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DIVERSIONES, ACTIVIDADES Y CAMARADERÍAS ENTRE VETERANOS DESPUÉS LA GUERRA DEL PACÍFICO

"Saludo del veterano" en portada de la revista "Pacífico Magazine", agosto de 1913.

La conclusión de la Guerra del Pacífico con la victoria en Huamachuco, seguida del Tratado de Ancón y el cese de las hostilidades, inicia el regreso de los chilenos desde Perú entre 1883 y 1884. Hombres victoriosos, recibidos como estrellas y mostrando sus "honrosas cicatrices" como dice el himno de "Los Viejos Estandartes", pero que en los años posteriores deberían enfrentar nuevos desafíos y dificultades para su subsistencia, en algunos casos viviendo situaciones casi tan extremas como fue la guerra misma.

En un lado más amable, el final de conflicto permitió que muchos de aquellos veteranos con ganas de celebrar sus propias gestas épicas y su propia condición de sobrevivientes, llevaran recuerdos y testimonios hasta posadas y quintas de las ciudades o pueblos, continuando en ellas con el ejercicio del folclore patriótico y las declamaciones políticas. Trajeron con ellos recuerdos, medallas, canciones militares, tonadillas ladinas, diarios de anotaciones, artesanías de trinchera y todas esas pequeñas compañías que tuvieron en el frente.

Una gran cantidad de público patriota, joven y creativo, muchas veces ligado a la música y la poesía, alcanzó a ver y admirar a los veteranos en aquella clase de establecimientos de barrios populares, varios ya inválidos, mutilados o caídos en la indigencia, pero aún luciendo las marcas en el cuerpo que dignifican con sus viejos y raídos quepís. Se sabe que en una ocasión, por ejemplo, el destacado atleta nacional Manuel Plaza descendió de un tren en la Estación Central y divisó allí a un veterano del 79 en el recinto, corriendo a saludarlo con un emotivo abrazo que fue testimoniado por reporteros gráficos y que hizo llorar al anciano.

Tras colgar el uniforme (a medias, porque muchos siguieron llevando parte del mismo orgullosos ya en su vida civil), hubo no pocos veteranos que volvieron a trabajar en los barrios obreros y comerciales de la capital, todavía pudiendo reconocerse entre sí en tiempos de paz, en esos escenarios urbanos. Proliferaron también los grupos manteniendo rasgos de camaradería en cada ciudad, instancias seguidas por la rápida creación de sociedades y clubes convertidos en ámbitos de intercambio, mutualismo, centros sociales, grupos conmemorativos, casas de asistencia, salones de recreación y verdaderos círculos de tiempo libre.

Dice Sergio Rodríguez Rautcher en "La problemática del soldado durante la Guerra del Pacífico" que la primera agrupación creada por el Estado para atender a sobrevivientes, viudas y huérfanos había sido la Sociedad Protectora de Valparaíso, aparecida ya en diciembre de 1879. Posteriormente, a fines de mayo y tras los hechos de Iquique, don Benjamín Vicuña Mackenna creó por las mismas razones en Santiago a la Sociedad Arturo Prat. Este tipo de agrupaciones existirán durante todo el conflicto, pero proliferando al regreso de los sobrevivientes desde el teatro bélico: el Círculo de Oficiales Retirados, el Club de Veteranos de Santiago, el Círculo de Veteranos del 79, la Sociedad de Defensores de Chile, La Unión Cívica, la Sociedad de Veteranos de Valparaíso, la Casa del Veterano de Iquique, etc.

Salas de tertulia, bibliotecas, mesas de billar, colecciones fotográficas, reliquias, archivos, entretenidas mesas de juego de salón o naipes, juegos de tiro al blanco o dardos, tableros de ajedrez, rayuela y otros implementos de diversión por el estilo solían ser característicos en aquellas sedes y casas de veteranos. Había algo de lo que hoy llamaríamos centros culturales en los mismos, fuera de sus alcances de beneficencia. La reunión permanente entre ellos también buscó facilitar el proceso de reincorporarlos a la vida ciudadana y superar los posibles traumas de la experiencia de guerra, algo que no todos habían logrado, infelizmente.

Proyecto de la nunca construida fachada de la casa-albergue de la Sociedad de Veteranos del 79 en Providencia, publicada en la revista "Corre Vuela" de 1908.

