Aviso publicitario de las presentaciones de Thim y su entrenador en Madrid, en la revista "Eco Artístico" de la misma ciudad, el 25 de noviembre de 1913. Fuente imagen: sitio Aquellos Cines Donostiarras.
Una curiosa dupla humorística humano-canina estaba paseando por las salas de Santiago de Chile en el verano de 1916: el entrenador Calvetty y su perro Thim, presentado como "el más inteligente del mundo" y "el perro sabio". Sentado en un piso al lado de su amo en la foto oficial, el muy bien adiestrado can respondía consultas, hacía gestos y daba la pata en una rutina de humor, magia y "adivinación" que, realmente, hacía creer a muchos en la inteligencia casi humana del bello animal lanudo, de colores oscuros y con posibles rasgos de border collie o algo parecido. También hacía bailes para el público y una simulación de tauromaquia.
El denominado profesor Calvetty trabajaba desde joven en los espectáculos de variedades, circo y teatro de humor de España. Presentándose muchas veces como escamoteador, manipulador, prestidigitador y "el rey de la cartomancia", desarrolló también el show con Thim con orientación más propia de comedia, cobrando importancia en las páginas de espectáculos hacia 1910. En "Cinematógrafo y 'varietés' en Asturias. 1896-1915" de Juan Carlos de la Madrid Álvarez, leemos que la mascota adiestrada era presentada como el "perro que lee, suma y hace la transmisión de pensamiento, finalizando sus maravillosos trabajos bailando un garrotín gitano". Si nos fiamos por las carteleras de la prensa, además, la etapa más internacional del can en suelo del Nuevo Mundo, comienza entre 1914 y 1915 con actuaciones en Argentina, Uruguay y Perú.
Perro y entrenador habían llegado a Chile con las credenciales de su éxito en los teatros y una temporada por este lado sur del mundo. Sin embargo, parece que la situación social y política estaba complicada ese año de 1916, afectando quizá los ánimos populares, o bien no hubo mucho buena publicidad a los artistas. Como había sucedido a otros buenos espectáculos en aquel período, no concurrió mucho público a las primeras presentaciones de Calvetty y Thim en el Teatro Royal de Huérfanos, el mismo entre Ahumada y Bandera en donde, en noviembre del año siguiente, Carlos Gardel y José Razzano debutaron en Santiago a platea llena. Curiosamente, el dúo Gardel-Razzano ya había estado en presentaciones que incluían al perro Thim y su amo, en el Teatro Grand Splendid de Buenos Aires, en 1914.
Otra presentación agendada por Thim en aquella gira, esta vez en el Teatro Paraíso Biógrafo del cerro Santa Lucía, una de las salas de la casa de espectáculos de Max Glucksmann, fue suspendida a pesar de que había público disponible. Sin embargo, al correr la voz de las asombrosas habilidades del can por parte de los que conocieron su show, comenzaron a estabilizarse las presentaciones durante los meses siguientes, causando gran atracción y asombro, especialmente de los niños, lo que permitiría a ambos ir hasta otras ciudades.
Aprovechando la presencia en Santiago del dúo, sin embargo, en la edición de la revista "Cine Gaceta" del 15 de febrero de 1916, bajo el título "Reportaje al perro Thim", se simulaba una jocosa entrevista al talentoso can artista realizada por un reportero que firma Peruchín, quien partió así su redacción:
Después de asegurarnos que Thim es un perro muy galante con los periodistas y que no les enseña los dientes sino para sonreír, decidimos dirigirnos al hotel donde está confortablemente instalado para hacerle un reportaje.
Thim posee un caballero que entiende por el nombre Calvetty y que le sirve de intérprete. Gracias a él pudimos conocer las impresiones que de nosotros lleva tan insigne personaje de la raza canina.
Thim nos recibió de pie, nos extendió amistosamente su diestra pata y nos lamió las manos. Al saber el objeto de nuestra visita dio dos o tres ladriditos secos equivalente a la tos con que ciertas personas quieren darse importancia, y se puso a nuestra disposición.
Al "consultarle" al perro sobre qué opinaba del Chile, el texto decía que había encontrado muy bonito al país destacando "la carne buena, los bizcochos muy ricos, los cojines blandos", agregando que las perras chilenas "son muy hermosas y discretas aunque muy escasas", pues había visto sólo "a dos o tres, seguidas de un tropel de perros mal educados". Haciendo una pequeña alusión al problema social que ya entonces sucedía con los perros, el redactor pone a Thim diciendo que le gustaba la gente de Chile pero creía "que con otros de mis prójimos son muy crueles" y que había oído decir también que este era el país de los "perros muertos". Y luego, mofándose de una publicidad de esos años, cuando se le preguntó si había visto algún perro distinguido digno de cruzar con él la pata, decía:
El único que valga la pena es un hijo adoptivo de un señor Coppola, que anda por ahí con un cartel de tallarines y ravioles. Es un perro trabajador. Los demás o son unos quiltros conventilleros, rotos y ladrones, o unos tipos enclenques que no sabe más que comer y dormir en las faldas de las solteronas.
