Vista interior del desaparecido Gimnasio Nataniel, con su cancha y galerías. Fuente imagen: basquetbolcurico.blogspot.com.
En calle Nataniel Cox, en sus primeras cuadras desde la Alameda Bernardo O'Higgins hacia el sur, estaba el histórico Gimnasio Nataniel, importante centro deportivo de Santiago del que no ha quedando el menor registro de lo que fue su presencia en el lugar que alguna vez ocupó en aquella cuadra poniente llegando a Vidaurre, esquina surgida de modificaciones urbanas y aperturas de vías, dicho sea de paso.
La historia del popular estadio con cancha bajo el nivel de la calle y espacioso galpón comenzó con el III Campeonato Mundial de Baloncesto de 1959, importante certamen realizado en Chile. Además de dar al equipo local un tercer lugar después de Brasil (1°) y Estados Unidos (2°), el encuentro arrojó grandes utilidades para la Federación de Básquetbol, lo que permitió proyectar nuevos espacios para seguir profesionalizando esta disciplina deportiva ya que el proyecto del Estadio Cubierto Metropolitano del Parque Cousiño (hoy O'Higgins), iniciado en 1956 por iniciativa de don Mario Recordón y que se pretendía construir precisamente para este mundial, había quedado paralizado. La razón de esto último había sido la necesidad de redestinar los fondos al mejoramiento de la infraestructura deportiva necesaria para realizar acá el Mundial de Fútbol de 1962 en donde Chile, curiosamente (o quizá no tanto), también sacó un tercer lugar. El inconcluso estadio cubierto permaneció abandonado casi 50 años más hasta que fue rescatado por un nuevo plan, correspondiendo actualmente a la cúpula del Movistar Arena Santiago.
Parte de los recursos obtenidos en el Mundial del 59, entonces, fueron destinados a la construcción del necesario recinto deportivo para la Federación en Santiago, escogiéndose un terreno de la tercera cuadra de Nataniel Cox, específicamente en el número 167.
El nuevo estadio techado fue inaugurado el 12 de julio de 1960. En honor
a quien organizó y presidió el comité del exitoso mundial del año anterior, se
le bautizó oficialmente Gimnasio Sabino Aguad, aunque popularmente todos le
llamaban Gimnasio Nataniel. El público accedía al recinto por dos entradas principales,
señaladas por un colorido toldo o alero parecido a una marquesina, descendiendo
por unas escaleras. Tenía una cancha central y gradas laterales en distribución
rectangular, no oval, que se llenaban durante los juegos de exhibición allí
realizados.
En el gimnasio siempre había un gran movimiento entre los
caballetes, colchonetas y barras de ejercicios. Escolares en buzo deportivo
paseaban invariablemente por su interior, cuando no se trataba derechamente de
un evento con público y barras de colegios o universitarias. Por allí muy cerca estuvo
alguna vez, además, la sede del popular bar y restaurante Las Tejas, que ahora
se encuentra establecido en calle San Diego en el espacio que antes perteneció
al Teatro Roma, por lo que ambos recintos a veces intercambiaban público.
El gimnasio era a la sazón un lugar familiar y seguro, frecuentado especialmente los días domingo. Cabían más de 3 mil espectadores en sus galerías, así que hubo en él presentaciones artísticas y hasta de lucha libre Cachacascán en algunas temporadas, además de las deportivas que le daban sentido y vida. José Alfredo Fuentes, el Pollo, cantó alguna vez en él para sus leales “calcetineras”. Su cancha fue espacio de campeonatos y exposiciones de artes marciales, por lo demás, y hubo varios encuentros de baby fútbol de políticos y famosillos, algunos más formales que otros.
Poco después de entregada la obra a la Federación, Chile ganaba allí el oro del VIII Torneo Sudamericano Femenino de Básquetbol de 1960, con el equipo capitaneado por la gran basquetbolista nacional Sonia Pizarro. Las chilenas derrotaron a la selección brasileña en la infartante final del campeonato. Ese mismo año fue el lugar de un campeonato de lucha libre, donde debutó, entre otros, el famoso "titán" Miguel Ángel Fanfani. Dos años después, fue escenario del XV Campeonato Mundial de Hockey Patines Masculino, primero en realizarse fuera de Europa y en Sudamérica, siendo ganado por el equipo de Portugal, seguido de plata para Italia y bronce para España.