Sede de la Sociedad de Veteranos del 79, en calle Román Díaz. Izquierda arriba: oficina con el estandarte y el escritorio del presidente de la Sociedad. Izquierda abajo: segundo patio del albergue. Derecha: placa de mármol con los nombres de los benefactores del albergue. Imágenes publicadas por revista "Sucesos" en julio de 1917.

Patio principal y entrada al albergue de calle Román Díaz, en Providencia. Publicada por revista "Sucesos" en julio de 1917.

Arriba: reunión del Círculo de Veteranos del 79, con sede en calle Carmen de Santiago, en el "Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile" de 1928. Abajo: el mismo álbum histórico y el libro "Héroes del silencio" de Méndez Notari señalan que esta imagen corresponde a la sede del Círculo en calle Carmen, pero claramente se trata de la casa de acogida de la Sociedad de Veteranos en Providencia.

Desde muchos puntos de vista, la actividad de los veteranos del 79 se extendería casi como requisito de existencia propia hasta la muerte misma de cada uno de ellos, profundamente marcados por su participación en la historia y participando tanto en inauguraciones, actos públicos y eventos conmemorativos como invitados especiales de diferentes eventos, frecuentemente. Episodios posteriores como la Guerra Civil de 1891, la Masacre de Santa María de Iquique en 1907 y la crisis final de la República Parlamentaria terminaron involucrando a también, directa o indirectamente y por ambos lados, pues las fracturas de la sociedad chilena también los alcanzaron.

A su vez, los veteranos celebraron varias veces como cofradía los aniversarios de sus respectivas divisiones y regimientos o bien el de las batallas en las que participaron. Lo hacían con sendos banquetes y veladas, que a veces eran material para páginas de sociedad en las revistas de la época. Incluso llegaron a fundar escuelas durante las campañas de alfabetización. Pero, a pesar de la atención popular, de las modestas pensiones concedidas y de algunas becas de estudio para sus hijos, había casos de gran abandono y olvido para con los servicios de aquella generación de hombres y mujeres, paulatinamente olvidados a medida que iba quedando atrás también el impacto de la Guerra del 79. Algunas de sus penurias fueron comentadas en medios de la época como "El Mercurio de Valparaíso", "La Patria" y "La Unión", en aquellos años.

En otro aspecto, aunque los cada vez más ancianos veteranos gozaban de merecida reputación tanto en el mundo civil como en el militar y hasta el folclórico, para sorpresa de nadie la retribución por parte de las castas políticas no fue proporcional: parlamentarios de cunas ideológicas tan diferentes como Enrique Mac-Iver y el futuro presidente Pedro Montt se mostraron adversos a la idea de hacerlos receptores de gratitudes monetarias especiales o subir sus pensiones, bajo el pretexto de cuidar los intereses de las arcas fiscales. Más aún, en su momento Mac-Iver se había mostrado hasta partidario de atribuirle a las clases gobernantes los triunfos de los campos de batalla, llegando a hacer un llamado a no premiar o condecorar a quienes hubiesen participado en combates donde Chile hubiese sido derrotado, como había sucedido en Tarapacá... Otra cara de lo que se ha llamado con sensata ironía como "el pago de Chile".

Aunque las fiestas del Centenario Nacional pusieron otra vez en valor conmemorativo a los sobrevivientes de la Guerra del Pacífico, el Día del Veterano fue establecido por ley recién el 16 de diciembre de 1926, en el gobierno de Emiliano Figueroa. La fecha escogida para la efeméride era el 13 de enero de cada año, en el aniversario de la Batalla de Chorrillos, la penúltima resistencia enemiga durante la Campaña de Lima antes de la lucha en Miraflores y la caída sin defensas de la capital peruana. Decía la publicación correspondiente en el "Boletín Oficial":

Con el objeto de conmemorar los hechos históricos que se desarrollaron durante la guerra de 1879 y rendir un merecido homenaje a los veteranos sobrevivientes de dicha campaña, este Ministerio ha acordado instituir el 13 de enero de cada año, como el Día de los Veteranos, en conmemoración del aniversario de la Batalla de Chorrillos, la más importante y definitiva de dicha campaña, y en la cual el Ejército chileno dio muestras de su gran valor y empuje, dignos de sus gloriosas tradiciones.

En este día se rendirá homenaje a los hechos culminantes desarrollados en esa época, los cuales a través de la historia, servirán de ejemplo de valor y abnegación.

