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EL CÓNSUL DE LOS SIMIOS HACE DIPLOMACIA EN CHILE

Cónsul en publicidad de té, en revista "Sucesos" (1 de diciembre de 1910), cuando estaba en Valparaíso siendo "The Great Attraction" del Gran Circo Inglés.

Una de las visitas artísticas más asombrosas e inusuales que tuvo Chile durante el Centenario fue la de un extraordinario primate adiestrado que respondía al nombre Cónsul. De él han quedado algunas fotografías, postales y afiches coleccionados por nostálgicos, aunque su identidad se enreda con la de otros chimpancés y bonobos tocayos, desde fines de la era victoriana.

Hasta entonces, los chilenos habían visto poco más que perros y caballos amaestrados en las funciones de circo o espectáculo de volatín, con elefantes como lo más exótico que algunos podían recordar. Se comprenderá el asombro que debió causar un gran mono manso y de mirada inteligente, capaz de realizar en el escenario acrobacias, ejecutar trucos y comportarse divertidamente como lo haría un hombre corriente en un día común, faltándole sólo el don del habla.

Como se observa en imágenes y publicidad para carteleras, el chimpancé Cónsul era vestido como lo haría un caballero: de frac o etiqueta, de saco cuanto menos, a veces con sombrero bombín o de copa, incluso con rosa en el bolsillo pectoral, más reloj de cadena, guantes y fino bastón, como todo un caballero. El increíble simio había sido entrenado para imitar con tal perfección los modos humanos que tomaba ante el público objetos cotidianos con delicadeza, posando quieto para los retratos y hasta colocándose la servilleta al cuello a la hora de cenar, sentado correspondientemente en la mesa, usando cubiertos o asiendo con cuidado la taza de té para llevarla a la boca… Ninguna de las estrellas peludas de la posterior serie televisiva “Lancelot Link, secret chimp”, 60 años después, llegó a la corrección que ofrecía emulando al hombre o realizando pruebas de rasgo más circense ante el público, con gran seguridad y desenvolvimiento.

Cónsul era algo así como un sucesor del simio con el mismo nombre que residió en los Belle Vue Zoological Gardens de Manchester, primer chimpancé en presentarse al mundo como imitador de conductas humanas, vestido con diferentes disfraces entre los que destacó un smoking que encantaba a los visitantes. Sin embargo, el fallecer prematuramente a fines del siglo XIX impidió que fuese tan bien conocido fuera del país, a diferencia de otros simios que, después de él, fueron paseados por Europa y el mundo. Aquel primer Cónsul había sido entrenado y presentado por James Jennison, empresario del mismo zoológico inglés. Tras perder a su estrella, sin embargo, no tardó en hallar un reemplazo para el fallecido.

Otro Cónsul fue popularizado por el adiestrador Frank Bostock, quien lo presentó en su compañía del Animal Arena. Sin embargo, aunque pretendía llevarlo a varios otros escenarios del mundo, el animal murió de bronquitis poco después de poner pie en Europa, en 1904, cuando se preparaba para sus presentaciones en Berlín. Práctico y funcional, el  director lo reemplazó por un nuevo mono; y al notar cómo crecía la fama del encantador personaje, dispuso de un Cónsul para cada uno de los varios espectáculos y compañías que creó, las que realizaban presentaciones itinerantes. Otros directores y empresarios del medio comenzarían a hacer lo mismo con el tiempo, apareciendo un Cónsul tras otro.

Fotografía del chimpancé Cónsul tomando una merienda, tomada por G. Meggy, hacia 1910.

Cónsul usado para publicidad de té, en revista "Sucesos" (3 de noviembre de 1910).

Cónsul en el Circo Ziegler, en imágenes de revista "Sucesos" (24 de noviembre de 1910).

Así se refería al entonces novedoso espectáculo el periódico “El Heraldo de Madrid” del martes 17 de enero de 1905, luego de que el nombre del simio apareciera sin más información en carteles que tapizaron los muros de la ciudad española, causando la intriga y especulación sobre a quién o qué se referían:

Cónsul no es ni el título de un nuevo periódico ni una específica novedad, sino el nombre de un artista que iniciará en breve sus habilidades en un teatro madrileño.

El artista en cuestión es un joven y distinguido chimpancé, que, suficientemente afeccionado por su amo, hace en este mundo una vida completamente diferente a la de sus colegas de raza, procurándose demostrar a la Humanidad que la teoría de Darwin no es una locura, ni mucho menos.

El año pasado fue presentado en París, por el empresario yanqui Bostock, un chimpancé que llamó notablemente la atención por lo bien que hacía de hombre; cosa rara, por ser más frecuente ver todo lo contrario.

