José Vilar Porcel, más conocido como Pepe Vilar, nació el 3 de agosto de 1933 en el hogar asturiano de los actores Carmen Porcel y don Luis de Vilar. Tanto José como su hermana menor María de los Dolores Vilar, recordada como Lola Vilar, demostraron desde temprano los talentos heredados para las tablas, mismos que los llevaron a las salas de Madrid y otras ciudades con algunas compañías. La familia casi completa tuvo una inclinación especial por los escenarios, pues los hijos de Lola y sobrinos de Pepe, Leonardo y Natalia Torres Vilar, tuvieron destacadas participaciones programas televisivos y obras teatrales de Perú.
A pesar de tener Pepe y Lola prometedoras perspectivas profesionales en España desde recién iniciándose en estas artes, la Guerra Civil frustró los planes y así terminaron marchándose del país y del continente, para establecerse en Sudamérica. Una gran cantidad de posibilidades se abren para Pepe, su madre y su hermana en aquel momento, realizando diversas presentaciones y, con 25 años de edad, su primera gira internacional en 1958, que lo llevó por diferentes países de Hispanoamérica formando parte de la compañía teatral de su compatriota Társila Criado.
Ese mismo año y como galán de la compañía, Pepe llegó a Lima y su familia que estableció convencida de que su futuro profesional se encontraría allí. Pepe incluso se nacionalizó peruano en aquel período, realizando presentaciones en seriales y teleseries. Las actuaciones le permitieron destacar también como dramaturgo y guionista, saltando a la televisión peruana con el programa propio “Matrimonios y algo más”, en donde Pepe presentaba adaptaciones del sainetista y comediógrafo Alfonso Paso Gil que se transmitían por la pantalla chica, generalmente desde el Teatro de la Sociedad Entre Nous y la Sala Alcedo.
Muy influido por el estilo dramatúrgico de su colega Paso y del humorístico de su compatriota periodista y escritor Miguel Mihura Santos, por quienes Pepe profesaba gran admiración, quiso ofrecer su propuesta teatral en Chile siguiendo una invitación del productor Ricardo Miranda y así llegó a Santiago, poco después de la ruptura de 1973 y cuando había mucha incertidumbre sobre la situación de las artes teatrales y los espectáculos en el país. Ya tenía algunas referencias sobre las posibilidades del mercado artístico chileno antes de partir, pues había tenido ocasión de trabajar con el connotado actor y comediante Lucho Córdova en Perú.
A pesar de todo, Pepe logró armar una compañía nueva para presentarse en Chile, con ayuda de Amelia Requena, actriz de una destacada carrera desde la década anterior. Hombre muy exigente y estricto, de claras simpatías políticas por la derecha y por el monarquismo hispano, fue valorado por su buen trato y respeto a sus colegas, sin embargo, habiendo sido muy apreciado por algunos compañeros de trabajo como el actor dramático y comediante Adriano Castillo, cuyas ideas ubicadas a la izquierda del espectro nunca fueron obstáculo para un excelente trato por parte de Pepe.
Pepe y Lola Vilar en archivos fotográficos del diario "El Comercio" de Perú.
Pepe Vilar, la actriz peruana América Villafuerte y Adriano Castillo en publicidad de la obra "Don Armando Gresca" del español Adrián Ortega. Transmitido por Canal 9 en "Teatro y en el teatro" de 1979-1980. Fuente imagen: twitter de Adriano Castillo.
Cine-Teatro Providencia, ex Marconi, en donde se grababan las obras de la compañía de José Vilar. Hoy es el Teatro Nescafé de las Artes. Fuente imagen: colección de fotografía digital de Santiago Nostálgico, de Pedro Encina.
A la sazón, la idea del asturiano era poner en la televisión chilena un programa teatral basado en el mismo modelo de humor y orientación popular que había estado cultivando en Perú, logrando convencer a los ejecutivos del antiguo Canal 9, hoy Chilevisión de canal 11. El nuevo programa consistía en obras de enredos y situaciones divertidas, generalmente livianas y con un mínimo de actores, a veces con algún personaje invitado. Se llamaba “Teatro y en el teatro” y se grababa en vivo con público, espectáculos que se transmitió exitosamente en las noches entre 1975 y 1979. Como sucedió en Perú, Vilar debe haber sido uno de los precursores del teleteatro en Chile.
