Fachada del Cine Alhambra en revista "Cine Gaceta", octubre de 1917.
Poco se recuerda en nuestra época del Cine Teatro Alhambra, cuya amplia sala existió en Monjitas esquina nororiente con San Antonio, uno de los cruces de calles más importantes y comerciales en la ciudad de Santiago, a solamente una cuadra de la Plaza de Armas.
Se ubicaba en donde mismo había estado antes el restaurante Torre Eiffel (Le Tour Eiffel), muy frecuentado por el presidente Federico Errázuriz Echaurren, quien intentaba siempre no pasar advertido por la prensa o los curiosos en sus constantes idas a aquel club y otros de Santiago o Valparaíso. El copetudo centro gastronómico y recreativo se había quemado por completo el 1 de marzo de 1901, según anota Alfonso Escudero en su estudio sobre el teatro en Chile. Y solo tres meses después, moría Errázuriz Echaurren, quizá pagando tributo a los suculentos banquetes y otros excesos allí disfrutados durante su conocida vida bohemia.
El 7 de diciembre de 1906 se inauguró en el mismo lugar el Teatro Edén o, más exactamente llamado Eden Theatre. Su construcción fue rauda y formó parte de la fiebre de inversiones recreativas que se hicieron en los preparativos del Centenario Nacional. Su apertura fue con una presentación del artista Pepe Vila, actor español residente en Chile e importante figura de otras salas populares y zarzueleras, como el cercano Teatro Santiago y el Politeama de Estación Central.
No todo marchaba viento en popa para la sala, sin embargo. Aunque se identificó con espectáculos de zarzuelas, dramas, comedias y variedades, muchas compañías artísticas fracasaron al llevar hasta ella sus propuestas. Una temporada exitosa de la Compañía Cómico-Lírica Española de Peralta Balmes, a partir de 1908, hizo creer que la mufa del Edén ya había pasado, pero ese mismo año el teatro se vio envuelto en nuevos problemas: Armando de Ramón escribe en "Santiago de Chile (1541-1991)" que las autoridades recibieron denuncias sobre la "inmoralidad en el concepto y hasta en el decir" de algunas compañías que hacían presentaciones allí, contraviniendo el Artículo 373 del Código Penal y con la complacencia de los propietarios del teatro, quienes permitían también el acceso de jóvenes y hasta niños.
Ese mismo año de 1908 hubo otro acierto con la Compañía Ruíz-París y la obra de zarzuela "Rucacahuiñ" del gran periodista, cronista y dramaturgo Aurelio Díaz Meza, con música de Alberto García Guerrero, quien era también crítico musical de "El Diario Ilustrado". "El Mercurio" categorizó la obra como la mejor producción nacional, conclusión parecida a la que llegaron varios otros medios. Tuvo gran convocatoria de público en el Edén, realizando una buena cantidad de presentaciones durante la temporada.
Presentaciones inaugurales de Pepe Vila y su compañía en el Teatro Edén, en revista "Zig-Zag" de diciembre de 1906.
Nota de la revista "Sucesos" mostrando a los actores-personajes de la obra de zarzuela "Rucacahuiñ", de Díaz Meza, llevada al Teatro Edén de Santiago por la Compañía Ruiz-París, en1908.
Las hermanas Fuentes, artistas de la Compañía Zapater, presentándose en el Eden Theatre. Portada de la revista "Teatro i Letras" del 1 de octubre de 1909.
El Eden Theatre publicitado en la revista "Teatro i Letras", diciembre de 1909.
Aspecto del proyecto de conversión del ex Edén en el Teatro Nacional. Imagen publicada por revista "Zig-Zag" en 1912.
Anuncio publicitario con la cartelera del Cine Alhambra en mayo de 1917, en el diario "La Nación".
Doble anuncio del Cine Alhambra en "La Nación", diciembre de 1917.
