El Olympia en revista "Zig-Zag" de septiembre de 1914.
Cuando recién había pasado el Centenario Nacional por los calendarios de la celebración chilena, la calle Huérfanos destacaba especialmente en Santiago por tener una oferta tremenda de recreación casi a cada paso, cual Alameda de las Delicias “chica”. Desde muy cerca de aquella época y erigiéndose como uno de los principales bastiones del circuito recreativo en la misma vía, el café Olympia pasó a ser una de sus más concurridas y variadas atracciones de su época y durante cerca de treinta años, de hecho. Ocupaba la dirección 1043-1045, hacia la mitad de la cuadra entre Bandera y Ahumada, muy cerca de la Plaza de Armas.
Para esbozar una referencia espacial tomada del aspecto actualmente ofrecido por aquellas manzanas y localizar mejor el lugar del negocio en sus inicios, este conocido centro de encuentro santiaguino se situaba por donde estará, desde la segunda mitad de los años cuarenta, la entrada del actual Pasaje Agustín Edwards, más o menos. Ciertamente, era una ubicación privilegiada para los buscadores de diversión dentro del centro capitalino mismo y que se caracterizaba, entre muchas otras cosas, por tener una gran cantidad de salones de té, cafés y confiterías repartidas en las mismas cuadras.
El Olympia parece haber sido también uno de los primeros establecimientos de su particular y completo tipo en la capita, así como por aparecer entre los centros comerciales pioneros en plantearse también como biógrafos en Chile, fuera de sus servicios de restaurante, cafetería y lugar tertulias. A diferencia del Olympia, pues, muchos otros biógrafos eran sólo teatros o salas de reuniones adaptadas a las funciones ocasionales de cine, después que la primera proyección realizada en el país dentro del Teatro Unión Central de Ahumada, en 1896, a cuadra y media de donde se ubicó este local, despertara el interés por la primitiva cinematografía comercial.
Dicho de otra forma, el Olympia era simultáneamente biógrafo, restaurante, pastelería, bar, salón de juegos, café, salón de té, confitería y casi todo lo que el cliente quisiera tener a mano en un mismo establecimiento. Era lo necesario para quedarse un día completo allí, además, si es que alcanzaban disponibilidades y bolsillos.
El local había sido abierto de la mano de una firma comercial dirigida por un señor de apellido Fiscazcaux o Discazeaux (varía según la fuente). Llegó a calle Huérfanos para ocupar el antiguo local que había pertenecido antes a la entonces Casa Prá, famosa tienda comercial de esos años, y después de esta a la Sociedad Imprenta y Litografía Universo, casa editora que había cambiado recientemente sus cuarteles a la vieja Galería Alessandri.
Uno de los primeros avisos publicitarios para el Olympia, en revista "Sucesos" de 1913.
Sala de palitroques del Olympia en 1913. Imagen publicada por revista "Zig-Zag".
Publicidad para el Olympia en la revista "Zig-Zag", año 1914.
Imágenes del interior del establecimiento, otra vez en revista "Zig-Zag", año 1914.
Fiesta de la colonia franca en el restaurante del Olympia, en el aniversario de la Revolución Francesa. Imagen publicada por la revista "Zig-Zag" en julio de 1914.
En cierta forma, la inauguración y la amplia propuesta del Olympia tomaron de sorpresa al público santiaguino. La revista "Zig-Zag" describía de la siguiente manera al flamante negocio con puertas de mamparas, en septiembre de 1913:
Se ha instalado últimamente en pleno centro comercial -calle de Huérfanos, entre Ahumada y Bandera- un espléndido establecimiento de bar que llena las comodidades para el gusto más delicado.
El "Olympia" pertenece a una sociedad extranjera que cuenta con grandes capitales y es dirigido por el competente industrial don Enrique Fiscazcaux.
El "Olympia" ocupa un edificio elegantísimo, de una construcción absolutamente moderna y cuenta con una espléndida sala de billares y otra especial en el subterráneo, bien ventilada y cómoda, para el juego de palitroque.
Tiene asimismo otro departamento para juego de ajedrez, dominó y damas.
Se instalarán, entre otras novedades, una "travesía" al gran estilo europeo y un "grill room".
Además habrá un correcto servicio de restaurant a la carta que presentará con precios moderados una cocina de primer orden.
Para el año siguiente, la misma revista mostraba ahora los elegantes espacios dentro del establecimiento, con bar americano, seis canchas de palitroques (juego popular en esos años) y sus diez mesas de billar. Sin duda, era uno de los locales más sofisticados del centro de Santiago en aquellos días, y por eso se presentaba como "reunión de la aristocracia" en 1915, cuando ya había corregido su nombre a las nuevas normas ortográficas: Olimpia, si bien continuaría apareciendo varias veces más con la grafía antigua.
