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PRENSA Y CARICATURA SATÍRICA EN CHILE: CASOS FUNDADORES EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA

Famosa caricatura antilautarina, c. 1820, atribuida por unos al general José Miguel Carrera y por otros a Manuel José Gandarillas. Representaba, entre otras cosas, las desconfianzas hacia San Martín, O’Higgins y la logia durante las campañas de liberación del virreinato peruano.

Ejemplos precursores como “La Linterna Mágica” de Manuel de Salas, avergonzando con sus versos e ilustraciones cómicas a figuras del Congreso y otras autoridades hacia 1811 o 1812, se corresponden con el impulso fundador de la actividad editorial y la gráfica hechas con tinta satírica en Chile. El género ya tenía ejemplos previos como los del hispano-argentino Álvarez de Jonte ridiculizando al virrey Abascal, en 1810, pero quedará relacionado a perpetuidad con las cuestiones de la crítica política desde ahora.

Además de cumplir con sus funciones propagandísticas, las caricaturas, las burlas y las ironías escritas venían a compensar en la emoción colectiva las inferioridades y la falta de poder ante los abusos o la arbitrariedad de las intocables elites gobernantes, de la misma manera que sucede en nuestro tiempo a través de tecnologías como la Internet y las redes sociales digitales, en cierta forma. Empero, también eran herramientas de lucha entre los propios grupos con acceso y control del poder, incluyendo sus conflictos intestinos. El pueblo se iría incorporando espontáneamente a los remolinos históricos vividos entonces, valiéndose de muchos elementos de la comunicación lúdica y recreativa disponibles para cada trinchera. Obviamente, los pocos que sabían leer tenían la ventaja.

Obras como “La sátira política en Chile” de Ricardo Donoso, repasan algo sobre el período previo a la reunión del primer Congreso Nacional en 1811, cuando un anónimo pendolista hacía correr volantes por las calles de Santiago con punzantes versos dirigidos contra Manuel de Salas, José Antonio Rojas y Juan de Dios Vial, después de las elecciones de representantes, a partir del 10 de mayo de ese año:

Chilenos: ¿Queréis en todo acertar?
Pues mirad, emplead las balas:
En el francesito Salas
En Rojas y también Vial;
Nada tenéis que arriesgar
Y ellos menos que perder,
porque su maestro Voltaire
Que esta vida de contado
Ya les tiene asegurado
Resulta no ha de tener.

Muchos otros panfletos de tenor parecido y ridiculizando a las autoridades transitaron por aquel entonces, reunidos con paciencia y esmero por el cronista paraguayo Manuel Antonio Talavera, aunque sus ideas de confesión realista (que lo metieron en varios problemas, dicho sea de paso) hacen sospechar también de alguna posible relación suya con aquella clase de producciones de material opositor.

Había cundido tanto la sátira en esos días que, para el 1 de junio, se creó el llamado Tribunal de Seguridad Pública destinado a perseguir tales expresiones incitadoras, entre otras funciones. A la larga, esta medida solo acabaría fomentando el carácter rebelde de las burlas y la proliferación de las mismas en uno u otro sentido, participando de ellas hasta el propio fray Camilo Henríquez, considerado pionero del periodismo y de la editorial en Chile, especialmente tras quedar a cargo del periódico "La Aurora de Chile" creado por don José Miguel Carrera en 1812. Este había traído la primera imprenta desde Estados Unidos, a la que Henríquez llamó "maquina de la felicidad", entusiasmado con sus posibilidades.

Por las características políticas y los alcances sociales que tuvo el fenómeno de la lucha independentista, además, la tendencia a la producción de panfletos y folletos de aquel corte hace eclosión especialmente en el señalado período de la Patria Vieja. Y debe darse por hecho el que la producción de marras no estaba sola ni aislada en su contexto de tiempo: había comenzado con pasquines políticos manuscritos como la mencionada gaceta "La linterna mágica" de Salas y otras parecidas, por lo que puede decirse que las guerras de la Independencia fueron, de alguna manera, el despertar de la sátira editorial y la caricatura política en tierras de América Latina. Hubo varios ejemplos disponibles verificando esta nueva etapa.