Discípulo de Bostock, Cónsul de nombre, vestía decentemente, y en ocasiones hasta con lujo; montaba en bicicleta, en triciclo y en automóvil, y fumaba como un español (según la Prensa francesa).

Cónsul era una mina para su amo; pero, desgraciadamente, se conoce que el clima parisiense no le sentó bien, y falleció cuando tenía su dueño firmados contratos fabulosos para presentar en diversas capitales al chimpancé-hombre, como lo llamaban en los carteles.

Su muerte motivó sendos artículos necrológicos en la Prensa francesa y Cónsul, después de ser llorado por el tout-Paris, fue disecado, para en su día poder ser comparado con las generaciones venideras.

El chimpancé, de Bostock, hizo escuela y al que pudiéramos llamar Cónsul I ha sustituido en el mundo Cónsul II, que algunos aseguran, y nosotros no lo creemos, que es hijo de Cónsul I.

Este Cónsul II, que van a ver los madrileños, es un joven chimpancé de unos cuatro años de edad y de pequeña estatura, muy cuidadoso de su persona, distinguido sportman y muy elegante en el vestir.

Agregaba la nota que aquel Cónsul siempre andaba en dos pies y calzando zapatos propios (cosa que nunca se consiguió con el simio anterior); vestía con garbo de etiqueta, usaba guantes, dormía en cama como una persona, usaba el baño con pulcritud y adoraba el café después del almuerzo, a pesar de que se lo habían prohibido porque lo ponía hiperactivo.

Pero el apogeo del primate antológico empezó tras presentarse en music-halls de Inglaterra, pasando desde allí a otros países europeos y luego a los Estados Unidos, en 1909. Esta visita fue muy publicitada y cubierta en Nueva York, siendo recibido como toda una celebridad del espectáculo. Hizo presentaciones en el Dreamland Park de Coney Island y otros sitios, y hasta se produjo un documental sobre su viaje a América: “Consul crosses the Atlantic”, informa Anthony Balducci  en su obra “The funny parts”.

Otra curiosidad de la dinastía Cónsul, es que su nombre se fue convirtiendo en apodo y rótulo para todos los chimpancés amaestrados o de circos. Esto llevó al naturalista Arthur Hopwood, del Museo de Historia Natural de Londres, a bautizar Proconsul en los años treinta a un primate prehistórico que había sido descubierto recientemente, pues le recordaba a uno de aquellos monos artistas que había visto en su infancia. Proconsul se traduciría como “ancestro de Cónsul”.

La fama del más popular de los Cónsul llegados a tierras americanas se desató en Argentina, antes de venir a Chile. Su característica que más asombró, sin embargo, era polémica y hoy pasaría perfectamente por abuso animal: copiaba los comportamientos humanos al punto de fumar puros, prender su pipa y beber vasos de whisky, no estando tan claro si era sólo un líquido inocuo coloreado. Incluso podía conducir vehículos pequeños, fingir que tocaba violín sobre un triciclo, andar en bicicleta y a veces simulaba leer periódicos o teclear en máquinas de escribir. Este Cónsul venía causando impacto en el Plata por lo menos desde junio en 1910, cuando actuó en el Palacio Novedades de Buenos Aires junto a otros artistas llamados africanos salvajes, además de faquires, traga espadas y los patinadores Davies y Mr. Bennet, quienes se lucieron en el Skating Park del local. Sus presentaciones eran principalmente los martes y viernes en la noche y los miércoles en la tarde, siendo presentado allí como “el chimpancé más sabio del mundo”.

Cuando llegó a Chile con su entrenador Bostock, el chimpancé aún se veía joven, aunque todo sugiere que ya había varios artistas primates con su nombre en aquel momento y que, cuando envejecían o morían, eran relevados por otro más joven. Sin embargo, en tierras de América andaba sin su compañera de espectáculos y "esposa" la también astuta y encantadora Lady Betty. Se había arreglado hasta una boda para casar a ambos monos artistas, de hecho.

Cónsul haría época acá especialmente en el Teatro Politeama de Santiago, presentado como “El mono educado”, “Cónsul el grande” o “el hombre-mono”, dejando boquiabierto al público. Había sido retratado en una célebre fotografía de 1910 tomada por G. Meggy y publicada en la “Harmsworth Natural History” de Londres: aparece tomando su desayuno. Y refiriéndose al mismo período de las fiestas del Centenario, Calderón describe así los recuerdos que dejó esta estrella antropoide en el país:

Entre los espectáculos notables del Centenario, puede contarse la llegada del mono Cónsul, un simio amaestrado, al Teatro Politeama, situado en el Portal Edwards. Allí, Cónsul realizó proezas para deleite de chicos y grandes, tales como recorridos por la pista en patines y bicicleta. Y fuera de espectáculo: Cónsul cenó como un caballero, destapó una botella de vino, se sirvió un vaso, pidió la cuenta y pagó, gratificando al mozo con una propina.