Otras experiencias más o menos auspiciosas en meses siguientes alimentaron nuevos optimismos para el Edén. La revista "Teatro y letras" del 1 de octubre del año siguiente, por ejemplo, informaba sobre su cartelera:
Da ya sus últimas funciones la Compañía Zapater que hace meses viene actuando en este teatro con su público especial y mezclando su repertorio.
Últimamente ha estrenado varias obritas con buen éxito unas, con malos otras, pero siempre defendidas con la popularidad de Zapater y el entusiasmo que siempre han sabido mantener las hermanas Fuentes, cuyo beneficio acaba de confirmarlo con lleno completo y salvas atronadoras de aplausos.
La Compañía se dirige a Valparaíso donde proyecta hacer la temporada de verano mejorando su personal y renovando bastante su repertorio.
El Teatro Edén ofrecía funciones diarias por tandas. Los domingo y días festivos daba dos grandes funciones, esperando capturar al público. Sin embargo, los posteriores intentos de exhibir allí espectáculos populares con satisfactoria concurrencia volvieron resultar decepcionantes. La revista "Cine Gaceta" de octubre de 1917 recordaba algo sobre aquella mala racha que puso fin al Edén:
Tampoco se dejaron de hacer tímidos ensayos cinematográficos por personas que tenían miedo de invertir doscientos pesos en la explotación de una sala que hasta se llegó a dar gratis varios meses como prueba. Naturalmente, que tampoco así surgió.
En algún momento, a partir de abril de 1910, el Edén dejó de funcionar con ese nombre y tomó el título de Teatro de Novedades. Hubo cambios administrativos importantes en el período, al tiempo que la sombra de la decadencia volvía oscurecer los prospectos de este albergue cultural. Llamado a continuación Teatro Nacional, el edificio fue remodelado con un ambicioso proyecto presentado en 1912. Con tales modificaciones quedó convertido en un inmueble de dos niveles y zócalo con arcos, rematado por un alto frontón-mansarda justo en la cara del vértice. La revista "Zig-Zag" celebraba ese año la transformación, mostrando la imagen del proyecto y comentando de su gusto con el mismo.
Sin embargo, la reformulación del teatro que lo dejara más cómodo y moderno que antes, recibiendo algunas presentaciones como las de la compañía de Vila, no sirvió más que para un corto interés de la audiencia sin que pasara mucho para verlo otra vez caído en la desdicha y falto de utilidades. Fue entonces cuando la Empresa de Teatro y Cinemas Ltda. llegó al rescate de la sala cuando ya no parecía tener vuelta y sus dueños la estaban ofreciendo en arriendo prácticamente para lo que fuera. Incluso barajaron la posibilidad de que el edificio sirviese como establecimiento de baños, según indicaba "Cine Gaceta".
La inversión fue inmensa en el desde ahora llamado Cine Alhambra: reparaciones, remodelaciones y gran publicidad anunciado su reapertura, con la exhibición del filme "El prisionero de Zenda", en junio de 1915, obra de los directores Hugh Ford y Edwin S. Porter, de la compañía The Famous Players Film. Incluso habrían existido críticas y protestas de otros empresarios cinematográficos y teatrales, quienes consideraron un derroche de dinero tanta promoción a la reapertura de una sala en quiebra.
Publicidad para la compañía a cargo del Cine Alhambra en revistas cinematográficas de 1918.
Otro aviso a página completa para el Alhambra, año 1918.
Publicidad para el cine en revistas cinematográficas, octubre de 1919, con un filme de la vamp del momento, la actriz Theda Bara.
"Cleopatra", nuevamente con Theda Bara como protagonista, anunciada en el Alhambra en "La Semana Cinematográfica" de noviembre de 1919.
El Cine Alhambra muy iluminado de noche, en el estreno del filme "Cleopatra", también con Theda Bara como protagonista. Imagen publicada por la revista "La Semana Cinematográfica" en noviembre de 1919.
Esquina de San Antonio con Monjitas en 1928, en fotografía del archivo Chilectra.