Con tal objeto, los comandos de guarnición harán dar conferencias patrióticas o realizarán fiestas alusivas al acto y a fin de ayudar en lo posible de un modo efectivo y práctico, a aliviar la delicada situación porque atraviesan los antiguos servidores de la Patria, organizarán en lo posible veladas literarias, torneos militares, beneficios teatrales y muy especialmente colectas públicas que dado el espíritu altruista de nuestros ciudadanos y la cooperación eficaz que ese comando aportará, podrán traducirse en valiosas ayudas pecuniarias que servirán para el sostenimiento de los asilos, albergues, clubes y demás instituciones que los veteranos del 79, con enormes sacrificios, logran mantener.

Los fondos que con este fin pueden reunirse se distribuirán entre dichas instituciones, de la misma localidad y en el caso de que no hubiera alguna de ellas, dichos fondos se enviarán a la que exista en la ciudad más próxima.

Dado el objeto que se persigue, espera este Ministerio que ese comando pondrá todo lo que esté de su parte para la mejor realización de la idea que se propone, pues, el Ejército, conservador de las tradiciones históricas de la Patria, debe contribuir en algo a hacer menos penoso y más llevadores los últimos años de estos servidores de la Nación que, en momentos de prueba para para el país, no repararon en privaciones y sacrificios para ofrecer gustosos el contingente de sus personas y aun de sus vidas en defensa de la Patria.

En la práctica, sin embargo, las fechas de las batallas de Chorrillos y Miraflores venían convocando reuniones y festejos de los veteranos desde hacía largo tiempo, llegando siempre con sus uniformes y estandartes a los lugares de encuentro. El principal ente organizador era sin duda la Sociedad de Inválidos de la Guerra del Pacífico y Veteranos del Ejército, que había sido fundada el 18 de junio de 1883 y reorganizada el 22 de agosto de 1886 por veteranos y ex militares interesados en socorrerse mutuamente en ítems de gastos de salud, subsidios y funerales.

Dos imágenes del salón de sesiones de la Sociedad de Veteranos del 79 en Providencia: la izquierda, en revista "Sucesos" de 1917; la derecha, en el "Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile" de 1928.

Banquete y reunión de camaradería de los veteranos del 79, en el año 1904. Imagen publicada en la revista "Sucesos."

Imagen de la revista "Sucesos" con veteranos de la Batalla del Alto de la Alianza de Tacna, celebrando el aniversario del combate en mayo de 1909.

Celebración por aniversario de las batallas de Chorrillos y Miraflores en enero de 1913, en imágenes de revista "Sucesos". Está presente entre los veteranos la cantinera Josefa Herrera.

En 1927, además, el precursor de la aviación nacional y del primer Museo Militar de Chile, comandante Enrique Phillips Huneeus, creó el Hogar de Veteranos del 79 que, financiado con aportes particulares y especialmente empresariales, daba asistencia aquellos ex combatientes en situaciones menesterosas. Los veteranos agradecieron después su obra concediéndole una medalla de oro como benefactor de los ex combatientes, en un banquete diurno realizado en el restaurante Da Osvaldo del Portal Fernández Concha, en enero de 1935.

Las celebraciones del referido centro contaban siempre con participación otras agrupaciones como la Sociedad de Veteranos de Valparaíso, más comisiones de regiones ya en los primeros años del siglo XX. Otras organizaciones que se hacían presentes en los encuentros eran el Círculo de Oficiales Retirados, la Sociedad de Defensores de Chile, la Unión Cívica y los Veteranos de Santiago, conformadas casi totalmente por sobrevivientes y algunos familiares. La revista "La Lira Chilena" decía a propósito de los festejos de aquel aniversario, en enero de 1905:

A esta simpática fiesta, tendrán un asiento de honor, al lado de los pocos sobrevivientes que lograron escapar heridos o mutilados unos e ilesos otros, diputados municipales y representantes de la prensa, compartiendo con ellos las glorias que simbolizan cada una de las barras que adornan sus medallas y que con legítimo derecho y orgullo ostentan en sus pechos aquellos beneméritos servidores de la nación.

El pueblo compartirá también con ellos de este regocijo, por cuanto hoy como ayer, conserva grabado en sus corazones los días aquellos de expansiones delirantes a que se entregaba por cada batalla ganada o por cada victoria obtenida por los improvisados guerreros.

La Sociedad de Veteranos tuvo varias sedes y construyó mausoleos en diferentes cementerios, para la paz final de sus miembros. La revista "Corre Vuela" del 17 de junio de 1908 publicó una imagen y reseñas sobre el proyecto de un hermoso inmueble de rasgos neoclásicos y art nouveau en un terreno que tenían junto a avenida Providencia, que sería "destinado a centro de reuniones y a albergue de veteranos". No sabemos en qué terminó exactamente este proyecto, ya que no parece corresponderse con la sede que después tenía la misma sociedad en la calle Román Díaz 38, en un inmueble ya desaparecido.