Se presentaba también como café, confitería y pastelería francesa. Incluso abrió una fábrica y local de ventas anexas de pasteles en entonces calle Zañartu, actual Aillavilú. Su venta de
finos alcoholes, en tanto, incluía vinos con el nombre del local, y ambrosías
llamadas málaga oscuro, fino oloroso, manzanilla y otras
delicadezas para las copas. Contaba con una amplia bodega propia para vinos y licores, de
hecho. Sin embargo, el negocio sería puesto a la venta en 1928, tanto el local principal de Huérfanos como el anexo de Zañartu, por la firma capitana de esos momentos, la Autonell & Bosch.
Poco después, encontramos al Olympia, patisserie française como se definía a veces en su publicidad, ofreciendo las sesiones de biógrafo que lo hicieron particularmente conocido e interesante en la hora del té; más exactamente, durante las tardes llamadas con ampulosidad como las five o’clock tea. Era el momento de cada jornada que muchos esperaban, de hecho, en el que también había conciertos. Se exhibían a la sazón películas italianas de tono más familiar, generalmente desde las 15:30 hasta las 19:30 horas.
El otro horario más popular del local era el nocturno, de las 21:30 a 23:30 horas, más apropiado a los
corazones bohemios que quedaban esperando allí la proximidad de la medianoche y disfrutando con la
función adulta. El local permanecía abierto hasta después del horario de
salida de los teatros, por lo que muchos concurrentes a las salas se permitían pasar un rato al mismo, cerrando la noche. La orquesta, en tanto, tocaba a diario también y a veces hasta las 12 de la noche. Para los niños, en cambio, los
domingos y festivos había una “gran matinée infantil con vistas
especiales”, como se señalaba en sus anuncios.
Los amplios espacios interiores del Olympia, en fotografías publicadas por la revista "Zig-Zag" en 1914.
Otra imagen del enorme enorme bar inglés del Olympia, publicada también por "Zig-Zag" en 1914.
Publicidad para el Olympia, en revista "Cine Gaceta" de octubre de 1915.
Imágenes interiores del Olympia, publicadas por la revista "Sucesos" en 1915.
Más calugas publicitarias en la revista "Cine Gaceta", durante 1915. Se advierte el sentido refinado que el local quería imprimir como atracción para el público.
Además de biógrafo, el Olympia era reconocido por el estupendo sector de restaurante con cocinas a la vista, de las que salían comidas frías y calientes para los comensales. Como vimos al citar a la revista "Zig-Zag", contaba con su novedoso grill room que fue especialmente atractivo para el público. Mantuvo siempre en su primera dirección el salón de billar y la cancha de palitroques, de acuerdo a lo que revelan fuentes como la guía “Turismo en Chile” de Fernando Valdivieso. La publicidad insistía en que era “la preferida por la alta sociedad”, sin embargo.
Otra característica valorada del establecimiento era el hecho de encontrarse enfrente del concurrido Teatro Royal, después llamado Splendid, cruzando la calle: el mismo lugar en donde debutaría en Chile, no mucho después, un joven Carlos Gardel en 1917. Esta proximidad entre ambos centros recreativos fue relevante en lo referido al público que dijimos ya compartían, tanto por aquellos días como en décadas posteriores. Como consecuencia de esto, además, hasta su bar y café iban muchos periodistas, intelectuales y jóvenes artistas de la época, entre los que destacaron Jorge Coke Délano, Pedro Sienna, Armando Mook, el poeta colombiano Claudio de Alas y el futuro cronista de espectáculos Osvaldo Rakatán Muñoz.
La atracción del Olympia logró extenderse más allá del período neoclásico de la ciudad de Santiago, renovando su oferta y sus encantos conforme fuera necesario a lo largo del tiempo. Así, en la mitad de los años veinte se presentaban en él interpretaciones en vivo y proyecciones de fotodramas, probables ancestros de las fotonovelas. Dada su popularidad, seguiría siendo frecuentado por leales aventureros de todo Santiago y también por viajeros siguiendo recomendaciones.
