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HIROHITO Y LOS 86 AÑOS DE AVENTURAS DE UN "VIEJO LOLERO"

Eugenio León, Hirohito, en los años setenta.

Nació y fue bautizado Eugenio León Hernández en 1924. No obstante, la historia de la música popular chilena lo tendrá para siempre en el recuerdo como Hirohito, su pseudónimo artístico. También como el Viejo Lolero, impropio pero cariñoso apodo que se le regaló por el título de su más famosa y chispeante canción que, sin embargo, muy probablemente enfrentaría serios reparos sociales de haber debutado en nuestra época, aunque no más que las ya bastante bailadas “Morena de 15 años” y “La colegiala”.

Crecido profesionalmente en un ambiente abundante en cuecas, chachachás y orquestas tropicales de la vieja guardia de barrios como Mapocho, Vivaceta, La Chimba y Quinta Normal, en la antiguas "filarmónicas", "filóricas" y luego los dancings, el bohemio aquel que iba a ser llamado Hirohito consiguió fundar con sus cumbias cómicas un estilo de letras ladinas por entonces escasamente explorado. Como sucediera también con sus contemporáneos musicales como Los CaporalesLos Perlas, y poco más tarde Los Huasos Cochinos y Los Hijos de Putre, su estilo pícaro y desvergonzado acabaría siendo escuela para muchos otros músicos de canciones graciosas y también de comediantes, en esos años en que el doble sentido era tal: doble sentido, y no el lenguaje explícito y directo de risa más bien burda que tiende a ser en nuestra época, cuando parece haberse perdido ya ese genio perspicaz en la vieja sociedad chilena.

El poeta bribón probó suerte en la música tras haber sido vendedor de zapatos, aventura para la que se alió con amigos instrumentistas iniciando así un proyecto que haría historia. De esta manera, hacia fines de los cuarenta o inicios de los cincuenta la base formativa del grupo musical que más tarde sería conocido como Hirohito y su Conjunto era parte del circuito de músicos urbanos de barrio Mapocho y La Chimba, en célebres fiestas callejeras y particulares que tenían lugar en diferentes centros populares e incluso plazas. Festivales y celebraciones que, hasta hace no mucho tiempo, todavía eran recordadas por algunos de los antiguos comerciantes y vecinos de aquellos barrios.

Según declaró él en algunas ocasiones, sus primeras incursiones de divertidas cumbias bailables en vivo las realizó por allí cerca de la vieja Plaza de los Moteros y de la Plaza Borgoño, en los barrios de Independencia. Y si bien Hirohito comenzó golpeando la batería de la banda acompañado de otros tres músicos y bailarinas, no tardó en hacerse dueño absoluto del micrófono.

Aunque León aún no tomaba tan en serio su carrera musical en esos años, los vecinos ya le apreciaban y lo invitaban a las fiestas que tenían lugar en los clásicos barrios de Santiago. Vio con ello eventuales proyecciones al grupo y así comenzaron a presentarse en un boliche de calle Estado: un restaurante en donde un amigo le permitió tocar durante varios años. Delgaducho, narigudo y de grandes gafas, no le costó demasiado producirse una imagen que lo hiciera reconocible al público.

Después de las experiencias más modestas y ya haciéndose un nombre, Hirohito profesionalizó su trabajo y adoptó para sí tan imperial apodo nipón, abriéndose paso en el medio. También realizó presentaciones por avenida Vivaceta, en el entonces famoso cabaret Bossanova de la mítica tía Carlina, el viejo prostíbulo que evolucionó a centro de eventos allí donde, según diría él mismo en una entrevista, había sólo “minas con manilla”, refiriéndose a los transformistas que trabajaban en el mismo local y que después fundaron el equipo artístico del mítico Blue Ballet.