El programa tenía buena audiencia, pero se vio complicado por problemas financieros y administrativos que afectaron a aquella casa televisiva, por entonces dependiente de la Universidad de Chile, llevaron a la reconversión de su parrilla de programas y su conversión en Teleonce a partir del año siguiente. Además, en 1980 algunos artistas ligados a SIDARTE (Sindicato de Actores Teatrales) y otras organizaciones, emitieron juicios bastante poco afortunados contra la propuesta de Vilar calificándolo como "un teatro que no identifica" a las artes escénicas chilenas, en tiempos de gran cesantía e incertidumbre para el mismo gremio y en donde se miró con resquemor a la contratación de actores extranjeros en la televisión chilena. El escritor y dramaturgo Luis Rivano llegó a tildarlo de "una típica expresión de fascismo" ("Las Últimas Noticias", jueves 6 de noviembre de 1980).
En tanto, después de su experiencia en Canal 9, Pepe había llevado el programa hasta una nueva casa televisiva, al parecer por decisión del entonces influyente director Sergio Riesenberg: Canal 7, actual Televisión Nacional de Chile (TVN). Estuvo entre 1980 y 1981 con el nombre de “Teatro y en el teatro” y, entre 1982 y 1983, como “El nuevo teatro de José Vilar”. Paralelamente a aquellos proyectos, realizaba sus presentaciones en Perú que también se transmitían por televisión con el nombre de “Teatro como en el teatro”, grabadas ahora en el Teatro Arequipa. Curiosamente, después de tantos años trabajando en Perú y Chile, el español nunca perdió su acento peninsular.
En su compañía televisiva, Pepe trabajó con su propia pareja la actriz peruana América Villafuerte, además de una pléyade de legendarios actores de las áreas dramáticas y de la cinematografía en Chile como Malú Gatica, Alicia Quiroga, Walter Kliche, Anita Klesky, Mario Montiles, Cora Díaz, Grimanesa Jiménez y Violeta Vidaurre, entre muchos otros. Tenía también buen ojo para seleccionar algunos colegas jóvenes que después tuvieron gran brillo propio en el teatro, la televisión y el cine, como Schlomit Baytelman, Claudia di Girólamo, Cristián Campos, Patricio Achurra, Jaime Azócar, Soledad Pérez y la joven española y futura directora teatral Rosita Nicolet.
Nuevamente, haciendo gala de su caballerosidad y altura, Pepe tuvo algunos roces con las autoridades y la censura de entonces, por causa de su defensa a los actores que estaban siendo marginados de la televisión en esos años por razones políticas, como fue el propio caso de Castillo. A pesar de la señalada polémica, se le reconocía entonces por haber dado oportunidad a muchos actores que estaban sin trabajo en las circunstancias históricas que se vivían, y por haber interesado otra vez al público chileno por las artes teatrales, que parecían haber quedado atrapadas en la pendiente de la caída.
Las obras humorísticas del programa de Pepe Vilar seguían grabándose con público en vivo, en el Teatro Providencia, actual Nescafé de las Artes. Fue un teatro y cine cuyo nombre se remontaba a los años veinte, siendo sede de los juegos florales de esa década y la siguiente, ubicado en sus inicios en la esquina de Manuel Montt 48-62 con Providencia, enfrente de donde había tenido antes su quinta el intendente de Santiago de los tiempos del Centenario, don Pablo Aurelio Urzúa Vergara, y al lado de la residencia de don Francisco Tagle Ruiz-Tagle y su esposa Carmela Santelices Torres, de acuerdo a lo que informa Fidel Araneda Bravo en “Crónicas de Providencia”. Los dominicos también habían tenido allí una quinta, en la misma manzana del teatro. Y justo en la esquina cercana a la antigua sala, “se reunía a hacer tertulia en las tardes de primavera y verano, la juventud del barrio” que, de acuerdo al autor, “era muy cerrada, rechazaba a toda persona extraña a la comuna”.
Modificaciones urbanísticas habían hecho desaparecer al primer Teatro Providencia, pero aparecía un cine-teatro Marconi un poco más al norte en Manuel Montt 032, con capacidad para unas 1.000 personas y establecido en un edificio residencial del arquitecto Humberto Ghivarello Motto. Después, la sala fue conocida también como Teatro Providencia, evocando a ese antiguo nombre que tenía la ya desaparecida, lo que ha generado algunas confusiones entre los memorialistas. Se hizo conocida por acoger en su escenario varias temporadas de espectáculos humorísticos de los ochenta, no sólo el teatro de Vilar, sino también el café-concert de Coco Legrand y el Festival de Teatro Político, además de haber quedado dispuesto a los espectáculos revisteriles organizados por la ex vedette Raquel Ubilla, casada con Julio Felis, hijo del maestro y director Buddy Day, hasta que una tragedia familiar alejó las funciones de aquel espacio. Tras un período de decadencia y un cambio de manos a cargo del mismo teatro, la sala fue remodelada en 2009 y pasó a convertirse en el Teatro Nescafé de las Artes.
