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TATO CIFUENTES: EL GENIO QUE DIO VIDA A TATÍN

 

Tato Cifuentes en Argentina, en los sesenta. Eran sus inicios con la marioneta Tatín, en una imagen del sello discográfico que publicaba sus canciones infantiles. Puede verse el aspecto original del muñeco, antes del definitivo de pecas y labios rojos.

Héctor Raúl Cifuentes Lira, más conocido como Tato Cifuentes, nació el 14 de octubre de 1925 en Santiago, en el seno del matrimonio compuesto por el arquitecto Alejandro Cifuentes y doña Teresa Lira. Trabajando en las tablas desde los 15 años, se dice que fue después el primer artista fonomímico chileno del que se tenga noticia, al menos en el espectáculo popular. Desde entonces se especializó en rutinas de humor, que más tarde derivaron a la comedia y la ventriloquía.

Siempre fue reconocido como un hombre de inmensa cultura y refinada educación, de fluido y preciso léxico castellano, con sólidos conocimientos en música y magia ilusionista, hincha del Club Deportivo de la Universidad Católica y alguna vez hasta director de su barra. Cifuentes tampoco se privó de la tentación de elaborar libretos para niños y para adultos con prolífica creatividad, la misma que era vertida sobre los soportes y medios de comunicación en los que se les abrieron las puertas.

Sus inicios en programas radiales tienen lugar en Radio O'Higgins y Radio del Pacífico. Algunos de estos programas fueron "Copucha, el colegial" con las aventuras de un niño travieso, contando con Eduardo de Calixto como libretista. Tenía la astucia de presentar rutinas muy bien adaptadas y sanas para el ambiente familiar, con un personaje infantil de voz aguda y rasposa posteriormente llamado Tatín, cuya identidad iba a adoptar a futuro su característico muñeco.

Decidido a impulsar su carrera, Tato aprovechó las oportunidades que se le presentaron y viajó a Buenos Aires en los años cuarenta, ciudad que a la sazón era La Meca del espectáculo y las candilejas de Sudamérica. Allá comenzó una extraordinaria aventura que lo puso entre los principales artistas extranjeros que pasaron por la exigente escena porteña, trabajando en radio y televisión con grupos tan importantes como el elenco del Teatro Caminito dirigido por  Cecilio Madanes y más tarde con la generación heredera de maestros ventrílocuos como Agudiez y Dilmer. Realizó presentaciones en el club Tabaris, el Teatro Nacional y Teatro Cómico de la capital argentina, realizando también constantes apariciones en temporadas de Chile, Ecuador y en Uruguay, que copaban de actividad su agenda.

Como si fuese poco, Cifuentes actuó también en las películas argentinas "Cuidado con las imitaciones" de Luis Bayón Herrera e "Imitaciones peligrosas" de Julio C. Rossi, en 1948 y 1949 respectivamente. En estas experiencias compartió cámara y bambalinas con figuras como Carlos Castrito Castro, Blanquita Amero, Tito Martínez del Box, María E. Liberti, Chela Cordero, Juan Ricardo Semillita Bertelegni, Carlos José Charlo Pérez y el elenco del grupo humorístico La Cruzada del Buen Humor, este último base del posterior Cinco Grandes del Buen Humor.

Al mismo tiempo, el chileno incursionaba exitosamente en las radios argentinas. Aquellos ocho meses de estadía en Buenos Aires, hasta fines de 1949, resultaron profesionalmente muy satisfactorios para el joven Tato. Además de participar en el programa "Teatro Íntimo" de la Radio Belgrano, con Miguel de Molina, pudo actuar en boîtes porteñas como el Morocco y el Embassy. Al regresar a Chile en diciembre, lo esperaba un contrato para presentarse en el club nocturno Violín Gitano, todavía joven pero consolidado ya como uno de los principales de calle Huérfanos.

Con las incursiones en las radios platenses cobraría popularidad su personaje Tatín y otro femenino llamado Tatina. Continuó viniendo a Chile de cuando en cuando a participar en revistas y espectáculos de famosos locales de la diversión santiaguina, regresando al Violín Gitano en abril de 1953, comunión con la actividad bohemia de la que nunca llegó a separarse.

Memorable fue su participación durante esos mismos años otra vez en Radio Belgrano, con Carlos Ginés, y en programas como "Las audiciones de Tato Cifuentes", uno de los más escuchados de su década. También se paró tras el micrófono en "Taninadas Palmolive” y, en la Radio El Mundo en 1957, protagonizó el programa "Tatinadas", que había creado con el locutor Antonio Carrizo. Al mismo tiempo, fue el impulsor de "Escalera a la fama" junto a Rubén Machado, programa que estuvo 20 años al aire.