Más tarde y por recomendación de un amigo abogado, Hirohito fue reclutado por el sello Sol de América con su conjunto o “combo”, para grabar las primeras pistas de sus muchas canciones. Esto sucedía hacia inicios de los años setenta. Entre las primeras piezas que dejaron registradas durante esa etapa estuvieron algunas propias y otras prestadas, destacando por entonces algunas canciones festivas como “Pajarillo, pajarillo”.

El avezado e ingenioso músico también lanzó durante esa década el pegajoso temazo “El viejo lolero” o “Viejito lolero”, como es conocida, su más famosa canción que también ha sido llamada “Ula ula” y que decía en su letra inicial:

El que no baila es cola,
el que no baila es cola. (bis)

Ula ula, ula ula,
aprende a bailar el ritmo de la pirula
Ula ula, ula ula,
aprende a bailar el ritmo de la tu-tula

Viejito, viejito bueno,
viejito, viejo lolero.
Viejito, viejito bueno,
viejito, viejo can-chero.

La sencillísima letra de la cumbia-guaracha “El viejito lolero” presenta también una estructura con juego de palabras en modo calambur y con sentido “cochinón”, como le gustaba definirla a su autor. Este pícaro truco retórico ha sido repetido en rutinas de músicos y humoristas posteriores como el dúo humorístico Melón y Melame (Gigi Martin y Mauricio Flores, aunque tomando las "Picardías" del cantante argentino Rodolfo Zapata en los setenta) o en el conocido tema bailable “Se murió Tite” de La Sonora Palacios. Por ejemplo, en el mismo “viejito lolero” decía la letra:

Michupín y Michupai
tocaban en una orquesta.
Michupín tocaba el piano,
Michupai la corneta.

Don Eugenio confesó una vez, entrevistado en el diario “La Cuarta” (miércoles 6 de septiembre de 2006), que la idea de escribir y componer el "El viejito lolero” le había surgido casi espontáneamente en una fiesta aburrida que intentaba animar en aquellos años. Entonces tuvo la idea de gritar “¡el que no baila es cola!” para encender los ánimos del público y así todos se pararon y salieron al baile acusando recibo, especialmente los varones, rito que comenzaría a repetirse cada vez que alguien colocaba la misma canción en tocadiscos y después en caseteras durante una celebración o encuentro de aquella época. Sin embargo, cierta leyenda agrega que Hirohito se reía del mismo público cambiando el estribillo en los bailables por “el que lo baila es cola” en plena interpretación, muchas veces sin que los enfiestados lo notaran.

Los dos lados del disco sencillo de Hirohito y su Conjunto en 1976, con "Viejito lolero" y "Ritmo de chunga". Fuente imagen: portal Discogs.

Hirohito en la portada del LP "El viejito lolero".

Hirohito y su Conjunto, en su época de furor del "El viejo lolero".

La desaparecida casa en donde funcionó el burdel de la tía Carlina devenido después en la boîte Bossanova de Vivaceta. Este lugar estaba asociado a los inicios de muchas bandas de la clásica bohemia santiaguina, como Hirohito y su Conjunto (fuente imagen: Revista El Guachaca).

Aquel tema que catapultó su popularidad, apareció en un disco single de sello Sol de América producido por Fernando Neira Ruiz, de 1976, acompañado en la cara B por otra divertida canción en versión propia de mambo, titulada “Ritmo de chunga”, del maestro Pérez Prado, el señor de tantos escenarios de la clásica bohemia chilena. El sencillo llegó a ser tan popular que todavía se canta y festeja en la cultura nacional; e incluso valió al propio don Eugenio el comentado apodo afectuoso del Viejo Lolero, si bien se recuerda que su autor era un tipo bastante correcto y muy distante al del personaje libidinoso y desparpajado descrito en la letra. Ese mismo año, además, la canción pasó a formato LP en el trabajo con el nombre, donde iban otros temas como "Barrilito", "Sácate el cocodrilo" y "Volaré".