En 1968, el Nataniel
volvió a ser cancha mundial, esta vez para el XII Torneo Sudamericano Femenino,
con oro ganado por Brasil, seguido de Chile en la medalla de plata y Argentina
en bronce. A principios de los setenta, además, se presentaron también grupos
rock como Los Blops, del que fueron parte músicos como Julio Villalobos, Eduardo
Gatti y Juan Pablo Orrego. Este rasgo de albergue para espectáculos musicales lo mantuvo siempre el gimnasio, incluso en sus últimos años en pie.
Famosos siguieron siendo allí los encuentros de básquetbol, especialmente los martes y jueves, incluyendo los de la Selección Nacional masculina que practicaba habitualmente en el recinto y prefiriendo este sitio todavía en los tiempos en que contaba con el deportista olímpico Manuel Herrera en el equipo, dirigido allí mismo por el gran coatch estadounidense Dan Peterson, también a principios de los setenta. Este será uno de los períodos más ilustres de la historia del Nataniel, de hecho, a pesar de que evidenciaba ya entonces falta de mantenimiento y algunos deterioros.
Nacido en el Estado de Illinois a inicios del año 1936, Daniel L. Peterson logró forjar un prestigio por el que fue galardonado en 1998 como uno de los diez mejores entrenadores de la historia de Copa Europea de Baloncesto, en las celebraciones del cincuentenario del campeonato. Así de grandes son las alas de este personaje que pasara por nuestro país y nuestro desaparecido gimnasio, en aquellos días del gobierno de la Unidad Popular y cuando el deporte era una de las pocas actividades que aún unían a la polarizada sociedad chilena. Empero, ni siquiera él, apolítico y ajeno a las cuestiones del poder, se salvó de ser salpicado por las odiosidades ambientales: por su origen estadounidense, muchos lo creían agente de la CIA o un espía de Washington, calumnia que la familia se tomaba con humor, sin embargo.
Dan Peterson y su hijo Jeff, entre los seleccionados chilenos de básquetbol en el Nataniel. Imagen gentilmente facilitada por el propio coach Dan Peterson.
Peterson y sus alumnos en el gimnasio, inicios de los setenta. Fuente imagen: gentileza de D. Peterson.
Peterson de espalda, con sus típicos pantalones rayados, ante los jugadores. Fuente imagen: gentileza de D. Peterson.
El destacado coach Dan Peterson hacia los días de su regreso al entrenamiento profesional, año 2011. Fuente imagen: blog The Hoop, thehoop.blogspot.com.
Apodado el Gringo, Peterson había tomado el timón de la Selección Chilena de Básquetbol en 1971, después de haber llegado hasta acá con el respaldo de un gran desempeño en el equipo de la Universidad de Delaware, el Fightin' Blue Hens, cuyas riendas habían quedado en sus manos en 1966. Su gestión fue considerada revolucionaria, comparada frecuentemente con lo que su compatriota Kenneth Davidson hizo también unas décadas antes por el básquetbol moderno en Chile.
En aquella generación de seleccionados figuraron grandes deportistas de la canasta, casi legendarios ya, como Rual Villella Giordano, José Verdejo, Edgardo Huaso Arismendi, Lorenzo Pardo, Carlos Vargas y el prodigioso Manuel Herrera, futuro presidente de la Federación de Básquetbol Chileno a quien Dan había tenido el buen ojo de cambiarlo desde el puesto de alero a base. Estos gigantes se veían aún más altos al lado de un Dan más bien de tamaño bajo pero siempre vestido con su notorio estilo, como los pantalones a rayas. Elogiando el trabajo de Peterson, su ex alumno Villella recordaría entrevistado por "El Mercurio de Valparaíso" del 21 de enero de 2002: "A mí se me abrió otro mundo, otra etapa en lo deportivo cuando él llegó a Chile".
Durante la talentosa gestión de Peterson para reflotar la actividad del baloncesto en Chile, se realizó una célebre gira de exhibición de la selección chilena iniciada en 1972, contra los mejores equipos universitarios de los Estados Unidos. Fue tal el ritmo de competencia que se acumularon 40 partidos en 40 días. Su hijo Bill recuerda en nuestro tiempo que era tanta la exigencia de aquella temporada, que los seleccionados chilenos debieron dividirse en dos grupos una noche para poder jugar simultáneamente contra los equipos de Duke y Kentucky.