Junto a Amelia Requena, en la obra "Milagro en la casa de los López", retransmitido años después por el canal Megavisión.
"José Vilar presenta obra del chileno Armando Moock", en sección de espectáculos de "La Nación", 17 de septiembre de 1981. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital.
Pepe Vilar en 1981, practicando el vicio que le arrebató la vida. Imagen publicada por el diario "La Tercera".
El programa de Vilar en el Teatro Providencia estaba en su mejor momento, cuando el actor comenzó a sentirse afectado por malestares que empezaron a dificultar su rendimiento profesional y casi lo mandan a la tumba con un infarto, mientras preparaba una presentación en el Teatro Lo Castillo. Sometido a exámenes en la Clínica Las Condes, el diagnóstico fue lapidario: un cáncer pulmonar, en un estado tan avanzado que ya era irreversible. Nada extraño en un fumador imparable como era él, víctima de su propio carácter nervioso y apasionado.
Desahuciado y entristecido, Pepe hizo pública la trágica noticia y la disolución de su exitosa compañía en 1983, ya que el mismo padecimiento lo había debilitado y le impedía vocalizar sobre el escenario con la energía de antes. Anunció su abandono del país, al parecer viajando a España y volviendo a Perú, regresando fugazmente a Chile en algún momento, ya cerca de la muerte y siguiendo sólo tratamientos paliativos.
Su vida se volvió introspectiva, como la de tantas personas condenadas a la muerte, y sólo pidió no ser olvidado. Para peor, su distinguida madre falleció en Lima justo en este período, pasados los 81 años. Residiendo en el sector de La Planicie, en La Molina, Pepe fue acompañado hasta sus últimos momentos por su hermana Lola, la que tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para actuar esa misma noche de su fallecimiento, en una función de teatro que tenía agendada.
Sólo unos días después de haber cumplido los 52 años, entonces, Pepe Vilar falleció el 8 de agosto de 1985, causando hondo pesar en el ambiente teatral y televisivo de sus dos países profesionalmente adoptivos, siendo sepultado en el Cementerio La Planicie. Un busto con su rostro existe en el Museo Municipal de Teatro en la capital peruana, obra del escultor Eduardo Gastelú Macho hecha para Pepe en vida, hacia inicios de los años setenta. Lola falleció en Lima el año 2000, por cierto, sólo 11 días después del aniversario de la muerte de Pepe.
Con la compañía ya abierta, los ex integrantes de elenco de Vilar siguieron realizando diferentes proyectos. Rosita Nicolet, por ejemplo, continuó en las actividades de las tablas y como director, fundado el 15 de mayo de 2001 el Teatro Alcalá, en una antigua casona neolcásica de la esquina de las calles Purísima y Bellavista, en Santiago. Lamentablemente, el teatro cerró sus puertas en 2014, siendo demolido el palaciego edificio de un siglo, para abrirle paso a un proyecto inmobiliario.
El caso más triste fue el de la actriz Elena Requena, sin embargo, quien tras su gran carrera en teleseries de años de los sesenta y setenta, falleció en mayo de 2013 a la edad de 78 años internada en el Hospital Luis Tisné, tras una cruel agonía de un mes y medio a causa de las quemaduras y otras lesiones provocadas por el estallido de un balón de gas en su residencia, en la comuna de Macul.
Adriano Castillo, en tanto, ostentará una muy buena carrera después de su aventura en los escenarios del teatro de Vilar. Trabajó con los viejos cracks del humor revisteril en el programa del mediodía “Éxito”, en Canal 13, como Jorge Franco, Guillermo Bruce y Eduardo Thompson. Aunque ha tenido infinidad de trabajos destacados, su participación entre 1989 y 2011 en la serie humorística “Los Venegas” le valió el apodo de Compadre Moncho, por el personaje que allí interpretó. Con el tiempo, además, se dedicó a las actividades políticas y se ha vuelto todo un personaje de la ciudad.
Los ex compañeros de trabajo de Pepe, muy especialmente los mismos Nicolet y Castillo, nunca han dejado de recordar al actor y dramaturgo en forma elogiosa y muy leal, manteniendo viva una parte importante de sus recuerdos. ♣
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