A mayor abundamiento, los folletos satíricos, virulentos, polémicos y hasta injuriosos relacionados con el espíritu independentista (y las respuestas desde el realismo, en similar tono) circularon en todo el período, continuando en la Reconquista y la Patria Nueva. Incluyeron otras proclamas posiblemente de Salas, como “Diálogo entre el portero del cabildo y el portero de la junta” (mencionada a veces como “Diálogo entre los porteros”) y también al anónimo “Diálogo entre el español americano ilustrado y el español europeo pata rajada”. Otros eran más doctos y sensatos, como el que publicara fray Henríquez tras el pseudónimo de Quirino Lemáchez, en 1811. Y aunque pueda sonar curioso, el primer periódico chileno “La Aurora de Chile”,  desde su lanzamiento el 13 de febrero de 1812 bajo dirección del mismo sacerdote, si bien era un medio serio y más sobrio resultó de ese mismo impulso editorialista y propagandístico, iniciando un nuevo curso en el campo comunicacional que Carrera también practicó más tarde en tierras platenses, ya en el exilio.

A "La Aurora de Chile" siguieron otras publicaciones pioneras como "El Monitor Araucano" y "El Semanario Republicano", ambos en 1813. Fueron parte de la primera generación de periódicos chilenos en las líneas del editorialismo incisivo y la sátira política, en ambos casos con la participación de fray Henríquez. Él redactaba versos para El Monitor Araucano" (que fundara para reemplazar a "La Aurora de Chile"), a veces firmando CHz. En el ejemplar 33, por ejemplo, en la bajada introductoria decía al lector:

Válgate por D. Fernando
de Abascal, el campeador,
que de ser conquistador
sin tener cómo ni cuándo.
Aunque se halla agonizando
y su mal no tiene cura,
con todo eso ser se apura
tema de nuestro sermón.
Y piensa en expedición,
¡Qué cabecita tan dura!

Posteriormente, en el número 80 de "El Monitor Araucano", Henríquez firma usando el alias Canuto Handini y dice al final de su largo poema mordaz invitando a participar de la cruzada libertaria:

Querer salvar los Estados
con remedios paliativos,
con versos y reglamentos,
cosa es que el diablo no ha visto.
Con todo, según me cuentas,
ya no se alcanza otro arbitrio,
ni otro mejor parecer.
Alabo tanto saber.

Marina Alvarado Cornejo, en su artículo de investigación "Independencia política e Independencia intelectual: prensa y lectores de periódicos independentistas chilenos (1812- 1818)", publicado en 2017 en "El Argonauta Español" de Francia, advierte también que "El Semanario Republicano" es considerado el primer periódico que se manifestaba abiertamente de oposición a un gobierno. Se publicó hasta el verano de 1814, dirigido primero por José Antonio de Irisarri y después por el mismo fray Henríquez.

Superado el descalabro de la Patria Vieja que sobrevino con el Desastre de Rancagua y encaminándose ya en el no menos complejo período de la Patria Nueva, a fines de mayo de 1818 ve la luz "El Argos de Chile", uno de los cuatro periódicos que circularon durante el gobierno de O'Higgins junto a "El Duende", "El Sol" y "El Chileno", investigados en un interesante trabajo de Guillermo Feliú Cruz. Publicado por la Imprenta del Gobierno, hay en él nuevos tintes de periodismo satírico y polemizador, pero con orientación oficialista y bajo ideas ilustradas. En su número 6 del mes de julio, decía al público:

Un nuevo periódico intitulado el Sol ha hecho su aparición: el prospecto nos ofrece mucho, y lisonjeamos con la esperanza de que el resultado corresponderá con sus ofertas. Tenemos ya Duendes que averiguan aun lo más oculto de los gabinetes, y de las casas particulares, Soles que iluminan con su luz a los pueblos, Argos que aunque con ojos adormecidos, no dejan de dar golpes de ciego; y acaso tendremos, muy en breve, otros periódicos que con su ruido o sus efectos hagan oscurecer al Sol, desaparecer al Duende y cegar al Argos. ¡Así sea!

Portadas de algunos de los primeros impresos chilenos entre 1813 y 1818, unos realistas y otros patriotas, en imagen publicada por la revista "Zig-Zag" en 1907.

Izquierda: caricatura de San Martín hecha por los carrerinos, titulada "Pueblos, ¿os desengañaréis?", aproximadamente de 1821. Derecha: parte de una viñeta con otra caricatura de San Martín similar a la anterior, pero en donde se ridiculiza también a O'Higgins, entregándole la corona al general argentino que le dice: “Yo te haré príncipe de la sangre y serás el primero después del rey”. La primera está en el Museo Cornelio Saavedra; la segunda, en el Museo Histórico de la Argentina.