Al referirse a los teatros chilenos, en cambio, se deslizaba otra crítica en la ficticia entrevista por la ya señalada falta de público en los espectáculo: "Yo al principio me fastidié en el Royal creyendo que a mí me creían un blufeador, un Gallant cualquiera, pero después supe que en este tiempo es moda aburrirse en la casa".
Retrato oficial de Calvetty y Thim, en la revista "Cine Gaceta" del 15 de febrero de 1916, en la misma donde se simulaba una entrevista al talentoso can artista.
Thim en el Teatro Alameda, en publicidad del sábado 9 de junio de 1917 publicada en el diario "La Nación" del mismo día.
Anuncio publicado en "La Nación" del domingo 17 de junio de 1917 (la fecha tiene una errata), dando aviso de la presentación de Thim que tendría lugar ese día en el Teatro Unión Central. Sería una de las últimas que pudo realizar en Chile.
La gira de Thim continuó por otras localidades de Chile y luego por territorio peruano, nuevamente. Ya en Lima, la revista local "Lulú" de literatura, arte y moda publicó una entrevista lúdica muy parecida a la que se hizo en Chile, que comenzaba con las siguientes líneas el 16 de septiembre de 1916, comparando las virtudes del perro con las del astrólogo y psicólogo mesmeriano Leon Kendal:
Habíamos oído hablar tanto de este prodigioso animalito, tan tan favorables los comentarios que de él se hacían en las calles, en los salones, en los círculos, que nos decidimos a entrevistarlo.
Fue ayer tarde. Nuestro humor estaba alegre. La vida para nosotros, hombres periodistas e inquietos, no es una vida amable. De suyo fatigosa y triste, sólo de tarde en tarde algo novedoso y original nos atrae. Y ayer, repetimos, estuvimos alegres, sonrientes, comunicativos...
Thim, es evidentemente un perro sabio, filósofo, austero. Thim conoce a fondo la psicología del medio en el que actúa desde el momento en que llega. Sus hombres, apenas conocidos, ya los ha comprendido. Y si León Kendal es magistral, y si León Kendal sorprende con sus maravillosas maquinaciones de intuición, Thim también lo es, y con mucho más mérito, por supuesto.
No todos fueron complacientes con el espectáculo de Thim y su amo, sin embargo. Al entonces joven escritor José Carlos Mariátegui parece haberle resultado chocante ese espectáculo, pues corrió a su escritorio para definir al perro en términos muy diferentes: como "un renegado de su condición zoológica", que "ha tenido el servilismo inconcebible de metodizar y disciplinar su ladrido" y volverse así un mero imitador de los modos humanos. Su cinofobia llegó al punto criticar al propio dueño del can, en el artículo titulado "'Thim', el perro fenómeno", republicado en la compilación "Escritos juveniles" de Mariátegui.
Sin embargo, Gozando del prestigio que ya tenían en las marquesinas y ajenos a las rabietas del futuro peso-pesado de las letras peruanas, la dupla hombre-can hizo memorables regresos y presentaciones en los escenarios peruanos y chilenos. Todo su último año estuvo viajando dentro y fuera del país. Incluso se incorporó en Santiago a la Compañía de Magia del Teatro de la Comedia, en la que cosecharía algunas de sus últimas grandes jornadas artísticas ya más estabilizado en Chile. Destacó también su presentación en el Teatro Alameda, en Alameda 2373 enfrente del barrio República, durante la segunda semana de junio de 1917, la que alternó con proyección de biógrafo.
Pocos días después, Calvetty y Thim se presentaron en el Teatro Unión Central de calle Ahumada, en donde está ahora el pasaje Bombero Ossa. Hicieron historia allí el viernes 15 y el domingo 17 de junio, en horario matinée de 15 a 17:30 horas. Como era usual en esos años, su show también fue combinado con exhibición de biógrafo, algo esperable en esta sala pionera entre los cinematógrafos de Chile. La prensa señalaba que, en aquellas actuaciones, Thim desafiaba a los presentes a vencerlo en una partida de dominó, cosa que no lograron.
Empero, no mucho tiempo después, Thim moriría en plenas actividades hacia la primavera austral, llegando a su fin toda aquella historia de intensa y próspera profesión en las candilejas casi a las puertas de los años locos. Antes de concluido 1917, entonces, terminaba así su sociedad artística de unos siete u ocho años con Calvetty.
Desde ese triste momento, su amo realizó otras actuaciones ya en solitario por Chile, como las que ya estaba ejecutando en el Pabellón Biógrafo América de la ciudad de Cabildo, en noviembre del mismo año. ♣
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