Bill y su hermano Jeff, quienes durante su estadía acá fueron matriculados en el Colegio Nido de Águilas donde también haría clases su madre, a veces acompañaban a su padre en estas actividades en el apreciado gimnasio... "El lugar tenía un atmósfera mágica, en la noche especialmente", recordaría. Esta impresión la repite el propio coach Dan: el Nataniel era un "puesto mágico", en palabras suyas. En las fotografías con registros de aquella experiencia, aparece entre algunos de los altos basquetbolistas chilenos de esa generación, acompañado también con sus pequeños niños. Realmente era su oficina, a la que asistía de día y de noche; y según confesaría años más tarde, “no habría cambiado Gimnasio Nataniel con Madison Square Garden”.
En 1973, tras su inolvidable contribución al básquetbol nacional, Peterson se fue de un Chile sumido en las circunstancias históricas del Golpe Militar. Establecido en Italia, se encargó del equipo del club Virtus Pallacanestro Bologna, donde le aseguró varios títulos y copas durante su exitosa gestión que se extendiera hasta cuando emigró al club Olimpia Milano. Su epopeya allí la retrató en el libro "Diario di una vittoria". Se alejó del entrenamiento profesional en 1987, al dejar el Olimpia Milano. Volvió a nuestro país en 1999, para realizar lecciones de básquetbol para la Universidad Católica, durante un torneo en el mes de septiembre de ese año, días en que volvió a ver con mucha emoción el Gimnasio Nataniel del que conserva grandes memorias personales, además de forjar una gran amistad con el periodista Humberto Tito Norte Ahumada.
Pero la aventura de vida de Peterson tuvo un nuevo capítulo regresando al entrenamiento del mismo equipo Olimpia Milano en la temporada 2011. Él y su familia han conservado siempre nobles sentimientos hacia nuestro país, además de sus claros y lúcidos recuerdos sobre el gimnasio. Su hijo Bill, residente en Chattanooga, Tennessee, también confiesa que aún prueba comida chilena de doña Pía, una paisana nuestra vendedora de empanadas de Atlanta. "¡Casi como la panadería Tomas Moro!".
La selección chilena de básquetbol y el cuartel de Nataniel Cox, en tanto, volverían a conocer una figura de talla internacional en 1977, cuando asume el insigne y estricto entrenador Randy Knowles, aunque su experiencia en esos años recién comenzaba a tomar cuerpo.
A la sazón, la situación un tanto íntima y reservada del recinto facilitó la realización de actos políticos en él durante los años ochenta, la mayoría de ellos clandestinos y de los que no ha quedado mucho registro, por las mismas razones. También hubo innumerables fiestas, festivales, campeonatos escolares o gremiales, competencias locales, recitales de grupos y otros espectáculos a partir de la década siguiente.
Ya en los años noventa, en el marco de exhibiciones especiales y publicitarias, el Nataniel recibió visitas internacionales del balón-canasta como Scottie Pippen y Earvin E. Magic Johnson, en 1994 y 1997 respectivamente. Ese mismo año, fue escenario de la primera presentación de la banda thrash metal Exodus en Chile, no siendo el único gran encuentro rock que se vio bajo su techo en aquellos años.
Seminario de artes marciales del maestro Ed Parker en Gimnasio Nataniel, año 1983. Fuente imagen: kenpobascunan.blogspot.com.
Equipo de básquetbol en el Nataniel. Fuente imagen: chilabasquet.blogspot.com.
Uno de los accesos al Gimnasio Nataniel por la calle homónima, hacia 2005.
Vista nocturna tramo de la cuadra en donde estuvo el Gimnasio Nataniel, con el actual proyecto inmobiliario que ocupó su lugar.
Por desgracia, ya entonces el deterioro y la humedad estaban haciendo estragos dentro del Gimnasio Nataniel, casi secretamente en ciertos casos. La falta de mantención del complejo bajo el galpón comenzó a destruir al estadio ante la indiferencia de las autoridades, a pesar de que es conocida la falta de recintos de buen nivel para el básquetbol nacional. No cabe duda que hubo responsabilidades dirigenciales en la debacle del sitio.
Ese mismo año de 1997 se realizó allí el último partido de la liga: había comenzado la caída definitiva. Desde entonces, la necesidad mostró su cara de hereje y la Federación comenzó a arrendarlo para todo tipo de actos que poco y nada tenían que ver con deporte: tocatas de grupos amateurs, reuniones de grupos religiosos y hasta un acto solicitando la legalización de la marihuana cuyo público no dejó buenos recuerdos en el vecindario. Encuentros que, en algunos casos, aumentaron los destrozos dentro del lugar, por lo demás. Hubo, sin embargo, nuevos espectáculos de nivel internacional en este período, uno de los últimos realizado el año 2004, con el recital de la banda death metal norteamericana Cannibal Corpse.