Portadas de las primeras ediciones de "El Semanario Republicano" y "El Monitor Araucano", ambos de 1813. Fuente imagen: Memoria Chilena.

Caricaturas de épocas posteriores pero herederas de la primera generación, en el segundo número de "El Correo Literario", hacia 1858, donde Antonio Smith ha dibujado a Eusebio Lillo y Guillermo Matta. Fuente imagen: Exposición "Chile, país de tontos graves" del Museo Histórico Nacional, 2017.

El referido medio "El Sol", por su parte, se presentaba desde la Imprenta Nacional de don Manuel Iñíguez como "periódico político, económico y literario". En su número 3, como era esperable, respondía iracundo a las publicaciones de Carrera:

Hemos visto una proclama, sin fecha ni lugar de impresión, firmada por José Miguel Carrera: es de lo más incendiario y antipatriótico que pueda darse. ¡Exhortar al pueblo chileno al asesinato y soplar la anarquía en unas circunstancias en que tanto nos importa la unión!

¿Quién ha dicho a este nuevo Catilina que es agraviar a la dignidad de la nación el castigo a los que pretenden perturbar su reposo, a los que tratan de fomentar la guerra civil para que, debilitados y arruinados por nuestras propias manos, seamos después fácil presa del enemigo?

El mismo lenguaje burlesco y casi procaz continuó usando el editor en contra los enemigos internos del bando patriota, repitiéndolo en la edición de fines del enero de 1819:

Ya se les acabó la diversión y el contente a los fabricantes y propagadores de noticias falsas y adversas; y es muy justo que a su turno sufran, y con alguna más razón, los amargos ratos que con sus visiones hicieron pasar a algunos hermafroditas, que injustamente se cuentan en el número de los patriotas...

Los publicistas chilenos mantuvieron un papel protagónico en el fenómeno editorial, desde el panfleto suelto hasta los periódicos más constituidos. Se cree, así, que una famosa caricatura ridiculizando a la Logia de los Caballeros Racionales o Lautaro, que circuló por el territorio sudamericano entre 1819 y 1821 (no parece haber claridad de cuándo fue producida), pertenecía también a la mano del propio Carrera cuando ya se hallaba viviendo clandestinamente en Montevideo o en Buenos Aires, aunque también hay quienes la adjudicaron a Manuel José Gandarillas, de ideas carrerinas y quien tuvo una imprenta y taller fabricante de naipes en la capital argentina.

Aquella insolente pero divertida ilustración muestra una singular escena, alegorizando todas las desconfianzas de los patriotas enemigos de los lautarinos sobre la orientación que iba adquiriendo el proceso independentista en Chile, con la mirada puesta ya en el Virreinato del Perú: aparece el general Bernardo O'Higgins representado como un burro, montado por un bebedor y bigotudo José de San Martín llevando al pueblo chileno hacia el ocaso, el que es simbolizado en un rebaño de ovejas. Y como si la ofensa hacia los “hermanos” de la logia no fuera suficiente, burro y ebrio eran seguidos en la imagen por Juan Martín de Pueyrredón y Gregorio García de Tagle, ambos recogiendo la bosta y las botellas que dejaban los primeros en el camino hacia Perú.

Si bien la imagen habría sido hecha en los contornos del río de la Plata, está de todos modos en la línea de tiempo de la historia del humor gráfico y de la sátira política chilenos. Algunas fuentes señalan que la caricatura también circuló en Perú, difundida allá por grupos realistas. Era deliberada y evidentemente insultante, especialmente en aquellos reprimidos y conservadores años, cuando las autoridades de turno saltaban como picados de escorpión ante toda forma de procacidad editorial que apuntara flechas en contra de ellos, presentando leoninos proyectos para impedirlas. Sin embargo, el mensaje estaba muy en el espíritu de grupos carrerinos, especialmente tras las tropelías de Pueyrredón impidiendo a los Carrera el paso hacia Chile y apropiándose de la escuadra que este trajo desde los Estados Unidos, entre otras razones. Ni hablar de la actitud apática e incomprometida que había adoptado también Buenos Aires frente al proyecto de liberación del Virreinato del Perú.