Despegada ya su carrera hacia la pantalla chica, en 1960 escribió y protagonizó el programa televisivo "La casa de Tato", y dos años después, su nombre encabezaba al de "La calesita de Tatín", que le hizo receptor del Premio Martín Fierro de 1962. Fuero sus años de más trabajo y frutos en la capital argentina.

En 1968, aparecería ahora en "Tiempo de crear", filme argentino de  Juan Antonio Serna y Víctor Fincic dedicado a diferentes autores y artistas con obras dirigidas a público infantil. Junto a Tato, estaban allí María Elena Walsh, Nelly Botú y Beatriz Isoldi.

La aparición del muñeco que puso rostro a aquella voz en programas de radio, vino en esa misma década: primero con "La calesita de Tatín" y luego con su continuación a partir de 1969, llamada "El club de los Tatines". Sucedía que en el programa televisivo, donde actuaba con Héctor Pandeleche Sturman, Tato haría debutar a la marioneta Tatín quedando definida por primera vez una apariencia para el personaje misterioso de un niño: correspondía a un chico de pelo claro liso y ojos azules, al que después exaltó su rostro con mejillas pecosas y labios muy rojos.

Entrando en más detalles sobre el origen del muñeco, había ocurrido por entonces que, siguiendo un consejo del dueño del canal televisivo, Tato compró una marioneta para incorporarla al programa infantil, debiendo desembolsar para ello la entonces friolera de cien mil pesos argentinos. El muñeco, pues, no era cualquier cosa: pertenecía a los talleres de la mismísima familia del titiritero Agudiez, y ya tenía para entonces sus buenos años de existencia, quizá más de un siglo desde que fuera hecho en España, según calculaba él.

Tras ensayar largamente la ventriloquía frente a un espejo, hablando mientras sostenía en los labios un lápiz y evitando letras que hicieran evidente el truco, como la P y la F, Cifuentes lograría hacer cantar a su muñeco una canción que fue muy popular y que decía: "Yo soy Tatín, muy chiquitín, muy regalón...".

Tato Cifuentes hacia fines de 1949, cuando regresaba de su primera y exitosa estadía profesional por Argentina. Imagen publicada por la revista "Ecran".

Imagen de Tato Cifuentes y Tatín, ya en la madurez del hombre y del muñeco. Fuente imagen: El Mercurio.

Tato Cifuentes y Tatín, presentándose en el programa "Mentiras Verdaderas" de La Red, año 2012, con algunos chistes de "subrayado rojo".

Tato Cifuentes hacia sus últimos años de actividad en los escenarios, con Tatín. Fuente imagen: diario "Publimetro".

A la sazón, además, estaban cobrando bastante importancia los títeres y el teatro de muñecos como manifestaciones artísticas ya desprendidas de los viejos circos de carpa y de las funciones meramente infantiles, tendencia internacional por esos años. En Chile, por ejemplo, desde 1966 hacían funciones en escuelas, televisión y clubes nocturnos los hábiles titiriteros Guillermo y César Gutiérrez, hermanos que se presentaban como el “El show de marionetas musicales de Willy y César”, con personajes como Pionolo, Madame Le Piluché, María Cala Sandía y otros, según recuerda Cerda Gutiérrez en “El teatro de títeres en la educación”. Incluso hubo un Primer Festival de Títeres en la misma década, organizado por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.

Después del debut del muñeco de Cifuentes, entonces, cuando ya se presentaba como Tato y Tatín en vivo, también entonaba su característico himno: "Somos los Tatines, queremos cantar..." en la voz aguda del personaje. Los mismos niños del público del programa, en un concurso abierto, le pusieron al muñeco  el nombre Tatín como contraparte infantil a Tato e identificándolo con el personaje invisible de la radio y del que sólo se conocía su voz. También lo presentaría por entonces en "El teatrito de Tatín", los jueves en las noches.

Aquellas canciones y otras de sello infantil que sonaron bastante en esos años, fueron grabadas por el artista para discos de diferentes formatos, con títulos como "El cazador de conejitos", "El mambo de la chocolata" y "El pollito", de los estudios de casa Organito. Destacaban en ellos temas como "El patito", "Los diez perritos", "Feliz cumpleaños", "Mi abuelita", "El relojito" y "El conejito". Otros de sus álbumes más conocidos se llamaron simplemente "Yo soy Tatín" y "Grandes éxitos de Tatín", con sello Discos Music Hall.

Ya restableciéndose gradualmente en Chile, Cifuentes también incursionó mucho en el humor de comedia, durante los años setenta y ochenta, con presentaciones en programas televisivos como "Sábados Gigantes" en su tierra natal y en la temporada de 1972 de la serie "Gran pensión El Campeonato" de Argentina. A principios de esa década, también fue parte del show "El club de Popeye”, otro programa de la televisión argentina.