Gracias a la permanente implementación y mejoramientos del local, además, en su momento podía pavonearse de seguir siendo uno de los más importantes salones de recreación capitalinos de la primera mitad del siglo XX. Fue un lugar de gran reputación ciudadana, entonces; muy refinado, con música de maestro al piano en el día y los bailables durante las noches de fiesta. Oreste Plath, otro de sus clientes intelectuales más frecuentes, dedicó al café y biógrafo unas líneas en “El Santiago que se Fue”:
En la calle Huérfanos abría sus puertas un salón con una gran pista de baile. Tenía un horario en la tarde y en la noche, hasta la madrugada. Otra novedad que ofrecía a la hora del té era la proyección de películas mudas; fue el primer café con biógrafo (hoy cine), en que se exhibían las Aventuras de Saturnino Farandolas o de Maciste, de la industria italiana.
Actuaban Luis Aguirre Pinto, violinista y compositor, Nino Lardy, cantante de tangos, cuyo nombre de pila era Orlando Menieri Molina, hijo de argentina y chileno. Se inició como cantante de tangos en 1930. Vivió años en la Argentina y México. Formó orquestas típicas. De su repertorio se destacan Cuartito Azul, Casas viejas, El día que me quieras, Cobardías, Nostalgias, La Canción del linyera. Nino Lardy, sus últimos años los pasó ciego, tenían que acompañarlo en su andar, falleció el 3 de agosto de 1985.
Innumerables reuniones sociales y
gremiales se realizaban aprovechando las comodidades del recinto. El 19 de enero de 1928, por ejemplo, tuvo ocasión y lugar allí una comida de homenaje al
pintor, cantante y dramaturgo nacional Lautaro García, organizada por sus amigos
con motivo de haber sido nombrado director general de Educación Artística. Sin
embargo, para el año siguiente estamos ya en el período en que desaparece de las
guías el antiguo edificio que lo albergaba en su zócalo, por lo que el café debe
cambiarse hasta Huérfanos 845 mientras se realizan importantes renovaciones urbanas y arquitectónicas en este lugar de la cuadra.
Coincide que, en los treinta, la empresa estaba ya al alero de calidad del
empresario de pastelerías y confiterías Miguel Ramis Clar, remontadas a fines
del siglo XIX. Él era dueño también de otros conocidos bares y fuentes de soda
como La Isleña de Alameda 835, El Negro Bueno de Alameda 1033-1035 y el
restaurante Santiago de Huérfanos 1111. Correspondió a Ramis Clar sortear las grandes dificultades económicas que se vivieron en aquella década, por cierto.
En tanto, la llegada del cine sonoro no amilanó las funciones del Olympia, que continuó aferrado a la época más romántica y silenciosa del cine europeo, intentando complacer al público conservador o reacio a la nueva tecnología que ya hacía furor en todas las demás salas y que fue desplazando no sólo a las películas mudas y a los músicos de los teatros, sino también a varias representaciones escénicas, musicales y teatrales, amenazando a la actividad completa, de hecho.
El establecimiento en avisos de la revista "Sucesos", año 1915.
Aviso de la revista "Sucesos" para el Olympia, diciembre de 1915.
Publicidad para el establecimiento en la revista "Pacífico Magazine" de julio de 1917.
Calle Ahumada hacia 1920. Imagen del Centro de Documentación Iconográfica del Museo Histórico Nacional. Publicada en Memoria Chilena, Colecciones de la Biblioteca Nacional de Chile.

Avisos de noviembre y diciembre de 1940 anunciado el debut de la Orquesta D'Acosta en el Salón Olimpia, en páginas del diario "Las Últimas Noticias".
La Orquesta D'Acosta en El Olimpia y la Orquesta Kreml en La Isleña. Aviso de "Las Últimas Noticias" a mediados de diciembre de 1940.
Aquellos durísimos años treinta iban a ser particularmente difíciles para el medio de la recreación, entonces, al tener que enfrentar la necesidad de renovarse en plena crisis económica de la Gran Depresión y con las carencias que había arrastrado desde sus inicios la debilitada industria nacional de la cinema. El famoso biógrafo de Huérfanos también sentiría parte de los efectos, como muchos otros negocios de su tipo. Así pues, la época romántica y encantadora del Olympia se irían quedado en las primeras décadas del siglo, en los estertores de la época victoriana de la diversión chilena. Por esto, los años que siguieron fueron de lucha por la continuidad en un ecosistema comercial cada vez más difícil y saturado, en cierta forma.
En la cartilla de temporadas de 1939 del Teatro Municipal, también encontramos publicidad para el entonces llamado Salón Olimpia, anunciando que acababa de ser reformado y que “a la salida de los teatros tendrá bailable y variedades”, con artistas de la radio nacional. En julio, cuando destacaba allí la hermosa bailarina Vera Glory, debutó además el tenor Guillermo Soudy Flores. Su dirección había regresado a la cuadra anterior en esos años: Huérfanos 1043. Posteriormente, en la medianoche del miércoles 6 de noviembre de 1940, en el ahora llamado (más actualizadamente) Salón de Té Olimpia se realizó una "asamblea de alegría y humor", efectuada en su Gran Salón y en el marco de las Fiestas de la Primavera que ya llegaban a su fin, con su majestad María I como reina de la temporada.