A pesar de los desagrados que pudo provocar aquella imagen, sin embargo, para muchos la advertencia se vería confirmada con los absurdos intentos de introducir proyectos monárquicos constitucionales en Argentina, Chile y Perú, más las atribuciones abusivas de general San Martín ya instalado en Lima para erigirse como protector, llegando a confrontar a Lord Thomas Cochrane y tratando de incorporar la escuadra chilena a su pequeño e iluso cuasi-reinado, que duraría sólo hasta el arribo de Simón Bolívar, quien tampoco hizo menos por tratar de perpetuarse en el mando del ex virreinato, en su caso como mandatario vitalicio.

Montealegre advierte que esa clase de ataques pesaron bastante después en contra de Carrera en el controvertido juicio del fiscal José Cabero, pues se presentó como cargo agravante a toda la propaganda que el prócer hacía circular desde Montevideo, en folletos “acompañados de caricaturas las más indecentes, que ponían en ridículo los gobiernos de ambos Estados”. Además, Carrera y sus colaboradores habían sabido explotar con mucho énfasis en sus acusaciones las señaladas tentaciones monárquicas de los lautarinos, valiéndose para ello de la gaceta "El Hurón" que fundaran respondiendo a los ataques que recibía el prócer desde medios como "El Duende" y "La Gaceta de Buenos Aires". Ya entonces, promovía también al modelo federal para las Provincias Unidas del Río de la Plata, aspecto que no fue ajeno a "El Hurón".

Cabe observar que el estilo de la señalada ilustración antilautarina semejaba bastante al de otras del período inmediatamente posterior atacando también a San Martín y la logia. Una en particular muestra al general perdiendo una corona mientras sostiene las cabezas de los hermanos Carrera asesinados en Mendoza en 1818, y pisa con sus patas de jaguar otras dispersas en el suelo de personajes también víctimas de los lautarinos, como las de Manuel Rodríguez, Mariano Mendizábal y José Conde. Esta curiosa e intrigante pieza está en Museo Histórico Cornelio de Saavedra de Buenos Aires. Existe también un grabado muy parecido mostrando a O’Higgins ahora de rodillas ante el mismo San Martín felino: el prócer chileno, en actitud servil, entrega la corona al general argentino en un cojín. Es parte de los varios casos estudiados en la interesante tesis de Jorge Eduardo Monsalves Rabanal, titulada “Breve historia de la narrativa gráfica chilena” (Universidad de Concepción, 2017).

José Pérez Cartes, por su parte, en artículo de la “Revista de la Universidad de Chile” (“Pequeña historia de la historieta”, 1977), señala que los primeros dibujos con tales temáticas críticas y punzantes aparecidos en Chile ya en el formato impreso que permitía la tecnología, fueron de los periódicos “Viva La Patria” y “El Patriota Chileno”, publicados en 1821 y 1826, respectivamente.

Usando la expresión que emplea Montealegre, por entonces una verdadera “guerrilla periodística” había comenzado con otros pseudo-periódicos y folletos: “El Canalla”, “La Clave”, “El Patipelado”, etc. “El Hambriento”, en tanto, era de los estanqueros y muy irreverente. Todos empleaban lenguajes cada vez más burlescos y agresivos, prolongando sus ediciones por gran parte del ordenamiento republicano y todavía después. Durante los días del ministerio de don Diego Portales, de hecho, este se encargó de fomentar la sátira y la caricatura política creada desde los bandos pelucones, estanqueros y conservadores, al mismo tiempo que ponía toda clase de tropiezos y dificultades a los que publicaran los adversarios del gobierno.

Monsalves Rabanal hace notar, además, una caricatura del periodiquito “El Cura Monardes” ridiculizando al mariscal Santa Cruz en plena Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, en febrero de 1838. Este folleto tenía un mérito extra: ser uno de los iniciadores de la sátira en un medio estable y con publicaciones regulares, pues salía desde el taller de imprenta y litografía del francés Jean-Baptiste Lebas, ubicado en la calle del Chirimoyo, actual tramo oriente de Moneda.

El resto del siglo experimentó toda clase de vaivenes en la relación de los medios satíricos con la tolerancia de las autoridades, aunque el periodismo y la ilustración irónica nunca, jamás de los jamases, pudieron ser erradicadas de las prensas, quedando instaladas para la posteridad de la historia editorial chilena. ♣

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