La estrategia resultó ser todo un éxito, sin embargo, y llegó a ser una de las cinemas más exitosas de la capital, con grandes innovaciones en aspectos de comodidad, seguridad e higiene. Hacia 1917 la empresa de espectáculos de Max Glucksmann exhibía allí proyecciones de obras como "Zudora" de Howell Hansel y Frederick Sullivan, "The curious conduct of judge Legarde" de Will S. Davis, y "Gloria's Romance" de Walter Edwin y Colin Campbell. Como se usaba en aquellos años, muchas de estas películas fueron exhibidas en partes, asegurando el constante regreso del público a las seriales.
En el nuevo período, el Alhambra tuvo principalmente aquellas funciones de cine con proyecciones de dos a cuatro películas diarias, generalmente los filmes de moda de la época muda y para diferentes bloques de público. Por lo general eran tres sesiones diarias, cerrando ya en la noche. Prometía, además, buena música a cargo del cuarteto Masriera-De Roiny, asegurando en su publicidad que siempre podrían encontrarse en él "películas de novedad y escogidas", al tiempo que se jactaba de tener como habituales en su público "a las más aristocráticas familias". En 1918, una entrada para las funciones completas de tres sesiones costaba un peso en platea y cinco en palco. El balcón se pagaba con 0,60 pesos y la galería con 0,20 pesos. Las secciones, en tanto, costaban tres pesos el palco, 0,60 la platea y 0,40 el balcón.
Una de las exhibiciones más aplaudidas
del Alhambra, verdadero golpe de entretención, fue proyectar en 1919 el estreno
del filme "Cleopatra", con la pionera de las vamps de Hollywood, la
tenebrosa pero seductora actriz Theda Bara, bastante presente en la proyectora de este cine desde su reapertura, como había sucedido ya en la
película "Rosa de sangre" de la Fox.
A mayor abundamiento, la fachada del teatro fue cubierta por grandes carteles anunciando la obra "Cleopatra" y con magnífica iluminación. Había sido filmada en 1917 bajo dirección de Gordon Edwards, resultando una película polémica y audaz para los estándares vigentes, que llegó a ser catalogada de impúdica o lesiva a la moral. En ella, Theda trabajó con clásicos actores como Fritz Leiber, Thurston Hall y Herschel Mayall. Fue considerada una de las primeras megaproducciones de la industria, además, por lo que en Chile había una gran cantidad de público esperando su arribo a las salas. Lamentablemente, un incendio en las bóvedas de los Estudios Fox destruyó dos décadas después las últimas copias que quedaban de la cinta, perdiéndose para siempre. Solo sobreviven hoy algunos fragmentos y las fotografías de semidesnudez de la protagonista, interpretando al personaje que daba nombre al film.
También se realizaron algunas
presentaciones artísticas en el Alhanbra durante sus años más activo. Empero, como la Empresa de
Teatro y Cinemas estaba vinculada esencialmente a la difusión de rollos provenientes de los estudios Fox
y Pathé, sus funciones se volvieron de prioridad cinematográfica durante todos aquellos años.
Incluso había otras salas de cine con el mismo nombre en Antofagasta y Valparaíso ,
propiedad de la firma,
mientras que la de Santiago fue presentada también como Cinema Concierto Alhambra.
A pesar de las expectativas y siguiendo la condena de tantos otros cines y teatros chilenos, el edificio del Alhambra acabaría reducido a una pila de escombros carbonizados que pusieron fin a la última y próspera etapa en la historia de aquella esquina, sin que alcanzara a conocer la llegada del cine sonoro. De acuerdo a lo que señalan Manuel Abascal Brunet y Eugenio Pereira Salas en su libro dedicado al legado teatral del maestro Vila, el cine se quemó el 19 de febrero de 1929.
Sobre su espacio vacío y sus recuerdos etéreos se construyó, después, el edificio de líneas art decó y zócalo de locales comerciales que aún existe allí, en San Antonio 779. ♣
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