Entre junio y septiembre cuanto menos, los grandes bailes de la casa eran amenizados ese mismo año por las orquestas de Fernando Lecaros y Luis Aguirre Pinto. Ponían su voz en ellas el crooner Luis Aldunate y el cantor radial Nino Lardi mencionado por Plath. Lecaros quedaría a cargo de ambas durante el período, apareciendo también en los números de variedades artistas como el humorista Popeye, el dúo Ruth y Magda, Derlina Araya y, más tarde, se suman Rolando Serey, Silvio Juvesi y Luis Kurte, este último "revelación" de aquel año 1940. El locutor era Julio Bari, llegando poco después en este rol Manuel Bonilla y Julio Vatuone. Bajo la dirección artística de Lecaros, el show eran transmitido por Radio Mayo, CB-101. "Todos los domingos en la mañana, de 11 a 1. Grandes aperitif-danzant a dos orquestas", decía por entonces su publicidad. Por su lado, la Radio Otto Becker CB-89 y CB-1170, transmitía el programa "Hora Social" de los sábados desde los mismos salones del Olimpia, a las 19 horas, con las dos orquestas tocando en vivo y entrada libre al establecimiento.
Después de un exitoso paso de la Orquesta de Cosacos del Kreml por el salón del Olimpua, quienes habían hecho una temporada también en La Isleña, desde el domingo 1 diciembre siguiente entra a la cartelera la consagradísima Orquesta de Lorenzo D'Acosta, de las más importantes de su tiempo. Los bailables se han vuelto más trasnochadores que en el pasado: tienen lugar entre las 19 y 21 horas y otra sesión va desde las 24 horas en adelante. Los espacios para proyección de cine, en tanto, seguían desde las 17 hasta las 19 horas y desde las 22 hasta las 24 horas.
La llegada de la Orquesta D'Acosta fue algo sensacional para revitalizar la actividad en la última época del establecimiento en calle Huérfanos. Su debut tuvo lugar en la hora del aperitivo del señalado día y fue noticia de páginas sociales en los periódicos, coincidiendo también con la inauguración de un nuevo sistema de aire acondicionado instalado la firma Ramis Clar. A sus presentaciones en esos días se sumaban las del quinteto de cuerdas y hot-jazz Dixie, dirigido por el violinista Nano Moya, además de subir al escenario el destacado crooner Jack Brown, su colega la "voz de oro" Armando Cormilio y el Cuarteto Típico de Fernando Morello, destacado compositor de aquel ambiente bohemio. El diario "Las Últimas Noticias" de ese mismo día 1 de diciembre decía al respecto:
El Salón Olimpia ha pasado a ser el centro de mayor atracción nocturna de nuestra capital, como también de la hora del cocktail, por las muchas condiciones de elegancia y comodidad que reúne.
En efecto, diariamente presenta un variado espectáculo de cine rotativo, con películas siempre agradables y de actualidad, espectáculo que es presenciado por gran cantidad de público, que ha hecho de este lugar el sitio obligado de sus reuniones.
(...) La hora del baile nocturno es especialmente atrayente, por las múltiples comodidades que presenta este elegante salón con su gran pista para baile, sus espléndidas cenas y la esmerada atención que prestan sus propietarios a la selecta concurrencia.
A pesar de tener cada vez más factores en contra el clásico
café y salón de baile supo reinventarse y conseguir renovado interés del público durante esas temporadas. Así se resistió a abandonar sus orígenes y siguió ofreciendo proyecciones de las más
películas dirigidas a los amantes del séptimo arte, fuera de sus vastas atracciones cocteleras y culinarias. En las Fiestas Patrias de 1941 organizó incluso un programa especial y un gran concurso de cuecas, con la Copa Ramis Clar como premio a la pareja que resultara vencedora aquella noche del jueves 18 de septiembre.
Sin embargo, la primera mitad de los cuarenta eran ya su último aliento de vida: la implacable alianza de tiempo y progreso tecnológico se encargó de hacerlo desaparecer poco después de las carteleras de espectáculos y de los periódicos. El espacio comercial fue remodelado y ocupado por la casa David Cohen e Hijos hacia 1943-1944, y los suberráneos acabaron destinados a locales como tiendas y salones de belleza. ♣
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