Después del 11 de septiembre de 1973 en Chile, hubo cambios radicales en la televisión del país que involucraron la salida voluntaria o forzada de varios personajes que llevaban largo y consolidado tiempo en las estaciones, ahora castigados por sus filiaciones políticas. Uno de ellos fue el actor Jorge Guerra, quien se exilió en Cuba dejando atrás su muñeco Pin Pon en el programa homónimo. Para poder ofrecer programas en la parrilla televisiva dirigidos al mismo público infantil, entonces, Televisión Nacional de Chile se allanó a traer nuevos artistas y así fue llamado Tato, quedando instalado en el canal por algún tiempo. También fue invitado al Festival de la Canción de Viña del Mar en su versión XV de 1974.

Nunca se desprendió del todo de la escena platense, sin embargo. De vuelta en Argentina, se presentó en 1979 con la obra "Es-Conde el Draculín" en el Teatro Astros, obra humorística en cuyo elenco figuraban el Gordo Jorge Porcel, el Flaco Alberto Olmedo, Juan Carlos Calabró, Mario Sapag, Ethel Rojo y la entonces muy joven Susana Traverso.

Sin embargo, era ahora el muñeco Tatín el que se llevaba los mayores aplausos para Tato y la principal demanda de humor del público, haciéndose su hijo adoptivo y compañero de presentaciones hasta el final de su carrera de casi 75 años, en donde los chistes políticos también se incorporaron a los libretos del ventrílocuo. Para sus shows más subidos de tono y ajenos al cariz infantil, también renombraba a la marioneta como Metatín, y dijo una vez Tato explicando su diferencia personal con este Tatín más pícaro: "yo soy un señor, un caballero y él es un conchesumadre"... Lo seguro es que Tato se había convertido ya en el mejor y más internacionalizado ventrílocuo chileno.

Como es tradicional en aquella disciplina artística, Tato y Tatín combinaban diálogos y discusiones graciosas con canciones, desafiándose mutuamente y fingiendo situaciones en las que constantemente debía taparle la boca al muñeco para impedir que siguiera cometiendo irreverencias o expresándose en forma grosera. Más de 50 años se hizo acompañar en los escenarios con la marioneta sentada en sus piernas, volviendo especialmente subidas de tonos las presentaciones de sus últimas dos décadas, respondiendo a los cambios culturales de la sociedad.

Hombre aventurero y con muchas energías, Cifuentes tuvo seis matrimonios y vivió la intensidad de la clásica bohemia chilena y sus tesoros revisteriles de los días del "Bim Bam Bum" o del "Picaresque", paseando su muñeco por los principales escenarios del país. Tras sobrevivir a un cáncer mamario masculino en 2008, siguió realizando actuaciones y participando en algunos programas a ambos lados de la cordillera de Los Andes. Incluso formó amistad con Frank Sinatra Jr., según se recuerda en el anecdotario de su larga vida.

Estando retirado ya, en julio de 2017 se supo que Tato estaba hospitalizado en Buenos Aires tras haber sufrido un accidente doméstico en una ducha en casa de su hijo, lo que desencadenó una neumonía. Medianamente recuperado de su traspié, muy delgado y tapando su calva con una gorra a falta del bisoñé que solía usar en la madurez de la vida, envió a sus seguidores un video en donde, siempre con su humor negro, avisaba que no se preocuparan porque: "Estoy agonizando, pero bien sanito". También agradeció las preocupaciones de sus seguidores y del equipo de fútbol de la Universidad Católica, ya que los jugadores y el entrenador Mario Salas le habían hecho llegar un video con saludos y buenos deseos.

Sus últimos saludos fueron para el humorista Juan Carlos Palta Meléndez, quien se ha caracterizado siempre por ayudar y promover la asistencia para varios de los grandes comediantes de las antiguas tablas chilenas.

Parecía que todo iba bien para la salud de Tato y hasta se preparaba para recibir el alta médica, cuando decayó abruptamente en las horas que siguieron, por inesperadas complicaciones de su neumonía, falleciendo en su lecho de hospital de un paro cardiorrespiratorio el 30 de julio de 2017, a los 91 años. La noticia corrió por ambos países, y sus restos fueron velados y sepultados en Argentina, en el Cementerio de la Chacarita.

El muñeco Tatín, en tanto, también murió aquel día, al quedar condenado al silencio. Permaneció en posesión de la familia, estudiando la posibilidad subastarlo para que quede en manos de un coleccionista o conservador que realmente los aprecie, y donar el dinero recaudado a alguna institución benéfica. No se volvió a tener noticias de él. ♣

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