a la actual Terraza Bellavista del cerro. En el lugar en donde estaban las arcadas, columnatas y la glorieta de la orquesta, hoy hay varios puestos de venta de alimentos y suvenires para los turistas. ♣

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