La dirección de la Federación, que era presidida desde 1996 por don Miguel Herrera Sepúlveda, prácticamente no sabía qué hacer con el gimnasio a esas alturas. En una controvertida decisión final se optó por venderlo a una inmobiliaria en $ 1.244 millones, consumándose así el destino final del recinto, durante la primera década de este siglo. Seguiría, así, el mismo camino hacia los escombros que se había trazado por esos mismos años para el Gimnasio Manuel Plaza de Ñuñoa y más tarde el Estadio Ferroviario Hugo Arqueros Rodríguez de Estación Central.
Aunque no existe en Santiago ningún otro recinto deportivo con las
capacidades que ofrecía aquel para el básquetbol y eventos parecidos, desde un principio se dijo que
los dineros obtenidos de la venta no serían utilizados en un nuevo estadio. Según se informó después, fueron a parar a la adquisición de fondos mutuos y
otras gestiones internas.
La disidencia principal contra la decisión de la Federación fue de la División Mayor del Básquetbol de Chile (Dimayor). Hubo acusaciones graves vertidas contra la dirigencia y hasta se organizaron protestas en su contra. La Federación se convirtió virtualmente en una ruidosa bolsa de gatos en esos días y también hubo gritos con amenazas de querellas. Todavía el 2011 se seguían realizando reuniones contra la dirección y exigiéndole a su presidente explicar dónde habían ido a parar los fondos recaudados con la venta.
Nada habría podido detener el final del Gimnasio Sabino Aguad de Nataniel Cox, concluyendo una historia de medio siglo, cuando se cerraron las puertas y se aproximaron las máquinas de destrucción. Y a pesar de la vehemencia de las partes, también resultaba difícil concentrar la totalidad de las responsabilidades por semejante desidia, pues es claro que la decisión final de deshacerse de él se tomó tras un largo período de imprevisiones y faltas de atención del edificio que distribuyen las culpas.
Entre 2006 y 2007 se concretó la demolición. Al poco tiempo, aparecieron las grúas plumas y, pocos meses después, las bases sólidas del nuevo proyecto inmobiliario ya estaban listas para comenzar a soportar el peso de los pisos que iban a levantarse encima. Dos torres residenciales se emplazan allí, ahora: colmenas inmobiliarias, como tantas que han crecido en el centro de la capital.
Desde entonces, el básquetbol nacional sólo cuenta con espacios muy menores en capacidades al Gimnasio Nataniel para sus actividades, como el Gimnasio de la Universidad Católica y el Gimnasio Municipal de Puente Alto. Puede que la muerte de este lugar, entonces, sea el preludio de la crisis final que amenaza desde hace tiempo a este deporte en Chile, tras muchos años de retrocesos y controversias directivas, además de la permanente supremacía del fútbol acaparando la atención, recursos, popularidad e inversiones con objetivos olímpicos. Los proyectos de un nuevo gimnasio en las instalaciones del CEO y en el Estadio Nacional también fueron cuestionados por algunas voces, pues se ponía en duda que sus capacidades realmente superaran a las que tenía el coliseo de Nataniel.
En tanto, cuando el veterano Dan Peterson ya estaba enterado de los detalles de la destrucción de aquel gimnasio por el que manifestaba tantos buenos recuerdos y cariño, distribuyó entre sus contactos y amigos un sentido texto recordando al inicio del mismo, en junio de 2019:
El Gimnasio Nataniel, en Santiago, Chile, ya no existe. Lo derribaron en 2006. Era una estructura vieja, sucia y desmoronada cuando entrené al Equipo Nacional de Chile, 1971-73, pero me encantó ese viejo gimnasio como ningún otro. Era un pequeño lugar, en la calle Nataniel Cox, en el corazón de Santiago. Ni siquiera era una arena. Era un edificio atrapado entre otros dos edificios. Entraste por la calle como si entraras a un edificio de apartamentos. Pero fue amor a primera vista porque era un viejo gimnasio, lleno de historia, tradición y ambiente. Practicamos ahí y jugamos varios juegos allí. Era como jugar en la proverbial cabina telefónica. ♣
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