Aquella casa de reunión y acogida, tipo casona antigua con algo solariego en ella, fue visitada y descrita en la revista "Sucesos" del 5 de julio de 1917:

El edificio es de construcción antigua; pero bastante sólido y relativamente bien conservado. A la entrada nos encontramos con un ancho portón resguardado como por dos mudos centinelas de la pasada guerra; gruesas balas de gran calibre. El portón da acceso a un jardín cuidado con esmero. Al fondo del jardín, a mano izquierda, un corredor colonial de pilastras de madera. Una segunda puerta y un pasadizo dan acceso al segundo patio. Sobre esta puerta se ve un escudo nacional sencillo con la siguiente inscripción al pie: "Vencer o Morir" (...)

Sobre el escudo se lee con grandes letras: "Albergue para Inválidos y Veteranos". Y la fecha de fundación: 17 de septiembre de 1905. A ambos lados de la puerta existen dos planchas de mármol, sobre las cuales hay una lista de nombres, entre los que están los siguientes: Ascanio Bascuñán Santa María, Malaquías Concha, Eduardo R. Valledor, Alejandro Huneeus, Carlos R. Claro, Roberto E. Meeks, Artemio Guitérrez, José Tomás Matus, Ramón R. Rozas, Ricardo Matte Pérez, Pedro Montt, Federico Puga Borne.- 17 de septiembre de 1908". Y debajo de cada una de las listas hay una inscripción: "Homenaje de los Veteranos a sus benefactores. Gratitud eterna para ellos".

Directorio de la Sociedad de Veteranos del 79 en la revista "La Lira Chilena" de 1905, con el estupendo estandarte del grupo atrás.

Romería de la Sociedad de Veteranos del 79 a la tumba de don Benjamín Vicuña Mackenna en el aniversario de su fallecimiento, en el cerro Santa Lucía. Imagen publicada por revista "Sucesos" del 1 de febrero de 1912.

Banquete de la Sociedad de Veteranos del 79 en el aniversario de Chorrillos y Miraflores, enero de 1914. Imagen publicada por la revista "Sucesos".

Conocida imagen de un grupo de veteranos jugando billar en la sede de su sociedad, hacia el año 1946. Fuente imagen: Chile de Ayer.

El edificio contaba con un salón de sesiones, "cuarto de vastas proporciones, provisto de sillas como en los teatros y con un entarimado de fondo", encima del cual había "una grande y cómoda mesa esculpida con figuras alusivas a la milicia". Entendemos que este espacio fue lugar de de varias celebraciones, presentaciones artísticas y seguramente algunas sesiones de biógrafo. Cuadros con retratos y episodios militares colgaban también en los muros, incluyendo uno del general Manuel Baquedano, además de fotos con recuerdos y fiestas de la sociedad.

A continuación del salón de sesiones está la sala que ocupa la escuela fundada por la Sociedad y sostenida por ella con el fin de dar instrucción a los veteranos o hijos de veteranos asilados en el Albergue, y en general, a todos los obreros del barrio que deseen concurrir a ella. La escuela presenta un aspecto modesto, a la vez que agradable y ordenado. Al rededor de las paredes existen estantes para libros, repletos de volúmenes, casi todos alusivos a la gloriosa historia de Chile, los cuales constituyen la Biblioteca de la Sociedad a disposición de los socios y de los que soliciten permiso para leer dentro del mismo local. La Escuela nocturna lleva el nombre de "Ramón Ricardo Rozas" y tiene por profesores a D. Pedro A. Navea y D. Antonio Carbonel. Es de lamentar que esta escuela que presenta excelentes servicios (cuenta con 85 alumnos) no tenga en la actualidad ninguna subvención del fisco y se encuentre entregada a los solos recursos de la Sociedad, la cual, por muchos motivos, está en situación de ser protegida que no estar prodigando su protección al Estado. Pero es de notar que la generosidad de los valientes defensores del país es inagotable y no se detendrá hasta que la vida los abandone.

El recinto contaba también con las casas-habitaciones de los albergados gratuitamente allí, más salas y oficinas administrativas. El patio de la quinta tenía árboles frutales y huertos, además. Propiedad de la Sociedad era el Mausoleo de los Veteranos del Cementerio General y una carroza fúnebre propia, inclusive.