La orientación fiestera y para bailables que había adquirido el trabajo de Hirohito se reflejaba, por lo demás, en una gran cantidad de temas sin letra y solo instrumentales que dejó grabada la banda, intercalados en las recopilaciones entre las canciones con esas letras humorísticas y que también procuraban un fuerte acento jaranero y alegre en su ritmo.

En la misma línea de las risotadas musicalizadas, otra célebre canción suya también grabada en esos días con su conjunto, reconocible por lo ingenioso de la letra cantada con su aguardentosa y áspera voz, es sin duda la titulada “Me ando, me ando”. Esta pieza, usando el mismo juego de sílabas que permite las segundas lecturas o sentidos, cuenta de la tragedia de un pobre tipo que sigue eterna y fatigosamente a su enamorada por todos lados, haciéndolo en secreto y caminando sin dinero para locomoción. Usando así el engaño estructural de palabras y frases de manera parecida a la también canción humorística "Simeona" del dúo Los Caporales, cantaba Hirohito con su eterna ronquera, en las primeras líneas:

Yo por ti me ando me ando varias cuadras.
Yo por ti me ando me ando todo el día.
Yo por ti me ando me ando hasta encontrarte.
Por tu amor me ando me ando noche y día.

Me ando por verte de tu casa a la mía.
Me ando el camino que lleva a tu trabajo.
Me ando pues no tengo plata pa’ la micro.
Me ando me ando, todo el día me andaría.

Y a continuación, en el alegre puente del coro que solía ser cantando también por el público en esos bailables incomparables, remataba:

Por eso es que me ando tanto,
por ti tanto me andaría.
Y me ando todito el día,
por tu amor yo me ando tanto.

Hirohito siempre conservó el mismo carácter alegre y jovial que reflejaban todos los cantos en todo su repertorio. Tapó con él también sus penas, como la muerte de una hija, algo que nunca superó del todo y que hirió su alma para siempre, según reveló alguna vez en otra entrevista, ya en la madurez. Además, se mantuvo fiel a su larga devoción por el vino, aunque más moderado que varios otros casos de hombres que pasaron por el mismo ambiente de fiestas y escenarios. Fue una compañía que tuvo toda la vida, al parecer, pues una vez confesó a reporteros de “La Cuarta”, sincerándose: "La única forma que tenía para bailar cueca era curado”. También diría, al respecto: "me casé curado, si no me di ni cuenta” pues, según él, se había excedido de copas de tinto en su matrimonio accidentalmente, de puros nervios.

Pero pasaron los años, y la popularidad comenzó a quedar atrás; muy atrás, desvaneciéndose con esa misma edad de bohemia y de orquestas de salones a la que había pertenecido su carrera. La inestabilidad de miembros del grupo también acabó disolviéndolo y separando a sus últimos integrantes... Ya anciano y devuelto al anonimato, entonces, el tiempo de Hirohito parecía irremediablemente perdido en el pasado, hasta que un increíble y feliz suceso lo devolvió a la escena.

Hirohito en sus últimos años. Imagen del diario "La Cuarta".

Don Eugenio nunca soltó el pandero... Imagen del diario "La Tercera".

Fue en 2000 que ocurrió lo inesperado, a sus 76 años: comenzó a ser buscado e invitado a un programa de televisión, "Casi en serio" conducido por Leo Caprile, quien hizo un llamado ante las cámaras para que se presentara el autor del tema "El viejito lolero", que a pesar de todo nunca había perdido vigencia y a veces era usado como cortina en el mismo show y en otros programas de televisión y radio.

Puesto en aviso del emplazamiento, don Eugenio llegó hasta allá y fue saludado de inmediato por la audiencia televisiva, lo que permitió redescubrirlo en los medios pues el público más joven desconocía quién era la voz seca y raspada de esas populares canciones como “La vieja Julia” (con una famosa versión de Los Hijos de Putre), “Los zapatos nuevos” y otras por el estilo.