Aunque el autor sentencia que “Cónsul quedó en la memoria de los muchachitos que lo vieron en esos días”, sus actuaciones debieron caer como gárgaras de hiel entre los enemigos del evolucionismo, que no era pocos si consideramos los sermones que publicaba el sacerdote y escritor Emilio Vaisse en “El Mercurio”, arremetiendo conservadoramente contra Darwin, tras el pseudónimo Omer Emeth. De hecho, presentaciones de estos monos humanizados fueron comentadas por editorialistas británicos como ejemplos a favor del darwinismo.

Un chimpancé artista en imagen publicada por revista "Sucesos" en 1908, la que agregaba como pie de foto: "El sucesor de Cónsul III", por lo que había pasado tiempo ya desde el primero de esta dinastía de primates. No hemos podido confirmar si el de la imagen es el que vino a Chile en el Centenario.

Nota de la revista "Zig-Zag" en marzo de 1910, informando de la boda que se había realizado entre Cónsul y Lady Betty.

Los números que hizo el personaje en el Politeama en aquel período pasaron a las funciones diarias del Gran Circo Ecuestre Inglés, en la llamada Temporada Centenario, a cargo de la empresa Zegler y bajo dirección de La Place. Presentado allí como el “mono Cónsul II”, era uno de los varios números que incluían otras atracciones artísticas con música de una banda orquestal. En la revista santiaguina “Teatro y Letras” de septiembre de 1910, en nota titulada “Crónica teatral de Santiago”, dice al respecto el redactor:

Recientemente se ha estrenado en este teatro la gran troupe que de Buenos Aires nos ha traído el popular gringo Ziegler.

Es una compañía numerosísima, su género excelente y muy bien presentada.

Tiene algunos números extraordinarios, como el contorsionista excéntrico Eduardo Musto, verdaderamente sobresaliente; la Sta. Antonieta, tiradora al blanco, que sorprende verdaderamente al público con sus pruebas de pasmosa seguridad; Margarita de España, eximia equitadora, y las excéntricas inglesas. Su gran clou será el mono Cónsul II, que por sí solo llamará tanto la atención como toda la compañía del conjunto; debutará esta misma semana.

Después de su espectacular temporada en el Chile de los festejos centenarios, el simpático Cónsul retornó a Argentina en enero de 1911, esta vez para hacer presentaciones en Mar del Plata. Volvió a ser recibido como estrella.

La fama del personaje era tal, que el celebérrimo acróbata y comediante clásico Buster Keaton protagonizó su corto humorístico “The Playhouse”, en 1921, aparecía en un teatro fingiendo ser un orangután artista que, estando a su cuidado, se había escapado en un descuido, minutos antes de subir al escenario. El actor lo reemplaza maquillado con grandes orejas postizas y traje de smoking, pidiendo comida a una camarera sentado en una mesa, fumando un puro y andando en bicicleta entre botellas que esquiva en el suelo, mientras continúa haciéndose pasar por el simio fugado ante su nervioso domador que ya ha descubierto es un impostor… Dicho de otro modo, Keaton actúa allí la misma rutina que hizo famoso a Cónsul, como una especie de homenaje y alusión al mono original.

Hubo varios chimpancés llevados por los escenarios del mundo, imitando las rutinas de Cónsul. Fueron los casos de Essau, llevado por el capitán De Lencier desde Costa de Oro hasta Londres, en donde andaba en bicicleta, tocaba piano e imitaba otras conductas humanas hacia 1906; Silas, promovido por el empresario David Horsley en la década del diez; Andy, ya a inicios de los treinta; o su congénere Solomon, con un espectáculo parecido. El chimpancé Alexander llegará incluso a Hollywood, y a Little Nap lo llamaban el “Napoleón Chimpancé”, pues así lo disfrazaban. También hubo unos tales Alfred, Peter, Joseph, Kiko, un Marter Link llevado desde Nueva York al music-hall de París, una mona llamada La Bella Pola, que bailaba charleston, y otra de nombre Consulina.

Tales criaturas llegaron a volverse una moda de los circos y espectáculos de variedades por varios años, todavía vigente después de la Segunda Guerra Mundial. Incluso el antiguo Circo Trait incorporó otro mono llamado Cónsul a su elenco de estrellas, junto a un compañero de especie llamado Pinganilla, los que también fueron conocidos en Chile.

Por la novedad que representaba para el público, sin embargo, ninguno llegó a ser tan asombroso ni afamado como consiguió serlo el Cónsul del Centenario, haciendo su parte también en la alegría de las celebraciones.

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