Otras organizaciones de asistencia relacionadas fueron el Asilo de la Patria de Nuestra Señora del Carmen y el Asilo de la Purísima. Estos casos y algunos máspor el estilo fueron tratados en fuentes como el estudio de tesis "Guerra, beneficencia y secularización: el Asilo de la Patria, 1879-1885", de David Home Valenzuela.

Entre las grandes actividades públicas de la Sociedad de Veteranos del 79 estuvo la campaña e inauguración en Santiago de un Monumento a don Benjamín Vicuña Mackenna, en "cantor de las glorias" del Ejército. Todos los años, sus miembros trepaban por el cerro Santa Lucía con banderas, estandarte y banda musical hasta ermita, en una tradicional romería a la tumba de Vicuña Mackenna. Generalmente salían en la mañana, partiendo desde enfrente del Hospital San Borja y acompañados por el orfeón del Regimiento Tacna.

Lo propio sucedía con el aniversario del triunfo de Arica, de Tacna y, evidentemente, con la celebración de la epopeya del 21 de mayo en Iquique. Esta última tenía por centros de conmemoración pública y desfiles a la Plaza Prat en Iquique y Playa Ancha y Plaza Sotomayor de Valparaíso, mientas que su eco en Santiago se realizaba en la Plaza de Armas, preferentemente. Esto hasta los años sesenta, cuando se inauguró el faro con el monumento a los héroes de Iquique en barrio Mapocho, al final de calle 21 de Mayo. El 13 de enero de 1944, además, el gobierno de Juan Antonio Ríos reafirmó en el calendario al Día del Veterano del 79 en la misma fecha de Chorrillos y con programas de fiestas nacionales.

El Círculo de Veteranos del 79, en tanto, había sido fundado en Santiago y funcionaba en  calle Carmen 339, en donde se construyeron después dependencias usadas por el Archivo Judicial. Fue una de las organizaciones más longevas, según todo indica, existiendo hasta mediados del año 1969 y sin interrupciones, a pesar de que la mayoría o quizás todos sus veteranos miembros ya habían muerto para aquellos últimos años. Existe una fotografía con los miembros del Círculo en una reunión, publicada en el "Álbum Histórico de las Fuerzas Armadas de Chile", de 1928.

También habían aparecido en Santiago y Valparaíso locales, cafés y clubes de veteranos, existentes todavía a inicios del siglo XX y hasta pasado el Centenario. Se verifica la existencia de una Biblioteca del Veterano del 79, además, que si no nos equivocamos debió corresponder a la que había en la sede de la Sociedad en Providencia o bien en el Círculo de calle Carmen. Estos libros tenían el sello que los identificaba como parte de aquella colección pero, lamentablemente, sirve también para advertir que algunos ejemplares entraron en circulación comercial, lo que significa que la biblioteca original se diluyó.

Los viejos estandartes habían continuado reuniéndose en sus clubes y sociedades, además de ser invitados a innumerables ceremonias públicas, inauguraciones y descubrimientos de monumentos públicos en tiempos posteriores, hasta que no quedaron más de ellos vivos para honrar las formalidades con su presencia.

Otro organismo por el estilo fue el Círculo Femenino Héroes de la Guerra del Pacífico y Militares en Retiro, al parecer de corte más aristocrático y que, en los años treinta, todavía tenía un rol protagónico en los preparativos de efemérides como el 21 de mayo en Iquique. Las celebraciones eran realizadas en sus propias dependencias o en la residencia de su presidenta, cargo que en 1935 correspondía a la señorita Elvira Contreras. Ese año, por ejemplo, en el salón patriótica y finamente decorado de su hogar estuvieron presentes doña Blanca Prat Carvajal, hija del héroe de la Esmeralda, además de la viuda e hija de Carlos Condell, el hijo de Eleuterio Ramírez (Ricardo Ramírez), junto a varios veteranos y otros descendientes de héroes.

En nuestros tiempos, recuerdos de las sociedades de veteranos han sido traídos de vuelta con exposiciones como la del investigador histórico Marcelo Villalba, director del Museo de la Guerra del Pacífico "Domingo de Toro Herrera", quien estuvo paseando a inicios de este siglo la muestra fotográfica "Héroes olvidados: mutilados de la Guerra del Pacífico". En la literatura, en tanto, se puede encontrar más consultando la obra de Carlos Méndez Notari titulada "Héroes del Silencio. Los veteranos de la Guerra del Pacífico. 1884-1924".

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