Desde aquel momento, el veterano músico recibió una gran atención popular y muchos colegas nuevos lo reconocieron públicamente como su inspirador, como sucedió con la banda hardcore chilena Los Mox!, también con letras de fuerte tono satírico. Comenzó a ser entrevistado por otros medios y se convirtió en una especie de icono de la cultura kitsch, realizando una famosa presentación en una fiesta de la Disco Blondie en 2006, ocasión en la que fue ovacionado. Se volvió también figura del legendario “guachaca”, además, y recibió un tributo en vivo por la banda funk nacional Chancho en Piedra, siendo invitado a cantar al escenario con ellos. Inconsciente quizá de su propia popularidad, según lo que han dicho algunos amigos posteriormente, Hirohito siguió presentándose en eventos y algunos programas de televisión, recibiendo siempre el cariño del público.

Ese mismo año 2006, recibió un reconocimiento de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, otorgado por ser uno de los socios más antiguos de la organización, con más de 50 años contados. En la oportunidad, la Sociedad le dio su galardón en una emotiva ceremonia en donde también fueron reconocidos Lalo Parra, Valentín Trujillo, Silvia Infantas y el dúo folclórico Los Hermanos Campos. Y, poco antes de su partida, se había presentado como invitado especial en una fiesta del Teatro Caupolicán, siendo aplaudido y aclamado nuevamente por nuevas generaciones, que también lo reconocían por “El viejito lolero” cual patrimonio viviente de la música popular y humorística chilena. Allí se despidió para siempre de su público.

Retirado otra vez de las pistas tras este hermoso segundo aire, don Eugenio dedicó sus últimos años a cantar -pandero en mano- con algunos amigos y vecinos en un club de abuelos de su barrio cerca de San Pablo, en la pintoresca Población El Polígono de Quinta Normal. La gente lo identificaba en las calles y festejaba con él ese nuevo tiempo de fama que habíale reservado con gratitud la existencia.

Hirohito, el feliz animador de las noches que comenzara a construir su historia artística en los buenos días de circo y remolienda de la capital, falleció de neumonía en su propio hogar en la mañana del 23 de febrero de 2010, cerca de los 86 años. Murió al lado de su amada compañera y esposa de toda una vida, doña Felicia Parra. Cierre apropiado al bello capítulo final de una larga y entretenida historia en la cultura bohemia generacional de Santiago.

Sus restos reposan hoy en una bóveda familiar del Cementerio General… Sus restos, recalcamos, porque si acaso existe el Cielo, de seguro el alma de este querido y pertinaz viejo “cochinón”, nuestro Viejo Lolero debe tener horrorizados a los santos y alborotados hasta el rubor a los arcángeles, con su irreverente e hilarante cancionero de cumbias marrulleras. ♣

Comentarios

  1. Hola gracias por el reportaje de mi VIEJIO LOLERO ...suu hija cecilia león

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    1. Muchas gracias a Ud., por su comentario👍

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  2. Que emoción! ... Gracias por tanto tatita!!! Y a uds por hacer este lindo reportaje y vivencias del recordado viejito lolero 🙏

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  3. Gran población la polígono, ahí estaba representada toda nuestra idiosincrasia, el cachirulo cuevas, la sonora palacios, el hirohito, la pirilacha, nicomedes Guzmán, cecinas la chilenita, uno que otro maricón famoso de la época, algún lanza internacional, que linda nuestra infancia.

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  4. Cómo no recordar a Don Eugenio ,si el y su familia llegaron a vivir al dpto en primer piso de la población El Polígono, ahí vivía yo y mi familia .
    Nosotros nos fuimos al tercer piso del mismo edificio,lo recuerdo con mucho cariño y respeto igual a su esposa sra Felicia,tuve la suerte de compartir muy gratos momentos.
    Le envío al cielo un gran abrazo con mucho cariño
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  5. Lo conocí como el Tio Eugenio, fue hermano de mi abuela Laura. Muchos años mas tarde supe que era el Viejito Lolero. Nos vemos en el cielo para hacer la fiesta tio.

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  6. Mi vecino querido gran persona 💗

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